lunes, 31 de mayo de 2010

Apología de Julieta Venegas

Hasta el reconocimiento masivo de Julieta Venegas (en 2003), el panorama del pop femenino inteligente de habla hispana estaba completamente vacío. Con la excepción de Andrea Echeverri, pululaban inventos centroamericanos de nombres sin apellido (menciono al azar las primeras que se me vienen a la mente: Soraya, Noelia, Shakira, Thalia), que transitaban sin pena ni gloria la balada romántica o un pop pasatista mil veces escuchado. Julieta Venegas rompe toda una tradición de misoginia en la música latinoamericana pop. Su éxito no obedece a un rostro “bonito” (en el sentido usual del término; no dudo de que Julieta es hermosísima) o el tamaño de sus pechos o al movimiento de su culo combinado con unas rimas aptas para infradotados, sino al innegable talento de sus composiciones. Porque, a no dudarlo, Julieta (permítanme decirle por su nombre) es, junto a Bunbury, junto a Café Tacuba, junto a Andrés Calamaro, la autora de algunos de los mejores temas pop de la última década. Si no existiera, habría que inventarla: su música no se parece a nada que uno haya escuchado anteriormente. La apariencia inexpresiva de su fabulosa voz y la utilización de un inédito acordeón que matiza sus melodías imbatibles son dos de los factores que le otorgan muchísima identidad a cada cosa que hace a punto tal que es capaz de reversionar clásicos populares (“Sin documentos”, “Corre dijo la tortuga”) hasta volverlos totalmente propios y, aunque no lo crean, superar las versiones originales. Nuevo y Raro, un disco que recopila distintas colaboraciones con otros artistas, es elocuente en este sentido (la mexicana hasta es capaz de hacer que Miranda o Bajofondo hagan temazos). A esta altura del texto uno podría pensar que estoy un poco enamorado de Julieta, pero ¿quién no? ¿Cómo no rendirse ante el encanto escandaloso de esa chaparrita (?) de cejas grandes que baila en forma preciosa al final del video clip de “Eres para mí”? Hay que estar muy desorientado en la vida para no captar en Julieta la belleza intrínseca e inexplicable que sólo algunas pocas mujeres poseen. (Esto último lo entenderá cualquier hombre con una sensibilidad que vaya más allá del límite de Luciana Salazar). Como si esto fuera poco, intuyo que Venegas es una artista que gusta a casi todas: las modernas, las intelectuales, las hipponas, las que están leyendo esto ahora mismo y no se reconocen en ninguna tribu estereotipada (sin saber que son justamente las de la tribu que no se reconoce en ninguna tribu estereotipada). Y sin distinción de procedencia: una cumbiera, una stone, una rockera, una indie guarda en su corazón algún tema o disco de Julieta Venegas que le recuerda algún momento de su vida sentimental. ¿Y por qué sucede esto? Porque las letras de Julieta (al igual que las de Calamaro o Páez o Charly para el público masculino), repletas de inseguridades, de dudas, de enamoramientos fugaces y sensaciones repentinas, expresan el sentir de las chicas verdaderas, las que uno se cruza por la calle o conoce y son nuestras amigas o hermanas o novias o compañeras de trabajo o de facultad. No sé si todo lo que estoy diciendo tendrá algo que ver con la realidad, pero suena bien. El mercado anglosajón está abarrotado de este tipo de mujeres talentosas y confesionales: Regina Spektor, Fionna Apple, Aimee Mann. Los brasileños tienen a Marisa Mone, Adriana Calcanhoto, María Rita. América Latina tiene a Julieta y el espacio que viene a ocupar es el de la encargada de reflejar la psiquis amorosa femenina alejada de los clisés y el lugar común de otrora. El primer tema de Limón y sal (2006) es una reflexión meta-cancionística (al estilo “Mi rock perdido”) y se llama, valga la redundancia, “Canciones de amor”:

Estoy tan cansada de las canciones de amor,
siempre hablan de un final feliz.
bien sabemos que la vida nunca funciona así.

En muchos temas de Venegas es la mujer la que abandona (“Me voy”), le teme al compromiso (“Algo está cambiando”, “Bien o mal”) o directamente toma la iniciativa (“Andar conmigo”). Estas eran actitudes o conductas que generalmente estaban asociadas al varón. Julieta no será Violencia Rivas, pero en sus canciones hay un grado de desencanto bastante inusual y digno de aplaudir. “Tengo que confesarte ahora/ nunca creí en la felicidad/ a veces algo se le parece/ pero es pura casualidad”. Es casi un milagro que esas palabras hayan sido repetidas hasta el cansancio por FM’s que habitualmente pasan a Paulina Rubio o Lady Gaga. Su último disco, Otra Cosa (2010), es un compendio de doce piezas de pop bailable, que a veces roza la electrónica y en otras la canción acústica de vieja escuela. No es muy diferente a nada de lo que haya hecho antes, pero funciona a muchos niveles, como ACDC. “Si tú no estás” anticipa desde su título un bolero, una canción de amor sufrida, pero el estribillo resignifica el preconcepto: “Si tú no estás/ Las plantas crecerán/ Y sí tú estás en otro lado/ El tiempo no se detendrá”. Eso y mandar a la mierda a alguien es casi lo mismo, ¿no? “Amores platónicos”, con ese pianito que marca la melodía, recuerda a “Fidelity”, el viejo hit de Regina Spektor. “Despedida” y “Ya conocerán” vuelven sobre la frustración. Así debe dar gusto ser una chica complicada. Tres “vivas” por Julieta: ¡Viva, Viva, Viva!

Oleada- Julieta Venegas

No quisiera detener
esta oleada que me lleva
a dónde, a dónde no lo sé,
sólo me muevo con ella.

Y nadie ahí me conocerá,
y a nadie ahí reconoceré
pero no tengo miedo.

No quisiera detener
esta oleada que me lleva

Y todo lo que ya viví,
lo sigo cargando
Lo llevo muy dentro de mí
nunca lo he olvidado,
lo siento tan cerca de aquí,
lo llevo muy dentro de mí.

Voy en busca de un lugar,
en este mundo abierto
donde me pueda yo quedar,
para empezar de nuevo.

Y nadie ahí me conocerá,
y a nadie ahí reconoceré
pero no tengo miedo.

Y todo lo que ya viví,
lo sigo cargando
Lo llevo muy dentro de mí
nunca lo he olvidado,
lo siento tan cerca de aquí,
lo llevo muy dentro de mí.

domingo, 30 de mayo de 2010

Apuntes tardíos sobre el Bicentenario

-Se percibe una suerte de triunfalismo desde los sectores cercanos al gobierno. Como diría de la oposición el casi siempre genial Jorge Asís (en horrible metáfora alimenticia): se están pasando el escarbadientes antes de probar el asado. De repente, los analistas (bondi multisectorial en el que se agrupan bloggers, periodistas y políticos) hablan, por poco, de un cambio en el esquema mental de los argentinos: “Millones de personas desafiaron a los pronosticadores del caos con un mensaje histórico: el nuevo país se construye con memoria, esfuerzo conjunto y respeto a la diversidad”, declama a los gritos la portada de la revista Veintitrés, expresando el sentir nac and pop. ¿Cómo puede ser? ¿En un fin de semana largo pasamos del mito al logos? Mientras Juanse se trepa por las torres y cantamos “A rodar mi vida”, ¿el gran satori, 200 años después? En realidad buena parte del sector variopinto que asistió a los festejos del Bicentenario está conformado por quienes hace un año votaron a De Narváez, en 2008 apoyaron la reacción agropecuaria junto a De Ángeli y en las últimas elecciones presidenciales eligieron a Cristina. Antes pelearon por el precio del tomate y rindieron pleitesía a Blumberg. Greatest hits de la clase media acomodaticia a la que ahora se enaltece, con esa facilidad enternecedora que tiene el kirchnerismo para amar a cualquiera que diga que Clarín miente, ya sea Florencia Peña, Marcos Di Palma o Carlos Escudé: “Jack, el Destripador, resucitó y dijo que no le cree a Van der Kooy”. Sólo eso basta para que Sandra Russo ponga su mejor cara de circunstancia y afirme: “Las declaraciones de Jack forman parte de un fenómeno social: la aparición de nuevas voces, voces por fuera del Monopolio que obturan el establishment mediático”.

-Quizás el kirchnerismo es un espacio político que genera debates ideológicos de tal magnitud que obliga, para estar a la altura, a analizar la actualidad en forma muy veloz y con títulos rimbombante. De esa forma no se presta atención a que los paradigmas de una comunidad mutan, sí, pero no de una semana a otra. Ni siquiera en una década (el 25 de mayo, según comentan, viene a cerrar un ciclo de desencanto político iniciado en el 2001). Cuando pase el tiempo, el festejo histórico del Bicentenario será vinculado a otros sucesos de júbilo y alegría de la democracia contemporánea (no sólo pertenecientes a la etapa iniciada en 2003) y recién ahí se accederá a un panorama del que se podrán sacar conclusiones.

-Por lo pronto nos convencimos de algo que sabíamos desde hace mucho: Pepe Eliaschev nunca tiene razón. Y escribe muy mal. En “Patriotismo” (documento en el que se anticipaba el acabose de la Patria en manos de la barbarie mutante y peronista) se pudo leer: “Si me despojo, por un breve instante, de los efectos anestesiantes del brebaje patriotero, percibo de modo rotundo, las imágenes de una puesta en escena indecorosa, como si una gruesa capa de maquillaje intentara tenazmente vestir de tersura y belleza un rostro descompuesto y surcado de arrugas” (las cursivas son mías). Este es un párrafo que explicita dos cosas: por un lado, un desprecio de clase elocuente (parodia involuntaria de “La fiesta del monstruo”, de Bustos Domecq); por otro, un modo de escritura basado en una estrategia discursiva utilizada asiduamente por los estudiantes vagos de las secundarias argentinas: sustituir los argumentos por los adjetivos. Porque si hay algo que no se soporta más del los anti K no es su posición política, sino lo mal que escriben. Hombres grandes, presuntos autores de primer nivel, compiten en una carrera alocada por la Copa Carlos Argentino Daneri:

¿Quién inventará más neologismos ridículos?

¿Quién utilizará la retórica más engolada y anacrónica?

¿Quién, finalmente, logrará asesinar a la sintaxis castellana?

En el día de ayer, también en Perfil, Abel Posse firmó una columna de opinión titulada (si son impresionables no sigan leyendo): “Nuestra fijación culpabilista”. En el transcurso del texto, haciendo gala de un extraño idioma, el ex Ministro de Educación macrista se lamenta porque en el desfile no se canonizó la matanza de aborígenes (“No exaltaron la realidad y la pujanza confiada del país que se arrancó del desierto en tres décadas y se transformó en el más culturalizado de Iberoamérica”). “Tenemos genes etruscos: la casa de la muerte nos parece más atrayente y sólida que la de la vida”, afirma Posse, ejemplar autocrítica de parte de alguien que escribió un libro sobre el suicidio de su hijo... Pero lo mejor está por llegar, el responsable de haber puesto nuevamente en circulación gemas inolvidables de la derecha (como “vandalismo piquetero”, “desborde lumpen” o el hasta ayer insuperable “visión trotskoleninista”), vuelve a la carga con un término que hará las delicias de grandes y chicos. Su calificación del grupo de personalidades del Salón de los Patriotas es:

CHAVOLENINISMO

Evidentemente, gorilas eran los de antes: el antikirchnerismo, de tan obvio y aburrido, ni siquiera merece tener un genio como Borges.

-Antes del fin, una observación: en mejores épocas, se acostumbraba decir que Charly García estaba adelantado al resto. Que su genialidad intrínseca dejaba en off side a los demás músicos y habitantes del país. “Está 10 años adelantado”, repetían los exegetas, prescindiendo de argumentación alguna. Las carrozas de Fuerza Bruta atestiguaron tal consideración. Probablemente hubiese tenido que estar allí, en vivo y en directo, para percibir la maravilla de la que todos hablan, pero es mi deber señalar que la representación alegórica de sucesos de la historia argentina ya había sido pergeñada por García en 1999, cuando en un concierto multitudinario del ciclo “Buenos Aires Vivo” (que después se convirtió en el disco Demasiado Ego, contracara perfecta de su reciente Concierto Subacuático) propuso tirar muñecos al Río de la Plata como forma de simbolizar los llamados “vuelos de la muerte”. En ese momento todo el mundo le salió en contra acusándolo de banalizar el drama (recuerdo una nota de Clarín trazando un paralelismo con la película La vida es bella), tanto es así que Charly decidió dejar de lado su avanzada performática. Como sospechosa forma de reconciliación pública, durante el show, Charly invitó a las Madres de Plaza de Mayo mientras tocaba… “Kill my mother”.


martes, 25 de mayo de 2010

Apuntes atropellados sobre el final de Lost


La caja boba nunca fue tan inteligente. La escena final, con el paneo de Jack moribundo deambulando por la jungla mientras se intercala el momento en que se unen todos los personajes en la Iglesia es un hito de las artes audiovisuales contemporáneas. Está a la altura. La idea de la circularidad (Jack muere en el mismo lugar en que despierta al principio de la serie) siempre es efectiva porque le otorga un poco de equilibrio (aunque sea estético) a un universo caótico. Se podrá objetar el matiz apostólico romano del contexto, pero nada es perfecto, muchachos. De todos modos creo que el resultado excede cualquier credo. Al igual que las inacabables referencias literarias, la simbología cristiana (con Jack como virtual Jesucristo, la realidad sin accidente como purgatorio atemporal donde se reúnen todos los losties una vez muertos en el Planeta y el afuera de la Iglesia como supuesto paraíso) es utilizada más como un medio que como un fin. Que esté Sayid echa por tierra cualquier tipo de dudas, ¿no?

Matthew Fox. Se merece un resarcimiento. Probablemente haya encarnado a uno de los personajes más vapuleados por los fans, pero su interpretación de Jack, el insufrible y omnipotente Doc, es gloriosa. También es significativo que la mayoría de los espectadores lo aceptamos recién al final, cuando está completamente vencido y es un loser igual que Locke. En el capítulo 15, después de que mueren Jin, Sun y Sayid de un hondazo, camina hasta la orilla y, de frente al mar, llora. No dice nada, solamente pone esa cara de perro mojado que tan bien le conocemos y parece que en su llanto anida todo el sufrimiento del mundo. Me saco el sombrero ante Matthew Fox.

Acierto. Intuyo que los creadores de Lost sabían que la cantidad de tramas argumentales abiertas a lo largo de las 6 temporadas no iban a poder cerrarse. De modo tal que decidieron que el capítulo final tuviera un predominio emocional que contrarrestara el vacío de buena parte de los interrogantes. Y les salió muy bien. A los que están decepcionados por qué nunca se supo qué eran los números malditos, qué significaba la estatua gigante y demás yerbas, les aconsejo cambiar de vida, en ésta la van a pasar muy mal: nunca se sabe nada del todo.

Acierto II. La ambigüedad en las palabras que Christian le dice a Jack cuando éste le pregunta por qué están todos ahí es un acierto narrativo. Una respuesta pomposa sobre el sentido de la vida hubiera vuelto todo aún más ridículo. Decir que están ahí “para recordar” y “dejarlo ir” es de un laconismo genial. Cada uno puede entender lo que quiere porque se trata de frases polisémicas a las que se les puede encontrar un significado diferente según quiénes seamos. Y probablemente hayamos entendido algo que tiene más que ver con nuestras propias vidas que con la serie en sí.

Confiá. En la era de la sospecha, Lost es una serie que trata sobre la fe en las personas y las cosas. Fíjense la cantidad de veces que en el último capítulo uno de los personajes le dice al otro que tiene que creer. Se puede extender esta observación al resto de las temporadas. Cuando Hugo hace arrancar la camioneta de Dharma, cierra los ojos y repite: “La maldición no existe, cada uno es dueño de su propia suerte”. Cuando Desmond convence a Penny de que le dé su número telefónico. Cuando Locke le dice a Jack que debe apretar el botón. Todas escenas que versan sobre lo mismo: la certeza de que, aunque está claro que la vida no tiene sentido, el único motor de supervivencia es creer en algo.

Identificación. Más allá de las múltiples historias y géneros desarrollados, creo que lo que hace de Lost un fenómeno social (cada uno tiene su propia mitología personal sobre cómo llegó a la serie, con quién la vio, de qué modo y después de qué peregrinaje cibernético accedió al capítulo final) es la identificación. Pocas veces se ha visto una serie con tantos personajes emblemáticos y con la capacidad de transmitir tantos sentimientos. ¿Quién no odió que le digan lo que no puede hacer? ¿Quién no le dijo a alguien “decime que te voy a volver a ver” aunque sabía que era imposible? ¿Quién no se sintió culpable por haber hecho lo que sentía? ¿Quién no está o estuvo solo y perdido en este mundo de mierda? Todas esas cosas y más le suceden a los personajes de Lost y por eso nos gusta tanto.

Escena favorita. Cuando Hugo hace arrancar el auto. Cuando Penny y Desmond se comunican y triunfa el amor. Cuando muere Charlie. Cuándo Ben y Locke entran a la casita mágica de Jacob (que al final era el Hombre de Negro). Cuando Jack le dice a Kate que tienen que volver a la Isla. Cuando se reencuentran Sun y Jin (alguna de las 300 veces en que eso sucede). Cuando finaliza la primera temporada con Locke y Jack mirando el agujero de la escotilla mientras los ominosos The Others se llevan a Walt (¿se acuerdan de Walt?). Cuando Hugo le da un chocolate a Ben. Son muchas y cualquier podría estar en el podio, pero mi escena favorita es una del primer capítulo de la tercera temporada, cuando Jack, totalmente trastornado, le pregunta a su esposa quién es el tipo con el que está saliendo y ella le responde: “No importa quién es él, importa quién ya no eres tú”. Su padre le repite lo mismo a lo largo de todo el episodio en un estribillo que lo vuelve loco: “Súperalo, Jack”. Tan real como la vida misma. Así era Lost a pesar de los osos polares, los humos negros y la luz fosforescente en el centro de la Isla. Y sí: “See you in another life, brother".

miércoles, 19 de mayo de 2010

Que no se muera Cerati la puta madre que los parió

Zona de promesas. Los caminos de las canciones son insondables. “Zona de promesas” apareció originalmente en el disco homónimo (de septiembre de 1993) como único tema inédito al final de una andanada de olvidables remixes (aunque hablar de “olvidables remixes” es casi una tautología). Eran épocas inciertas para Soda Stereo: el volantazo under de Dynamo y los preparativos del primer disco solista de Cerati habían dejado a la banda en stand by. Los años pasaron y el tema se convirtió en una joya oculta, a la que sólo los más fanáticos prestaron atención. Recién en 2007, con la gira de regreso (10 años después del adiós) el grupo sorprendió a propios y extraños desempolvando esta preciosa gema, que habla de una redención y explota en un estribillo inolvidable que se repite cual mantra: “Tarda en llegar y al final hay recompensa”. Fue uno de los mejores momentos de aquellos multitudinarios shows. La consagración llegó en 2009, cuando Cerati interpretó la canción junto a Mercedes Sosa en el disco Cantora, elevándola automáticamente al territorio de los clásicos de la música argentina.


Té para tres. En 1990, Soda Stereo se alejó del pop que lo había catapultado a la gloria durante los años 80’ para grabar un disco con influencias del hard rock setentoso más crudo. El resultado fue un clásico insuperable del rock argentino: Canción Animal. “Té para tres” fue el remanso entre una tormenta de canciones viscerales. Cerati se conectó con su veta más spinetteana y parió una pieza acústica de gran belleza (tanto musical como lírica), de fogón sofisticado. En Comfort y Música para volar (1996), la reversionó adosándole el memorable punteo de guitarra de “Cementerio Club”. Spinetta le rindió homenaje tocándola junto a él en el concierto de las Bandas Eternas.



Fue. Bajo el inocultable influjo del noise noventoso (como My Bloody Valentine o Ride), Soda Stereo se hizo indie y editó su disco más arriesgado: Dynamo (1992). El cambio dio el espaldarazo necesario a varias de las mejores bandas de la década (Los Brujos, Peligrosos Gorriones, Babasónicos, Martes Menta). Postal perfecta de una separación (probablemente sea de las mejores letras de Cerati), “Fue”, con su estilo funky y sus arreglos de vientos, se aleja del ruido pop imperante y (al igual que el excelente disco) se transformó en un favorito de los fans más exigentes.



Ella usó mi cabeza como un revólver. El rock argentino está repleto de frases inolvidables. “Ella usó mi cabeza como un revólver” es quizá una de las mejores y todavía hoy nos preguntamos cómo logró Cerati hacerla coincidir con el tempo de una bella canción pop. Metáfora intrincada y genial sobre el accionar de una mujer despechada, el último gran hit de la banda introducía al oyente en el paisaje brit de Sueño Stereo (1995). En junio de 2008, un lector de la revista Rolling Stone le preguntó al Indio Solari si le gustaba algún tema de Soda Stereo y éste respondió: “Ella usó la cabeza... ¿Cómo es? Esa está buena".


Terapia de amor intensiva. Nunca está de más una canción de amor y Cerati, en este rubro, es un especialista. Doble Vida (1988) fue un disco que quedó a mitad de camino entre canciones soberbias (“La ciudad de la furia”, “Corazón delator”) y un pop latino con aires funk algo errático. “Terapia de amor intensiva” (épica y absolutamente lennoniana) se destaca sobre el resto y parece ser la carta de un amante que se resiste a terminar una relación (“Si algo está enfermo, está con vida”, “No morirá lo que debe sobrevivir”). Una versión actualizada del tema quedó fuera del unplugged para MTV.



Nada personal. O la pérdida de la experiencia de Benjamin en 4 minutos de extraordinario pop ochentoso. El itinerario colectivo del individuo contemporáneo en un mundo gradualmente deshumanizado fue reflejado por Cerati con una efectividad radical, no exenta de maliciosa ironía: “Sinceramente sería tan bueno tocarte/ Pero es inútil, tu cuerpo es de látex”; “Busco en TV algún mensaje entre líneas”, “Busco calor en esa imagen de video”. El pop nunca volvió a ser tan inteligente.



En camino. Signos (1986), tercer disco de la banda, marcó el momento del despegue continental. Entre una avalancha de hits (“Persiana americana”, “Prófugos”, “Nos existes”) “En camino” se distinguía por su letra (que hilvanaba una serie de imágenes algo inciertas: “Un auto en el vacío y la niebla otra vez (…) Vemos pasar montañas de piedra”) y una melodía escurridiza que cabalgaba a bordo de unas guitarras acústicas aceleradas.



Dietético. En el principio Soda Stereo fue una banda divertida, más cercana a Los Twist que al monumento al pop de estadios en que se convirtió después. Su primer disco (de 1984) posee un sonido bailable de raigambre new wave y mucho desparpajo. “Dietético” reflejaba sarcásticamente (al estilo Federico Moura, productor del disco) la superficialidad y la devoción por la imagen de la nueva era: “Te quiero pero estás tan gorda/ Presiento que no sos moderna”. La frase que Cerati canta en la coda (“¡El régimen se acabó!”), en pleno retorno de la democracia, tiene un doble sentido explícito y hace al tema aún más entrañable.



Algún día. El último tema que Soda Stereo grabó en un estudio no es propio: pertenece a Queen y está en un disco tributo a la banda inglesa del año 1997. Cerati se adueña de la canción (un melancólico retrato sobre el paso del tiempo) con una facilidad sorprendente y la vuelve una postal de la separación: “La música aturdía y no escuchabas mi canción/ Inútil fue negar esa distancia entre los dos/ Ahora todo es bruma y no hay luces que seguir/ Si piensas volver algún día”.



Lago en el cielo. Ahí vamos (2006) significó el regreso de Cerati a la masividad luego de un silencio discográfico de 4 años (tal vez el irregular Siempre es hoy obligó a replantearse ciertas pautas). Entre rock and pop radial, baladas de éxito asegurado y sonidos algo monótonos en su repetición, “Lago en el cielo” confirmaba la vigencia del mejor autor de canciones pop del continente: “Vamos despacio/ Para encontrarnos/ El tiempo es arena en mis manos/ Sé por tus marcas/ Cuánto has dejado/ Para olvidar lo que hiciste”.



Lisa. En un link directo al Lennon de fines de los 60’, en 1993 Cerati separó momentáneamente a Soda Stereo, se dejó la barba, asumió un look desfachatado, se enamoró de una chilena y se mandó un discazo: Amor amarillo, contracara perfecta del éxito masivo de otro álbum genial: El amor después del amor. “Lisa” (el nombre que años después le daría a su hija) muestra a Cerati en el rol de un cantautor surrealista y algo volado (en la senda de Luis Almirante Brown), capaz de decir cualquier cosa y sonar muy bien. Tal vez demasiado.



Paseo inmoral. Todavía algo atribulado por la separación de Soda Stereo, Gustavo Cerati grabó Bocanada (1999). Reacio a emular los hits de otrora y con una marcada tendencia hacia la electrónica, su primer disco solista luego del “Gracias totales” fue un intento (otro) por salirse del centro de la escena. En ese terreno (fértil en canciones tímidas, especiales para la hora del té), aparecía, cual sapo de otro pozo, “Paseo inmoral”, un irresistible tecno-rock para cantar alocadamente en una pista de baile.



Convoy. Fuerza natural (2009) puede decirnos muy poco al principio pero es un disco que gana en luminosidad a partir de las escuchas sucesivas. “Convoy” es un adictivo folk cósmico sobre un encuentro inesperado. En poco más de 3 minutos, Cerati demuestra toda su sapiencia pop:



Te encontré en un tren
dejando atrás toda la locura
nos miramos bien
buscando nuestro punto de fuga
tantas ganas de explorarnos
todo salió como lo planeamos
Se soltó el vagón y volamos al espacio exterior


Próxima estación mucho más allá del sol
Convoy espacial, ¿qué tan lejos nos llevará?



Oímos la galaxia explotar
y cada uno de los otros planetas
dormimos en nubes de gas
en playas de relojes de arena
en cada noche una nueva luna


hicimos el amor en algunas
cuerpos a contra luz
guiados por la cruz del sur
dentro de un volcán
nadie supo ni que nos pasó
ahora somos polvo cósmico


Próxima estación mucho más allá del sol
Convoy espacial, ¿qué tan lejos nos llevará?


lunes, 17 de mayo de 2010

Horla City, el libro que reúne toda la poesía de Fabián Casas

Acaba de aparecer un libro muy esperado, número puesto en las infaltables listas culturales que pululan a fin de año. “Horla City y Otros” reúne toda la poesía que ha publicado Fabián Casas desde 1990 a la actualidad. Y se trata de un libro tan cool como popular, ya que, a diferencia de otros cultivadores del género, la poesía de Casas llega a todos lados: a los estudiantes de Letras, los profesores, los autores, los rockeros, etc. Pero hay más: hagan la prueba de darle un texto de Casas a alguien que no tenga el hábito de leer seguido. Hay un 90 por ciento de posibilidades de que le guste e incluso de que se haga fan. Tal vez tenga que ver con su facilidad para amalgamar mundos disímiles hasta crear un espacio en el que caben desde la metáfora del horno de la pizzería Banchero como símbolo del calor y el infierno existencial hasta la frecuente alusión a Caronte, el conductor de la barca fúnebre de la mitología griega. Volviendo al tema de la recopilación, se podría decir que al revés de la sentencia tanguera, en este caso 20 años es mucho. En todo ese tiempo, el poeta fue puliendo su estilo e incorporando habilidades a su registro (el cuento, el ensayo, las letras de canciones) hasta convertirse en un clásico contemporáneo, especie algo inasible en su camada (nació en el 65’, ya sin Kennedy a la cabeza). Por ahora, ya que le quedan varios cartuchos por quemar, la obra poética de Casas es corta (al igual que la de Salinger o Manal o Rulfo; como notarán, Majul se equivoca, la cantidad no tiene nada que ver con la calidad), pero, como a él le gusta decir linkeando a Roberto Arlt, tiene la potencia de un cross a la mandíbula. Entre su primer y segundo libro de poesía pasaron 6 años, después 8. Y así. Tuca (1990), El Salmón (1996), Oda (2004), El Spleen de Boedo (2005) y el flamante Horla City (que mezcla poemas aparecidos en El hombre de overol (2006) con algunas piezas nuevas). Cinco libros emblemáticos que forman parte del adn de toda una generación de escritores y lectores. El mundo ha cambiado bastante en todos estos años, nos hemos entregado con sumisión a la sobre información que nos brinda Internet, el furor de la vida virtual y la música para pastillas, pero estos versos sobre el lado b del amor, el desencanto, la melancolía urbana y las epifanías cotidianas suenan cada vez más atemporales. Como si siempre hubiesen estado flotando por ahí a la espera de que alguien los vuelque al papel. Aquí están todos los hits, esos versos evocadores pero casi matemáticos en su perfección, estribillos poéticos, imágenes repletas de sentido que Casas escribió quizás a pesar suyo y que todos recordamos, como si se tratara de las letras de una canción de Spinetta o The Beatles: todo lo que se pudre forma una familia, la puerta que se cierra y hace que el pasillo oscuro se transforme en una prefiguración de la muerte, las benditas horas previas a la salida del yo, las parejas, que como las revistas literarias, duran casi siempre dos números. La lista es interminable y no es mi intención hacer una especie de crítica detallada: muchas veces ya escribí sobre Casas (sobre estos mismos libros incluso) y hacerlo sería como si un forense hiciera la vivisección del cuerpo de un ser querido. Aunque es cercano en el tiempo, Casas forma parte del dream team de mis escritores favoritos: Cortázar, Bolaño, Ballard, Borges, Salinger. Y a esos tipos no puedo más que tenerles admiración y gratitud. Una consideración final: muchas veces me preguntan con qué libro empezar a leer a Casas. No busquen más, es éste.


Sindicalismo (Oda, 2004)

No te dejes engañar
por el papel brilloso de los chocolates
ni la vista iluminada de la ciudad cuando oscurece.
No te distraigas
con los que se fotografían en familia,
alzan trofeos,
o se muestran seguros
en las revistas de mucho tiraje.
Que tu corazón esté
con los que viven solos,
los que saben que un par de tragos
jamás abolirán el azar
y por eso forman parte de ese estúpido club.

sábado, 15 de mayo de 2010

Vindicación de Marcelo Gallardo

A no ser que haga un gol o la barra brava lo abuchee en demasía provocando un escándalo de proporciones (al estilo Pino Solanas), con la definición latente del Clausura, es probable que pasen desapercibidos los últimos minutos de Marcelo Gallardo con la camiseta de River. Una verdadera pena porque este tipo de jugadores está llamado a retirarse con toda la gloria y en el Club que lo vio nacer. Gallardo es un caso raro dentro del fútbol. Como Ortega, pero sin su carisma. Reconocido a medias por la hinchada, en su último regreso hasta tuvo que soportar que se sacralice a Fabbiani. Este fútbol posmoderno amante de la impostura y la boludez más supina, donde algunos hasta se preguntan por las virtudes de Riquelme, no está a su favor. El declive de sus últimos años fue evidente, pero en realidad su capacidad técnica de estratega exquisito (un enganche clásico de los que quedan pocos, 10 tradicional en la senda de Bochini o Alonso) nunca se perdió del todo. Acosado por lesiones y una personalidad por lo menos inestable es posible que las nuevas generaciones lo reconozcan más por cuestiones extra futbolísticas (la mordida, el arañazo, su affaire con Merlo) que por su maravillosa pegada y su extraordinaria perspectiva de juego. Gallardo es de esos jugadores que, cuando están bien, tienen un GPS en la cabeza para saber exactamente por qué lugar tiene que pasar la pelota para hacer daño al rival. Cualquiera que le preste atención al fútbol y no a las giladas que comentan los periodistas deportivos (concentrados en los entretelones del vestuarios al estilo de los programas de chimentos) sabe que Gallardo jugó como los dioses a partir de 1997, cuando con la partida de Ortega al Valencia (¿se acuerdan de Ranieri?), logró asentarse en Primera definitivamente después de algunas temporadas de titularidad intermitente. Tal vez un tanto opacado por figuras deslumbrantes como Francescoli o Salas, Gallardo era el verdadero cerebro mágico del equipo del insoportable menemista Ramón Díaz. Fue el estandarte que permitió a River conquistar el inédito tricampeonato, al que se le sumó una Supercopa (para los que no saben: la Supercopa era muy trucha, pero no tanto como la Sudamericana o la olvidable Copa Mercosur). Hay goles geniales de esa época, como el que le hace a Independiente en el Apertura 97 con una comba sensacional luego del pase de Francescoli. Después Gallardo siguió dejándola chiquita (aún en 1998 cuando River jugó dos campeonatos paupérrimos), tanto es así que debió ser titular en Francia 98’, pero Passarella, en uno de esos típicos caprichos de los Gran D.T’s (como Menotti en el 78’ con Maradona o Pekerman con Messi en el 2006), sólo lo puso entre los 11 iniciales en el tercer partido de la primera ronda, contra la Croacia de Sucker, cuando Argentina ya estaba clasificada. Sin embargo, Gallardo jugó muy bien e hizo aún más explícito el capricho del entrenador (se recuerda una apilada suya que se fue cerca del palo; si entraba era el segundo mejor gol de la Selección desde el Barrilete Cósmico). A partir de allí, dicen las malas lenguas, su relación con el Kaiser se deterioró: a mediados del 2006 (en su primer regreso a River) lo dejó ir sin hacerse muchos problemas. Ahora sucede exactamente lo mismo, con la salvedad de que Passarella no es más técnico sino el presidente. Es una maldición, pero parece que los grandes ídolos de River son muy similares a las vedettes que pululan en los programas de Tinelli (“estrellas en la noche de la mediocridad”) y están condenados a odiarse entre sí. (¿O es Passarella el que se pelea con todos?). De otro modo no se entiende que nadie haya salido a bancar al Muñeco luego de que los Mercenarios del Tablón lo acusen de “Golpista y Ortiva”. Calificar a Gallardo por su supuesta forma de ser, es como juzgar a Maradona por tomar drogas, a Verón por cantar en publicidades de yogurt o a Riquelme por estar chiflado: no tiene nada que ver con el fútbol. Para quienes todavía no estén convencidos de Gallardo, pregunten en Francia, donde fue ídolo en el Mónaco (45 goles en 102 partidos, un porcentaje sublime para un jugador de sus características). Después vino la aventura pasajera del Paris Saint Germain, los eternos retornos a River, su paso por el “soccer” estadounidense (que es casi como la firma de defunción de un jugador de fútbol; igual busquen en You Tube un golazo que hizo de volea) y esta despedida, acaso tristísima, de River. Ojalá tenga tiempo y espacio para desarrollar su juego en algún otro equipo. El fútbol lo merece. Parezco Quique Wolff.

jueves, 13 de mayo de 2010

Lost 15x06. Minuto a minuto.

Dedicado a Marcelo Gallardo, ídolo de River Plate y de todo aquel que guste del buen fútbol, el buen rasguño y la buena mordida.

-Una mina con un vestido rojo cayó a la isla.

-Está embarazada, cuidado con Desmond, que es fan del sexo tabú (?).

-Ahí toma agua. Ahí se le aparece otra vestida como un fraile (o como lo que yo creo es un fraile).

-Le ofrece ayuda.

-Le da de comer.

-La náufraga tiene toda la pinta de estereotipo de latinaomericana en serie yanqu pero ya habla en inglés.

-Es la isla, la isla sabe idiomas y se los transmite a las mentes de sus visitantes.

-Charlan y desconciertan.

-Le duele el bombo (?).

-Démosle la bienvenida al dolor de bombo (?).

-Va a tener un crío.

-Uh, cómo grita, la puta madre.

-"¡No vieja, no pasa nada, estoy mirando Lost!".

-Charlan y pujan.

-Otro ombligo escandaloso y van.

-Démosle la bienvenida al pupo escandaloso (re que dije "pupo" para que de un poco de risa, re que sí, ¿no?).

-Puja y puja.

-El bebé recién nacido es un escándalo: tiene como 6 meses y está más limpio que yo.

-Es Jacob.

-Re Rousseau la loca que recibió a la que no sabemos cómo se llama pero seguro que en el futuro Marian sabrá (?): acaricia al bebé pero no se lo deja a la madre.

-Se viene otro.

-Qué fácil que saca bebés esta mina, así cualquiera.

-No tiene nombre para ponerle, es el Humito.

-Son como Caín y Abel, como Bart y Hugo, como Rómulo y Remo, como Corvino y La Momia (?).

-Ja, ja, la mina ya tenía preparadas unas bolsitas de arpillera para Jacob y el Humito, una negra y otra blanca. Ja, ja, ¿no es gracioso? Ja, ja.

-Le estoy poniendo una onda tremenda a este m a m y eso que es con personajes nuevos.

-Todavía faltan 37 minutos, es obvio que se viene una meseta.

-La mató de a cascotazos.

-Ahí el No Lockecito encontró el juego ese que le gustaba a Locke. Pasaron unos años.

-Ahí vino Jacob, el blondo boludón.

-Yo quiero un chaleco como esos que usan.

-Ahí la loca maniobra un telar (?).

-Re boludón y mamón Jacob, buchoneó al buen Humito.

-La loca le dice al Humito que son únicos en el mundo, que no hay nada más allá. El Humito ni sabe qué es la muerte, es como un chico del centro, de esos que viven encerrados jugando a la compu y cuando sean grandes quieren ser operadores de PC. Y la ponen a los 22 no sin dificultades.

-Ahí los dos hermanitos corren un jabalí cual Señor de las Moscas.

-Re mamón Jacob, ahora se quedó mirando a unos salvajes de la Isla y el No Lockecito le tuvo que decir que se esconda.

-Está bueno el capítulo pero justo ahora que todos comenzamos a extrañar y llorar y echar de menos a nuestra querida Kate, nuestro querido Saw, nuestro querido Doc, nuestro despreciado Lapi, nuestro copocómico Miles, etc., nos meten esta historia con gente nueva.

-Ahí llegan los dos boluditos re alterados. En realidad parecen Rod y Todd.

-Ahí la loca, a quien llamaremos Ernestina a partir de ahora, lleva a sus dos hijos apropiados con vendas en los ojos para ver algo.

-Qué será, qué será.

-Ahí les dijo que no podrán hacerse daño entre ellos nunca. Y por eso es que no se pueden matar entre sí, porque una loca dijo que no podían (?).

-Ahí ven un cañasco con luz adentro.

-La palabra "cañasco" no existe, pero para mi mente las cuevas con agua son cañascos, díganme si no parecen cañascos.

-Ahí miran la luz.

-Miran y se fascinan.

-Dice Ernestina que..., bueno, ustedes saben.

-Siguiendo con esta línea políticamente incorrecta dice un comentarista del m a m anterior que el padre de Locke es igual a Julio López y es verdad.

-Ahí juegan al jueguito. Pierde Jacob, obvio.

-Ahí se le aparece la madre muerta al Humito.

-Ahí la muerta le cuenta todo al Humito.

-Ojo, eh, la muerta está para ilustrar el m a m.

-Ah, la muerta se llama Claudia (en la vida real Lela Loren, tiene menos fotos que yo en facebook, será difícil conseguir una pertinente y en la reconocida tradición misógina del m a m), recién me fijé en Google. Se me pasó, perdonen (?).

-Retiro lo dicho: nuestra amada Lera tiene una página con muchas fotos. Ilustra como loca eh.

-Bueno, Lera y Humi (?) siguen hablando.

-Ahí Humi se lleva a Jacob mientras Ernest duerme.

-Jacob no se quiere ir, qué mamero y mamón madre de deux ex machina.

-Encima lo caga a pìñas.

-Ahí se pelean Ernest y Humito. El blondo mamero y mamón se queda con Ernest, acá tiene que actuar la justicia.

-Me estoy yendo a la mierda, lo sé.

-Bueno, ingresamos en la meseta obviamente. Aprovechen para ir al baño.

-Jacob y Ernest hablan de Humito. Ernest está re triste porque era su preferido.

-Ahora pasaron años y Jacob (qué cara de Pavo) maniobra el telar y le muestra la boludez que hizo a Ernestina y Ernestina ni bola.

-Ahí juegan a ese juego que no sé cómo mierda se llama.

-Charlan y reflexionan.

-Extraño los “Charlan y negocian”.

-Ahí Humo le muestra a Jacob que la Isla es como un Imán y dice que se va.

-¡Ah bueno, Jacob se pasa de mamón! Ahora le contó a Ernestina que Humo se va.

-El Humo está haciendo un asado de piedras (?) en un agujero. Se le apareció su no madre. Hizo la gran Lionel Hurtz.

-Ah, es el lugar en el que está la rueda que mueve a la Isla.

-Ahora se entiende todo: Humo y su gente hicieron un sistema (?) que canaliza agua y luz (??) para conectarlo con la luz mágica (???). Y por eso si movés la rueda aparecés en la otra punta del mundo, es básico (?).

-Ahí abrazan y lloran. Re sensible el Humo al final.

-Estoy del lado del Humo.

-El re manejo con las cabezas ajenas tiene Ernestina.

-Vamos apurando que tengo sueño: Ernestina llevó a Jacob al cañasco, le dio un vaso de zumuva (?) y le dijo que él debía encargarse de todo. A su vez, le tapó el agujero al Humo y mató a su gente.

-Ahí Humo re enojado con Ernestina. La cámara le da vueltas alrededor y él hace: “Grrrr”. Si se convertía en Humo apagaba la compu.

-Ahí el mamero se fue a buscar leña y Ernestina llega a la casa. El Humo se la tenía re jurada y la mató.

-Ahí llegó Jacob y otra vez lo caga a piñas al Humo, no entiendo por qué el Humo no se defiende de este nené de mamá.

-Lo mandó por el cañasco.

-El Humo se fue por el cañasco cual bolo de bowling.

-Entró el Humo y ahora hay un sismo y se liberó el humo (no sé si el humo poseerá al Humo; me parece a mí o mi nomenclatura ya es media compleja).

-Ahí apareció el Humo muerto.

-Mamón dejó los cuerpos de Ernestina y Humo uno al lado del otro y les puso las fichas del juego.

-Me encanta decirle mamón a Jacob.

-Ahora hay un flash forward que muestra al Doc y Kate (en corpiño) encontrando los cadáveres y las fichitas en las rocas (esto es de la primera temporada).

-La gran pregunta es: ¿los guionistas de Lost sabían desde el principio TODA la historia? Para mí es imposible.

-Dijo Locke que eran sus Adán y Eva.

-Terminó. M a M sin pena ni gloria, pero Lera Loren salvó las papas.

-Sayonara.


viernes, 7 de mayo de 2010

Cada vez más Solaris


¿Alguna vez oyeron hablar de la actualidad? Si no es el caso les explico: la actualidad es una era fulminante, donde lo esencial ha dejado paso a lo accesorio, el cuerpo cotiza más que el corazón y la impostura es norma. Hay mucho más, pero ése es el quid de la cuestión. El zeitgeist ha calado tan hondo en algunas personas que de ellas ya no se puede ser amigo, sino fan: ésa es la única manera de soportar que estén hablando de sí mismos las 24 hs. Ayer, el Muro de Berlín, hoy el Muro de Facebook. Y quien no acepte las pautas del contrato implícito, está condenado a ser un otario, así que lo mejor será que te registres y entres al mundito egomaníaco en el que todos son lindos, graciosos e inteligentes. En 1970, Javier Martínez, esa extraña mezcla de Sigmund Freud y Buda, interpelaba al oyente advirtiendo que:
Adonde vayas
mira siempre tras de ti
Tu propio Yo
va seguirte hasta tu fin
No escaparás
de ti no escaparás
No engañarás
al que engaña los demás
Y ése eres tú
el que finge sin saber
Cómo es él
la verdad de su existir
Sólo harás
tus disfraces sin por qué
Te reirás
fumarás
O bailarás
Para escapar
de tu vida que sólo es
Una historieta paralela de tu ser

Desde que el demiurgo se la creyó y empezó a exigir su firma en las boludeces que escribía que es así, pero hoy no tiene filtro: el Yo colonizó nuestras vidas. Más que nunca somos la historieta paralela. En los pasillos de nuestra mente el verdadero monopolio a combatir no es Clarín, sino el Ego. Pero el monstruo lo maneja todo a su conveniencia y es tan inteligente que los únicos que nos dicen que su profusión es nuestra tumba son pelmazos, como los autores de libros de autoayuda o chantas, como los garúes de la India o pelmazos y chantas, como los psicólogos. Mientras tanto, nos convencieron de que no existimos sino mostramos digitalmente la ficción que hemos creado de cada uno de nosotros. Creemos que de esa forma nos estamos comunicando con el resto, pero en realidad cada vez estamos más Solaris. Andréi Tarkovski, el director ruso, murió en 1986, pero algo de todo esto intuía.
La extraña vida de Juan Raro. Las autopistas deshabitadas de las novelas de James Ballard. El ambiente melancólico que Bradbury le imprime a Marte. La nostalgia urbana de Juan Salvo. Robert Neville, más solo que Kung Fú en el desierto, tomando whisky en un planeta habitado por vampiros. Los autores de ciencia ficción, a menudo subestimados por la inteligentzia académica, han creado a lo largo del siglo XX algunas imágenes de una riqueza extraordinaria. Pero sus adaptaciones al cine suelen cargas las tintas más sobre la espectacularidad de los argumentos que en las sutilezas poéticas. En su versión de Solaris (1961), la novela de Stanislaw Lem, Tarkovski hace exactamente lo contrario y le sale una obra de culto de una belleza que encandila los sentidos de la misma forma que la luz nos enceguece cuando nos despertamos de un sueño que duró mucho tiempo. Un buen ejemplo es la famosa escena en la que se muestra el ir y venir de un auto en una autopista japonesa: provoca un terror infinito sin una sola línea de diálogo o efecto especial. Allí se adivina la inhumanidad de lo moderno, pero el genio de Tarkovski es tal que no necesita decir nada para que nos demos cuenta.
En un futuro más o menos inmediato (la película data de 1973 y la ambientación tiene ese reconocible tinte setentoso: aparatos plateados, perillas anacrónicas y tele-pantallas por doquier) están ocurriendo sucesos extraños en una estación espacial ubicada en la orbita del planeta Solaris. Sólo quedan tres científicos, de esos que dan la impresión de estar locos de remate. Tiempo atrás se ha ido Berton, aduciendo el avistamiento de alucinaciones y una niebla espesa. Kelvin Kris, nuestro hombre, debe viajar y poner las cosas en orden. Pero le sale todo al revés. (Algo sobre Kris: inescrutable y brutal, parece el personaje principal de una novela de Antonio Di Benedetto, como Zama o Los Suicidas. La sensación de incomodidad cósmica que produce es indescriptible: sucio, mal vestido, transpirado, tendiente a balbucear y ser excedido por los hechos, nos recuerda demasiado a nosotros). Cuando llega a la estación (con un bolsito blanco, que de tan absurdo y cotidiano recuerda el viaje del capitán Beto regando los malvones en su cabina), su amigo, el fisiólogo Guibarián, decidió pasar al universo de los fiambres y sólo quedan el “astrobiólogo Sartorius” y el “cibernético Snawt”. Los dos, más Kris, son la versión rusa de los Tres Chiflados, pero metafísicos y surrealistas. Al bueno de Kris lo tratan como a un colado en una fiesta de trastornados: no le quieren abrir la puerta, le hablan con indirectas. Cuando se levanta después de soñar por primera vez fuera de la Tierra aparece la mismísima Hari a los pies de la cama. El susto que se lleva es tal que, de buenas a primeras, la manda en un cohete al espacio exterior. La escena es tan reveladora que hay que verla cien veces: es lo que uno tiende a hacer cuando, de pronto, aparece alguien que nos retrotrae a una historia lejana (uno cree que terminó con el pasado, pero el pasado no terminó con nosotros). Al instante nos damos cuenta de que Hari es su ex esposa y murió diez años atrás.
Todo indica, entonces, que Solaris es un océano pensante o un cerbero gigantesco (sí, así como lo estoy diciendo) que coopta la mente de los seres humanos y materializa nuestros inconscientes. En el terreno literario, este tipo de mecanismo fantástico es habitual en la obra Bioy Casares, por eso el extrañamiento es doble al verlo tan fielmente representado en una película. Lo conmovedor del caso es que mientras a los demás se les reproducen figuras monstruosas como enanos o niños de cuatro metros, Kelvin no puede dejar de proyectar a su esposa, lo que hace devenir la ciencia ficción en un drama muy complejo que versa sobre el amor, el paso del tiempo y la inutilidad de la ciencia ante los puros sentimientos del hombre.
La síntesis con la que se explica la situación fisiológica de Hari es tan sencilla que no parece compleja. En realidad Hari es una idealización de Kris, no está dotada de memoria, es pensada por su ex y no sabe dormir ni tomar agua. El problema se da cuando comienza a ser más real que los otros tres humanos. Y piensa. O llora. O asocia ideas.
Por la manera en que plasma tales abstracciones el verdadero océano pensante que materializa nuestro inconsciente es Tarkovski (que, encima, al igual que Herzog, escribía como los dioses).
En los últimos cuarenta minutos (el ruso se toma 165 minutos para exponer su visión de la psique) los personajes comienzan a mandarse monólogos espectaculares, como si el director los hubiese cuidado en esas primeras dos horas de aparente quietud (que no es tal, por supuesto) para estallar hacia el final. Mientras pelean y discuten dicen cosas como:
“¿La ciencia? Es una necedad. En esta situación son impotentes la genialidad y la mediocridad. En realidad no queremos conquistas ningún Cosmos (…) No necesitamos otros mundos. Queremos un espejo. Buscamos un contacto pero nunca lo encontraremos. Estamos en la necia situación del hombre que busca la cadena que teme y no necesita. Al ser humano le hace falta otro ser humano”.
Preso de una lucidez extrema, Kelvin advierte qué pocos millones somos los seres humanos ante la vastedad del universo y teoriza sobre la posibilidad de que Solaris posea un significado humanístico: al enfrentarnos con lo que amamos y perdimos, le otorga su auténtico valor a las personas. De más está decir que en las estructuras soviéticas afectas al materialismo el concepto cayó bastante mal. “La vergüenza salvará a la humanidad” delira Kelvin, mientras titila una luz resplandeciente y el viejo Sartorius y la pobre Hari lo llevan a la cama por los pasillos de la estación. La vergüenza salvará a la humanidad.
Algunas cosas más:
1) No ver Solaris equivale a perderse algo muy importante en la vida, como los Beatles o el sexo.
2) Al igual que Soñar Soñar o Último tango en París, Solaris está repleta de secuencias asombrosas que se pegan a nuestro experiencia visual. La más reconocido por críticos y espectadores probablemente sea la escena de la ingravidez, en la que Hari y Kris flotan abrazados mientras suena Bach.
3) Parece una broma del destino, pero Solaris también es un sistema operativo.
4) La versión del 2002 (Steven Soderbergh) demuestra que la vergüenza todavía no salvó a la humanidad.

miércoles, 5 de mayo de 2010

Lost 6x14. Minuto a minuto (no somos nada)

-Ahí Locke.
-Ahí Jack.
-Ahí Jack sonríe a lo Carna.
-Charlan y se reconocen.
-Re mimoso Jack.
-Locke le echa flit, no es su tipo.
-Ahí Jack con su manía de curar todo.
-¡No podés con todo, Jack, la concha de tu madre, ¿no te das cuenta?! ¡Encargate de tu vida, de tu hijo que te necesita, de tu madre que es el personaje más choto de la serie (exceptuando a Lapidus) pero aún así es tu madre! Le hablo como a un amigo.
-Ahí llegó Helen.
-Se lo re aprieta a Jack.
-Y claro, Locke es un jovato al lado del potro de Jack.
-Démosle la bienvenida a la media sanción del Matrimonio Gay.
-Para el comentarista del blog que me persigue y dice que soy homofóbico: estoy muy contento de que los homosexuales tengan la posibilidad de de arruinarse la vida.
-A Locke le gusta que aprieten. Re pervertido.
-Ahí Jack despierta en una canoa. Sayid está arrodillado. Re surrealista.
-Saw y los pibes están en la otrora jaula de osos.
-Ya ni hace falta decir que estos m a m son malísimos, pero bueno, es la rutina.
-Charlan y forcejean.
-Widmore psicopatea a Saw y consigue su cometido (?).
-Ahí el pesado de Jack se mete en el consultorio de... Gerard. Ah no, Bernard.
-Bernard, ¿qué hacés" papá"?, ¿dónde quedaste en la isla?, ¿cómo anda la bruja?
-Bernard destila su infinita e insoportable afabilidad.
-Hay gente que es así, es increíble.
-Charlan y cuentan historia de vida.
-Bernard le pasa factura a Jack de que se estaba levantando a la negra en el avión pero parece que le gusta. Re pervertido.
-Lo manda a hablar con Antonio Cúper.
-Sayid le explica a Jack.
-Re metido el No Locke se metió en la conversación desde atrás de un arbustos.
-Van a las jaulas a rescatarlos.
-Jack dice que no se va, que quiere quedarse en la isla.
-Saw le dijo a Kate que no está en la lista.
-Re duro.
-Kate se afligió.
-Sun y Jin hablan en el living de la jaula (?).
-Re limpitos los coreanos.
-Hablan de la pequeña Pucca.
-Charlan y emocionan.
-Se cortó la luz.
-Lapidus dijo: "Oh Oh". Metió bocado onomatopéyico. 5 puntos.
-Uh, se viene el humito.
-Hugo: "Estamos muertos". Bocado de relleno. 3 puntos.
-No puedo dejar de remarcar la inutilidad de Lapidus: mientras se venía el humo y Kate intentaba tomar la llave de un guardia abatido por el humo, dice "No voy a esperar" y se puso a pegarle patadas pelotudas a la jaula. Pero al final los salvó Jack, o sea que al pedo esas patadas y esa línea de diálogo.
-Jack dijo que estaba con el humito.
-Jack le dice a Kate que no se va. Kate hace pucherito.
-Re pucherita Kate (?).
-Saw le agradece al Doc que haya ido por ellos: y, la verdad que sí, Saw, lo tuyo fue un fallido detrás de otro.
-Éste es el m a m en el que le hablo a los protagonistas.
-Ahí salió Sayid detrás de un arbusto.
-El metido de Jack va al hogar de ancianos de Antonio. Justo llega la veterana apetecible de Helen (le damos) con una maceta en la mano.
-Charlan y discuten, en buenos términos, pero tampoco tan buenos.
-Ahí está Antonio (le damos) parapléjico.
-Re duro.
-Ahí el No Locke rompe cuellos y mata gente cercana al avión. Ahora lo revisa.
-Nunca se explicará por qué a veces va como humo y en otras como No Locke. Yo, si algún día tengo la posibilidad, sería humo todo el día.
-Ahí Doc, Saw y los pibes llegan al avión.
-"Veamos qué hace falta para que este bebé vuele". Los peores diálogos de la serie son de Lapidus. Lapidus lapida la serie.
-No puedo creer lo tarado que es. Parece salido de una mala película de acción, aunque decir "mala" y decir "película de acción" es una tautología, ¿no es cierto?
-Ja, la única que se río, pobrecita, fue Sun. Claro, es su amigo. Te quiero Sun, no sé, en los últimos capítulos le tomé cariño.
-Saw se enoja porque el No Locke mató gente: ¿WTF?
-Ahora dice que por unas cosas que ustedes ya saben se tienen que ir en submarino, no en avión, lo que demuestra hasta qué punto el personaje de Lapidus es desechable.
-Ahí está la Permanente y su Claire.
-Jack repitió por enésima vez que él ayuda pero no va, típico de cuando querés que alguien te diga que no te vayas. Decile Kate, no seas mala con el Doc.
-Saw le pide al Doc que tire al No Locke al agua (?) así no sube al submarino. Cómo si fuera tan fácil.
-Capítulo de una épica abracadabrante.
-Sí Locke repite sus frases de cabecera: "Ojalá me hubieses creído", "Pulsa el botón", etc. mientra está entre dormido.
-Ahí se encontraron El Ombligo y su Claire y Jack.
-Ese ombligo es más artificial que:
la persecución a Majul.
la convocatoria de Ortega a la Selección.
y no sé qué más, completen ustedes, hoy tengo menos chispa que... no sé, completen ustedes, estoy más apagado que... no sé, completen ustedes.
-Charlan y .......... (completen ustedes).
-El choborra le regaló a Claire una cajita musical.
-Se reflejaron en el espejo, parece que eso quiere decir algo sobre realidades paralelas y demás.
-Las piernas de Claire parecen las de Diegote.
-Claire se va a vivir con Jack.
-Démosle la bienvenida a: "Cualquier bondi deja bien a Claire".
-Ya en el muelle, van a la vanguardia Saw, Kate, coreanitos y el pelmazo.
-Entran al sub.
-Qué nervios, puta madre.
-Tomaron el sub. Lapidus le pegó un escopetazo a uno y dijo: "Nada personal". Malísimo. Es como que tomé a Lapi de punto.
-El No Locke le cambió la mochila a Jack. Sabe exactamente lo que hace.
-Lo tiró al agua por la memoria del verdadero Locke y... uh, hirieron a Kate, hijos de puta, tiros y más tiros.
-Jack metió a Kate en el sub.
-Salió el No Locke del agua como Skinner cuando Bart se ratea y va al cumple del sobrino del Alcalde Diamante.
-Muchas cosas.
-Ja, Saw la dejó a Claire mal.
-El humito se le vino al humo.
-Es buena ésa, eh: el humito se le vino al humo, el primer buen chiste que metí en 3000 palabras.
-Malo como él solo el humo.
-Kate se hace la preocupada por Claire.
-Uh, jujuy (?), el No Locke les metió la bomba.
-Ahí comprenden todo.
-Quieren subir a la superficie y tirar la bomba por ahí. Cualquiera.
-Discuten Saw y Doc, es muy complicado, es muy emocionante y complicado.
-Paró la bomba, la desconectó Saw porque no confió en el Doc y..., uh, qué pelotudo sos Saw, ahora se activó con todo.
-Sayid le explica a Jack que dejó a Desmond en el pozo (¿y ahora me lo venís a decir?) y se va corriendo con la bomba, quiere hacer la gran Ginobilli contra Serbia y Montenegro, en el último segundo.
-¡No, se inmoló Sayid, no, no!
-¿Por qué en vez de inmolarse no la tiró lejos?
-Creo que murió Lapi, le pegó una tapa del sub. en la cabeza. Por boludo.
-No, pobre Lapi, de última no le hacía mal a nadie.
-Están boleteando muñecos a full.
-¡Uh, uh, uh, quedó Sun atrapada, no, no!
-Esto me excede por completo, acá hay más emotividad que en toda mi vida, no sé cómo expresarla.
-Quedó atrás de la heladera (?).
-Bueno: mucha emotividad, más y más.
-Jack le pasa a Kate a Hugo, Hugo pregunta por Sayid, Jack dice que no hay más Sayid.
-Muy duro todo.
-Tiran y tiran pero no pueden sacar a la buena de Sun.
-Le pegó un coso en la cabeza a Saw y se desmayó, la puta que los parió, no la pueden sacar a Sun, Sun dice que se vaya, Jin dice que no y le dice a Jack que salve a Saw.
-No, no, esto es demasiado, le da un coso que no sé qué mierda es pero el que Jack le da a todos para que se salven (?) y Jin dice que no, que se salve él porque sabe que no la puede sacar a Sun. Esto es muy triste.
-Basta, por dios. Soy muy sensible para este mundo.
-Esto es casi peor que cuando muere Charlie.
-Jin dice que la saca y Sun le dice que se vaya pero no...
-Luto total. Creo que nunca lloré tanto en mi vida. El que no llora con esto es Santo Biasatti.
-Ahora se acordaron de hablar en coreano.
-...
-...
:( (?)
-.- (Sun)
-.- (Jin)
-(Muertos y por siempre juntos).
-Un minuto de silencio.
-El detalle de las manitas coreanas separándose está de más, hijos de putas.
-Qué fuerte.
-...
-No puedo más. Pero bueno, la vida sigue.
-No quiero ver a nadie, no me llamen (?).
-Basta, esto es una tortura, ahora Si Locke le explica a Si Jack cómo le cagó la vida a Antonio que en ésta (vida) era bueno.
-Me acabo de dar cuenta que Jack me cae bien, todos me caen bien.
-Se murió Sayid, loco, se murió Sayid.
-¿Quién escribió esto: Campanella? Ahora Kate pregunta por los coreanos y Hugo llora.
-Y ahora se va Jack a llorar a la orllla.
-Y ahora lloramos todos nosotros.
-Estoy emocionalmente destrozado.
-Está para escuchar Tom Waits y tomar whisky.
-No somos nada, loco, chau.

PD: Para que se animen, les dejó un link a los bloopers de la quinta temporada. Muy graciosos, especialmente uno entre Kate y Jack en el auto.