viernes, 23 de octubre de 2015

Breve y arbitraria antología de textos formativos sobre Charly García


Charly García me hace acordar a Riltse, el pintor que Alan Pauls instaló en el medio de El Pasado. Dicen que uno de los personajes de El Pasado es Fogwill. Riltse, entonces, es Charly García. No sé cuántas personas más habrán pensado esto, tal vez es un lugar común o una interpretación completamente equivocada, pero hay algo de Charly en el artista que usa su cuerpo como soporte de su arte. Alan Pauls confesó que es un anagrama de Elstir, un pintor que aparece en algunos de los miles de tomos de En busca del tiempo perdido. Alan Pauls es el que deviene a Charly en artista conceptual que, como el mismo autor decía en un blog en el 2005, cuanto “más se destruye más inteligente es”. En una nota de Página 12, pero de fines del 2001, comparándolo con Maradona subrayaba: “Charly García se convirtió en un artista conceptual, capaz de prescindir incluso de la música, y redimió sus raptos de incandescencia con una política del gesto”. Creo que la figura de Charly necesita que tipos como Alan Pauls se pongan a escribir sobre él porque cuando lo hacen esbozan una idea que contradice bastante el lugar común sobre los años locos de la etapa Say No More.

No leí todo lo que debería a Hernán Casciari pero lo tengo que hacer porque hace poco descubrí unas notas que escribió sobre Charly García. Esas notas deberían leerse en los funerales el día que Charly se muera. Una de ellas tenía un título elocuente: "Los sordos se burlan del ruido". En ese momento Casciari vivía en España (creo que todavía vive ahí), Charly fue a tocar y la crítica lo defenestró. Casciari defendió a Charly como Cruz a Martín Fierro.

Yo tengo el audio de uno de esos recitales, en Cartagena. Como el sonido de la grabación es de consola se puede escuchar casi sin dificultades como un excelente disco en vivo. Es como si en España nunca hubiesen podido captar del todo a Charly. La sensibilidad García siempre al tope deja traslucir, a lo largo del concierto, que sabe que no lo quieren mucho y que a él le parece genial que no lo quieran. A Casciari le indignaba que la crítica además pusiera en duda la calidad de Charly. Eso es una constante en la carrera de Charly: la duda tajante sobre su calidad como músico de parte de los famosos anti-Charly's que finalmente terminan formando parte de algo así como un grupo de fans pero con polaridad negativa. Hasta hace un tiempo los grupos indies no decían que les gustaba Charly García. Recuerdo mi alegría al descubrir que Bochatón elegía "Cómo mata el viento norte" mejor tema de la historia del rock argentino. No sé si no me lo habré imaginado. Es casi una fantasía homosexual. 

En Página 12 del 22 de julio del 2004, otro escritor, Rodrigo Fresán, se refiere al recital que la crítica defenestró e indignó a Casciari. Fresán dice lo que confirman las grabaciones y termina con una gran frase: “Lo que prueba que García no es Dios pero que sí es –además de un gran artista– una buena persona. Y que el mundo sería un lugar mejor si hubieran más reapariciones como la suya”. A Fresán debemos atribuir, además, la imagen conceptual de que Piano Bar es pop para departamentos. Esto debería abrir toda una corriente de la crítica rock. O no.

Eduardo Berti en su gran libro Rockología tiene una nota a la Truman Capote con Charly, que es de las mejores notas escritas que le hicieron alguna vez. Es un flash con densidad literaria, también con algo del cuentito carveriano que prendió en los 80, con sus diálogos y sus escenas memorables, como cuando aparece Migue y habla de su madre.

Hay muchas notas buenas sobre Charly de tipos más relacionada con la literatura que con el rock. Por ejemplo las notas de Fabián Casas sobre Charly siempre me interesaron porque, obviamente, eluden la previsibilidad. En ese sentido Casas arma su propia casa, por así decirlo, en el universo García reivindicando Sui Generis en desmedro del resto de la obra. Es una apuesta arriesgada que le sale bien por su habitual maestría al conectar, por caso, la estética wabi con la tapa de Vida.

A Gonzalo Garcés también le gusta Charly. En una de sus novelas de repente está sonando “Total interferencia”. Hay un texto suyo muy bueno, "Tres tesis sobre Charly García", en el que interpreta de un modo singular la letra de “No bombardeen Buenos Aires”. Hay un texto maravilloso de Hernán Lucas sobre Charly post La hija de la lágrima; es un texto glorioso y escrito en un lenguaje teórico que no desentona en ningún momento.

Siempre me llamó la atención una cita que hace una joven narradora creada por Piglia en Respiración Artificial. Refiriéndose al clima opresivo de Buenos Aires en la dictadura dice “parece Catamarca (La grasa de las capitales ya no se banca más ¿Spinetta? dixit)”. Nunca entendí si la equivocación es deliberada y propia de la adolescente confundida de la voz narrativa, si Piglia no sabía que “La grasa de las capitales” era de García o si Piglia (¡y esta hipótesis es tan paranoica que podría ser del propio Piglia!) se “equivocó”, justamente, para que "personas" como yo se pregunten esta clase de cosas treinta y cinco años después. Si lo hizo por eso merece muchos aplausos.   




6 comentarios:

Anónimo dijo...

harmoso Corvinooo
gracias!

Vlt.!

Anónimo dijo...

y que cumpla muchos más

Cine Braille dijo...

El Charly de los 80s era un entrevistado extraordinario, habría que hacer una compilación de notas. La lucidez que tiene en la época de Clics Modernos apabulla. El de los 70s y el de los 90s es muy bueno, y del 2000 para acá tiene chispazos.
Igual hay que ser comprensivo con quienes lo abominan: toda revolución estética, o pretendida revolución estética, implica un cambio de canon. Se reivindican los olvidados de la era anterior, se critica a sus íconos. Es bastante mecánico eso, y el que ya la vio un par de veces no puede hacer otra cosa que tomarlo con sorna. En la próxima vuelta viene la canonización definitiva de Charly, esperemos que en vida.
Saludos

Anónimo dijo...

La nota es muy buena y además sirve para rastrear notas y seguir leyendo sobre García.

Salud Corvino!

Anónimo dijo...

la nota esta llena de links que no se ven.
cambiale los colore !


salud

José A. García dijo...

Casciari no defiende a Charly García porque sea buen músico (cosa que nadie quiere discutir) sino porque era un argentino y él (Casciari) se creía un argentino en el exilio (cuando se fue por propia decisión y no porque lo estuvieran persiguiendo) que debía defender todo lo que venía de su país. Como en las intervenciones radiales que hacía para Pergolini cuando todavía estaba en la rock&pop donde demostraba lo buen argentino que era viviendo entre españoles, eso es fácil.

Lo difícil es dejar de serlo y hacer algo que valga la pena; porque salir con un manifiesto diciendo que no va a seguir publicando en La Nación porque no le parece que esté bien lo que hace con los derechos de sus notas y aparecer el fin de semana siguiente con una nota en la reivsta Viva de Clarín, no lo convierte en un paladín de nada ni de nadie, ni siquiera de sí mismo.

Saludos

J.