viernes, 7 de noviembre de 2014

Revolución



Todo apasionamiento pasa por su etapa de intelectualización. Es decir: el instante en que miramos a la persona que nos gusta y nos preguntamos por qué nos gusta. Esta idea generalmente causa desastres, pero ésa es otra historia. Revolución en la mente, de Ian MacDonald, es la gran intelectualización de Los Beatles. Un trabajo monumental, obsesivo y categórico, en el que se repasan cronológicamente cada una de las grabaciones de la banda, desde "My Bonnie", en 1957 (con Tony Sheridan) hasta las maquetas de Lennon retocadas en 1995 para el proyecto Anthology

Hay un lugar común, tal vez algo anacrónico, para diferenciar un cuento largo de una novela. En el cuento largo el protagonista permanece inmutable de principio a fin. En la novela, el protagonista atraviesa experiencias que lo modifican hasta que se convierte en otro. Esta dinámica, por ejemplo, corresponde a las novelas de aprendizaje. O a ciertas distopías en las que el protagonista comienza como un adherente del sistema opresivo y muta en un rebelde activista.

Cada una de las entradas de Revolución en la mente puede ser entendida como el capítulo de una novela pero los protagonistas no son ni John ni Paul sino la canción beatle como una entidad homogénea.

En ese sentido, el libro de Ian MacDonald puede ser ubicado en la biblioteca junto a Piazzolla. El Mal Entendido (de Fischerman y Gilbert) que, a pesar de contar con mucho texto de recepción selecta (comentarios técnicos y teóricos), chino básico para el fan amateur, compensa con una amplia variedad de información: desde interpretación de líricas hasta datos biográficos sobre la situación personal de cada uno de los compositores y posibles fuentes de inspiración. Sobre esto último: por momentos parece que la mejor banda de la historia en realidad fue un grupo de audaces epígonos de The Band, los Who, James Brown, Dylan, Zappa,etc.

Aunque hay anécdotas y datos que ya conocíamos (tal vez muchas hayan aparecido por primera vez en este libro) es muy interesante cierto manejo de información que hace MacDonald, por ejemplo cuando se refiere a "Carnival of light" (el tema inédito de 14 minutos que, según parece, Harrison no quiso incluir en Anthology) o cuando habla del armado de The White Album (George Martin, Lennon y McCartney se pasaron 24 horas seguidas en el estudio trabajando el orden de los temas). También permite analizar más profundamente cierto periodo de "estancamiento" conceptual (entre Beatles for Sale y Help) y la manera en que Lennon y McCartney evolucionan con obras maestras como Rubber Soul, Revolver y Sgt. Peppers's. Una de las cosas que impactan es que más allá de sus declaraciones hirientes, a Lennon le seguía gustando la música de McCartney y estaba enojado porque no lo había invitado a cantar "Why don't we do it in the road" y "Oh Darling". Al igual que Geoff Emerick, para MacDonald Magic Mystery Tour y The White Album son obras desparejas, casi menores. 

El otro día Messi alcanzó a Raúl y con 71 goles se convirtió en el máximo goleador de la Champions League. Hay un dato que me pareció asombroso: Raúl hizo los 71 goles en 142 partidos, ¡Messi en 90! Comparar a Los Beatles con cualquiera de las otras grandes bandas de rock de la historia es como comparar a Messi con Raúl.

MacDonald adora a Los Beatles. Por ejemplo dice que "Tomorrow Never Knows" "en términos de innovación de textura, es al pop lo que la Sinfonía Fantástica de Berlioz fue a la música orquestal del Siglo XX". Tampoco se ahorra elogios para McCartney, a quien considera por lejos el músico más talentoso de Los Beatles, el cerebro detrás de Sgt. Peppers's y Abbey Road. Sin embargo, una cosa no quita la otra. MacDonald no le perdona a Lennon el bajo desafinado de "The long and wending road". Dice que "I'll follow the sun" tiene "una estructura mal resuelta que pronto" llega "a cansar". Critica "Run for your life" por sexista. Dice que "Norwegian wood" se sostiene sólo por la letra. Considera que "Day Tripper" es "poco inspirada para los parámetros de los Beatles". Califica de "musicalmente un desastre" a "Bar Original", un instrumental aparecido en el Anthology. Entiende que el efecto general de "Here, there and everywhere" es "ciertamente empalagoso". "Baby you're a rich man", básicamente, no tiene música "bien trabajada". "Across the universe" es un "conjuro lastimosamente infantil" que aburre. Cuando comenta "Helter Skelter" afirma que los intentos de Los Beatles por imitar "el estilo heavy fueron vergonzosos sin excepción" y que el tema en particular es "ridículo", "una desastrosa juerga alcohólica".

Por un lado, estas verdaderas herejías sirven para que el libro sea todavía más atractivo. MacDonald se caga en el mito de que Los Beatles son intocables y provoca al lector con su purismo musical y ciertos arrebatos arbitrarios, capaces de dar a entender que por letras como "Glass Onion" (donde se reía de las leyendas modernas que generaban las canciones del grupo) el propio Lennon se buscó ser asesinado por un psicópata.

Por otro lado, y esto va más allá de MacDonald, mientras leía el libro pensaba que el conocimiento es un arma de doble filo. En primer lugar permite interpretar un cuadro abstracto, una novela de Joyce o una película de Pasolini, es decir, piezas artísticas ante las que muchos quedamos impávidos, con el presentimiento de que somos más idiotas de lo que pensábamos. Pero a veces, el conocimiento actúa como una barrera simbólica que se cierra ante cualquier defecto. Por momentos pareciera que MacDonald no puede acceder a la sensibilidad y la belleza genuina de ciertos temas por estar atrapado bajo las estrictas leyes de su sabiduría formal. Es decir que parece desconocer cierta ley implícita que podría ser explicada de la siguiente extraña manera: a veces escuchamos un tema, vemos una película o leemos un libro y esperamos 10 o 5 o 0, pero en vez de eso el resultado es 147 o -88. La noticia es que en esa distancia errática entre lo que tendría que haber sido y lo que es también se puede hallar cierto placer estético. Muchas obras de arte explotan ese desfase. En el caso de Los Beatles: yo creo que cuando querían sonar heavy y “no les salía”, ese híbrido de laboratorio sonaba mejor que el heavy original.

Leer Revolución en la mente mientras se escuchan por lo menos unos segundos de cada tema analizado produce un placer indescriptible. Es casi como cuando George Costanza consigue tener sexo y comer al mismo tiempo.

      

19 comentarios:

P dijo...

Es muy cierto lo del 147 o -88 y lo del conocimiento como forma de ceguera. Ayer escuchaba a Roger Ebert, el crítico de cine, hablaba de una de Woody Allen, pero lo más agradable de su forma de criticar es que parecía justamente que deformaba la forma, valga la redundancia, la forma tradicional de evaluar una obra de arte. Todas sus críticas parece que se manejaran en otros términos que los que suponemos que tiene que tener una crítica, es decir no linealmente sino siguiendo una especie de ecuación personal que es en definitiva la de la lógica matemática del alma. Ponele. Muy bueno el post corvi. "En fin".

Cine Braille dijo...

Como siempre, nos arruina todo la ambición, la hubris: a George se le estropeó todo cuando quiso incluir en el menú (nunca mejor usada esa palabra) el escuchar un partido por radio. A los Beatles los arruinó el éxito: todo progreso implicaba una separación, siquiera momentánea, y después de 1980, sin arreglo.
PS: "la más sensual de todas las carnes curadas, el pastrón" es una de las mejores frases de Seinfeld, y las dice un personaje secundario. Seinfeld es los Beatles, no por nada son cuatro + George Martin / Larry David.

aguante el crudo dijo...

eso lo dijo, lo del pastrón, porque es judío.

Chorizo con mayonesa dijo...

“En primer lugar permite interpretar un cuadro abstracto, una novela de Joyce o una película de Pasolini, es decir, piezas artísticas ante las que muchos quedamos impávidos”

Siempre esa fascinación snob por el “gran arte” este blog…

P dijo...

Y se llama chorizo con mayonesa, porque es popular, entendés?

Emiliano dijo...

Muy bueno Corvino.
A veces la crítica sobre canciones puntuales se torna una falta de respeto al que hace. Que no piensa en el que lo critica cuando está creando música.
Es como si una persona opinara de vos mientras tenés sexo, sobre si lo hacés bien o mal según sus canones de placer visuales.
Al fin y al cabo son más interesantes los datos de contexto de cada disco, las decisiones que se toman en el estudio y las internas entre la banda. Strawberry me parece más bella que Dios y está en MMT que califica como obra despareja.

Viva.

Anónimo dijo...
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