lunes, 4 de junio de 2012

Los nuevos genios interplanetarios de la música humana contemporánea

Cosas que se dicen sobre un disco que te gusta cuando no sabés nada de música:

1) Un disco especial para escuchar mientras pisamos hojas crujientes de árboles de otoño.
2) Un disco especial para viajar por la Ruta una noche lluviosa.
3) Un disco que confirma la promesa del primer disco/anterior disco y anuncia un futuro promisorio para una banda que va a dar que hablar.
4) Un disco que le da una vuelta de tuerca a toda la discografía de la banda y los convierte en los nuevos genios interplanetarios de la música humana contemporánea.

Valentín y los Volcanes nos tienta a incurrir en los cuatro incisos.

Ahora bien, ¿qué es saber de música en la República Argentina? ¿Ser Bebe Contepomi? ¿Ser Sergio Marchi? ¿Ser Pergolini? ¿Ser una especie de sujeto artificial con un poco del adn de cada uno de los tres individuos anteriormente mencionados? No lo sé y en caso de saberlo tampoco lo revelaría ya que estoy en plena era de la sospecha y me molesta sobremanera el carácter asertivo del lenguaje. Prefiero que cada párrafo escrito tenga una cláusula de incertidumbre que ponga en duda todo lo dicho. Inclusive el uso de verbos en la oración anterior. Y el "inclusive" de la anterior.

Habitualmente le pedimos a una banda que cambie. De un disco a otro. De un track a otro. De un recital a otro. Y si no cambia, criticamos y pronunciamos cualquier palabra que termine con "miento": aburguesamiento, estancamiento, anquilosamiento. Pero ya a uno le gustaría cambiar, ¿no? y ser otro transexual, otro perro, otra mujer, otro tipo. Se me ocurren esos que tienen una cuenta en Tumblr o Flickr, por ejemplo, algunas de esas páginas que no son tan grasas como Facebook, cuyos nombres deben ser cuidadosamente pronunciados de forma diferente a como están escritos (¡allí reside el fundamento de la fama de Deleuze y el olvido de Guattari!). Y sacan fotografías que parecen de junio de 1977. Y creen que no forman parte de ningún rebaño. Cuando en realidad forman parte del más grande y ancestral y brillante rebaño del Planeta: el de los imbéciles. Aunque supongo que eso es mejor, mucho mejor, que ser de los imbéciles suplentes que miramos la pecera desde afuera. Y cada tanto decimos "No, no tengo fuego". O "Tenés razón". O "Ja, ja, ja, ju, ju, ju, je, je, je". O "Son las cinco y cuarto". Y tal vez esperemos, inconscientemente, ser el axolotl cortazariano y convertirnos en aquello que pispeamos de reojo y con asco. O no. Yo creo que no, pero habiendo existido Freud uno nunca sabe. Y otros cuentos. Bueno, la escritura es un espejo que va por la calle y por la red y por la vida, si en la calle y en la red y en la vida hay barro, no es culpa de la escritura, baby.

La cuestión es que no me pareció que el segundo disco de Valentín y los Volcanes, Todos los sábados del mundo, signifique un cambio radical con respecto al primero, Play al viejo walkman blanco. Y sin embargo, desestimando el mandato rockero del cambio, debo decir que es excelente. El mejor disco del rock argentino en el año 2012, fuera de los marcos indies o mainstream y ese tipo de terminología tan fucking seductora para una persona que en su infancia nunca se trepó a un árbol. Después de todo, ¿qué queremos de una banda de rock and pop con guitarras sensibles y líricas urbano-cósmicas? ¿Un disco con la percusión hecha a base de islandeses y matinales pedos? ¿Un disco acústico y melodramático de cantautor que estudió Historia y escribió sobre Rosas? ¿Un disco de punk rock urgente e imberbe para chicos que huelen decididamente mal? ¿O un puto (y escribo "puto" en su sentido de redundancia, no para discriminar a los putos de mierda) disco de rock and pop de guitarras sensibles y líricas urbano-cósmicas? Para todo lo demás está Bjork, Gabo Ferro y Flema. Y ahora que lo pienso bien tal vez Valentín y los Volcanes sea la suma de Bjork, Gabo Ferro y Flema. O todo lo contrario. Ojalá sea todo lo contrario. Todos los sábados del mundo sigue la senda del primer disco y la rompe. No sé qué será del futuro de Valentín y los Volcanes, actualmente hacen buenas canciones. Melódicamente irresistibles. Con palmas, arreglos de teclados creando atmósferas oníricas, coros épicos para cantar en la cima del acantilado de un videojuego de 1995. Mirá lo que te digo: con un imaginario poético determinado y en expansión ilimitada. Con versos cargados de tristeza y furor: "Volveré a buscarte este noche/ Anarquizados vamos nosotros dos/ En el día feliz/ El día más feliz"; "Tu secreto es tan extraño que/ Cuando vos te vas sigue acá tu cuerpo"; "Cuando la tormenta caiga diré: Tormenta te saludamos". "Muero de ganas de verte esta vez/ Después de fundar el club de idiotas adorables". Un disco de Valentín y los Volcanes se escucha como se lee una novela de Robert Walser, como si fuese un armonioso e inquietante paseo por la vida, con todo lo dulce y amargo que hay en ella.

Tal vez en la década siguiente se recuerde a Valentín y los Volcanes como los jóvenes de ayer recuerdan a Peligrosos Gorriones. Eso sería retromanía al cuadrado: querer que una banda que todavía no se separó se reúna en la década siguiente, no soportar el presente a punto tal que anhelamos un pasado conformado por acontecimientos que todavía no ocurrieron.

Es que cuando alguien hace buenas canciones, no importa su procedencia ni su país de origen, ya sea Daniel Johnston (ídolo de la multitud hipster) o Fito Páez (símbolo del artista denostado por haber tenido éxito cuando era un perdedor hermoso), ratificamos que todavía existe esperanza en un mundo en el que la opción televisiva de un domingo por la noche es Fantino o Lanata. Y no queda otra que ver a Fantino.

Antes del fin, quisiera agregar una impresión muy personal para ser dicha en voz alta. Por cursi y sentimentaloide. Pero en eso sigo los preceptos de Horacio Quiroga, quien en su decálogo sobre el buen cuentista dice que debemos escribir como si nadie nos fuera a leer. Todos los sábados del mundo me recuerda a esas parejitas de adolescentes que no tienen plata para el telo y se quedan a los besos en las plazas hasta las 8 y media de la noche. Hace frío y teóricamente deberían volver más temprano, pero ellos sienten la necesidad de estar acompañados. Y cuando vuelven a sus casas se tiran en la cama y miran el techo pensando en lo que les sucedió durante el día. Y sienten una reverberación interesante en sus corazones. Y no ven la hora de ver la hora.

31 comentarios:

Gonza Averna dijo...

La puta madre, loco. La puta madre.

Definitivamente no voy a escuchar el disco. Acaso no vuelva a postear en mi blog.
Pero sabé que te leo. Siempre.

Abrazo.-

Anónimo dijo...

Una maravilla el texto, che;
me bajé el disco pero no hice el tiempo para sentarme a escucharlo (sí, sentarme)

Acá les presento a un hermoso y amigo interprete: http://www.youtube.com/watch?v=unF_NF0Fg9A

Lucia.-

Poeta fashion dijo...

Es hora de que estudies algo de música, Corvino. Yo no escribo de literatura y mirá que leo bastante. Ya parecés un periodista de Rolling Stone.

Anónimo dijo...

¿qué es saber de música en la República Argentina? ¿Ser Bebe Contepomi? ¿Ser Sergio Marchi? ¿Ser Pergolini?

¿Ser Alfredo Rosso?

(¿son sabores nuevos de un yogur?)

Anónimo dijo...

Si un disco tiene palmas, hay que darle una chance

Cine Braille dijo...

Sobre las bandas que cambian o no cambian, y que cualquier cosa que hagan las disminuye a nuestros ojos, ya lo dijo el viejo cabrón en 1935: "el por qué de la inferioridad general de las segundas partes. (...). Sospecho que la fatiga del escritor tiene alguna culpa, y mucho más que la del escritor, la del público. Éste, en efecto, requiere una proeza no muy posible: la repetición de un asombro. Quiere ser asombrado por el héroe que la primera parte le descubrió, y no tolera ningún cambio en el héroe. Quiere lo mismo y quiere que lo mismo sea diferente. Sucede así con las segundas partes lo que sucede con las muchas versiones fonográficas de los ‘Saint Louis Blues’ o ‘Don Juan’: deben satisfacer una lealtad, pero también deben deslizar novedades”". Está en Textos Recobrados 1931-1955.

Diego dijo...

Glorioso final, corvi. ¡NO TE MUERAS NUNCA, PAPÁ!

Ricardo Darín dijo...

Gran banda. Muy buen disco. De cuando en cuando hacer grosas tocadas en vivo.

Tambien estoy a la espera del nuevo disco de los Reyes del Falsete, otros muchachos creativos con sonido propio.

Salud

Pappo dijo...

Ahora se dedica a esto la burguesía? qué música del orto!
¡¡Aguante el Rock and roll!!

Anónimo dijo...

qué perturbador la puta madre, no puedo parar de escucharlos.
pappo: volve a matarte
aguante salinger y valentin y los volcanes!!!

carito

Anónimo dijo...

de tan snob que somos porque vos te referís bien a ésa banda ahora todos nos bajamos/compramos el disco. Bien ahí, corvino, marcando tendencia.
Los uruguayos que tiraste se pasan...
saludos
Franco

javi dijo...

che no me pasan el link para bajarlo?

Anónimo dijo...

http://www.myspace.com/valentinylosvolcanes

pugo dijo...

El titulo es lo más, lastima que al disco le quede grande...

Anónimo dijo...

8 de diciembre de 2009, las bandas eternas

Corvina dijo...

Creo que fue el 4.

Anónimo dijo...

Boe... día de la inmaculada Cconcepción (???)

Anónimo dijo...

Murió Ray Bradbury, ah, perdon, cierto que acá está lleno de snobs que no leen "clásicos" contemporaneos.

valentinylv dijo...

Sobre el "consumo irónico" el snobbismo o los hipsters lo único que tengo para decir es algo que cantamos en este disco: "el terror al lugar común es el nuevo lugar común" en la canción titulada "La maravillosa muerte de alguien más" (aquellos que han leido a Ray B. reconocerán es título entre sus cuentos, nuestro pequeño homenaje en vida a RB)

PD: que bueno que el disco guste y disguste, viva Pappo y Los volcanes, abrazo muchachos.

JG

Corvino dijo...

Anónimo 13:36: Todos los posts sobre literatura de este blog están dedicados a clásicos contemporáneos.

El Iconoclasta dijo...

Vuelvo del ostracismo para decir solo una palabra: Discazo!

Anónimo dijo...

que yo sepa fito paez nunca fue hermoso.

F. dijo...

Todos los sábados del mundo es: El Disco del 2012, he dicho.

Anónimo dijo...

Aca hay links de descarga del disco

http://mediafilesearchenjoy.com/search.html?type=all&search=valentin+y+los+volcanes+todos+los+sabdos+del+mundo&wm=137&sub=1030

Anónimo dijo...

Estamos tan acostumbrados a tu genialidad, que a veces la pasamos por alto, mepa. Este texto está lleno de genialidades. ¡Y nadie dice nada!

Anónimo dijo...

Lo de Tumblr lo decís por huili raffo?

F.C

Unknown dijo...

Te convertís algunos días en el tipo cursi que todos necesitamos

Anónimo dijo...

Primero darte las gracias por las ingeniosas y entretenidas reseñas, me gusta mucho leerte.
Escribiste algo sobre los relatos de Onetti?
Saludos.
Maru

Anónimo dijo...

Qué maravilla!!!Gracias por tu inagotable generosidad. Beso super!

pai dijo...

es un afano, suspendanlón.

pai dijo...

igual quería discutir una cosa: no creo que haya un "mandato rockero del cambio", eso me parece más una mirada que muchos tienen (tenemos) a partir de inquietudes, manías, gustos desarrollados a lo largo del tiempo, etc.

por el contrario, me parece que la mayoría de la gente que escucha música pretende no tan secretamente que sus artistas favoritos no cambien nunca y sigan haciendo las canciones de siempre (con algún otro acorde, con esta notita de la melodía cambiada, con la letra que habla de otra cosa pero va más o menos a lo mismo).

no sé si está bien o está mal eso (de hecho no podría ser coherente tomando una única posición al respecto, o sea: me gusta que los artistas cambien, se desafíen a sí mismos, pero no puedo negar que cuando encuentran un "estilo" me encanta que lo expriman al máximo, incluso al borde de lo obvio), de hecho me parece que la cuestión reside en que hay músicos que son capaces de seguir haciendo "lo mismo" (se me ocurre wilco como un ejemplo más o menos ajustable a eso) sin generar esa sensación de repetición; vaya a saber uno cómo pero lo hacen pero a lo que voy es que sigue habiendo algo de magia detrás de todo esto y, al fin y al cabo, por más racionales, occidentales y beethovianos que nos pongamos, siempre va a existir el tipo que con los mismos tres acordes de morondanga te conmueve hasta la médula.

es difícil la cuestión y sé que mi comentario no aporta mucho más que dudas y preguntas pero me parece que es algo para pensar cunado escuchhás sobre todo a una banda o un músico que tenés en tu propio partenón, uno de esos intocables de tu gusto.


y no me canso de decirlo, el mejor blog que leí es este. felicitaciones.