martes, 19 de febrero de 2008

Dos formas de contar el futuro

Ya lo sabemos: el futuro, en caso de no haber llegado y ser todo un palo, será horrible y violento. Nuestra muerte será más lenta que la de Luciana B. y nos arrastraremos pidiendo piedad. La humanidad sacó todos los números para incinerarse: guerras bacteriológicas, contaminación, políticas conservadoras, utopías de izquierda que se convierten en dictaduras, el kilo de tomates a 15 pesos, comentaristas anónimos, Simeone en River, Víctor Sueiro muerto para siempre rebatiendo la posibilidad de la vida eterna. Estos hechos prefiguran un porvenir oscuro. Sin embargo, a pesar de que conocemos la pesadilla venidera, sigue siendo interesante verla en pantalla grande y con una bolsa de pochoclos a mano. La reciente Soy leyenda, que ahora mismo tiene estacionada su maquinaria comercial en los cines, propone una óptica significativamente distinta a la que hace un año imaginó Alfonso Cuarón con Niños del hombre.
Como sabemos, Soy leyenda es una novela emblemática de Richard Matheson. La película de Francis Lawrence, desde ya, es mala, pero un detalle nada vulgar me lleva a celebrar su estreno: desde hace unas semanas, tal libro aparece entre los más vendidos en las librerías del mundo. Mientras se atiene a la versión literaria, entretiene y hasta puede llegar a ser considerada buena: Robert Neville es el último habitante del planeta y, con su perro mantonegro, recorre las calles derruidas buscando comida. Sólo lo hace de día: de noche, millares de ex-seres humanos afectados por una enfermedad que los convierte en zombies-vampiros salen a recorrer la ciudad y morfarse lo que resta. Todos los días, desde una emisora radial, Neville transmite hacia la nada, implorando que alguien vaya a acompañarlo. Hay algo entrañable y poético en esa imagen. Pero como toda película que comienza con un gran cartel de Mc Donalds, Soy Leyenda decae. Se aparta del libro original e inventa dos nuevos personajes representantes de esa entelequia difusa llamada Esperanza: una madre y un hijo, ambos sanos, que salvan a Neville del ataque de los hombres de la oscuridad.
Niños del hombre, libremente inspirada en una novela, se dirige hacia otro lugar. En ella, la humanidad también está en declive permanente por obra y gracia de los humanos y el mal se presenta en la total y escalofriante ausencia de fertilidad. Encima, el mundo vuelve a sofocarse cuando se informa sobre la muerte del hombre más joven de la Tierra: un argentino de 18 años llamado Diego. El protagonista es Theo, un londinense resignado –todo lo contrario al violento Neville que interpreta Will Smith- que debe enfrentarse a un reto inusitado: salvar a la única mujer embarazada del mundo. Llegados a este punto, deberemos explicar por qué Soy leyenda es una bazofia y Niños del hombre una obra de arte.
En Soy leyenda todo es claro y directo. Hasta se puede intuir una brusquedad a prueba de balas: para convencernos de que es una película seria que enarbola la bandera del amor, que habla de la Humanidad y el destino incierto del hombre, repite una, dos y tres veces canciones de Bob Marley que Will Smith canta con lo que se supone que es gracia. Niños del hombre sólo necesita pasarnos una vez, en los títulos, Bring on the Lucie, de Lennon, para que entendamos todo sin necesidad de palabras. Cuarón no necesita remarcar, Lawrence sí: como quien tiene el pene chico y dice que es grande, a cada rato nos inunda de diálogos sobre Dios, el amor y el dolor. Ni Sábato –que siempre escribe sobre la frágil y atroz condición del ser humano aunque esté hablando del último modelo de Peugot- habría sido tan obvio.
Otra diferencia es la ambientación. Lawrence vuelve a utilizar la demagógica e impresionante e increíble y extraordinaria imagen usada hasta el hartazgo de Nueva York en ruinas. Cuarón nos muestra una Londres que se parece más al D.F mexicano, Bógota o Buenas Aires: humo, smog, suciedad, violencia. Mientras que Lawrence termina convirtiendo la obra maestra de Matheson en un videojuego irreal entre un hombre con una ametralladora y un enjambre de monstruitos, Cuarón, como sucede en otra joya de los últimos años, V de venganza y los mejores textos de ciencia ficción, a pesar de ambientar su historia en el 2027, nos habla del mundo actual: los países europeos echando inmigrantes, gente hacinada, policías reprimiendo. Es claro, también, que Lawrence impone a Neville una serie de características innatas del héroe hollywoodense: omnipotencia, virilidad, macro musculatura, épica. El Theo de Niños del hombre es un tipo dubitativo, impresionable, llorón, descreído. Se parece más a nosotros. Lawrence nunca logra que la relación entre Neville y la madre parezca creíble: a los pocos minutos ya hay recriminaciones, miradas legendarias, discusiones grandilocuentes. A Cuarón sólo le hace falta una breve escena en la que Theo y su ex mujer juegan a pasarse una pelotita de ping pong con la boca para que el espectador compre el amor de la pareja.
Sin embargo, todas estas esenciales diferencias, no se comparan con la más enorme de todas: el final. En hijos del hombre, Theo y la muchacha embarazada, luego de un raid apocalíptico, logran escapar de un cúmulo de episodios turbulentos hacia un barco donde, se supone, podrá nacer el primer niño en 18 años. Sin embargo, en el transcurso del viaje Theo muere y la muchacha queda sola en la balsa, entre la neblina y la absoluta nada del océano. Se ve el barco salvador pero nada asegura el triunfo de la vida. Lo que cala hondo es el escepticismo, la incertidumbre sobre el futuro de una sociedad que desaparece sin preocuparse en demasía. La versión Hollywood de Soy leyenda es todo lo contrario: Neville encuentra la cura para los zombies-vampiros y se sacrifica salvando a la madre y su hijo fan de Shrek. Antes de morir, grita a los monstruos: Esperen, tengo la cura, yo los salvaré. Imagino que eso mismo es lo que gritan los soldados norteamericanos en Irak antes de asesinar personas…Como los zombies-vampiros no le prestan atención, mira la foto de su familia y saca una bomba del bolsillo. Y plum. Acto seguido, la pantalla vira a celeste y se observa al hijo y la madre llegar a un barrio cerrado –un country amurallado- con soldados en la puerta, donde vive toda una elite de sobrevivientes. Según este final, podemos sacar 2 conclusiones problemáticas: 1- A veces viene bien tirar bombas; 2- Sigamos destruyendo todo: siempre hay un tipo que nos salva y un country cuidado por soldados norteamericanos…La certeza de Lawrence es que, pase lo que pase, el baile de la humanidad va a seguir por siempre. Cuarón, en cambio, no nos quiere dejar tranquilos a base de reggae y soldaditos con ametralladoras sino todo lo contrario. De esta forma, su película triunfa sobre los facilismos y el orden mundial imperante. Y eso siempre es bueno.

16 comentarios:

La niña santa dijo...

Dos cosas:
Muy bueno lo de "no nos quieren dejar tranquilo a base de reggae" porque me parece increíble (bah, no tanto, pero me quita esperanzas) que un género musical que nació como oposición, resistencia contra la opresión, etc. etc. (basta leer las letras, INTERPRETARLAS) como lo es el reaggae, termine absolutamente banalizado por TODOS que ponemos cualquier disquito, nos prendemos un porro y ya está, paz y amor para todo el mundo. Y que después del bajón vuelva la vida a ser el cuello de botella de siempre. AY! Y qué bronca es escuchar cualquier reggae como ringtone!!!! Qué bronca los ringtones!!! Por qué no se interpreta más nada de lo que pasa alrededor?? Por qué siempre tomamos las cosas como DADAS?? Castoriadis tiene razón!

La segunda: No vi Soy Leyenda porque Will Smith me da alergia. Vi Niños del Hombre porque Moore es una masa. Pero por lo que contás de Soy... es bastante muy demasiado similar a Exterminio I, exceptuando claro todo los actos de falsa hombría, amor a la patria y Bush. Exterminio me gustó, debe ser porque no es Hollywood.

La Momia dijo...

Mirá que te quiero mucho , pero a veces... donde miércoles querés que vivan si el mundo está lleno de vampiros? (Porque dicho como te escuché decirlo pareciera que estás en contra de que parezca un country) En carpas? Y esperar que los "discriminados" vampiros "elijan" si deboran o no a los sanos? Sos tremendo eh...ni en el fin del mundo dejás de ser fundamentalista!!!!
Te queremos!!!
Momia y Sawyer

Mariana dijo...

no vi ninguna de las dos pelis, pero por el comentario trataré de ver niños del hombre.
por lo pronto, me quedo con la primer parte del post. hace poquito escribí algo al respecto. me encanta la relación entre la literatura y el cine, la tele, la música y si la novela de echarri sirve para que El conde de Montecristo de Dumas tenga un gran crecimiento de ventas en nuestro país [como de hecho pasó] bienvenido sea.

salute... y lamento comunicarte que la moderación sigue activa... y el peor garrón es que cuando uno comenta no puede ver lo que comentaron otros y se pierde el diálogo.

ahora sí, chau.-

Luis Herrera dijo...

No pareciéndome una mala película, difiero en el sentido que se trate de una obra de arte- no he visto la de smith que probablemente sea bazofia-. Claro, mala no es, típicamente "holywoodense" tampoco, pero sumando y restando una película- después de 12 monos- que no es nada nuevo. Pero vemos la típica historia de amor en medio, la vemos; vemos al típico viejo medio loco, ex hippie sabio que podemos ver en Día de la Independencia, Los Duke de Hazzard, Karate Kid, El castigador (el padre del héroe), y si lo pensamos bien en John Rambo.
Por otro lado, el tema inmigrante, bien. Tiene su gracia al presentarnos un futuro apocalíptico como alguna vez lo fue 1984.
Además ese final abierto o incierto, nunca es malo, pero bien repetido.

Sayonara master

Luis Herrera dijo...

Además el tema inmigrante es el mismo que vemos en Contra el enemigo de Bruce Willis y denzel Washington.
Ahora, seguramente al lado de la película de smith, estoy seguro que es una obra de arte.
Tambien es cierto que porque los temas ya fuesen tratados- inmigrante, el amor, el típico viejo sabio-, no significa que la película sea mala, total, a estas alturas, casi todo es repetido.
Pero en lo esencial, hay muchas cosas que fallan y se suman.

Martín Zariello dijo...

Es verdad, la administración de comentarios quedó igual. Como leerán en los posts anteriores decidí aceptar los comentarios del anónimo que siguió comentando y ya me parece bastante gracioso.

Martín Zariello dijo...

Luis: Che, bueno, creo que exageré un poco con que es una obra de arte o maestra, je.
Niña Santa, Momia: veo que a las dos les alegra la vida Will Smith.
Marian: efectivamente me equivoqué y la moderación siguió su camino. Es verdad que afecta la dinámica del blog.

Saludos a todos! Viva ilcornudo!

Martín Zariello dijo...

Niña Santa: me acabo de dar cuenta que entendí mal, donde escribiste alergia yo leí alegría, jaja. Por eso el comentario me había parecido contradictorio. Saludos.

Unknown dijo...

La Niña Santa dijo:

> pero me quita esperanzas que un género musical que nació como oposición, resistencia contra la opresión, (...) como lo es el reaggae, termine absolutamente banalizado por TODOS que ponemos cualquier disquito, nos prendemos un porro y ya está, paz y amor para todo el mundo. (...) Y qué bronca es escuchar cualquier reggae como ringtone!!!! Qué bronca los ringtones!!! Por qué no se interpreta más nada de lo que pasa alrededor??

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En parte me genera una reacción adversa esto. Uno puede tener una opinión formada acerca de "lo que pasa alrededor" y al mismo tiempo gustarle cosas artísticas cuyos autores tengan opiniones totalmente diferentes de las propias.

Por ejemplo, me encantan los cuadros de Hitler (que era un excelente pintor), pero de más está decir que no concuerdo con las ideas que expone en Mi Lucha.

Entonces, no veo por qué cuestionar que a alguien le guste el reggae como música y lo ponga como ringtone, aunque esto vaya en contra de los ideales de Bob Marley, o de quien fuere.

Unknown dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
La niña santa dijo...

Ano, sin ánimo de ofender, tu comentario estaba más dirigido a contarnos que te gustan los cuadros de Hitler (wow, los hacía de judíos?? chiste chiste) que a meterte con el reggae.
Lo que yo quiero decir es que me molesta la postura careta de escuchar reggae o cualquier otra cosa porque "es la onda del verano". Y tener ringtones me parece que va por ese lado. Pero igual entiendo que yo soy bastante extremista y no le encuentro punto medio. Si me pongo a analizar con detenimiento, el celular es ya un objeto de la cultura popular, con todos sus chiches y lucecitas de colores. Hay que ver que "te da" el ringtone de tu celular que no lo conseguís en un disco.
Ok. La limé. Pero se entiende algo, no?

caca dijo...

yo también leí alegría y por un momento el mensaje de momia creí que era para mí y pensé "qué dije ahora".

Matías dijo...

Una cosita sobre el título: Ya desde el título "el niño del hombre" se advierte que se trata de un orden invertido en la evolución. La humanidad no va a ningún lado. Lo bueno de ese título es que tiene un doble filo: al mismo tiempo "el niño del hombre" significa que también hay un futuro. Queda abierto a nuestra responsabilidad.


Saludos.

Anónimo dijo...

mientras estoy escribiendo estas boludces alguien se esta cojiendo a mi novia, así que voy a ver que onda

Martín Zariello dijo...

Anónimo: Por fin aceptaste que el cornudo sos vos y estás depositando en mí las infidelidades de tu novia (que por otra parte debe ser una muñeca inflable). Por qué transferiste tus vivencias a mí es la pregunta que debería responderte el psicólogo. Te quiero mucho, recapacitá loco. Cambiemos el mundo.

Natanael: así es momia.

Desarmandonos: nunca había pensado en el título de la película. Podría haber chamuyado un poco con eso, es verdad.

Espero más novedades sobre la ultra-polémica entre Ano y Niña.

Saludos! Viva Paco Gerlo!

Anónimo dijo...

Me gustaron varios aspectos del post y concuerdo con tu valoración positiva de Children of men (con algunos matices, pero creo que vos tratabas de defenestrar la de Will Smith y para eso necesitabas una película distopica alternativa que no la cagara tanto como imagino -y te creo- que la primer película hace).

Pero algo no me gustó: que contaras el final de las películas. Eso no se hace. En el blog de un boludo y "famoso" profesor de letras gay se decían cosas acerca de un personaje importante de Children of men, cuyo efecto era importante no revelar. Odié al nabo ese más de lo que ya lo odiaba, y no era poco hasta entonces. Además, el final de Children of men no es exactamente como decís: sería difícil que el "niño" nazca en el barco, porque...vean la película (los que la vieron saben la respuesta).

Para terminar, una cosa interesante de Children of men es el modo en que se imagina que va a ser el fin de la humanidad: lento. Vos tomás esto en el post, pero me gustaría subrayalo. No hay fertilidad, y por eso el apocalipsis viene con cuenta gotas. Lo único que se sabe es que dentro de 100 años, nadie va a estar ahí para recordar nada de lo sucedido. Quedan unos cuantos años de vida, pero, y esta pregunta es sólo para los que están del lado de adentro de los alambrados ¿para que seguir? Eso plantea la relación de quienes vivimos con los que aún no han nacido, o son muy jóvenes. Es decir, de la historia, pero no de La Historia, sino de la historia que hacemos nosotros. Y nuestra lugar en la memoria de otros, es decir, esa pequeña historia de los que nos conocen. En este punto se puede relacionar con una película de Truffaut que se llama La habitación verde. Pero no tengo ganas.

Una cosa más. En una parte de Children of men pasan una canción en la radio, quien lo anuncia dice que es del 2003 o algo así, no recuerdo con exactitud, bueno, se trata del período en que Theo era joven y era un activista antiguerra y se enfrentaba a Bush. Dice algo como "esta canción es del 2003 una época maravillosa de sueños y esperanzas en la que el futuro parecía estar a la vuelta de la esquina". Ese chiste está bien, y el hecho de que en la película estos años en los que escribo este commente sean idealizados como los yanquis idealizan los 60 también muestra una capacidad de reflexión histórica e ironía que es mucho más de lo que tiene hollywood.

Chau.