martes, 11 de noviembre de 2014

La pausa más larga de la historia



Renuncié a Catecismo a la tercera clase. Básicamente me pareció que el cristianismo era una secta peligrosa. No podía creer que todos siguieran como si nada.

Me incomodaban las canciones que teníamos que cantar y que al final del día nos obligaran a abrazarnos (eso recuerdo yo aunque no estoy muy seguro, tal vez fue una sola vez).

Un día fuimos a la Iglesia con mi mamá y nos hicieron dar besos entre todos y casi tuve un paro cardiaco. Además me parecía inhumano levantarse a la mañana un sábado. Al principio dudé un poco porque cuando tomás la Comunión te regalan plata, pero me duró cinco minutos. 

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Cuando tenía ocho o nueve años me mandaron a jugar al fútbol. Odio la vida por lo tanto siempre viví a reglamento, es decir, hago lo mínimo y necesario para subsistir. Cuando me tocó estudiar iba a la escuela. Y después a la facultad. Desde hace varios años tengo que tener plata porque se supone que soy adulto. Entonces trabajo. Pero no hago nada extra curricular ni tengo ganas de hacerlo.

Supongo que en ese momento a mis padres les preocupaba mi tendencia al ocio improductivo y me mandaron a jugar al fútbol a un Club.

Fui a Kimberley pero rápidamente me bajaron a una filial que se llamaba (y todavía se llama) El Cañón.

Yo siempre supe que jugaba mal al fútbol, pero ahí me di cuenta que directamente no sabía jugar. Los pibes de El Cañón jugaban en clubes desde los 3 o 4 años y tenían movimientos automáticos incorporados. A mí, cada vez que alguien me pasaba la pelota me costaba mucho decidir cuál era el paso a seguir y cuando me decidía, ya me la habían sacado. 

Funcionaba mucho mejor en el Soccer del Family Game. El placer que me provocaba el fútbol era intelectual, no físico. 

A la distancia entiendo que yo quería ser un jugador de Autor, con un concepto distinto para cada jugada, pero esto era contraproducente con la velocidad y el ritmo del juego.

Mis compañeros se burlaban de mis botines y de mi forma de correr (daría la sensación de que es muy gracioso ver correr a un idiota). 

No jugaba con ellos, jugaba contra ellos.

Había un negrito, el más habilidoso de todos, al que le caía bien o me tenía mucha lástima. Intentaba integrarme al grupo y se reía de mis chistes malos. Intentaba tirar paredes conmigo. Él me daba flores y yo se las devolvía con maceta y todo.

Un día pude devolverle una pared y me dejó solo frente al arco. Fue el mejor momento de mi carrera como futbolista. Antes de patear la pelota pensé en el significado de ese gol, pensé en la amistad interracial que se estaba forjando con el negrito, pensé que tal vez no era tan malo, que sólo me faltaba práctica. 

Pensé tanto que agarré la pelota de abajo y la mandé a las nubes.

Un día el técnico dijo que éramos demasiados pibes y que en la práctica siguiente iba a realizar una selección de los que veía con más posibilidades de jugar o por lo menos ir al banco en el equipo titular. 

Traducción: iba a descartar a algunos jugadores, como Homero Simpson. Mientras decía esto me miraba particularmente a mí, así que ese día, como Redondo y Riquelme años más tarde, decidí renunciar a la Selección.   

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Renuncié a trabajar en un Balneario que quedaba en el Sur. Fue uno de mis primeros trabajos. Era muy cool (tenía una entrada con árboles muy atractiva) pero me hacían trabajar desde las siete y media de la mañana a las diez de la noche.

Cuando llegaba a mi casa y cenaba estaba tan cansado que me pasaba algo increíble: me parecía que la mesa estaba inclinada y que se iban a caer todos los platos. 

Yo estaba en el Estacionamiento y tenía que indicarle a los autos cómo se tenían que estacionar. Era un desastre. A veces metía tantos en un mismo lugar que para salir se armaba una guerra civil entre los conductores.

Me hacían cortar el pasto con una máquina a nafta que pesaba mil kilos. Además había un tipo más grande que se robaba mis propinas. 

Con la poca plata que ganaba me compraba cd's y libros de Cortázar, que era el único autor que leía en ese momento. Ese verano leí Rayuela dos veces seguidas.

Un día se levantó viento y empezó a llover. El de Seguridad me dijo si quería meterme en su auto hasta que pasara la tormenta y yo acepté.

Adentro del auto (que tenía alrededor de tres litros de  desodorante de ambiente encima) empezamos a mirar a las mujeres semidesnudas y mojadas que escapaban de la playa. Tal vez no estaban semidesnudas ni mojadas, pero yo las recuerdo así.

Pero el tipo les encontraba defectos a todas las minas. Y no eran los típicos defectos que marcan los hombres ("muy gorda", "le falta carne") sino cuestiones algo borrosas como la forma en que estaban vestidas o el modo de caminar.

Le dije que una morocha que había pasado era muy linda. Él contestó: "Será muy linda pero no tiene garbo, ¿sabés lo que es el garbo?".

Yo no sabía lo que era el garbo.

En determinado punto me di cuenta que el de Seguridad me decía "Bebé", que en vez de hablar susurraba y que había puesto un disco de Air Supply. Cuando me preguntó si podíamos intercambiar remeras ya todo se volvió demasiado raro. Fue la única vez que sentí que alguien me quería garchar. 

Por suerte paró de llover y escapé a tiempo.

Poco después de este episodio renuncié. Llegué y fui directamente a la oficina del Encargado (los Balnearios siempre tienen encargados, los Dueños nunca se dejan ver y llevan una vida excéntrica como Howard Hughes).

Le dije que no quería trabajar más ahí y me hizo sacar la remera del lugar (por alguna razón todos querían mi fucking remera). Así que me volví en campera en un día de treinta y cinco grados. 

Me tomé el 221, bajé en el centro y fui a Locuras a comprarme una remera de Charly García. Era roja, atrás decía bien grande Say No More y en la parte de adelante tenía a Charly agarrándose la cara plateada con las dos manos.  

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La renuncia a la Facultad no fue de un día para otro pero sí me acuerdo el día en que me fui y no volví más.

Estaba en un Seminario. En las primeras clases habíamos visto Siete ensayos de interpretación de la realidad peruana, de Juan Carlos Mariátegui y me había gustado mucho. Pero en la segunda parte empezamos con El mundo es ancho y ajeno, de Ciro Alegría. Y fue demasiado ancho y ajeno para mi gusto.

Creo que debo haber leído tres páginas de esa novela pero mientras las leía tenía sentimientos suicidas muy profundos.

Como en los Seminarios los estudiantes suelen faltar bastante, un día éramos tres o cuatro. La profesora anunció una pausa y dijo que después teníamos que hablar nosotros. Yo no había leído ni un capítulo y no tenía nada que decir.

Fue la pausa más larga de la historia. De hecho dura hasta hoy.  

12 comentarios:

TATA dijo...

elogio de la renuncia...
un mini cuento de Dolina, cuando escribia cosas buenas

yo renuncie a la facultad cuando escuche al profe de folisofia pronunciar la palabra "cosificacion" me enoje tanto que me levante y me fui, jaja

El Demiurgo de Hurlingham dijo...

Te felicito especialmente por renunciar al catecismo. Pienso bastante parecido.
Y tu ineptitud para el futbol, algo que tal vez comparta también, te hace apto para ser periodista deportivo, de esos que se pelean con otros.

Chorizo con mayonesa dijo...

Me encantan estos posts, Corva, donde no apelás a la fascinación snob y afectada por la Gran Cultura, los Grandes Maestros, blablablá, Borges, Dylan, Bioy, etc., todo ese revoque pesado y remanido (inalcanzables, mágicos, místicos, gurúes, viejos zorros, viejos lobos de mar). Seguí esta línea.

Comandante Cansado dijo...

Esas cosas obligadas impresionan mucho. Una vez fui a una ceremonia por un fallecimiento en una iglesia en Brujas, y en un momento empezó un ballet extrañísimo en la que habia que levantarse del banco e ir pasando al lado del féretro. Resulta que era para dar plata a los de la iglesia y los sacristanes custodiaban que todos lo hicieran. Otra que presión social.

Ricardo dijo...

La renuncia que recuerdo con más cariño fue hace una pila de años y a un instituto de inglés. Tenía pensado rendir uno de esos exámenes tipo TOEFL y quería preparame. Pagué la inscripción, cuota y me mandé a la primera clase. Ambiente raro de entrada, todos me miraban con recelo, lo atribuí a que todos eran compañeros desde hacía años y yo iba los últimos seis meses y alteraba su cómodo cursado con frecuentes juntadas afuera: a tomar café, sábados por la noche, incluso boliches. Fue una de las primeras cosas que me contaron, casi como una secta que te explica su metodología para sectarizar. Llegó el recreo y me agarró el profe. Nuevamente me contó cuán unidos eran, los años que llevaban cultivando esa amistad que a mí me sonaba más a endogamia. Es decir, no me habían caído muy bien. Casi al final me pregunta si JT era pariente mío. Me extrañó. Sí, es mi primo, le dije, por qué. Y ahí nomás empezó una historia más rara aún, de que había sido alumno suyo un tiempo, en el mismo curso el año anterior, que se había manejado unos quilombos masomeno' y se había peleado con todos hasta que no dio más y abandonó el curso. Comprendí entonces las miradas de mis nuevos compañeros. Sonó el timbre, le pedí disculpas para ir al baño pero fui a buscar mi cuaderno y me fui.

colita de cuadril dijo...

capo, yo sabía que eras re ojota, En definitiva tu mejor talento es ser bloggero ???

La Momia dijo...

Yo renuncié el año pasado a una empresa constructora que lava dinero en puerto madero. Firmé un contrato por 9 hs y a los 2 dias me hicieron hacer 10. Lo más raro es que había 50 oficinas en todo el piso y solo dos ocupadas. No habia nada para hacer, me ponian a cortar cartulinas durante 10 hs!!! a la semana renuncio el chico que habia empezado conmigo y era contador. Me empezaron a tratar de enseñar cosas de contabilidad y dije que no. Mi jefa se acostaba con el dueño de la empresa que era español. Era 5 años menor que yo y me decia "cuando seas grande tal cosa". Ademas de muy muy desagradable era conchuda, era una psicopata mal. Un dia le dije que renunciaba y no me lo acepto, me dijo que ya me iba a acostumbrar, yo le dije que no, que me estaba haciendo mal a la salud por las condiciones en las que trabajaba, ella no me dio ni bola. Y yo segui yendo porque tenia una presion muy grande de haber elegido vivir aca y dejar un supuesto buen trabajo. Un dia me llamo a su oficina a hablarme de la vida y me invito a ver la eleccion del papa. Cuando hubo 4 o 5 personas mirando eso me fui caminando para atras y me sente en mi escritorio y me puse a llorar. En ese momento todos gritaron como un gol y me dijeron que habia ganado el papa argentino. Yo ni sabia que existia esa posibilidad ni que estabamos jugando ese mundial. Y la mina lloraba, y yo la habia visto hacer y decir las cosas mas conchudas de la historia. Ahi pense "Eu tem papa, vocé nao tem nada", pero mi papa no era el forro de Francisco, sino mi papá, que me dijo que me vaya a la mierda y que èl iba a estar para mi siempre.

no soporto a la gente dijo...

Qué momento el del intercambio de remeras con Air Supply como banda de sonido.
El otro día pasé por corrientes, y en uno de los teatros, el opera, el gran rex, tocan en estos días.
(Igual, yo prefiero Wham!, murmullo descuidado!)

La renuncia a algo, cuando se impone irse, cuando la situación, el cuerpo, el espíritu, imponen el "basta", no sé si es tan renuncia.
Renuncia es irse si en ese auto te quería garchar Mimí Ardú como en la película El Bonaerense. Si te quiere garchar un tipo no es renuncia, es supervivencia, jaja

Yo renuncié a un trabajo cuando un día llegué, y todas las sillas estaban ocupadas. Y no había, literalmente, lugar para mí. No renuncié ese día, pero aceleró la decisión.
Y dejé la facultad cuando dos o tres veces estuve a punto de desmayarme allí. Sentirse así de mal siempre es una cagada, pero mucho peor en ese lugar anónimo donde, siempre sospeché, si me desmayaba en un banco, nadie se iba a dar cuenta. (Y cuando pedí ayuda en la portería, o como se llame, no me dieron ni un vaso de agua (literal), solo un banco para que me sentara en el hall de entrada, al lado de los fumadores fotocopiadores del PO o el PTP).

Anónimo dijo...

Es solo rock lo tuyo? que opinás de Ariel Ramírez?

Anónimo dijo...

El mejor post del año.


Mr Gabi

keki dijo...

Muy bueno Corvino. Que lindo lo que resaltas, todo; pero en particular la bondad del negrito que te quería hacer jugar. Porque ahí hay un "gestazo", de ambos, el de hacerlo y el de reconocerlo, en silencio y ahora en un texto que miles leemos.

Facundo Ruiz dijo...

Brillante descripción. Pareces un cantautor de párrafos largos.