martes, 8 de febrero de 2011

Tomorrow never knows

1. El tiempo no existe, pero hace cosas extraordinarias. Un libro que juntaba polvo en la biblioteca pasa a ser, de buenas a primeras, tu nueva Biblia. Un grupo de música que siempre despreciaste se transforma en la banda de sonido de la semana. Una chica que dejaste ir sin mucho “espamento” era el amor de tu vida. Un tipo se despierta y es una cucaracha. Algunos apelarán que estos hechos son producto de los juegos de la mente, el alcohol y la literatura. Sin embargo, lo que los une inexorablemente es que en el transcurso de la metamorfosis (psicológica, estética, amorosa) pasaron horas, días o años. Por otro lado, es muy probable que el tiempo sea la suma de los juegos de la mente, el alcohol y la literatura.

2. Alguien que sabe muy bien qué es el tiempo es Bill Murray. Incluso hay quienes dicen que él es quién inventó el concepto, puesto que es Dios. De ser un actor popular de comedias algo berretas a la quinta esencia del Ser Humano. Porque eso significa Bill para quienes lo amamos de verdad. Algunos pensarán que somos algo esnobs y nos dejamos llevar por las directivas del universo hipster sobre lo que es cool y lo que no. Se equivocan. No tenemos el póster de Bill en la pared de nuestro cuarto por Rushmore, Broken Flowers y Lost in Translation, sino por otra película, una que quizá no tenga (como los trabajos de Wes Anderson, Jim Jarmush y Sofía Coppola) el prestigio del tedio, pero que es la más sublime que se haya filmado en la historia. Groundhog Day. Más conocida en el mundo hispano parlante como El día de la marmota. Amén.

3. Más allá de las 163.253 personas a las que les gusta en Facebook (invento que a esta altura ya ha terminado con todo lo bueno de la vida: los gustos excéntricos, el amor, la sorpresa, la amistad) existe una cofradía secreta de la que formamos parte los que reverenciamos El día de la marmota. Simplemente nos sentimos hermanados, simplemente quienes vieron en esa cinta de 1993 la inminencia de la revelación total de nuestros días son de los nuestros. Pueden entrar sin cortar boleto que serán tratados bien.

4. Harold Ramis. Tal vez ese nombre no nos diga nada. Inclusive sólo a 2697 personas les gusta eso. Se trata, nada más y nada menos, del director de Groundhog Day. Danny Rubin. Tal vez ese nombre nos diga menos. Se trata del guionista de Groundhog Day.

¡A 7 personas les gusta eso! Ahora somos 8.

5. Corolario: hay personas que ni siquiera sabemos quiénes son, pero nos beneficiaron más que familiares cercanos, amigos y ex parejas.

6. Ocho personas. Qué injusta es la vida.

7. Dice Borges en uno de sus prólogos al Martín Fierro que una de las condiciones indispensables para realizar un clásico es no proponérselo ya que "el sentimiento de responsabilidad puede trabar o detener las operaciones estéticas". Los tipos que hacen grandes cosas casi nunca avisan. Las hacen. No mandan invitaciones por Facebook: "Vengan, voy a hacer la Gran Cosa". Ése es el caso de nuestros queridos amigos, Harold Ramis y Danny Rubin (quien sólo gusta, repito, a 8 personas en el mundo, entre las que me incluyo). Es 1993. Descorazonados productores de Hollywood, ¿qué digo descorazonados?, siniestros, perversos productores de Hollywood les encomiendan un éxito de taquilla, una comedia divertida apta para todo público. Les sale un film con resonancias metafísicas, repleto de escenas memorables, atestado de significaciones existenciales. Siglos de filosofía caben en Groundhog Day, película que, sin dudas, hubiese fascinado al viejo ciego.

8. Es más: parece un cuento de Bioy Casares. Pero al contrario de lo que sucede en varias de las obras del simpático oligarca (Dormir al sol, La invención de Morel), hacia al final no se introduce forzadamente una pesada explicación que acaba dando a entender que todo sucede por obra y gracia de un científico loco. Aquí Phil Connors (Murray), periodista especializado en meteorología, cubre un evento tradicional en la ciudad de Punxsutawney. El mismo se celebra todos los 2 de febrero y consiste en sacar de una jaula a una marmota para que ésta determine cuánto falta para el inicio de la primavera. Lo acompaña Rita (la injustamente olvidada Andie MacDowell: su grupo de mayor cantidad de adeptos en la red diabólica cuenta con 221 miembros), una productora novata, y Larry (el recordado Chris Elliott, innumerables 1482 personas gustan de él), el camarógrafo paparulo. Luego de la celebración quedan atrapados en la ciudad por una tormenta de nieve. Acto seguido, Phil se despierta otra vez el mismo día de la marmota. Una. Dos. Tres. Cientos de veces. No hay mañana. El valor de una idea es incalculable. Con este accidente temporal, Ramis y Rubin tienen vía libre, entonces, para jugar con el personaje y hacerlo transitar por todo los estados que un ser humano puede llegar a afrontar en una situación semejante. De esa forma, Groundhog Day muta, sin escalas, de comedia a viaje iniciático.

8. Lo maravilloso de Groundhog Day es que puntea todos los grandes temas al pasar, como se suele hacer en la vida cotidiana. Los diálogos poseen una dinámica cómica y a la vez reflexiva propia de la mejor literatura. La narración es un mecanismo de relojería perfecto. Por ejemplo, en una de las tantas noches que Phil tiene que agonizar en esa ciudad que odia, entra a un bar y empieza a tomar con un par de borrachos. Les cuenta su situación y les pregunta qué harían en el lugar de él, es decir, si estuviesen atrapados en una ciudad en la que cada día fuera exactamente igual y sin posibilidad alguna de escapar, a lo que uno de ellos responde: "Ése es el resumen de mi vida".

9. La línea anterior justifica Groundhog Day, pero hay más. Phil es un tipo arrogante, de vuelta (no se sabe muy bien de dónde), algo amoral, insensible. Luego de la estupefacción que le causa su problema, comienza a aprovecharse de los demás. Se aprende de memoria cada minuto del día y roba un camión de caudales. Pregunta algunos aspectos de su vida personal a una mina y se la levanta fingiendo ser un viejo compañero de secundaria. Se cree Dios. Todo lo que un tipo más o menos normal anhela: levantarse minas, tener guita, ser inmortal. Cuando se da cuenta de que eso no sirve de nada, sobreviene la depresión. Desorientado y sin saber qué trole hay que tomar, intenta las mil formas del suicidio. Y como no puede, comienza, finalmente, a interesarse por el otro. No le queda otra. Para hacerlo, primero, se mejora a sí mismo (aprende a tocar el piano, lee literatura francesa, se destaca en diferentes actividades humanitarias) hasta convertirse en una especie de superhéroe que salva a un chico de caer de un árbol, a un hombre de atragantarse con la comida, etc. Pero uno de los momentos más fuertes es cuando intenta salvar de la muerte al mendigo que le pide guita en la esquina. Lo abriga, le da de comer, lo cuida, pero el anciano se sigue muriendo. Cuando Phil le pregunta a la enfermera por qué se murió el mendigo, ésta le contesta que ya era su momento, que a veces la gente se muere.

10. Por último, Groundhog Day esconde una tesis sobre el amor. Prometo no volver a hablar del amor hasta después de mitad de año. Soy el tipo que más en vano habló sobre el amor en las últimas dos semanas, estoy al tope del ranking mundial. Decía que Groundhog Day esconde una tesis sobre el amor. Una verdad de perogrullo. Cuando Phil se enamora de Rita se da cuenta de algo muy básico que a veces nos olvidamos: el amor es dar sin esperar nada a cambio. Eso le permite despertarse al otro día, el 3 de febrero, en una de las escenas más conmovedoras del cine. Ante esta cursilería muchos fruncirán la boca (o el orto), pero estoy seguro de que es así: complejizamos la cuestión porque prácticamente nadie es capaz de dar nada sin esperar una recompensa. Reprochamos todo, desde que no nos contesten un mensaje de texto hasta que no nos salven la vida. Creemos que sólo de sucedernos un acontecimiento sobrenatural como el de Groundhog Day podríamos llegar a ese nivel de gratitud, sin embargo los días no suelen ser muy diferentes entre sí. Nos levantamos, trabajamos, estudiamos, comemos, nos vemos casi siempre con las mismas personas, tomamos cerveza, vemos televisión, nos dedicamos a realizar algunas actividades específicas. Es prácticamente el mismo día con distinta temperatura (y a veces ni siquiera). Tal vez sea utópico, pero ¿quién sabe?, con unos cuantos años de práctica, hacemos la Gran Phil y despertamos de una vez por todas en serio. Tomorrow never knows.

11. Eso era lo que quería decirte: el tiempo no existe, pero hace cosas extraordinarias.


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