martes, 28 de diciembre de 2010

Resumen de lo visto en el año

Enero:
De Sandro a Roberto Sánchez: Se habla de Sandro como alguien que resistió más que cualquier otro ser humano los embates de su enfermedad. Se habla de Sandro como el mejor amante, amigo y el más grande cantante. Se habla de Sandro como el introductor del rock en castellano. Todos estos supuestos, claro está, son incomprobables cuando no falsos.
Redrado resiste: “Redrado resiste”, decía el titular de TN. ¿Un guerrillero en contra del sistema? No. ¿Un terrorista kamikaze a punto de explotar una institución pública? No. ¿Un piquetero en una huelga de hambre? No, el titular del Banco Central. Plop.

Charly en el Polideportivo: Lo que ves es lo que hay: Antes Charly se bajaba los pantalones. Ahora pide disculpas porque se le caen.

Investigación periodística: -Che, acá Rafael Flores dice que Kirchner es como Shylock.

I read dead people: Los diálogos sobre la nada y los silencios incómodos. El pasado que vuelve en forma de fichas que te perforan el cerebro y la devoción por una mina que ama los gatitos.

Febrero:

Apuntes sobre Los Suicidas, de Antonio Di Benedetto: Algunos insectos se devoran a sí mismos si se les ayuda arqueándoles el cuerpo.

Lost. Minuto a Minuto: Sawyer llegó hasta Juliet que está moribunda. Susurra como Pablo Echarri y suda como Osvaldo Laport. La escena dura años. Que se muera (Sawyer, no Juliet).

Sobre El Secreto de sus ojos: Campanella tiene un buen taming para contar historias y hacer que el espectador se interese en ellas. (Esto es algo que molesta demasiado a los fundamentalistas de Lisandro Alonso). El problema es que para lograr esa efectividad es capaz de matar a su madre y no teme caer un sinnúmero de veces en el efectismo más ramplón.

Música triste para escuchar mientras la Tierra explota: Pero sé que ustedes perdonarán a idiotas como un servidor ya que detrás de esta obvia máscara del ego se esconde el deseo más simple y ancestral: compartir algo con alguien. Un paraguas en un día de lluvia. Una conversación en un atardecer de verano. Un asiento en un colectivo. Los discos de The Pains Of Being Pure At Heart y Letting Up Despite Great Faults.

Marzo:

Especies que desaparecen: Debajo de todo, casi llegando al final de la hoja, una P.D lacónica y directa que me recuerdo muy a menudo: “No se agrande, Zariello”.

Adoctrinamiento de pelotudos: Pero a medida que la guerra entre el gobierno y el establishment mediático entró en combustión, 6 7 8, como el mismo Clarín, se convirtió en un pasquín bastante vulgar y desagradable.

Ni mú: Yo soy el que posee un celular monofónico y aborrece la verdura.

Bullying contra Kirchner: Señoras y señores, seré pornográfico, seré atrevido, pero no tengo otra salida: ¿qué otro objetivo sino el de que el lector imagine el culo lleno de hemorroides de Néstor Kirchner tiene esta delectación morbosa en la descripción de una afección conocida por todos?

El majulismo, una nueva escuela literaria: Entonces desaparecerán del planeta el inglés y el francés y el mero español. El mundo será majulista. Yo no hago caso, yo sigo revisando en los quietos días del hotel de Adrogué una indecisa traducción quevediana (que no pienso dar a la imprenta) del Urn Burial de Browne (?).

Abril:

Sobre la miseria de la posesión, el amor, la música indie y Album, el disco de Girls: Ahora bien, ¿se puede amar a alguien sin asimilarlo a una pertenencia? Se supone que de eso se trata el amor y si no es así estamos todos perdidos y condenados a ser esclavos del ego. Pero al mismo tiempo ¿cómo podría saberlo? y, a decir verdad, ése no es el tema de este texto.

Dead and Lovely: El indie es el reino de la patraña y, aunque sus integrantes se jacten de despreciar lo masivo, podemos afirmar que en un reducto en boga se encuentra el mismo porcentaje de idiotas que en una cancha de fútbol, con el agravante de que estos últimos no se creen a la vanguardia de nada (a no ser de un paraavalanchas).

Tipología de chicas de la Universidad: La chica linda con un amigo feo que le quiere dar masa. El nombre de este tipo de chica no necesita mucha elucidación, ¿no es cierto? Simplemente es una chica linda a la que se le ha adosado un feo que usa como sirviente: le compra cigarrillos, le guarda el asiento, le pasa los apuntes cuando falta porque se quedó haciendo cucharita con su novio de 35 años.

Mayo:

Joe Lie: Vos no lo sabés, pero sos el amor de su vida. Vos sos el amor de la vida del 85 por ciento de los hombres que te conocen. El resto son putos o imbéciles.

Cada vez más Solaris: En los pasillos de nuestra mente el verdadero monopolio a combatir no es Clarín, sino el Ego. Pero el monstruo lo maneja todo a su conveniencia y es tan inteligente que los únicos que nos dicen que su profusión es nuestra tumba son pelmazos, como los autores de libros de autoayuda o chantas, como los garúes de la India o pelmazos y chantas, como los psicólogos.

Horla City, el libro que reúne toda la poesía de Fabián Casas: El mundo ha cambiado bastante en todos estos años, nos hemos entregado con sumisión a la sobre información que nos brinda Internet, el furor de la vida virtual y la música para pastillas, pero estos versos sobre el lado b del amor, el desencanto, la melancolía urbana y las epifanías cotidianas suenan cada vez más atemporales.

Los 23 convocados. Uno x uno:

Ariel Garcé

A favor: Un jugador fantástico, de una técnica insuperable. Hito de las inferiores de River, en la senda de otros grandes como Gandolfi y Tula. De él depende el objetivo mayor del plantel: campeonar. Contra el Seleccionado de sobrevivientes de Haití demostró toda su capacidad de reacción ante países en crisis, lo que le augura un buen desempeño ante Grecia. Oriental, también conoce los entretelones del fútbol coreano. Una grata sorpresa, un crack que no tiene techo y no deja de volar.

En contra: No tiene contra.

Curiosidad: Tiene de la buena.

Apuntes atropellados sobre el final de Lost: En la era de la sospecha, Lost es una serie que trata sobre la fe en las personas y las cosas.

Apología de Julieta Venegas: A esta altura del texto uno podría pensar que estoy un poco enamorado de Julieta, pero ¿quién no? ¿Cómo no rendirse ante el encanto escandaloso de esa chaparrita (?) de cejas grandes que baila en forma preciosa al final del video clip de “Eres para mí”?

Junio

On the rock, el nuevo disco de Andrés Calamaro: En la música debería ser igual, lo que sucede es que los críticos de rock no saben nada de música. Y los que saben de música no saben nada de escribir (no hablo de escribir bien, porque nadie sabe en qué consiste eso, sino de elaborar un texto de tal forma que el lector lo termine de leer sin dormirse en el medio).

Con el viejo póster, Diego en México campeones: No me remito a su abrazo con Estela de Carlotto, Maradona lo único que tiene de progre es el look.

Cinco años de Ilcorvino: El 73 por ciento de las personas ya no me dice: “¿Cómo andás?”, sino: “¿Cómo anda el blog?”. El restante 27 no sabe que tengo blog.

Música para camaleones: Gabo Ferro: Música para estudiantes de Letras que se miran en los recitales pero no se saludan.

Julio

Los 23 convocados. Uno por uno:

Garcé: El distinto. El desequilibrio (mental) constante. La locura que se confunde con el genio. El que trae alfajores y… convida (?). Y no son de membrillo ni de fruta, son de chocolate y de dulce de leche. El ancho de espadas sorprendente que se guarda y se guarda y se guarda y finalmente no se usa nunca. Irrepetible.

Play al nuevo rock argentino: Nuestro olvidado líder de masas Juan Carlos Blumberg preguntaría: “¿Se entiende?” Si la respuesta es afirmativa tenga la deferencia de explicarme adónde carajo me dirijo en esta deriva de palabras y términos fucking seductores (por no decir eróticos, por no decir definitivamente pornográficos y no aptos para mayores de 18 años) como “mockbuster” o “boutade”.

De maradoneanos y favaloreanos: El suicidio es una opción más que respetable, pero me caen mal las personas que se creen tan importantes como para morir orgullosamente por una causa y no vivir humildemente por ella.

Agosto

Acá afuera: Allí afuera había seres humanos, ¿cómo decirlo?, moviéndose.

Llevo la tos como propia voz: ... no vengan con boludeces, no vengan con “las drogas son un camino de ida”, con rockeros limpios y lobotomizados, yo quiero que estén re locos, re hechos mierda, sacados, de la cabeza, con las facultades mentales alteradas, que tiemblen y exploten arriba del escenario y si es posible que la sangre manche a la primera fila de groupies, ¿qué mierda me importa la salud de un artista?, ¿ellos se preocupan por la mía?

Si Laura Palmer viviera, sería montonera: Twin Peaks es un alegato sobre la enajenación del mundo. Su perdurabilidad indica que, a pesar de los laberintos sobrenaturales, es un espejo inquietante en el que nos podemos reconocer. Como dirían en Telenoche o C5N: Laura Palmer somos todos.

Érase una vez cabeza de radio: Retribuir la confianza que Radiohead nos otorgó en la adolescencia para ser depresivos es una de esas tantas cuentas pendientes que nunca saldaremos.

El Servidor de internet que amas puede desaparecer: Esto me suena al defensor que se tira al piso cuando la pelota ya se fue al lateral. ¿Hasta qué punto este tipo de medidas (correctas, pero repentinas, con aparentes plazos estrictos, muestras gratis de chavismo pocket) no son las que hicieron que el 28 de junio gran parte del electorado le diera la espalda al mejor gobierno de los últimos 60 años?

Fogwill, nos vemos en el infierno: Somos formados en una sociedad prejuiciosa, hipócrita, clasista, misógina. Algo de toda esa mierda permanece inmutable en el transcurso de nuestra vida. Nos atemoriza saber que en el fondo somos quienes decimos detestar. Sólo hace falta que peligre nuestro servidor de internet. Que le roben la cartera a tu novia. Que te toque elegir al lado de quién te sentás en el colectivo.

La rebelión consiste en escuchar Los Redondos hasta pulverizarse los oídos: ¡La cuestión se complica si el enemigo está en todas partes y ninguna! Ahí no hay certidumbre que nos tranquilice porque no sabemos de qué lado de la mecha nos encontramos. Puede fusilarnos hasta la Cruz Roja.

Análisis estructural del relato: Creo que la gran enseñanza de estos días (y tal vez de estos tiempos) es aprender a surfear en la ola de la incertidumbre general, con el equilibrio adecuado para no pasarse de rosca y quedar anclado en la fe desmedida a un dogma. O golpeando las puertas de un nihilismo inconducente. En vez de “No future”, “No Truth”.

Septiembre

Correme por izquierda que me gusta: La secularización del “periodismo independiente” ya se puso en marcha y es irreversible. Es un boomerang incluso para quien lo denuncia. “Ellos trabajan para Ernestina, ¿y vos para Spolsky?”. Nadie está a salvo. Todos somos sospechosos del asesinato de Laura Palmer.

La Gran Velada Herzog: Ver Fitzcarraldo es un trip, como leer “Capítulo XXX (El milagro de la metamorfosis aparece en todas partes)”, el cuento de Mario Levrero que cambia irremediablemente la vida de sus lectores (no se lo digan a nadie).

Aleluya Señor: Donde exista una necesidad habrá un derecho y una canción de Leonard Cohen. He aquí la única similitud entre el Estado Anímico y el del Bienestar.

Un ardiente beso: Amor kafkiano el que neutraliza el deseo y posterga sistemáticamente el vínculo elemental de los involucrados. Y efectivo, ya que mantiene expectante al receptor, que ansía un desenlace feliz (o no).

Contra las personas: Que hacen gestos cuando pasa algo. Lo que sea. Un choque, un estornudo. No abra la boca ni los ojos ni haga muecas, Infantil Persona, ya no tiene 4 años, nadie malditamente nadie se lo festejará.

Si yo fuera tu esclavo, te pediría más: Advertencia: Este post posee lenguaje adulto y escenas de sexo. Se recomienda leer junto a una persona mayor acostumbrada al lenguaje y al sexo.

Octubre

No voy a soportar un Golpe de Estado en Ecuador:

-Voy a entrar a facebook y me voy a unir a todos los grupos a favor de Correa, a todos los grupos a favor de la democracia, a todos los grupos en contra de la policía...

-¡Es una locura, hijo, te puede pasar cualquier cosa!

Aquí debería haber un título que resuma el siguiente post: Promediando el recital me dijo "despertame si el tema está bueno". Sublime.

Entradas para Paul McCartney en River: ¿Cuál te conviene?: A partir de este sector los fans no deben preocuparse por su estado rectal, puesto que se intuye que si pagaron casi el salario mínimo, vital y móvil para ver al genio de Liverpool, no cuentan con culo alguno o tienen uno lo bastante amparado para no darse cuenta si es vejado (o no).

Justicia por Mariano Ferreyra: La vida es aquello que sucede mientras estamos concentrados en otro plan: leer la biografía de Magnetto en Miradas al Sur.

Néstor y nosotros: Pero quién mierda es este tipo?". Eso nos preguntamos todos, a veces cagándonos de risa, encadenados a su show, en otras ocasiones indignados, especialmente cuando su estrella comenzó a apagarse, se recostó en el PJ y tuvimos que justificar cada uno de sus movimientos aludiendo al verso de la "realpolitik".

Noviembre

Divino tesoro: En la aldea virtual 2.0 son todos nacionales y populares, pero a veces, hasta un servidor, individualista miserable incapaz de formar parte de su propia familia, puede sentirse incluido en esa corriente. El peronismo cool es la muerte del peronismo.

Paul is Live: Como el tipo que estaba atrás mío, ése que desafinaba como un maldito perro, ése que evidentemente no sabía inglés y no tenía idea de lo que decía la letra pero probablemente la entendió muchos años atrás y mejor que yo.

En el fondo es bueno: Mi tía deviene en repentina azafata y hace una serie de expresiones y ademanes inentendibles. El avión es el primo.

Un amor de Carbonell: La camarera le habla de cosas que él apenas entiende. Durante un instante Carbonell está seguro de que ella maneja otro idioma. El ruso por ejemplo.

Axolotl: Durante 30 o 20 o 10 años comieron (real o simbólicamente) con "la Chiqui", le festejaron los chistes malos, los comentarios desmedidos y su egolatría a prueba de balas, pero de repente el satori, la impensada epifanía: Mirtha Legrand es reaccionaria, es fascista y es conservadora. Y hay más: en algunas fotografías sonríe junto al dream team de la última dictadura militar. Y las fotografías, a no ser cuando muestran al principal sospechoso de asesinar a Mariano Ferreyra con el "payaso liberal" o una panelista de 678, siempre dicen la verdad.

Diciembre

Dejemos hablar al viento: Que nadie tenga dudas: los celulares no sirven para comunicarse, sino para hacer ruido cuando hace falta silencio. Hay gente que le pone volumen hasta a las teclas.

La noche que en el blog lo postearon: Por otro lado: ¿quién dijo que es bueno tener sensibilidad? Hay muchos tipos de sensibilidad. También está la sensibilidad del tipo que sale a matar bebés. Del tipo que sale a cortarle las patas a los flamencos. Del tipo que tira gatos al río y se graba a sí mismo sonriendo. Del tipo que baila salsa con camisas hawaianas.

No podría estar más de acuerdo: Nos cruzamos viejos chotos y fachos y parecían ejércitos de Leslie Nielsen.

domingo, 26 de diciembre de 2010

Sobre los Cuentos de Roberto Bolaño

"Vive y muere, pero no huevees"

A esta altura, como Alf en el antológico episodio de los Simpsons, sólo resta que Bolaño vuelva en forma de fichas. Esta edición de sus tres libros de relatos en un solo volumen (Llamadas telefónicas, Putas Asesinas, El Gaucho Insufrible), al contrario de lo que se acostumbra a decir, no viene a echar un manto de justicia sobre ningún olvido ni termina con años de indiferencia editorial, así que este párrafo termina aquí mismo.

Tarde o temprano, advertimos que nuestro padre no es Superman. Que la presencia de Ariel Arnaldo Ortega no asegura un triunfo de River Plate (más bien lo ahuyenta). Que la mujer que creímos amar no era tan brillante ni tan hermosa como nos parecía. Que Charly García se convirtió en un imitador de Charly García. Son pequeños o inmensos desengaños emocionales que nos demuestran que el piso no es más que una tabla de surf en constante movimiento. Lo mismo ocurre con los escritores que inmortalizamos durante la juventud y convertimos en póster. Bolaño, que de alguna manera es nuestro Cortázar, no escapa a esa suerte. Bolaño, entendemos recién ahora, era mortal. Incluso lo era al punto de que se murió (1). Incluso lo era al punto de que muchos de sus cuentos no resisten muchas lecturas.

Recién ahora se vislumbra que esa pulsión romántica por la escritura que atraviesa tanto su vida como su obra, fácilmente se puede confundir con la cursilería o el mal gusto. En sus cuentos los escritores fracasan estrepitosamente. El amor siempre es fatal. Cada situación está dotada de un trasfondo dramático que tal vez no se justifica. Reitera innumerables veces como epílogo que los personajes principales no se vuelven a ver "nunca más" (recurso propio de una composición con tema para la escuela primaria). Abusa de la inconclusión (lo que llevó a sus editores, en "El secreto del Mal", a publicarle cualquier esbozo de relato). En los peores casos, estas características terminan por conformar un imaginario bastante grotesco (2), como si el centro de la obra de Bolaño fuera comandada en realidad por un joven nihilista, sabatiano y solemne y no por el tipo inteligente, borgeano y lúcido que era.

Pero un chileno (3) debe ser recordado por sus mejores versos y Bolaño se sentía, más que nada, un poeta. Y verdaderamente lo era pero no en el sentido formal. Hay más poesía en sus novelas (el desierto repleto de cadáveres de 2666, las huellas en el aire del avión de Carlos Wieder, la ciudad balnearia de El Tercer Reich, el soliloquio de Joaquín Font en la Clínica de Salud Mental El Reposo), en el itinerario de su vida, en la expresión de su rostro en algunas fotos, que en la poesía que publicó como tal. Sus mejores cuentos (por lo menos una docena) son una buena prueba de ello porque el efecto de lectura equivale a un shock poético. El viaje por la carretera del padre y el hijo en "Últimos atardeceres en la tierra". El desierto a través de la ventana en "Gómez Palacio". El via crucis amoroso en las llamadas telefónicas que se cruzan dos (des)enamorados. El tragafuegos urbano que provoca un satori indecible a Jim. Son momentos destacados de la literatura latinoamericana que probablemente perduren en el tiempo mucho más de lo que su autor alguna vez intuyó (4).

En uno de sus libros autobiográficos, Roland Barthes se manifiesta incómodo ante el carácter asertivo del lenguaje (5). Chocolate por la noticia viniendo de un estructuralista, pero por consecuencia de ello, como no podía ser menos de su parte, propone una idea genial: ¡que cada frase esté acompañada de alguna cláusula de incertidumbre!, "como si cualquier cosa que provenga del lenguaje pudiera hacer temblar al lenguaje". Esto le vendría al dedillo a los fanáticos, a los ultra, a los fundamentalistas (6), esos tipos que sólo se hacen preguntas para las que ya tienen armadas las respuestas. Barthes es un Quijote y lucha contra la dirección unívoca, contra la obra como totalidad y composición acabada. A su cláusula utópica (la que hace tambalear el discurso per se), opone la "cláusula retórica" del concepto de final, la policía del pensamiento.

Esta alusión a Barthes sirve, en primer lugar, para quedar como un tipo demasiado inteligente para festejar la Navidad y, operativamente, para analizar la obra de Bolaño toda, en particular sus cuentos. El autor de 2666 no recurre, como el francés, al fragmento como modo de producción, pero sí instala una cláusula de incertidumbre permanente en el discurso de sus narradores. Éstos, como Thom Yorke, nos dicen: "I Might Be Wrong". Esa mezcla de paranoia y ambivalencia relativista que recorre nuestra vida actual, tan propia de la posmodernidad (7), de una época de transición hacia lo desconocido, es evidente en Bolaño y probablemente explique algo de su "boom boom asesino" (8). Sus narradores o personajes tienen siempre una historia entre labios, son máquinas de narrar, pero explicitan que no saben si fue así, advierten que el verosímil del recuerdo puede estar fallando, ofrecen puntos de vista distintos.

En enero se espera una nueva novela póstuma. Se habla también de la publicación de otros textos inéditos para el porvenir (que es largo, más en el caso de Bolaño y de Althusser, aunque su esposa no dijera lo mismo). A partir de ahora lo pertinente sería dejar descansar en paz a Bolaño. Antes deberá ocurrir, claro, su muerte simbólica. Esta operación no tardará: nada pasa más rápido que lo que está de moda. Y Bolaño, que es un grandísimo escritor, también es una moda. Si el Mercado, además de una mano invisible (e inservible), tuviera cerebro, lo asimilaría a un celular súper lujoso. O al último disco de Calle 13 (9). En fin. Primero vendrán las críticas. Luego el estigma hacia sus lectores. Después llegará el olvido (que es la meta). Más tarde, cuando nadie se acuerde de Bolaño, por alguna extraña razón ajena a las estrategias marketineras de las editoriales, volverá. Recién ahí apreciáremos su obra. No sé ustedes, pero entiendo que la única manera de valorar algo es perderlo durante un tiempo (10).

(1): Mátenme.

(2): La vida es grotesca, el amor siempre es fatal, los escritores siempre fracasan, no sé a qué apunto con este comentario.

(3): Todos los chilenos son poetas, hasta Piñera.

(4): ¿Y yo qué sé lo que Bolaño intuyó?

(5): ¿Merece vivir alguien que escribe "caracter asertivo del lenguaje"? Lo dudo. En caso de que la respuesta sea afirmativa, que sea una vida espantosa. A propósito, el libro es Roland Barthes por Roland Barthes.

(6): "Ustedes los cumbia, ustedes los giles". ¿"Le vendría al dedillo"?

(7): ¿Alguien podría ser tan amable de pegarme un tiro cada vez que aludo a la “posmodernidad”?

(8): Boom Boom bien latino.

(9): Ahora son todos fanáticos de Calle 13.

(10): ¿A quién puedo acusar de cursi, de tener mal gusto, de ser un joven nihilista, sabatiano y solemne? ¡Por favor, terminemos con esta farsa de una vez! Yo me voy.


lunes, 13 de diciembre de 2010

Escritos de un spinetteano indecente

La salida del box set del histórico concierto de las Bandas Eternas activó mi fervor spinetteano. Hace 4 días que no dejo de escuchar los 3 cds. El material es extraordinario. Un spinetteano de la Liga de la Justicia subió gran parte del show a You Tube y todos aquellos que pensamos 785.986 veces antes de pagar 490 pesos por algo (lo que sea), podemos acceder a esas imágenes que, quienes estuvimos en el campo, detrás del bendito vip, creímos que nunca habían ocurrido.

El spinetteano es un personaje bastante insufrible, ¿no? En primer término está convencido de que es superior por escuchar a Spinetta. En discusiones musicales se calla y sólo al final, cual jugador de truco que tiene el ancho de espadas, explicita su favoritismo por Spinetta como el non plus ultra del Universo. El spinetteano cree que tiene una sensibilidad superior al resto. El spinetteano cree que las mujeres lo deben amar porque escucha a Spinetta. En todo caso las mujeres deben amar a Spinetta por ser Spinetta, pero ¿por qué un spinetteano cree que va a seducir a alguien porque escucha a Spinetta? El spinetteano nunca pensó que una mujer le iba a decir que no le gusta Spinetta. Un 80 por ciento del vínculo que pretendía establecer se desmantela: "Nosotros y nuestro amor por el Flaco". Desconfía y arremete con frases del tipo "Lo que pasa es que no lo escuchaste bien" (subestimación), "¿Querés que te grabe un compilado?" (colonización cultural masculina), etc. El spinetteano ortodoxo, más o menos literalmente, cree que Spinetta es Dios. El spinetteano que lo llama “Luis Alberto” merece una patada en el culo. El spinetteano sobrevalora la lírica spinetteana que en más de una ocasión no es más que un surrealismo pocket, surrealismo para principiantes de Longseller: "Jugo de lúcuma chorreando en mí/ Patas de mueble de bronce caminan ya". El spinetteano atribuye genialidad a todo lo que haga Spinetta, incluso un 75 por ciento más que el fanático de Charly García o el Indio Solari. El spinetteano jamás reconocerá que Pan o Silver Sorgo lo aburrió o que la voz de Spinetta ya no es la misma que antes y en algunos temas viejos suena mal o que le rompe las bolas la prédica sobre "Conduciendo a conciencia". El dogmatismo del spinetteano, en fin, es peor que el de un estalinista en 1950. Un fan normal se permite criticar a su ídolo porque cree que su devoción le da derecho, el spinetteano sólo critica cuando Spinetta le agarró los dedos con la puerta o le garcó a la mujer o tardó un año en sacar unos dvds y la distribución de los mismos resultó ser un desastre. Un spinetteano siente escalofríos de todo tipo y color cuando lee lo que Gustavo Escanlar (escritor y periodista uruguayo recientemente fallecido que pasado mañana se convierte en el nuevo Bolaño) opinaba: "Suelo ser de los pocos tipos rioplatenses que no están convencidos de que Spinetta es un poeta genial. Es más: me aburre, me duerme, me pone de mal humor, me parece soberbio, pedante, incomprensible, inaguantable. Pero los fanáticos de Spinetta siguen pensando que es un Dios. Y el mismo Spinetta cree ser Dios. Un tipo capaz de usar la palabra "farabute" no debería ser tomado en serio".

Recuerdo cuando sonó el acorde inicial de "Cementerio Club". Ahí sentí que estaba viviendo un momento histórico. Fue como si bajara un ovni de sofisticación musical, como si se instalara entre todos los presentes una mística palpable. No sé por qué me gusta tanto ese tema. Es un blues y a mí ese género ni me va ni me viene, pero "Cementerio Club" tiene una letra sensacional, es como si cada palabra hubiese sido tallada con la habilidad de un orfebre.

"Qué calor hará sin vos en verano".

"Oye dime nena, ¿adónde ves ahora algo en mí que no detestes?".

“Sólo sé que no soy yo a quién duerme”.

En esta versión se equivoca y repite un verso, pero eso le otorga aun más poder al tema. Incluso uno accede al disco en vivo y quiere que haya errores, pifies, desafinaciones. En caso contrario escuchamos las versiones originales. Por eso nunca me gustó Cerati en vivo como solista (no así con Soda o como invitado, donde adquiere cierta necesaria espontaneidad; es como si representarse a sí mismo lo limitara). Es demasiado perfecto. Prácticamente como escucharlo en el living de tu casa, sólo que rodeado de tipos con gel, muy bien perfumados y que saltan (con la precaución de no rozarse entre sí) al grito de "Hey, hey, hey" (ése es el raro fonema que distingue al ceratiano, el llamado que los une y los congrega).

En el caso del recital de las Bandas Eternas uno debe aguzar bastante el oído para darse cuenta que se trata de un Estadio. Es verdad que el público se mantuvo en estremecedor silencio durante buena parte del concierto, pero hubo lapsos de gran estruendo, de cósmicos y masivos orgasmos, que en el audio oficial casi ni se oyen o brillan por su ausencia. Por ejemplo en el primer punteo de "Cementerio Club" y en su riff-estribillo. Cuando luego de la introducción con sintetizadores marca Juan del Barrio empieza "Alma de diamante". Y especialmente cuando Charly García canta su parte en "Rezo por vos". Esto último se gritó como un gol, como un triunfo de la vida sobre la muerte y a más de uno se nos hizo un nudo en la garganta porque siempre es bueno para la Humanidad que Charly y Spinetta toquen y se rían juntos. La verdad es que aquella vez (como siempre desde que volvió en su Vélez 2009) se lo vio muy mal a Charly. Lento, impreciso. Cuestiones entendibles si tenemos en cuenta su reciente aparición y que él (o quienes lo manejan cual principiante Pop Star) se había largado al ruedo con apuro. Pero ya a más de un año de su regreso, su tristísima participación en la Celebración por el aniversario de la recuperación democrática y el día de los derechos humanos demuestra que el "Charly Deluxe" es una farsa monumental, un invento monstruoso ideado por empresarios ávidos de dinero, una canallada cruel para todos aquellos que amamos al compositor de buena parte del soundtrack de nuestra vida. No es que esté gordo o flaco, que se drogue o no (aspectos personales que apenas me interesan), es que el resultado artístico es impresentable desde todo punto de vista. No soy un cultor del reviente, pero la verdad es que está mucho peor que antes. El que diga lo contrario es porque se dejaba llevar por el dispositivo mediático y en los últimos 15 años no lo vio en vivo ni una puta vez (yo lo fui a ver alrededor de 10 veces del 2000 para acá): García tenía días malísimos, pero otros (la presentación de Influencia en el Luna Park y el Gran Rex en el 2002, los recitales de La venganza del 2004) están a la altura de lo mejor de su carrera. En fin, el murmullo o el coreo de los espectadores (que lo hubo y mucho en los temas de Pescado) tal vez hubiera servido para matizar un poco algunas partes en que Spinetta no llega vocalmente y se da un profundo contraste frente a la perfección instrumental. La edición de los tracks, en su totalidad, es polémica. Spinetta maneja un humor absurdo estilo Capusotto y muy bien logrado pero también se eliminaron todas las presentaciones y los comentarios graciosos que hizo entre tema y tema.

Fito Páez debería ser exonerado de todas las críticas que ya conocemos de memoria, ni siquiera por sus grandes discos, sino por haber compuesto un tema tan hermoso como "Las cosas tienen movimiento". Entre tantos puntos altos, la versión de Spinetta de "Filosofía barata y zapatos de goma" no ha sido destacada como se debería. La performance de Juanse (a quien el público reprendió con un hiriente: "Pomelo, Pomelo") en "¿Adónde está la libertad?" es muy buena. Parece a punto de tener un ataque de epilepsia de hard rock. Mi teoría (no muy original ni descabellada) es que Spinetta cuidó y reguló su voz a lo largo del concierto, de otro modo no se puede entender que haya cantado tan bien los tres temas de Almendra, casi al final del show, llegando a resignificar "Muchacha ojos de papel" por la enorme calidad de su interpretación. Algo así como que el Himno o "Imagine" te provoquen un efecto de extrañamiento. De la ansiedad que tenía por ver a las Bandas Eternas tal vez no le presté mucha atención a ciertos medley’s. El que une “Era de uranio”, “Vida siempre” y “Maribel se durmió” es imprescindible para caminar por el mundo. Lo de Invisible, Pescado y Almendra, finalmente, sí, fue tan asombroso como lo notamos aquella noche.

Recuerdo cuando tenía 7 u 8 años y fui al cumpleaños de un compañero de la escuela. Mientras todos estaban viendo una película horrible me metí abajo de la mesa con una nenita que me gustaba. Comimos papas fritas y hablamos cosas de grandes. En ese momento no me di cuenta, claro: era el descubrimiento del mundo femenino. Pero mis viejos se equivocaron de horario y me vinieron a buscar antes de tiempo. El sentimiento de desconsuelo que me invadió cuando los vi fue demoledor. Todavía recuerdo la mirada de mi amada en la oscuridad, debajo de la mesa y con un plato de papas en la mano. No hablo de extrañar a alguien, sino de echar de menos un microcosmos y angustiarse. Esto me volvió a ocurrir muchas veces en la vida. No sólo con personas, sino con libros o películas. Y una de ellas fue cuando se terminó el recital de Spinetta y las Bandas Eternas. Mucha gente se fue antes de tiempo. Yo no, yo quería seguir ahí para siempre, viendo al Flaco Spinetta cantar:

“Sin darme cuenta voy cayendo en cruz hacia el cenit,
el cielo ya no tiene mis pies.
Y la espiral que me habrá de llevar no es mejor
que todas esas vueltas que dí,
buscando un amanecer,
buscando un amanecer,
buscando un amanecer”.

viernes, 10 de diciembre de 2010

Las invasiones bárbaras


En un Cuestionario Proust presuntamente apócrifo, William Faulkner declaró no creer en la posesión de nada. A continuación le preguntaron cuál era “la peor de las miserias” y siguió en la misma tónica: "La peor de las miserias, sin dudas, es poseer algo". Verbigracia: poseer algo equivale a ser un miserable. Y si reducimos al absurdo a bordo del método deductivo, nos hundimos aun más en el pantano: todos poseemos algo, todos somos miserables. Por lo tanto, los menos miserables serían aquellos a los que habitualmente les endilgamos esa condición y viven de los restos, del lado B de la pequeña burguesía: nuestra basura.


La paradoja de la posesión reside en que si uno está demasiado consciente de la misma, termina siendo esclavo de aquello que se supone nos pertenece. No te regalan un reloj, vos sos regalado a la dictadura del Tiempo Occidental.


Allí vemos al hombre maduro: cuida su auto de los inevitables rayones. Ahora mismo un novio revisa, a escondidas, el celular de su novia. La madre acaba de encontrar una ocupación que la saca del letargo existencial en sus horas libres: reprimir la libertad de sus hijos. Y los vecinos de Villa Soldati, en vivo y en directo, se aprestan a quemar las precarias carpas de los habitantes de su Parque Indoamericano.


Desde que nacemos somos sumergidos en la dinámica de la acumulación. Ésa es la única forma de crecer, de entretenerse, de vivir. Primero un juguete. Después una bicicleta. Más tarde un título. Una casa, un auto, una esposa, una parcela copada en el cementerio. Y desde la semana pasado el nuevo perfil de facebook. Si no tenés alguna de esas cosas, quedaste en off side.


Estamos subordinados, entonces, a almacenar pertenencias que regulen nuestro status ante la mirada de los Otros. Y la operación es simple: en un sistema basado en el capital, quienes no cuentan con él son despreciados y se lo quieren apropiar. ¿A quién le puede sorprender? Esquivás los semáforos con limpiavidrios audaces. Mirás para otro lado ante la escena de los cuerpos tapados con frazadas en las veredas. En el restaurante te sentís Pérez Esquivel porque le diste dos mangos al nenito que vende caramelos. Te cruzás de vereda si ves varios pibes con viseras. La clase media y media alta pasa toda su vida barriendo "negros" debajo de la alfombra, mientras éstos se desviven por llamarles la atención. Macri (un miserable) representa a la perfección ese panorama ideológico.


Cuando se profundiza en la acción de Tener, se olvida de ser uno y no se deja ser a los demás. Let it be, Let it be. Estas nociones, escritas en cualquier libro berreta de autoayuda, sin embargo son imprescindibles para "salir de la melancolía" y atravesar con serenidad nuestro itinerario en el Planeta Tierra. En caso contrario, estamos condenados a la paranoia de que nos roben: la casa, el auto, la novia, el trabajo. Y el drama, en mayor o menor medida, nos toca a todos de cerca, no hace falta ser policía o un miembro del Pro. (Temo haber caído en una tautología). Conozco progresistas que en el plano del amor son los peores fascistas. Por eso el momento mágico de una pareja sucede en las primeras instancias, cuando, sin etiquetas, se proyecta en línea recta hacia la eternidad o la nada. Claro que es imposible mantener ese equilibrio. Tarde o temprano el ser primitivo que anida en los pasillos oscuros de la mente nos impulsa a marcar territorio meando simbólicamente alrededor del objeto de nuestro afecto. De este lado de la línea, vos, y del otro, el resto de los hombres/mujeres del mundo. Y extrapolemos que nadie nos mira. De este lado de la línea, los “argentinos de bien” y del otro, los bolivianos, los negros, los putos, los bárbaros, los que no son iguales a mí y me causan terror.


"¿200 años de qué sirvió?". Seguimos atrapados en la falsa disyuntiva sarmientina.

En fin, deberíamos recordar más a menudo que en el plano ontológico no somos de nadie y no tenemos nada. Independientemente de las pulgadas del televisor y los ambientes de nuestro depto, estamos todos solos, frente a un espejo, esperando que nos reconozcan y nos guiñen un ojo.






Dejar de matar, dejar de mentir- Ariel Minimal
No queda mucho que decir,
mas queda mucho por hacer,
en esta casa nuestra.
Primero dejar de matar,
segundo dejar de mentir
y por algo se empieza.
Y el viento del Sur,
nos hará temblar.
Y las ventanas del frente se abrirán
y la ciudad será un poco nuestra.
El cielo nos verá baldear
el patio y las plantas reinar
en esta casa nuestra.
No olvidar dejar de matar,
no olvidar dejar de mentir,
te lo digo de vuelta.
Y el viento
del Sur,
al atardecer,
nos hará viejos y quizás nos haga más,
esto recién empieza.

miércoles, 8 de diciembre de 2010

Here Today

"El legado de John". El relato mediático idealiza a Lennon como un Mesías de la paz. Ese paradigma es tranquilizador, pero termina por anquilosar su compleja esencia, ajena a los reduccionismos que propone la caja boba. Por otro lado, como lo demuestra la carrera de Ignacio Copani, bregar por las causas correctas, no es indicio de nada. No se trata del revisionismo histórico que busca la mosca en la sopa de la historia y profundiza en datos intrascendentes para espantar al burgués, sino de evitar pasteurizar un personaje inquietante para transformarlo en una especie de Flanders apto para todo público. Si seguimos con la metáfora cinematográfica, podemos calificar a Lennon como un tipo apto para mayores de 18 años. Y como sucede con las cosas prohibidas, es indispensable conocerlo antes de cumplir la mayoría de edad. Torturado, visceral, lapidario, resentido, cruel. Eso es evidente para cualquiera que haya escuchado mínimamente sus canciones y sepa algo sobre su biografía. ¡Las personas no se dividen entre buenas y malas, sólo hay aburridos y encantadores! En todo caso somos todo a la vez y decirlo justamente de Lennon no lo rebaja en absoluto, porque él mismo fue quien, explícitamente y a través de la música, se encargó de convertir los traumas y las miserias de su vida en una de las más extraordinarias fuentes de expresión humana del siglo XX.

And I lost someone who's near to me. Lennon es el propagador emblemático de una nueva sensibilidad. El concepto de descerrajarse la voz gritando las alegrías y tristezas de la vida adolescente no era moneda corriente a principios de los 60'. Lennon fue el perdedor mucho antes que Beck y un cantante de rock and roll sublime. A partir de Help (1965) comienza una etapa de evolución artística individual que llegaría a la cima en Plastic Ono Band (1970), su primer disco solista, que versa sobre los grandes temas universales (el amor, la religión, la muerte, los vínculos). Por otro lado, para quienes recortan sólo al activista político, hay que recordar que Lennon también fue una estrella del show business, atrapado en la disyuntiva posmoderna, como cualquiera que se opone al sistema y es parte fundamental del mismo. En fin, hay un Lennon para cada gusto. El mejor, sin dudas, es el que hace música.

Lennon suelto, McCartney atado. Una viñeta de Alberto Montt muestra a un tipo a punto de realizar una llamada telefónica. Al costado, sobre una mesa, hay un cerebro magullado y un corazón con un bate de béisbol que dice: "Listo, llamala". Por supuesto, no hay vencedores ni vencidos, pero creo que la causa por la cual Paul McCartney perdió el combate implícito con Lennon reside en que en el superclásico entre la racionalidad y el sentimiento siempre gana el segundo. Es claro que se trata de dos genios, pero en el imaginario social (puede fallar), uno aparece subordinado al intelecto y otro a la intuición. Como Cristina con Evita, nos identificamos con el Lennon del puño crispado. Incluso sus discos solistas ganan muchísimo cuando se los escucha despojados de cualquier artificialidad en los imprescindibles audios del box set Anthology. La Popular corea el nombre de Dionisos, el tipo que juega con el corazón en la mano y se tira al piso cuando la pelota ya se fue por el banderín del corner. Apolo es pecho frío. Los espectadores de Lost, por ejemplo, solían elegir a Locke antes que a Jack. Muchos creen que Arlt es mejor que Borges porque escribía mal, porque a pesar de todos sus defectos construyó un estilo y fue crack.

¿Adónde van los ex Beatles cuándo llega el invierno? Mark Chapman estaba obsesionado con El guardián entre el centeno, la novela de iniciación adolescente de la literatura norteamericana contemporánea. Como seguidor de Salinger (interesado y difusor a través de sus libros del budismo zen), tal vez haya considerado a Lennon su Buda. Y al cruzarlo en el camino, obnubilado, sin precauciones simbólicas, no le quedó otra opción que matarlo. Ustedes conocen el koan: "Si te cruzás a Buda en el camino, matalo". Igual decisión toman los seguidores de Glenda Garson en el cuento de Cortázar. No le permiten filmar películas malas. Un razonamiento similar tiene Holden Caulfield, ese Huckleberry existencialista: desea ser el cazador oculto que salva a los niños cuando están a punto de caer del precipicio. Es decir, cuando ingresan en la ruta de la madurez y las responsabilidades civiles, esa que transitaba Lennon en New York convertido en un "león herbívoro", cuando el chiflado se le acercó y le pidió un autógrafo: "¡Mr. Lennon!". Desde entonces la vida es eso que pasa mientras estamos preocupados en otro plan: preguntarnos qué haría Lennon si estuviese vivo.

Yo ya soy parte del Mar. La música de Lennon está siempre allí, como el inevitable soundtrack de nuestro papel en el teatro de La Comedia Humana. Y de tan omnipresente, a veces nos olvidamos que el mejor antídoto frente a ciertos dramas que acosan a la conciencia son sus canciones. Lo mismo sucede con el Mar. Uno se acuerda que existe en Mar del Plata recién cuando camina por Buenos Aires y no aparece nunca en el horizonte. Y cuando volvés a la ciudad lo primero que hacés es contemplarlo y advertir que sin esa escenografía de fondo, tu vida sería completamente distinta.


domingo, 5 de diciembre de 2010

Dejemos hablar al viento


En la última semana leí un libro que me dejó el cerebro frito, en total consternación. Como tenía que escribir un parcial y estaba apurado por terminarlo, una noche preparé un cóctel mortal de Café, Coca Cola y Cafiaspirinas y quedé despierto “más allá del principio del placer”. Se trata de El porvenir es largo, la autobiografía de Louis Althusser, un teórico francés súper inteligente que vivió en el mismo barrio que Derrida, Lacan y Foucault. Althusser elaboró una mirada estructuralista del marxismo y su gran éxito fueron los Aparatos Ideológicos del Estado. Pero para los grandes medios saltó al estrellato por asesinar a su mujer en un rapto de locura. Su autobiografía es póstuma y, de alguna manera, es el testimonio que los Tribunales no le permitieron expresar por considerarlo insano.

El efecto de lectura que produce El porvenir es largo equivale, como dice Levrero en La novela luminosa sobre otro libro, a meter la cabeza en un balde de mierda. 400 páginas de pálidas. Dilemas incestuosos con la madre. Padre ausente y bestial. Problemas sexuales. Se le suicidan todos. No tiene amigos. Lo crucifican desde su nacimiento poniéndole el nombre de un tío muerto. Hasta en algún momento, un servidor, depresivo crónico, se sintió realmente afortunado. Uno no ve la hora de que Louis se muera y deje de sufrir, pero, como si fuera poco, el desgraciado va y ¡estrangula a la mujer! En un apartado, refiriéndose a su tormentosa relación con ella, escribe:

"Ningún ser en el mundo puede responder al requerimiento angustioso de "¡dime algo!" cuando esas palabras quieren decir simplemente dámelo todo, ¡concédeme existir al fin!, ¡dame con qué colmar esta angustia de no existir verdaderamente respecto a ti ni en tu vida, de no ser más que una simple ocasión de paso, de no ser suficiente para reconstruir tu integridad mermada en el amor para siempre!".

Camuflado, éste es uno de los más terribles hits del amor. Cuando él/ella entrecierra los ojos en señal de preocupación o curiosidad o vaya a saber qué y pregunta: "¿En qué estás pensando?". Es evidente que si uno responde a esa pregunta se acabó lo que se daba. Que lo diga Althusser:

-¿Querés saber lo que estoy pensando?: ¡de acá!

Y la estranguló.

Hay una comedia (de esas que pasan en los micros de larga distancia para que te duermas con más ganas) en la que Mel Gibson se electrocuta vestido de mujer y puede percibir todo lo que piensan las mujeres. Se vuelve loco. “Lo que ellas quieren”. La mejor opción para los dos amantes (el que cuestiona y la víctima) es el silencio, pero tenemos un problema: cuesta muchísimo quedarse callado.

El silencio suele estar sobrevalorado por cierto imaginario poético berreta ("me gusta cuando callas porque estás como ausente"). O asociado a la censura ("el silencio es salud"). O a farsas geniales de la contemporaneidad (los "4,33" de John Cage). O a anacronismos coloniales (“¿Por qué no te callas?”). Pero a veces hace falta cerrar la boca. Intuyo que gran parte de los conflictos humanos se deben al hecho de no verbalizar los deseos en voz alta por temor a la reacción del Otro, pero también a la costumbre de hablar de más y llenar el espacio auditivo con basura. Esas conversaciones tan tristes en las que sólo se desea mantener abierto el canal de comunicación y terminan en una tragedia personal, porque se refleja penosamente la distancia cosmológica entre los dos interlocutores. La misma que hay, si hilamos fino, entre todos los terrícolas. Frase atribuida a un espectador de Beto Casella: "Uno emite cheques con la boca que el culo no puede pagar". ¿Quién no se encontró diciendo algo que no pensaba, prometiendo cosas imposibles y proyectando porvenires porque no soportó la ausencia de sonido?

Aunque el tema es ancestral, probablemente el exceso de información, por un lado, y el auge individualista, por otro, acentúen la tendencia de decir pelotudeces. Nadie acepta ser el actor de reparto, queremos ser los protagonistas de todas las películas, incluso de las que no nos cuentan entre el elenco. Las mesas están repletas de Mirtha’s Legrand’s, personas que convierten nimiedades absolutas en tragedias de vida o muerte: “¿Qué cosa hoy no da lugar a dramatizaciones y stress?”, se preguntaba Lipovetsky, “envejecer, engordar, afearse, dormir, educar a los niños, irse de vacaciones, todo es un problema, las actividades elementales se han vuelto imposibles”. Recordé esta reflexión mientras leía Milagros de vida, otra autobiografía, esta vez de James G. Ballard. El autor inglés se permite comparar el campo de concentración japonés en el que pasó su infancia con la escuela (Leys School) en la que estudió al llegar a Inglaterra. Afirma que la única diferencia entre los dos es que la comida de Leys era peor… ¿Cómo pasamos de eso a no soportar que alguien no nos conteste un mensaje de texto? Que nadie tenga dudas: los celulares no sirven para comunicarse, sino para hacer ruido cuando hace falta silencio. Hay gente que le pone volumen hasta a las teclas.

La charla vira a monólogo y a veces a soliloquio. Pero en frente del espejo todos somos James Bond. En otro orden de cosas: ¿Vieron esas personas que estiran el cuello como Plastic Man para salir en todas las fotografías, que son amigos de todo el mundo? Después preguntás "¿Qué tal es X?" y nadie sabe su nombre. ¡X trabaja de eso, de ser conocido! Gilles se equivocó, no era Narciso el personaje característico de la era del vacío, sino Droopy. Estar en todos los lugares, no dejar hablar al viento. Dos caras de la misma moneda.

Cuánta razón tenía Charly García en la segunda mitad de los 90'. Hasta qué punto es necesario saber decir(se) a tiempo las palabras mágicas: "Say No More". Para bajar la persiana. O colgar los botines. O hacer borrón y cuenta nueva. En la carta a su hermano Buddy, Seymour Glass, el personaje y alter ego de Salinger, dice: "La voz humana hace lo que puede por profanarlo todo en la Tierra". Sépanlo. Sayonara.