domingo, 20 de marzo de 2011

¡Oh Magnolia! ¿Quién te puede mirar?

Hay que tener tiempo para ver Magnolia. Es una de esas películas que uno empieza mirando de día y termina de noche. Y en el medio, además del color del cielo, puede cambiar tu forma de pensar la vida. Pero en la era del “touch and go” (1) tal vez las personas no estén dispuestas a que “algo” dure tres horas. Es que hubo un tiempo que, a la distancia, parece que fue hermoso. La idea de que historias personales aparentemente aisladas se vinculen entre sí con algún tipo de sentido nos parecía romántica. Le otorgaba mayor equilibrio al caos imperante. Nos hacía sentir menos solos. Pero después llegó el futuro (el año pasado se casó Lisa Simpson y Marty McFly paseó en el DeLorean DMC) y las redes sociales, especialmente facebook, ese invento demoníaco en el que de repente tu tía es “amiga” de tu dealer y podés ver en vivo y en directo cómo tu ex se enamora de alguien evidentemente monstruoso. Y de esa forma todo se mezcla, no ya como genuina posibilidad de redención colectiva, sino ¡como orgía ficticia de la sociedad posmoderna! Sin embargo, en 1999, ni usted ni Paul Thomas Anderson (el director) se imaginaban el giro de 180 grados que daría el concepto de narración coral dentro de las coordenadas de la virtualidad.

Magnolia debe ser vista. Aunque sea para tener una opinión formada y no quedar pagando en esas divertidas discusiones entre borrachos en las que se pasa de la política al fútbol y del rock al cine. Y cuando se toque el espinoso tema se dirá que es una buena película, pero demasiado ambiciosa y hasta anacrónica para los tiempos que corren. Que es una farsa repleta de efectismos visuales y sonoros para que los estudiantes de cine tengan un orgasmo y se les humedezcan los anteojos negros de carey. Tampoco faltará el que golpee la mesa con su puño afirmando que es una obra maestra y que al que no le gustó fue porque no la entendió.

Las múltiples historias que Thomas Anderson cocina a fuego a lento en Magnolia tienen cuatro cosas en común: la primera es el Valle de San Francisco, en California, la ciudad en la que ocurren. La segunda es “Wise Up” la hermosa canción de Aimee Mann que todos cantan al promediar la película, cuando sus encrucijadas existenciales están al dente. La tercera es que puede que los personajes hayan acabado con el pasado, ¡pero el pasado no acabó con ellos! La cuarta son las ranas que caen desde el cielo.

Nueve tramas que se desarrollan como una especie de Decamerón dramático y cínico. El anciano moribundo y su enfermero y el showman misógino con su teoría (“Seduce y destruye”) y el conductor del programa de preguntas y respuestas y su nueva estrella y la joven borderline y el policía religioso que cree en el Bien y el ex niño prodigio y la esposa con culpa. A estos individuos les pasa algo. ¿Qué? Bueno, lo mismo que a todos: la muerte, el amor, la soledad, la locura, el hastío, el miedo.

Se suele decir que para que una Selección levante la copa del Mundo no sólo debe contar con los mejores jugadores sino con que cada uno de ellos esté atravesando su mejor momento en términos físicos y emocionales. Si el reparto de Magnolia, en 1999, hubiese ido a un hipotético Mundial de actores, sus protagonistas lo hubiesen ganado de cabo a rabo. Es probable que ni Tom Cruise ni Julianne Moore ni Philip Baker Hall ni John C. Relly (entre otros) vuelvan a transpirar la camiseta como lo hicieron aquella vez: dejaron todo en la cancha, no se les puede pedir más.

Si Magnolia fuese una canción, “la lluvia de ranas” sería el estribillo. Una de esas secuencias inolvidables que nos regala el cine, imposible no comentarla a los gritos cuando se la recomendamos a alguien. Como cuando en Solaris Hari y Cris quedan suspendidos en el aire mientras suena Bach. Como cuando Marlon Brando corre a Maria Schneider en Último tango en París. Imagen y sonido en perfecta correlación viajando directo hacia nuestra memoria emocional. Se cuenta en los pasillos de Internet que Paul Thomas Anderson tenía planeada la extraña lluvia incluso antes de enterarse de que el Exódo 8.2 versaba sobre un castigo divino que consistía en precipitar ranas desde el cielo. Fue recién ahí cuando se le ocurrió llenar la película con ese número (82 es el porcentaje de humedad del principio, 82 es la casilla de correo del policía, etc.). Evidentemente el tipo conoce la sensibilidad de los nerds, esa casta siempre dispuesta a buscar mensajes ocultos y guiños secretos. Pero no se asusten mis queridos ateos, el fenómeno no se agota en La Biblia: hay quienes le otorgan una explicación científica. En el marco de la película, la lluvia de ranas actúa como epifanía. Es un satori íntimo e interactivo (un “wise up”, un darse cuenta) y también la expresión concreta (y violenta: las ranas son pesadas, provocan heridas, agreden) de un estado psico-social alarmante.

Hagamos algo mientras esperamos que una nueva lluvia de ranas nos sacuda del letargo: compremos un paraguas resistente y veamos otra vez Magnolia.

(1): Exijo una explicación.


11 comentarios:

El Pacha Cardozo dijo...

No había otra foto para poner??

Cinesis 2.0 dijo...

Si totalmente de acuerdo...hoy en día me parece una porquería melodramatica, la escena de los sapos..genial..pero me parece que es una pelicula que se esfuerza en darle al publico lo que quiere..al mejor estilo culebron de telenovela..

Punch drunk Love también me pareció una porqueria pretenciosa....Boggie Nights obra maestra....

Anónimo dijo...

pequé de estudiante de cine, solo que no uso anteojos carey, y nada a rayas!

Anónimo dijo...

Coincido en varias cosas Corvino, y sí...si no la viste en su época y no tenes cierta sensibilidad seguramente te parecerá un caleidoscopio fílmico muy rebuscado.... yo la tengo en VHS original...cómo paso el tiempo,loco!!!!

Mr Gabi

Inmanente dijo...

Black Sabato subido por mua

http://www.youtube.com/watch?v=s2FIQKArpBc

Martín Zariello dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Martín Zariello dijo...

Che, esta entrevista no la pasaron en Encuentro, no? Aunque sea yo nunca la vi.

David dijo...

Huy, la re puta madre, había puesto un comentario algo extenso y el hijo de mil puta de google me lo borró.

Bueno, por algo será, sólo quería decir que Magnolia es un peliculón (sí, así, con tono de pibe que habla de un filme de Stallone), que no entiendo qué significa la lluvia de ranas, tampoco me importó jamás.

Ah, muy bueno el post, muy buenas reflexiones al respecto y muchas gracias por el rescate de esta peli, de su música.

Saludos.

Julieta dijo...

Ame esta peli. buena entrada. buen blog. siga asi.

Inmanente dijo...

Totalmente inédito (al menos en la tv local). En youtube tampoco estaba. Es más, ni sabía que existía. Lo rescaté de un archivo de 1 fuente del emule, me llevó más de 2 meses bajarlo.

Unknown dijo...

Muy bueno el post!