lunes, 19 de octubre de 2009

Ron Mueck

I had a dream about you, pero no eras la reina de un cuento de hadas, soñé que te morías.

Los sueños son así, traen, sin hacerse cargo, un arsenal de recuerdos difícil de tolerar a determinada hora de la noche. Hay que tener cuidado para que el shock no te deje repasando incesantemente un video-clip de imágenes y datos sensoriales editado por tu cerebro en exclusiva para vos.

Era tu hermana la que me llamaba y me informaba la noticia. Todo era demasiado real: su voz, mi reacción, el sentimiento, mezcla de angustia y de culpa, que me provocaba.

Pero lo que más me impresionó fue tu cara en el ataúd. Eras vos pero verde y con los rasgos avejentados, como la figura terrorífica de Ron Mueck que vimos juntos en una revista de arte cuando recién nos conocimos.

Eso pensé mientras te miraba (y no me decidía a sacarte un mechón de pelo que se introducía en tu ojo), hasta que caí en la cuenta de que le tenía mucho miedo a ese cuerpo ingrávido (tu boca torcida, el gesto inmutable; era terrible) y que todo debía ser indudablemente un sueño porque desde una realidad paralela me recordaba buscando figuras de Ron Mueck en una tarde lluviosa y reciente. Me veía en tercera persona: yo alumbrado por la luz del monitor desde la oscuridad de mi habitación.

(Había sido la misma tarde del sueño y evidentemente quedé un poco trastornado).

Ok, todo era un sueño, pero ¿cómo hacer para irme de allí? Era tu velatorio, no me podía escapar sin una buena excusa.

Quise explicárselo a las personas que tenía alrededor pero no entendían nada, no me dejaban hablar, sólo me abrazaban o me palmeaban la espalda y me decían tantas cosas hermosas sobre nuestro amor que me obligaban a aclararles que ya no estábamos juntos al momento de tu deceso, que todo había terminado tiempo atrás y que ni siquiera nos dirigíamos la palabra.

De pronto, una señora que dice ser tu madre pero que no tiene ni su rostro ni su voz, me presenta a quien era tu esposo "al momento de fallecer" (esto me hizo pensar que habías tenido muchos y que habían pasado años), un tipo enorme que sale desde atrás de unos arreglos florales (como si todo fuese una cámara sorpresa) y que de tan alto se da la nuca contra la pared.

"Ella me habló de ti", me dice, con un acento venezolano y metálico. No puedo creer, pienso yo, absurdamente, se casó con un caribeño.

"¿Sos Martín, no?". Si, contesto y sin saber qué decirle a ese tipo compungido, pregunto, por cortesía nomás, cómo es que se llama.

"Mueck", responde, "Ron Mueck".

Me desperté. Todavía no había amanecido y afuera seguía lloviendo. Los relámpagos iluminaban la cocina intermitentemente, así que no prendí la luz y me senté sobre la mesada, observando una taza de café con leche dar vueltas en el microoondas.

Días atrás estuve soñando con una chica. Nos conocemos (de nombre, de por ahí) pero nunca nos dijimos una sola palabra. En el sueño éramos novios (o esposos), vivíamos juntos, nunca nos peleábamos, hacíamos esgrima con unos trajes negros, teníamos los mismos gustos y una mascota (ni gato ni perro, era una muy bella, híbrido entre jerbo y zorrino, hecha especialmente para nosotros por Dios; esta es información que yo ya conocía una vez ingresado al sueño). Congeniábamos a la perfección. Tanto que pensé que la próxima vez que me la cruzara, debía detenerla, y, de buenas a primeras, proponerle casamiento. La sorpresa de la situación tal vez la indujera a decir que sí, aunque no creo que sea una persona que se deje inducir (por lo menos no era así en el sueño).

Si por esas casualidades de la vida llegás a leer esto, un día cualquiera, haceme sonar el celular (yo sé que nunca va a suceder pero no importa). No voy a atender, es para saber que estás viva y bien y que el velatorio sólo transcurrió en el lado oscuro de mi mente. Yo te llamaría, pero el día del no-va-más borré tu número. En cuatro años ni siquiera me aprendí de memoria el mío.

4 comentarios:

Matías Nombre dijo...

Salve, IlCorvino!

Muy buen post. Henry James dijo alguna vez: "Quien relata un sueño, pierde un lector", pero tampoco hay que hacerle tanto caso a James. Hace años que no publica nada bueno.

Algún comentarista con delirios de editor te podría decir que es un poco más natural en este caso el verbo "meter" que "introducir" y que el posesivo antes de "ojo" es un anglicismo (decimos, por ejemplo, "se me metió algo en el ojo", no "se introdujo algo en mi ojo"), pero tampoco hay que hacerle tanto caso a los comentaristas con delirios de editor. Hace años que no editan nada bueno.

Smithers, ¿nunca ha tenido ese sueño en el que la amada entra volando por la ventana?

PD: ¿Escuchaste el último disco de The Flaming Lips? Hace años que no sacan nada tan bueno como lo de antes, pero igual hay que hacerles caso.

Martín Zariello dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Martín Zariello dijo...

James tenía razón, tu comentario es la excepción a su regla.

Es que yo soy "anglicista", me salen tantos que los practico directamente.

A Flaming Lips le debo una chance, sé que son buenos pero están ahí esperando con Nick Cave o Syd Barret y otros artistas que sólo tienen en común el hecho de que yo no los escuché (incluso en distintas partes del mundo Flaming Lips, Nick Cave y Syd Barret son reconocidos como "los artistas que Ilcorvino no escucho").

Comentaristas con delirios de editor, qué graciosos son.

Muchas gracias por todo, viva la perinola.

Anónimo dijo...

muy bueno...

(induciera o indujera?)