viernes, 3 de julio de 2009

Más apuntes post-legislativos redundantes


Una de las certezas que produce la elección legislativa del 28 de junio es que con la derrota kirchnerista se agudiza la sistemática degradación de la investudura presidencial promovida por los medios de comunicación. Las críticas mordaces a los primeros mandatarios suelen ser comunes a todos los gobiernos (sean estos del partido que fuese), pero en este caso, han tenido mayor impacto en el inconsciente colectivo de la sociedad a través de construcciones simbólicas de gran efecto: la figura del "ex presidente en funciones" y la idea del "doble comando" se han constituido como edificaciones retóricas de difícil refutación. Por estos días comienza a erigirse con más solidez la "delarruización" de Cristina. El relato "fontevecchiano" (que Carrió asume como propio) de una mujer débil sometida a los vaivenes emocionales de su trastornado marido ("La presidenta soy yo, carajo" era el grito desesperado que ilustró una tapa de Perfil en pleno conflicto agropecuario, trasladando la dinámica "chimentera" al periodismo gráfico de análisis político) ha calado hondo. Habría que preguntarse hasta qué punto Cristina y Néstor no representan un mismo punto de vista (como la frase atribuida al pensador contemporáneo Torcuato Di Tella: Son igual de buenos como de malos). Sugestionada por el murmullo omnipresente que, sin eufemismos, la cataloga como una inútil, Cristina reacciona exacerbando su costado más arrogante. De otro modo no se entiende el tenor de sus contactos con el periodismo. La última conferencia la mostró reprendiendo a Massa, cultivando un aire de esforzada indiferencia, interpelando con un tono agresivo las preguntas de los cronistas (que parecen aborrecerla en tanto advierten el modo en que su discurso tensiona las ambigüedades éticas de su oficio). Imágenes concretas que apuntan a significar una actitud de mando opuesta a la ineficacia supina que día a día le endilgan. Como si fuera poco, mezcla esta vertiente con otras, desenvolviéndose "resuelta" y enunciando "bromas" o contestaciones cáusticas (su alusión al Calafete es un buen ejemplo) o apelando a un tono meramente informativo que terminan conformando una combinación mortal para el destinatario. La sociedad argentina, que toleró y exaltó como virtudes las tosquedades de Menem, no soporta que la actual presidente sea capaz de articular frases con algún rigor sintáctico. Ha jugado en contra de Cristina que su característica predominante sea la destreza discursiva. No en forma inocente se remarca que sus apariciones (es decir, sus monólogos en inauguraciones o presentaciones de medidas) bajan la aguja del rating en Canal 7 (¿acaso De la Rúa o Menem o Alfonsín o Duhalde la subían?). El sentido común, en una deducción no siempre acertada, suele oponer las palabras a los hechos. (Paradójicamente ése fue el estribillo del spot publicitario del Frente Justicialista para la Victoria). Cristina ha sido abducida por esta otra trivialidad del peor de los sentidos (el que regula el mundo y las buenas costumbres) hasta el punto de ser considerada una "charlatana". Se suma a esta recepción negativa, la supuesta inoperancia (total, directamente no hay nada que haya hecho que tenga alguna función específica) de su gestión gubernamental. Se podría decir que a partir del 10 de diciembre del 2007, el kirchnerismo no pudo acompañar su perorata retórica con una estrategia que dé la impresión de funcionamiento ejecutivo, quedando al descubierto así su propensión al debate ideológico. Y he aquí un gran error porque lo único seguro que sabemos de esa entelequia multiforme denominada "gente" es que le importa absolutamente un bledo la izquierda y la derecha, las leyes del mercado y el espacio estatal, la libertad de expresión y las habilidades conceptuales de los monopolios para interpretar los acontecimientos, etc. Eso preocupa a "cuatro gatos locos". A la "gente" le interesa que no la afanen, que no suban los precios, sentir la sensación de que se "hace algo" (no importa qué). No se la puede culpar por ello, aunque sería sano que cada tanto se hagan (nos hagamos) responsables. El paro del campo, con sus conocidas derivaciones, alistó ya explícitamente en las filas de la derecha a aquella porción del pueblo que por bienestar económico había reelegido la conducción K. Inteligentemente (ayudado por el tratamiento naif de la prensa), el productor agropecuario pudo identificar su situación con la de cualquier trabajador de otro ámbito laboral apelando a la vieja conceptualización del Estado como ente saqueador. "¿Cómo te sentirías si te sacaran el 35 por ciento de tu sueldo?" era la conclusión enternecedora de los kiosqueros que pegaban en sus vidrieras la consigna "Estoy con el campo" y confundían alfajores y chicles con los recursos del país. Frente a paralelismos de este tipo, proyectos como una nueva Ley Audiovisual son aprehendidos como verdaderos jeroglíficos. La última imagen paradigmática sobre la "delarruización" de Cristina opone su preocupación por el golpe en Honduras con la aparente apatía ante la propagación de la gripe A. Se trata de una invectiva vulgar justificada por el desconocimiento de una problemática (a excepción de especialistas, dudo de que alguien corriente pueda elaborar un juicio crítico sobre el accionar del sistema sanitario en contextos extremos) y el prejuicio ideológico (de la misma manera se confronta Inseguridad con los Derechos Humanos). Habrá más novedades para este boletín.

8 comentarios:

Matías dijo...

En el blog, opiné algo al respecto.

Saludos.

Cine Braille dijo...

¿Te engripaste? Que se pase. Igual, al fin y al cabo, la gripe A no es taaan mala. Si hasta tiene efectos positivos: fijate que se terminó la inseguridad de un día para el otro...

Martín Zariello dijo...

No estoy engripado (sino no estaría posteando, como sucedió hace dos semanas cuando sí estuve engripado), era todo una estrategia de marketing para que los aislados por el flagelo se vuelquen masivamente a leer ilcorvino.

Cine Braille dijo...

Yo nací en otra ciudad, vine a Mardel para estudiar en la Universidad, me quedé a vivir recién hace 10 años, y creo qeu como consecuencia de eso nunca pude acomodarme a la política local. Tampoco confío en los medios locales (La Capital ni hablar, Jacobo me genera montones de dudas) y entonces escribo poco sobre cuestiones municipales, más que nada para no mandar barbaridades por falta de información y comprensión. (A lo mejor tendría que hacer lo mismo con la política nacional...). dicho sea de paso, me parece que vos también escribís poco de la ciudad: en tu caso, no sé las causas.
Yo voté a Cordeu, un poco por costumbre, pero debo decir que me sorprendí mucho con Arroyo, a quien yo tenía prejuiciosamente por un facho (cierto que ir en la boleta de los carapintadas o de Rodríguez Saá no ayuda ¿no?). Un par de reportajes que dio después de las elecciones me sorprendieron gratamente: su discurso está a la izquierda de todo lo que hay en esta ciudad, y sino fijate lo que dice de la inseguridad acá
http://www.lacapitalmdp.com/ver_historico.php?id=113766
y esto otro
http://www.lacapitalmdp.com/ver_historico.php?id=113863
Saludos.

Martín Zariello dijo...

Ja,ja, yo podría escribir un libro sobre Arroyo: hice el polimodal en su escuela, donde hace vestir con corbata y camisa a los varones, corte media americana. A las mujeres les prohibe lleva el guardapolvo largo para no mostrar el orto. Se respira un aire circa "Escuela de noche" (cuento de Cortázar) con una pizca de "The Wall". Obviamente, yo, que soy un subversivo de aquellos, no respetaba sus cánones así que me tuve que comer duras reprimedas, una face to face con Arroyo en la que me profirió un lapidario e inolvidable: "Parece un hippie" (que en su momento a mí me pareció un elogio). Yo también leí esos reportajes y me sorprendieron gratamente, lo que pasa es que así y todo es súper archi milico. Arroyo es un facho, efectivamente, pero por momentos creo que es más honesto y tiene más ganas que todo el arco político marplatense. Bueno, tampoco hace falta mucho. Igual no lo voto ni con un rifle en la sien.

David dijo...

Lo qué más recuerdo del colegio de Arroyo fue un acto en el que unos pibes estaban masticando chicle durante un acto, Arroyo los increpó con algo similar "qué tiene en la boca, señor" a lo que el pibe le dijo -un chicle... Para qué; un discurso de Arroyo durante 20 minutos, hablando de la invasión del idioma anglosajón, que eso no era un chicle sino una goma de mascar y no sé cuántas cosas más. También lo recuerdo por llorar en un acto conmemorando a Belgrano, se emocionó en serio el viejo.

Tuve la chance de hablar con él un par de veces, siempre en reuniones que pedíamos con compañeros, incluso un par de veces nos dictó clases de diversas materias... qué te puedo decir, de los cuatro que éramos había un rasta, dos crotos (me incluyo) y otro con piercings hasta en el orto, el tipo nunca hizo historia de nuestra apariencia.

Me cae bien Arroyo, sin hacer extensivo el agrado hacia los otros muñequitos de derecha, durante tres años lo tuve como director y me parecía un tipo con algunos ideales cuestionables, sin embargo con otros aspectos positivos.

Nada que ver con el post,no?
Disculpas.

Anónimo dijo...

(total, directamente no hay nada que haya echo que tenga alguna función específica)

puzzle dijo...

2001 primer año del polimodal?
Qué jóven es usted corvino ! Qué sorpresa...


Saludos de lector,