sábado, 14 de enero de 2012

Lo último en padres copados con cáncer

Cuando era niño y neoliberal (como sabemos, aún teniendo 7 años, todos los que vivimos en los 90 éramos cómplices del saqueo), en los kioscos sólo vendían alfajores de chocolate y dulce de leche. Actualmente, gracias al kirchnerismo (como sabemos, todo lo bueno que sucede es gracias a Néstor y Cristina) hay de brownie, de capuccino, de bonobon, de vauquita, de lemon pie, de arroz inflado, de bizcochuelo, de pepitos. Cada personalidad cuenta con un alfajor. La especificidad se extiende a todos los niveles de la vida. Paradójicamente, dependiendo de la tribu a la que se pertenezca (wachiturro, indie, poeta, músico de jazz), somos todos específicamente iguales: escuchamos la misma música, vemos las mismas series, decimos lo mismo cuando fibertel no funca.


Además de los géneros tradicionales (ciencia ficción, policial, comedia), el cine cuenta con una serie de subgéneros tan específicos como los alfajores multiculturales de la última década.


Digresión: ¿los pueblos originarios tendrán su alfajor algún día? Por supuesto, en los próximos cuatro años el gobierno de Amado Boudou se dedicará a cumplirnos todos aquellos sueños que creíamos irrealizables. Esperamos, mientras tanto, con la sonrisa en el ojal, el deleite de este nuevo sabor. Fin de la digresión.


Por ejemplo, el subgénero de los directores que son tan cancheros que te hacen creer algo durante todo la película hasta que en los últimos cinco minutos te dicen que no, que sos un pobre tipo que se creyó que Bruce Willie estaba vivo (Sexto Sentido), que Brad Pitt existía (El club de la pelea), que Leonardo Di Caprio estaba cuerdo (La Isla Siniestra), que Christian Bale era un flaco piola (El Maquinista) y que un genio puede tener amigos (Una mente brillante). También están las películas con personajes víctimas del bullying que llegan a ser reyes (El discurso del Rey), bailarines (BIlly Elliot), marines (Cuestión de Honor) o boludos inolvidables (Forrest Gump). Por último, la película franco-canadiense Las invasiones bárbaras puso en órbita los dramas de padres copados con cáncer. Dos películas recientes retoman este tópico.


Una se llama La Prima Cosa Bella y, a excepción de las personas llamadas "Catalina Dugli", ni siquiera debería ser mencionada. Hablamos del grado cero del campanellismo. O de algo peor: del campanellismo sin Campanella, del campanellismo a la italiana. De una película, en fin, perfecta para ser comentada por Catalina Dugli un jueves a las tres de la tarde. La madre hermosa y más rápida que Messi se enfrenta a todo con tal de proteger a sus hijos. El mayor de los dos, crece y se droga. No quiere saber nada con su madre hasta que su hermana lo convence de que la visite a un sanatorio en el que está muriendo consecuencia de un cáncer. A partir de aquí el director hace todo lo posible para que el espectador ría y llore y se fascine con el cambalache de emociones que es la vida, pero los únicos que ríen y lloran son los personajes. Borges observó que en el Corán no hay camellos y sin embargo se destaca como emblema del mundo árabe. Explicaba de este modo que la abundancia de color local no es necesaria para dar cuenta de una identidad. El director de La Prima Cosa Bella no leyó nunca a Borges o lo leyó y no estuvo de acuerdo porque en el Corán aparecen 19 camellos. Lo que sí sabe es que el mundo demanda ver italianos haciendo sus cosas. Es que son tan simpáticos y seductores y pasionales. Ay. Efectivamente, los personajes de su película hablan, gritan, lloran, se visten y se mueren como lo indica el estereotipo italiano más básico y elemental.


Con Beginners, al igual que con Elvira, es otra cosa. El padre aquí tiene cáncer y además se revela gay luego de la muerte de su esposa. El hijo, Oliver (Ewan McGregor) lo cuida durante su agonía mientras asiste a la inesperada salida del closet junto a su chongo-drastro. Luego conoce a Anna (Mellanie Laurent), que es hermosa y loca. Claramente, se enamora. La película empieza unos meses después del fallecimiento del padre y a través del flashback recrea el via crucis sentimental de Oliver. Por un lado, Beginners cae en una especie de proclama gay que ya aburre. ¿Quién en el 2012 necesita que le expliquen que ser gay es tan normal como no serlo? Probablemente millones de seres humanos en el mundo, no los individuos que miramos este tipo de películas tan cool. Beginners, como Tiempo Argentino, sale a cazar gallinas en el gallinero. Por otro lado, en las diferentes y sutiles historias de amor (la de Oliver y el padre, la de Oliver y Anna, la del padre y el chongo, la del perro genial y todos los personajes) se llega a escenas, diálogos e imágenes de muy buena factura estética. Beginners se integra fácilmente a un cúmulo de productos culturales que manejan una sensibilidad naif y han calado muy hondo en el imaginario de los jóvenes de principios del Siglo XXI. Oliver dibuja la historia de la tristeza, tiene un perro que piensa en forma lacónica y poética, escribe grafitis oblicuos, etc. Quienes leen a Liniers, escuchan a Lisandro Aristimuño y tienen el corte de pelo de Amelie saben de qué estamos hablando. En un principio, no tengo nada contra este tipo de sensibilidad. Pero cuando la ternura y los pajaritos y los tipos grandes que actúan como Kitty y las mujeres de 44 con voz de nenita de 5 años y la “buena onda” hasta en la cámara de gas se pasan de rosca, siento incontrolables deseos de escuchar a Pappo, leer a Gustavo Sala, idolatrar a Jorge Asís y ser un reverendo hijo de puta. No sé si le pasará a alguien más. Sayonara.

16 comentarios:

Inmanente dijo...

Siii! a mi me pasó lo mismo viendo Beginners. La borré a los 10 min. Ultimamente las películas no me duran en el rígido más que eso.
Como que ya me sé todos estos truqitos de las comedias indies-sensibles-causticas. La madre muere de cáncer, el padre a los 75 años le dice que es gay (tiene que haber un affaire gay en las películas de Mills), El padre moribundo después, Mcgregor conoce a una chica en una fiesta de disfraces que lo que no tiene de linda lo tiene de inteligente y loca, un edición piola y juguetona de musiquitas delicadas, fotos de fuegos artificiales y textos confesionales, ya fué. Me aburro

Corvino leíste a Houellebecq? Me leí Plataforma de un tirón. Es como Bolaño no? te pasan por arriba a pura prepotencia narrativa

En cine de lo último que ví recomiendo:

Martha Marcy May Marlene (Sean Durkin, 2011)
Source Code (Duncan Jones, 2011)
Vaquero (Juan Minujín, 2011)
Juan Y Eva (Paula de Luque, 2011)
Sandheden Om Maend-Truth About men (Nikolaj Arcel, 2010)
Alle Anderen-Entre Nosostros (Maren Ade, 2009)

Cinesis 2.0 dijo...

Cuando escucho aristimuño tengo miedo que en mi casa crean que soy gay...

joseorlando dijo...

Una vez lo vi a Aristimuño en la tele cantó un par de temas y me gustó. Ahora lo tengo para escuchar y casi que no me animo a encontrarme con un bodrio sensiblero que me llene de ganas de patear a mi perro de gusto nomas. Yo soy mas de la "clasica" que contrariamente a la creencia vulgar tiene unas buenas dosis de violencia. Ideal para el psicopata que llevo dentro.

Desocupado mental en la era del blog dijo...

Si sos varoncito y te gusta mucho la música de Aristimuño, estás a un tris de pedirle a tu novia/mujer/amante que se ponga cinturonga. Y de ahí a la homosesualidá es apenas un saltito.
Ojo, todo bien, yo tengo un amigo gay y es macanudo (?)
Me gustó el final del post.

Anónimo dijo...

¿Adonde está el hinchapelotas que abre la ventanita de comentarios nomás para decir que "Las Invasiones Bárbaras" no es francesa sino canadiense?

Aca está!

Anónimo dijo...

el cinturonga el lo más, boludo! no tengas miedo de probar.

joaquín c. dijo...

Beginners está bien, me gustó. Cuenta una historia y dejarse llevar está bueno.

Anónimo dijo...

"Chongo-drastro"!!!

TE AMO

g. dijo...

Y dónde está el más hinchapelota que dice que Las Invaciones Bárbaras no es canadiense sino québécois (más cercano a franco-canadiense que canadiense a secas).

Anónimo dijo...

para cancer 50/50

McLovin dijo...

Mientras leía el post empezaba a sentir un ruido en el fondo, en la parte de atrás de mi cabeza, que se acrecentaba a medida que avanzaba en la lectura. Al momento de terminar de leer, el preciso instante donde apareció el punto, apareció también la forma del sonido, precedida por una corta enumeración a los gritos: era música de los Ramones.

Anónimo dijo...

...no creo que nunca mire las peliculas que mencionas Corvino, pero me gusta mucho la crítica que haces del Kirchnerismo naive, por otro lado: no me canso de recomendar " La calle de los caballos muertos" de Jorge Asís, eso sí: hay que leerlo en papel, toda una experiencia!


saludos


Mr Gabi

Anónimo dijo...

pensé que ibas a hablar de dante spinetta

Corvino dijo...

De Asís recomiendo Cuaderno del acostado. Y su cuenta de twitter.

Anónimo dijo...

jaja particularmente las Personas Sonrientes 24 horas los 365 me inquietan e intrigan a la vez. Mi impulso es el de preguntarles qué les pasa, pero sería medio raro, asi que sólo queda ahi como pensamiento (What is it with you people?!)

Romina E. dijo...

"chongo-drastro" sublime...
Lo estoy descubriendo y cada línea incrementa el deleite.
Beso!