viernes, 16 de febrero de 2007

AL FLACO...DALE GRACIAS: DESCOMUNAL

Comencemos con una arbitraria aunque necesaria definición del término “descomunal”: en este singular caso algo que tiene tanta cantidad como calidad. Por ejemplo Los detectives salvajes, Final del juego, las Obras Completas de Borges y las novelas de James Ballard son descomunales. En la música la obra de Frank Zappa, los 5 discos del Salmón, los discos de Nebbia en los 70’, el album blanco de los Beatles y las 3 primeras bandas de Luis Alberto Spinetta son descomunales. Lo extraño es cuando un álbum tributo es descomunal y más en estos tiempos de homenajes hechos a las apuradas con el simple objetivo de engrosar un poco más las cuentas financieras de la compañía X que junta a diversos artistas Y para reversionar temas de H (reemplazar nombres donde corresponde). Al flaco…dale gracias es todo lo contrario al homenaje a los 40 años del rock nacional, al tributo a Calamaro y por supuesto a esa falta de respeto que se llamó Al maestro con cariño (tributo a Luis Alberto Spinetta), rejunte de versiones de temas de Spinetta con el simple ánimo de lucrar y enfurecer al homenajeado. La diferencia con la catarata de tributos del último año y medio (comenzando por Fabiana Cantilo y terminando con las versiones lounge (¡!) que salieron en estos días) es el aprovechamiento: aquellos aprovechan para ganar un poco más de guita ahora que la siempre anodina Mega demostró que el “rock nacional” vende: en cambio el disco tributo al Flaco, organizado por el marplatense Fabián Spampinato (de FM D-Rock) “aprovecha” la movida para realizar un objeto altamente artístico -como no recuerdo haber observado ni oído en los últimos 10 años- y de paso intenta “abrir el jaulón” (como diría el benemérito Flaco) haciendo que el disco no tenga valor monetario alguno sino que se pueda acceder al él (porque casi estamos hablando de una entidad humana) a través de un pack de alimentos, ropa y útiles para el comedor “Los fueguitos”. La alegría que un fan de Spinetta siente al obtener un disco triple y al mismo tiempo ayudar a los más necesitados (permítanme la frase hecha) es indescriptible: la sonrisa que tuve al cruzar Independencia y Avellaneda con mí Al flaco…dale gracias no me la quita nadie. Incluso fui a trabajar riéndome. Nadie entendía nada, como si yo fuera una letra de Spinetta.

Las tapas del disco tienen un acertado formato de librito de bolsillo quizás homenajeando la deformidad de aquella tapa de Artaud. Adentro hay unas 40 páginas que con una introducción para cada uno de los 3 discos contienen un repaso por las bandas que participan en el tributo, a que disco del Flaco pertenece cada tema y finalmente lo que hace a este disco una verdadera obra de arte –y no estoy exagerando-: para cada tema hay una mini copia de una pintura –sobre acrílico, digital, sobre papel, fotografías intervenidas, etc.- realizada especialmente para la ocasión. El disco entonces es un gusto para los oídos pero también para la vista. Se destacan –a mi pobre entender visual-: Cristian Dalgaard, Eduardo Riggio, Carlos Pagés, las dos intervenciones de Diego Pellegrini, el “Mundo disperso” a la Dalí de Alejandro Blasi, Diego Menéndez, el Collage de las distintas caras –siempre extrañas- que aparecen en las tapas de los discos del Flaco (El jardín de los presentes, Don Lucero, Almendra y Alma de diamante) de Joel Cedrón y Ramiro Galeliano cambiando la cara del emblemático payaso triste de Almendra por una payasa bella. Es innegable la pulsión erótica de la música del Flaco: 14 de las pinturas tienen cuerpos desnudos. Este dato también habla de la libertad que exhalan las composiciones de Luis Alberto.

Ahora el problema: ¡¿Cómo dar cuenta de la extensión del material?! Ni siquiera se trata de un complejo entramado –por utilizar una palabra fetiche, que a decir verdad ni sé bien que quiere decir- de canciones: también hay poesías inspiradas en Spinetta (“4 alrededor del Flaco” de Marcelo Morán), letras del Flaco recitadas, poesías del Flaco (del inconseguible “Guitarra Negra”), textos de Artaud y hasta la participación de un amigo de Spinetta: el genial Dr. Tangalanga que aparece –con sus clásicas puteadas, en este caso a la emisora de radio- en una ensoñada copulación entre “Panadero Ensoñado” y “Lulú toma el taxi”: “La panadera Lulú toma el taxi ensoñado”.

DISCO UNO (Con toda la luz de la manzana): Aquí sobresale Leo García con la recreación de “Por”, aquel tema de Artaud que unía distintas palabras sin conexión aparente. Hay que saber cantar eso de “Árbol, hoja, salto, luz, aproximación” hasta llegar a ese inexplicable climax que conforman la pronunciación del sexteto “Clavo, coito, dios, temor, mujer, por”. Y Leo lo hizo. Rodolfo García (ex compañero de Almendra y amigo del Flaco) toma “Mi sueño de hoy” elevando el tinte jazzero que ya tenía en su versión original con una toma en la que, no sé si será por sugestión, la batería suena como los dioses. Panza rescata un tema olvidadísimo de Tester de Violencia (1988): “La luz de la manzana”, una de esas letras inexplicables y adictivas que tiene el Flaco. El grupo Lacaja tiene el honor de hacer uno de los más geniales y frescos (¿?) temas de Spinetta: la inoxidable “Elementales leches”, simple de la época de Invisible. Lo hacen con estilo y pasión al igual que Valle de muñecas con uno de los primeros temas de Almendra “Hoy todo el hielo en la ciudad” con su perfecto estribillo beatle: “Voy a perforar el hielo, voy a remontarme al cielo para observar hoy todo el hielo en la ciudad”. Por tercera vez consecutiva Los Tipitos vuelven a salir bien parados con un cover, en este caso con el costado más pop del Flaco: la pegadiza “Una sola cosa” de Privé de 1986. Caballero Reynaldo de Españo convierte “Algo flota en la laguna” –aquel clásico de Pescado- en un potencial hit funk-disco del verano. El resultado es por demás simpático. Nene incorpora al surrealista “Jugo de lucuma” una sección de vientos que hacen pensar en una versión –por la instrumentación- cercana a la que habrían hecho los Cadillacs de La Marcha del golazo solitario. La deformación del tema por momentos crispará a los fans más conservadores pero se deja escuchar por lo temeraria (hay que meterse con un tema del Flaco). Me habían hablado de Nikita Nipone pero nunca los había escuchado: cuando estuve haciendo una columna de libros en la Rock and Pop el historietista Gustavo Sala me los recomendó y al preguntarle como sonaban me dijo que sonaban de esta forma: “Pum pam pata pata tum chan pa tan tan”. Y así estuvo unos 5 minutos. Me intereso. Tenía razón: su versión con un teclado símil flauta para “Las habladurías del mundo” es interesante. Tribemol (“La herida de París”) y Adrían Mastrángelo (con un tema inédito llamado “Tanino”) cumplen con su cometido: versionar sin desentonar y haciendo gala de un manejo instrumental notable. Xámpari quizás distorsiona demasiado las voces en “Fina ropa blanca”. No es el estilo de Cirse el que más disfrutó a la hora de escuchar música. De igual modo el comienzo de “Alma de diamante” no esta nada mal, el final a la Evanescence es lo que oscurece las cosas. La versión de “Dos murciélagos” (2003) a cargo de Jade (colombiano hombre orquesta) sirve para revalorizar las letras más recientes del Flaco y saber que sigue vigente. Como así también en las melodías: Subte con la versión distorsionada de “La flor de Santo Tomé” (2006) logra hacer notar esa capacidad algunas veces olvidada de Spinetta para producir melodías intrincadas y al mismo tiempo tan bellas: desde 1968 hasta 2006 –y esperemos muchos años más- produciendo riffs perfectos y esos típicos puentes entre estribillos y estrofas que se pegan a la memoria como chicles cósmicos que ululan en el tiempo. Creo que me fui por las ramas, pasemos al próximo disco.

DISCO 2 (Un guerrero jamás detiene su marcha/ Puedes hallar la jungla entre estos edificios): El segundo disco arranca con el último gran hit del Flaco: “Seguir viviendo sin tu amor” (1991) por Vetamadre en una versión quizás no tan feliz pero que tampoco daña los oídos. Palo Pandolfo aparece acompañado por la guitarra de Ariel Minimal en una buena recreación de “La búsqueda de la estrella” (ya aparecida en Antojo, el álbum de covers de Palo, en el 2004). El incansable propulsor cultural –periodista y poeta- Tom Lupo hace una gran intervención recitando “Dale Gracias” de Spinetta Jade para luego dar paso a una versión del mismo tema por La Rueda, una banda que recuerda a Pez, quizás los grandes ausentes del disco. Los Natas “diabolizan” “Ámame Peteribí”, aquel largo tema de Pescado 2 (ese otro disco con librito y de colección) olvidando parte de la letra. El español Fernando Guirao de Gregorio transforma “Durazno Sangrando” en un tema todavía más raro, acompasando su melodía y cantándolo con indiscutible gracia, como si fuera un cuento para niños. París 1980, la desaparecida banda del ahora solista Juan Ravioli, participa con su ya conocida versión de “200 años” explicitando el alto grado de inspiración que Invisible ejerció y ejerce sobre las bandas under de pop sensible. Javier Malosetti aporta su versión jazzera e instrumental de “Para ir”, aquel hermoso tema del segundo disco de Almendra, ese que empezaba diciendo “Sientate a ver el día” y rescataría Alejandro Agresti para una secuencia de su admirable película “Buenos Aires viceversa” (1996). “Ciénaga Dorada” (¡otro tema de Para los árboles!) por el chileno Javier Barria es más que interesante al igual que los spinetteanos Artattack que recrean “Toda la música tiene música hoy” perteneciente a A 18’ del sol, uno de los discos menos conocidos del Flaco que contiene uno de sus más bellos temas: “Canción para los días de la vida”. Hace un par de años Lisandro Aristimuño declaro que Charly García lo había influenciado a partir de Say No More, la versión que ejecuta de “No te busques ya en el umbral” lo demuestra: se trata de un (¿Qué palabra puedo poner?) entramado de efectos sonoros que también tiene fragmentos del tema cantado por Spinetta en Obras 2002. La consecuencia de este juego son las recurrentes ganas de escuchar la versión original antes que la nueva. Y bueno, che. Para ejemplificar lo descomunal del disco en cuanto a cantidad hay que decir que también se incluye “Children of the bells” compuesto por Spinetta y… ¡Vilas! en aquel fallido disco en inglés llamado Only love can sustain (Sólo el amor lo puede sostener, 1980). Por suerte ese mismo año el Flaco grabó Alma de diamante e hizo olvidar a todos su inexplicable traspié (¿Cómo? ¿Es humano?). Cabrera Mareco Navarro la tienen tan difícil como los que se ponen la 10 de la Selección: les toco “Cantata de puentes amarillos”. Echemos un manto de piedad. Tampoco están tan mal: es que es tan incomodo escuchar a alguien que no es Spinetta cantar eso de “Ya no poses nena, todo esto es vano como no dormir”. La uruguaya Samantha Navarro hace una versión trip-hop de “Cada luz” de Peluson of milk. El siguiente, por favor.

DISCO 3 (Las uvas viejas de un amor en el placard/ Son esas cosas las que te están amortajando): El principio del fin lo abren los spinetteanos marplatenses de Privé con una calida y power pop “Muchacha ojos de papel”. Las preferidas del Flaco No lo soporto realizan una de las mejores versiones del disco: “Ella también” de aquel disco acústico: Kamikaze (1982). Oportunamente los ACDC argentinos (¿?) de MAD le dan duro y parejo al rock cuadrado de “Me gusta ese tajo”. Lo más parecido a rock chabón que hizo el Flaco. No hace falta decir que lo hizo mejor. Bueno, aquí llegamos a un tema que espere con ansias: Francisco Bochatón haciendo una de las canciones más pop de Spinetta: “No te alejes tanto de mí”. Se trata de una versión acústica con el platense haciendo un esfuerzo por reproducir aquellos “Súper, Súper” spinetteanos. Se presume que el Señor Ritmo de la batería es el mismo Bochatón auto-parodiando su estilo al tocar. Hay que decir que el resultado es algo monótono pero como todo lo que hace el ex Peligrosos Gorriones tiene un algo que no sé sabe que es pero que termina gustando. Tal vez ese algo es lo que separe a los artistas de los demás seres humanos. Tomás Gubitsch, ex guitarrista de Invisible (es el pibe que aparece en la tapa de El jardín de los presentes) y Piazzolla, hoy talentoso instrumentista residente en Francia (su último disco se llama 5) da una muestra cabal de cómo se puede crear sobre algo ya creado. Es quizás esta versión instrumental de “A estos hombres tristes” el mejor ejemplo de todo el homenaje: no se trata sólo de enchufar la guitarra y aprenderse los acordes de un tema ya grabado sino de intentar erigir sobre las bases sin perder la esencia del original. En “El rebaño del pastor” Spinetta se preguntaba donde quedo eso de inventar. Si en algún lugar quedó este Al flaco…dale gracias es un buen ejemplo. Los uruguayos Juan el que canta quedan muy bien parados con “Parvas” (de Almendra II) a la que le quitan distorsionan a cambio de un excelente arreglo de voces, un piano y guitarras acústicas. Otro instrumental olvidado en el túnel spinetteano esta a cargo de Samalea junto a Ginkgobiloba (que también hacen una versión de “La sed verdadera”) con “Amenábar”. Ubika rescata un clásico de culto, “Credulidad”, en una versión lograda. Domínguez juega con “Camafeo” acentuando el carácter oscuro del tema a través de una instrumentación austera (guitarra, bajo y batería) y una voz afectada que para la ocasión es apropiada. La tenaz banda Blues Motel participa con “Todas las hojas son del viento”, ya aparecida en un disco del año 2002, Rescate Moebius. Placard (junto a algunos miembros de Nikita Nipone) realiza la violenta “Poscrucifixión” de Pescado Rabioso respetando la versión original. Creo la única manera de recrear un clásico de ese calibre. Miguel Hudeck incursiona con la optimista “Quedándote o yéndote” haciendo uso de guitarras, bajo y baterias.

¡Por una vez los marplatenses no nos sentimos envidiosos por algo que pasa en Capital!: ¡todo lo contrario! Ahora si: gracias al Flaco Spinetta por promover desde su arte proyectos tan nobles, a todas las bandas –las que comente y las que no-, a los artistas y especialmente a los organizadores por hacer este homenaje ayudando a un comedor y ofreciendo a cambio un material que dentro de un par de años será un objeto de culto. No sé si quedó claro que lo recomiendo abiertamente. De verdad, sayonara.
Dale gracias- Spinetta Jade: Abre tus viejas cosas/ junta tu maquillaje/ alguien se acerca/ cierra los ojos, sintate/ dale gracias por estar/dale gracias por estar cerca de ti/ sobre los viejos muebles/ prende otro cigarrillo/ esta poesía viene a buscarte y ademas/ dale gracias por estar/ dale gracias por estar cerca de ti/ este ensueño es un silbido más en el viento/ y un guerrero no detiene jamás su marcha/ puedes hallar la jungla/ entre estos edificios puedes rentarla o bien destruirla/ y además/ dale gracias por estar/ por crecer y engendrar/ cerca del bien que gozaste/ y además/ dale gracias al ángel/ por crecer y por luchar/ cerca del bien que gozaste/ y además/ dale gracias al ángel/ dale gracias por estar cerca de ti/ es inútil que pretendas brillar, con tu historia personal/ recuerda que, un guerrero no detiene jamás su marcha
La Radio es D-Rock 89.7 y queda en Avellaneda 3134, a media cuadra de Independencia.

viernes, 9 de febrero de 2007

SIGUIENDO LOS PASOS DEL MAESTRO: MARTROPÍA, CONVERSACIONES CON SPINETTA

El siguiente es el post número 200 de Ilcorvino:
Quizás Luis Alberto Spinetta sea la figura más emblemática del rock argentino. Es el artista más allá de las ventas: sus discos se venden indistintamente, no importa que sea 1981, 1996 o 2007, sus obras son objetos de culto y así es como hoy todavía nos podemos encontrar con un pibe de 18 años que va a comprar Durazno Sangrando. Sus letras se encuentran entre las más originales y sorprendentes del rock en castellano: y de la música en castellano, habría que agregar. Jugos de lúcuma, Sicocisnes, Moviolas. Frazadas de cactus sumados a una infinidad de palabras inventadas y frases inoxidables (“Aunque me fuercen yo nunca voy a decir que todo tiempo por pasado fue mejor/ Mañana es mejor” o “¿Dónde habrá una ciudad donde alguien silbe tango?/ ¿Dónde están, donde están los camiones de basura, mi vieja y el café?”). Con altibajos y frases quizás desmesuradas -que el mismo Flaco dice ya no saber porque las escribió- las letras de Spinetta configuran un paradigma difícil de explicar pero identificable: ¿Quién no escucho luego de que alguien diga una frase complicada, rebuscada o simplemente cercana a aquello que llamemos “poético” un “No te hagas el Spinetta”? Finalmente –y sólo por ponerle un fin a esta introducción- el Flaco es reconocido explícitamente por los músicos del rock argentino como el más cabal ejemplo de honestidad artística y propulsor inimitable de influencias musicales, líricas y profesionales. Sin embargo hay tres personajes que han sabido criticarlo sin prestar mucha atención al creciente respeto de sus colegas: Andrés Calamaro, celoso de la indiferencia del Flaco a su obra; Charly García, simplemente celoso y el Indio Solari, quien ha criticado las composiciones de Spinetta cuando a través de una entrevista se declaró alejado de esa poesía que habla de “Pies de Atril” (un tema de Peluson hoy Milk, disco de Spinetta del año 1991). Sin embargo los tres también han admirado insistentemente la obra del Flaco, siempre resaltando las tres primeras bandas de Spinetta (el trío invalorable que conforman Almendra, Pescado Rabioso e Invisible). Incluso Solari, reacio a valorar obras de lo que vulgarmente se llama “Rock nacional” ha reconocido el primer disco de Almendra como un “disco maravilloso”. No es de extrañar que los 3 “contrincantes” del Flaco quizás sean los 3 artistas que le pueden pelear el puesto de “Músico que más ha influenciado el movimiento de Rock argentino”.

Sumado a este entramado perfecto de grandes discos (Artaud, Pescado 2, Almendra, Invisible, Los niños que escriben en el cielo, etc. y etc.) el Flaco se ha convertido en un artista alejado de toda exposición mediática. Esta situación comienza plenamente a partir de los años 90’, cuando su material sonoro es desdeñado por varias compañías en tanto asciende en el panorama del rock argentino un paradigma que comparado al del Flaco es comprobablemente chabacano y “facilista”: el plagio a los Stones y los ritmos subtropicales serán moneda corriente desde los años menemistas hasta hoy mismo. En ese contexto es entendible que la música de Spinetta pierda relieve en el oyente medio, sin embargo a en 1997 Spinetta vuelve al ruedo con un disco doble y exitoso (Spinetta y los Socios del desierto) y un romance con una modelo top. La ruptura con su pareja y el creciente morbo del periodismo de espectáculos sobre el tema aleja a Spinetta definitivamente de todo lo que signifique Exposición mediática. Este recogimiento lo lleva a pelearse con todo periodista que le recuerde el nombre de su ex amada y aún hoy a tener actitudes que menoscaban el ejercicio periodístico (por ejemplo en el último recital que dio en Mar del Plata, prohibió la entrada de fotógrafos). Por esta inaccesibilidad al artista en cuestión es casi increíble lo que ha logrado Juan Carlos Diez en su libro de entrevistas “Martropía”: hablar con Spinetta durante 5 años sobre formas de componer, realidad mundial, cosmos, universo, temas y personajes míticos, etc. A esto se suman extensas respuestas del Flaco que no pueden admitir otro nombre que Spinetteano, por su inusitado registro poético, por su incuestionable “inentendimiento” para el ser humano medio.

Para decirlo como lo diría Spinetta hablando de sí mismo: “Es increíble como Luis Alberto se sienta a hablar y le abre el bocho a la gente con una data de energía lumínica y nutritiva”. Es que el Flaco tiene un registro, no sólo para escribir letras, sino para responder preguntas: allí se mezclan las miradas urbano-cósmicas de la realidad cotidiana (que juntan, como diría el Flaco, “Al sol con la afeitadora eléctrica”, es decir, dos ordenes de la realidad totalmente inconcebibles), la problemática frente al ejercicio de componer y un humor absurdo y surrealista que lo lleva a decir, hablando del Capitán Beto: “Si, ahí el tipo se dijo “yo me voy no solamente de la línea para la que trabajo, sino que ahora mi periplo va a estar más allá de los márgenes de las tierra”. Evidentemente invocó sus poderes. Se ve que manejaba alta magia. Beto tenía la posta para mandarse”.

El libro es imperdible para cualquier fan de Spinetta. En primer lugar viene a ser una especie de actualización del inhallable “Crónica e iluminaciones” (1988) de Eduardo Berti. En segundo lugar el Flaco reflexiona ya no sobre “Muchacha ojos de papel” sino sobre temas de sus últimos discos (especialmente Silver Sorgo) y perlas que han quedado en el camino de una carrera inabordable. Es divertido, entonces, encontrarse con un Spinetta que no entiende exactamente porque escribió “La herida de París” pero que sin embargo la sigue tocando por que evidentemente hay algo interesante allí; también aclara que ya no conoce los acordes de “Las golondrinas de Plaza de Mayo” (“Aunque no entienda bien qué quise decir, ahí están esas cosas, no las puedo evitar y no suenan nada mal”). Personalmente me sorprendió el hecho de que el Flaco reconozca que el “molinete” de “Niño condenado” se refiere simplemente a “¿viste cuando (los perros) se hacen como un molinete al acostarse?”. Algunas respuestas son geniales, acerca de Naufrago, la película de Zemeckis, protagonizada por Tom Hanks dice: “En un momento dado él dibuja un rostro sobre una pelota. En realidad eran tres manchas pero representaban el ser (…) Podríamos verlo como notas que aparecen trascendentalmente una tras otra. Esto tendría que ver con un movimiento del alma. La cara en la pelota serían las notas” (¡!).

El fan cholulo –todo fan es cholulo- se enterará de disputas en el seno de la familia Spinetta como cuando su hijo Valentino le recrimina duramente creer que todo lo inventaron los Beatles. Jorge Cosco, un personaje que aparece en el libro como un habitué de las fraternidad del Flaco –amigos, músicos, hijos, etc.- se observa como un alter ego delirante –más delirante aún que el propio Flaco-, aunque sea su humor lo asemeja a ese absurdo-surrealista que Spinetta maneja en los shows: “En definitiva, lo que el Flaco quiere decir cuando te dice “luz” es que se traga una linterna encendida, ¿entede’? Una de esas chiquitas, de kiosco”. Imperdibles son sus recuerdos de una extraña y desconocida entrevista con Borges: el Flaco estaba tan nervioso que llegó tarde. La entrevista se suspendió pero el Flaco llegó al encuentro con el Ciego totalmente aterrado por su presencia: le pregunto por Artaud y Borges dijo desconocerlo. Según el Flaco “Me petrificó”. Finalmente el desenlace: “Yo le dije que era músico, que tenía dos hijos, y que no sabia demasiado bien por qué estaba con él, pero que para mí representaba una gran satisfacción porque lo admiraba mucho. Me despidió diciéndome “Permiso, me tengo que ir” (…) A veces pienso que fue un encuentro con Homero. Pero era Borges”. Sus recuerdos de los comienzos del rock argentino –enalteciendo las figuras de Javier Martínez, Litto Nebbia y Tanguito principalmente- son imprescindibles para reconfigurar la historia del género en Argentina. Lleno de falsa modestia pero con una admiración voraz, al referirse a las letras de Manal dice que las que él mismo hacía con Almendra por esa época, en comparación, pertenecen a un “imberbe” (¡!). No nos hagas reír Flaco. Sayonara.
Sexo- Spinetta Jade: Sexo, amo tu sexo mujer no creo en nada si no hacemos el amor/ Sexo, como el de un niño al nacer/ te veo toda a través de las caricias/ Nada hara mi mundo cambiar mientras tu piel este rondndome/ Sexo, amo tu sexo mujer te veo toda a través del sol./ Sexo como poder abordar eso que a veces es amor?/ Sexo tu paso es confundir los besos con el dolor y es por eso... Sexo, amo tu sexo mujer ya no me importa si no hacemos el amor/ Nexo, entre tu piel y mi piel te veo toda a la luz del sol/ Sexo como poder ocultar eso que es tu canción?/ Sexo tu paso es confundir los besos con el dolor y es por eso.