domingo, 27 de junio de 2010

Acúsalo con tu mamá, Aguirre

“¿Y que clase de rico será,
quién no lleve todo junto y en un solo puño
la Psiquis y el latir de su pueblo?”

A pesar de no haber funcionado, debemos reconocer que la estrategia mexicana de matar a Heinze (o, en su defecto, provocarlo esperando su obvia reacción: dar de muerte a algún rival) fue arriesgada. El salvaje argentino fue empujado de cabeza contra el piso, insultado por el banco adversario, golpeado por el lente de una cámara y, en el segundo tiempo, aplastado por un delantero luego de un centro al área, sin embargo no acusó recibo demostrando que su composición fisiológica difiere de la del resto de los humanos.

Permítanme comenzar con esta estupidez cuando desde algunos medios se asegura que la crisis económica europea se vincula intrínsecamente con la eliminación de Italia y Francia. Del otro lado la competencia es feroz: una publicidad (de esas que cumplen a la perfección su cometido: apuntar al corazón para apropiarse de tu subjetividad) concluye en que como la gente tira papeles por la calle y se roba bicicletas, lo único bueno del país es la fiereza de los multimillonarios que juegan al fútbol. Aunque no sabría bien si se trata tajantemente de dos lugares distintos: al termino de la transmisión oficial se explicita la asociación entre Canal 7 y, oh sorpresa, T y C Sports. Pasemos a otro tema.

Argentina ganó 3 a 1 pero por el escaso rendimiento de algunos jugadores y la casi nula asociación entre los que teóricamente deberían encargarse de manejar los hilos del equipo, el diagnóstico no es muy positivo. Es sabido que no importa mucho la forma en que se pase de fase en un campeonato tan azaroso como el Mundial, pero hay que aclarar que ante Alemania (un equipo con jugadores de buen pie, veloces y de gran organización en todas sus líneas) el panorama pinta complicado. Contra México apareció el destello de las individualidades mientras el juego colectivo brilló por su ausencia. Mascherano, claro, estuvo dedicado al trabajo defensivo, pero ni Di María (de bajísimo nivel) ni Maxi Rodríguez (peleado con la pelota) pudieron desbordar por los costados. Casi no hubo triangulaciones ni asociaciones productivas que generen algún tipo de peligro en el arco contrario. Tanto es así que en dos de los tres goles (el segundo y el tercero) sólo participaron los autores de los mismos.

Se temía que por la ausencia de Verón Argentina no tuviera la pelota y efectivamente sucedió eso. El comienzo del partido fue muy similar al encuentro del 2006: México atacando, quemando las naves ya desde los primeros minutos y creando situaciones de gol, especialmente con los remates desde afuera del área de Salcido. Pero a diferencia de lo ocurrido cuatro años atrás, Argentina se encontró en ventaja primero gracias a la miopía extrema de un juez de línea (al parecer un requisito exclusivo en las etapas decisivas de Sudáfrica, sino pregúntenle a Lampard). Luego llegó el oficio y la calidad extrema de Higuaín para aprovechar la desatención del fondo mexicano. Y no mucho más. A partir de ahí se notó que los de Aguirre (la ira de Dios) sufrieron un fuerte impacto anímico. Habían manejado los primeros 25 minutos del primer tiempo de igual a igual ante un adversario muy superior. De pronto se encuentra perdiendo 2 a 0 y con un gol ilegítimo.

El segundo tiempo arrancó con la misma tónica. Después del golazo de Tévez, Argentina, en vez de florearse y aumentar el marcador, perdió el control del partido hasta el final. No es que México se vino con todo, es que Argentina se quedo. El ingreso de Verón (quien se la pasó obsesivamente a un deprimido Messi) no solucionó nada: la Selección tuvo más la pelota, pero en su propio campo y ante el asedio constante de los mexicanos. Menos para el “razonamiento” de Niembro, el 3 a 0 era un resultado mentiroso, hasta que llegó el descuento y se encendió la alarma. Afortunadamente Romero tuvo buenas intervenciones y tanto Heinze como Otamendi (el de Vélez fue el mejor después de Tévez) supieron contrarrestar los tibios avances mexicanos, que fueron hacia delante por inercia. Con un poco más de convicción… Pero tampoco se puede vivir de ucronías. Esta vez los cambios de Maradona no resultaron tan efectivos y se advirtieron con un poco de retraso, especialmente la opción de Pastore, un jugador que no especula, siempre busca el arco contrario y se perfila como titular el próximo sábado. Que la sigan vuvuzeleando, pero danger, que se vienen los teutones.

miércoles, 23 de junio de 2010

Cinco años de Ilcorvino.

1- El 73 por ciento de las personas ya no me dice: “¿Cómo andás?”, sino: “¿Cómo anda el blog?”. El restante 27 no sabe que tengo blog.

2- La gente que lee y no comenta se disculpa: “Leo, pero no comento”. “Manejalo”, les contesto, “es tu vida”.

3- La gente ya no me dice Martín, me dice: Corvino, Corveta, Corvi, Corvain, Corvinex, Corvineta, etc.

4- No deja de generarme curiosidad el ciclo de vida de los comentaristas. Durante un tiempo expresan su opinión en todos los posts, después, poco a poco, hacen sus apariciones más esporádicas hasta que directamente desaparecen y son reemplazados por otros. Nunca falla.

5- El blog no es el más leído de la historia, pero tiene sus lectores, pocos pero obstinados, y por el promedio entre visitas, seguidores y comentarios es evidente que hay una mayoría silenciosa. No me refiero a los conocidos que me lo dicen, sino a personas X que siempre entran al blog y que, diariamente, lo leen. A veces me mandan un mail o me agregan a facebook. A esa gente quiero decirle: Hola, gracias por leer.

6- Estoy orgulloso de quienes comentan en mi blog. Esto no lo digo para quedar bien (tampoco es que me pagan), pero siempre tienen una opinión inteligente, una perspectiva original o graciosa que complementa el post a la perfección. Son personas que saben de fútbol, de rock, de literatura, de política. Si te equivocás en algo o mandás fruta, sutilmente, como quien no quiere la cosa, te comunican que sos un boludo. ¿De dónde mierda salieron? Uno no se cruza a menudo con esta gente. Me saco el sombrero.

7- Los bloggers siempre amenazan con terminar el blog para que los comentaristas le digan: “No, por favor, no lo cierres, no puedo vivir sin ti” (¿?). Yo no. Cuando termino algo no lo digo, lo hago directamente. Mentira.

8- Creo que voy a cerrar el blog.

9- Se supone que uno pasa del blog a otro estatuto de la palabra (?) y ahí se lo cierra.

10- Todas las veces que publiqué en medios impresos fue por el blog. Si no fuera por el blog nadie conocería lo que escribo. O sea: la culpa es del blog.

11- Al principio (a menos que te sumes a una corriente instalada, como por ejemplo la de los mal llamados “bloggers K” o la de los diarios íntimos posmo-onanistas) el blogger no sabe qué postear. Después, con el tiempo (¿meses?, ¿años?), inexplicablemente, uno encuentra la dinámica precisa. Y el blog se transforma en un sistema de textos muy calibrado regido por la lógica propia de su autor.

12- Tener la oportunidad de escribir lo que quieras también es un riesgo. A veces la costumbre “obliga” a opinar sobre cada tema de actualidad y, claro, no existe nadie que sepa de todo. Por eso uno termina escribiendo, ni más ni menos, pelotudeces. Por eso se justifican los insultos: “Si vas a decir lo que quieres, también vas a oír lo que no quieres” (Roberto Bolaño dixit).

13- Otra faceta interesante del fenómeno de los blogs son los ejes temáticos que van mutando a lo largo del tiempo. Por ejemplo, este blog, durante el conflicto entre el campo y el gobierno, fue básicamente un blog “político”. Ahora es el Mundial y parece un blog de fútbol. En el verano leo muchos libros y es un blog de literatura. El año pasado era el blog de alguien resentido y que odiaba la vida. Y así. Habitualmente es un blog de todo. La única vez que decidí conscientemente no tocar tan frecuentemente un tema fue este año. El tratamiento que los medios hacen de la política, las columnas de los opinólogos del establishment, la pelea entre Clarín y el gobierno... No es que no escriba más cosas de ese tipo, pero ya hay 40.000 blogs que se encargan de eso y es innecesario reincidir. Son pocos los que aportan algo, muchos se sumaron a último momento y son repetidoras de 6 7 8. El blog político deberá reinventarse si quiere sobrevivir al tedio de la monotonía. Digo, qué mierda sabré yo.

14- Creo que los blogs y todas las vertientes de lo que se denomina Internet 2.0 (ni hablar el facebook) nos exponen demasiado. Como seres humanos, como sociedad e individualmente. Me es imposible no sentir pena. Por las fotos de perfil. Por quien ahora mismo escribe creyéndose tan importante como para que alguien lo lee. Por los que escriben qué están haciendo a toda hora y en todo momento. Por los que promocionan su vida como un espectáculo (tomar cervezas, mirar la tele, estudiar, escuchar un tema y subir un video). Lo único que siento es pena. Lo único que percibo es gente sola e irritada que intenta parecer acompañada y entretenida. ¿Hasta que punto soportáremos creernos tan inteligentes, tan originales? Verdaderamente no entiendo cómo podemos asistir a tal exposición de ego. Porque estamos todo el tiempo conectados, amigos, siempre, a sol y sombra, llueva o truene, tenemos la PC encendida como si eso nos salvará de algo que nadie sabe qué es y no es otra cosa que… ¡la vida! Hablo de luchar contra el ego, pero, aunque escriba sobre Kirchner, estoy escribiendo sobre mí. Es como el chiste de los que no tienen look, que en realidad antes de salir se están mirando 2 horas al espejo. Creemos que la realidad no existe si no se comparte a través de un monitor. Probablemente esto sea peor que la droga más dura. Ya que me leen y tengo la oportunidad de decir algo, yo les recomendaría que ahora mismo salgan afuera y le digan a alguien que lo quieren o lo extrañan. Y si no tienen a nadie, acaricien un perro o lean un libro o miren el sol.

15- Obviamente nadie hizo nada. En primer lugar: nadie es tan estúpido como para hacerme caso a mí. Y segundo: nadie se anima a nada si no es por los carriles de la virtualidad. Chupate esa mandarina.

16- No se puede ser cínico las 24 horas del día. Dirán que es sólo la representación que uno se hace de sí mismo, pero eso, tarde o temprano, se transfiere a la persona de carne y hueso.

17- ¿Y encima se dieron cuenta de que los que no son cínicos son idiotas? Incluso preguntando eso estoy siendo cínico. Y creyéndome cínico soy un idiota. Atrapado sin salida.

18- Estamos totalmente quemados, así no debería ser la vida y sin embargo, lo es. Y creo que a medida que pasen los años la tendencia se profundizará (vaya uno a saber con qué tipo de herramientas) y ya ni siquiera nadie sabrá que en otro momento todo fue diferente. No digo mejor, sino diferente. Pero ¿fue diferente o estamos añorando una época que ni siquiera ocurrió? Tal vez las horas que nosotros pasamos frente a un monitor, antes las pasaban frente a una pared mirando la nada.

19-Nobleza obliga, a continuación recomendaré (algunos de) mis blogs favoritos, los que siempre leo. Son muy buenos, mejores que éste. Están repletos de imaginación, buenas intenciones e ideas:

http://losdesnudosylosmuertos.blogspot.com/: Un blog en el que se encuentran diferentes textos sobre temas de actualidad a través de una pluma muy sofisticada.

http://pajaritoscantan.blogspot.com/: Poemas muy bien escritos. Aforismos originales y entretenidos sobre la vida moderna. Para pensar, reír y llorar.

http://www.cinefania.com/cinebraille/: No es un blog, pero comparte el espíritu. Mucha información, un uso excelente del link para traer a colación datos interesantes (entrevistas, notas viejas, rarezas). Comentarios sobre rock, música y cine. Observaciones ácidas, ocurrentes y breves.

http://mdpminikonyyo.blogspot.com/: Fotos de distintos lugares de Mar del Plata, casi siempre con un enfoque poético, político o social.

http://loshuevosylasideas.blogspot.com/: Abominable blog K, con tendencia a publicar textos sobre fútbol y política, aportando una mirada sincera y lúcida.

http://tirandoalmedio.blogspot.com/: Otro blog k, un clásico. De todos los que hay (por lo menos una veintena son imprescindibles) éste es el que más leo para saber "qué onda".

http://pecesdescartables.blogspot.com/: Blog de poesía, de sensaciones pasajeras, de fotos de minas leyendo y comentarios sobre literatura.

http://matemosalasballenas.blogspot.com/: El blog más polémico de la historia de Mar del Plata.

http://citassincontexto.blogspot.com/: Un blog donde se recopilan citas de diferentes libros como así también grafittis callejeros peculiares. El post se complementa con una observación pertinente del autor en la ventana de comentarios.

http://hernangalli.blogspot.com/: Poesía, una saga de textos cortos que conforman, a su vez, una novela. Reseñas musicales y literarias. Bilardismo para todos. No le nombren a Andrés Calamaro.

http://hemiseccionado.blogspot.com/: Observaciones breves y originales.

http://blog.eternacadencia.com.ar/: El mejor blog de literatura del país. Quizás existe otro, pero no se nota.

http://elanacoreta86.blogspot.com/: Otro excelente blog multi-temático que, al igual que Los desnudos y los muertos, cuenta con una prosa de excelente factura.

http://aeronavegable.blogspot.com/: Especie de diario personal que bien podría constituir una nouvelle. Adictivo. Una mirada al mundo desde la mente afiebrada de una China loca y hermosa.

http://siempreserek.blogspot.com/: Otra muchacha con poder de síntesis. Posts cortos, militantes y ácidos que van desde temáticas relacionadas con las minorías sexuales a la política en general.

http://voydelibero.blogspot.com/: Alguien que entiende el fútbol se encarga de describírnoslos sin apelar jamás a lugares comunes. Muchas gracias.

http://tengounlinyerabajolacama.blogspot.com/: La imaginación desbordada al poder. Micro-relatos que se mueven entre el desquicio y la genialidad.

http://fiestaenelutero.blogspot.com/: La imaginación desbordada al poder II. Textos de ficción que parecen pertenecer al surrealismo pero poseen una cotidianeidad extraña. Relatos con imágenes y escenas de resonancias poéticas.

martes, 22 de junio de 2010

Y eso que no entró el Chino


Uno de los perros griegos sufrió de rabia en pleno partido.

El tercer partido de la primera fase siempre fue un embole. El depresivo 0-2 contra la Bulgaria del Gran Hristo Stoichcov. El anodino empate con Holanda. El triunfo contra Croacia (que fue tan aburrido que mereció ser un empate). El olvidable affaire de Corea-Japón. Pero este tuvo sus particularidades. Ya a priori Grecia se perfilaba como un hueso duro de roer. Los griegos son escépticos y como buenos discípulos de Pirrón descreen de todo. Ni siquiera están enterados de que existe el fútbol. Y si lo estuviesen, dudarían seriamente de su existencia. Por eso practican ese deporte tan distinto al que intenta jugar la Selección. En el segundo tiempo el arquero le tuvo que explicar a un defensor para dónde tenían que patear. En vez de festejar los goles, festejan las faltas. (En una se chocaron los cinco después de voltear a Messi). El número 10 se llama Giorgos Karagounis y es un absoluto trastornado. Darle esa camiseta es una broma pesada. En nuestras tierras, como máximo, podría aspirar a ser el 6 de Tristán Suárez, aunque el traje que mejor le quedaría es el de jefe de alguna barra brava bancada por un Barón del Conurbano. En Wikipedia se dice que Giorgios “puede jugar en cualquier posición del mediocampo” (lo que lo asemeja aún más a un mercenario) y que “cuenta una anécdota (sic) que en la temporada 2000/01, cuando el conjunto griego disputaba la entonces segunda ronda de grupos de la Liga de Campeones, anotó un golazo de tiro libre ante el Manchester United, en el mismo Old Trafford, aunque el club de Atenas perdió ese duelo y posteriormente fue eliminado”. Lo cambiaron en el S.T. Probablemente haya tenido que salir a asesinar a alguien por las calles de Johannesburg. Pero la gran estrella es Samaras, un delantero altísimo, gigante como un monigote de Ron Mueck. Bruto y displicente, tiene menos ductilidad que un playmobil. Podría ser parte de la mitología griega la leyenda de que alguna vez gambeteó a un rival. Al lado suyo, Palermo se asemeja a Houseman. Sin embargo, él solo se las arregló para complicar a Martín “No te oigo” Demichelis y Compañía (lo que amerita un DANGER ante un adversario más fuerte). Por algo una de las frases de cabecera de Otto Rehhagel, el técnico griego es: “Samaras y diez más”. Cuando lo critican suele arremeter con un agresivo “Sigan filosofando”, que ha provocado la indignación de la prensa.

Ah, el partido terminó 2 a 0. El primero lo hizo Demichelis, el marido de la voluptuosa Evangelina Anderson. Grecia propuso un partido pesadillesco, su defensa es el verdadero Muro. Y pensar que se estaban jugando la clasificación. El Consorcio Técnico (Maradona, Mancuso y Enrique) se guarda su mejor carta: el fantástico Chino Garcé. Los que entraron tuvieron niveles dispares. Bolatti estuvo deslucido. Milito perdió su gran chance. Tal vez por enésima vez. Palermo, en 10 minutos, la mandó a guardar de una. Agüero no jugó mal, pero tampoco se lució. Creo que lo mejor hubiese sido mantener el tridente de los primeros partidos, para que sigan aceitando las tuercas. Los dos laterales, Otamendi y Clemente Rodríguez, merecerían la titularidad. Verón ni fu ni fa. Alterno buenas y malas. En el primer tiempo no estuvo tan claro con la pelota. Pastore se asoció con Messi y logró que el rosarino (hasta allí fastidiado por el catenaccio griego) levantara el nivel. Los buscadores de coincidencias indicaban el partido de hoy como el día señalado, ya que Maradona no marcó en México hasta el encuentro con Italia, pero el gol todavía se le niega. No se puede vivir de analogías. Sólo falta decir que 1986 es un año y el 2010… también. De todas formas, hay algunas similitudes inquietantes relacionadas con los descensos. Búsquela usted mismo, lector, no me haga pasar vergüenza.


Ahora sí empieza “la única justa de las batallas”. Lo que acaba de finalizar fue un ensayo. En Octavos nos toca nuevamente México, un rival muy difícil. Jugar con los aztecas es más feo que ver el rictus salvaje de Heinze en cámara lenta de alta resolución. Poseen un plantel más precario que en el 2006, pero es preferible no cruzárselos nunca. Que la sigan vuvuzeleando.


PD: No sería nada raro...


jueves, 17 de junio de 2010

Esto no es una Pipita


Un partido más extrañó que el entrenador de Alemania. Sun y Jin se revuelven ¿en el mar? Argentina monopolizó el manejo de la pelota (marche una ley de Medios), casi en forma abrumadora. Sin embargo, una distracción de Demicheli (rápidamente atribuida al “ruido blanco” de las vuvuzelas a través de expresivos gestos de desligamiento) provocó la reacción de los asiáticos en los primeros 30 minutos del segundo tiempo. Corea no marcó en zona (muerta), como la africanísima Nigeria, pero tampoco evocó la agresividad de “Kung Fu”, su técnico, apodado así por Maradona por su tendencia al juego brusco en el Mundial 86’.


Al igual que el equipo, Messi demostró la diferencia entre jugar vistoso y ser inteligente. Sin brillar, participó en el armado de los cuatro goles. Nunca más tendrá las facilidades del primer partido. En realidad los cuatro delanteros en cancha fueron protagonistas. La veloz efectividad de Agüero (quien, sin dudas, jugó su mejor partido, erigiéndose como fija para los últimos minutos) dejó en evidencia a Tévez, de hiperactividad algo inconducente. Por momentos, su sacrificio se confunde con el derrotero de un autito chocador. Está en contacto con el balón (incluso más que el 10), pero sus jugadas no suelen llegar a buen destino. Higuaín no es una Pipita, es cosa seria. Un goleador de Selección, ni más ni menos, como hacía mucho no se veía: para coronar una jugada preparada, para empujarla. A esa capacidad innata del 9 de área, le agrega facilidad para desmarcarse. Tampoco queda en falta cuando se tiene que asociar con los bajitos gambeteadores. Estamos en presencia de un jugador fantástico. Cierta tranquilidad en su conducta (jamás hará “una para la tribuna”) muchas veces lo hace pasar desaparecibido para el gran público. De todas formas, al lado de Tévez, todos son displicentes.



Es seguro: la Selección jugó con Nadie, pero Nadie le ganó a España y a seguro se lo llevaron preso. Este triunfo es muy valioso, no sólo significa clasificar, sino también la consolidación de una propuesta colectiva. Si en Octavos o Cuartos toca regresar, incluso se lo subestimará, pero detengamos la Máquina Capitalista de nuestras mentes que nos impide disfrutar de los buenos momentos y pensemos que en un marco de ominoso Apocalipsis (en la primera fecha se multiplicaron los empates y ningún jugador marcó más de un gol), Argentina es uno de los pocos equipos que propone tratar bien a la pelota. Afortunadamente, el esquema bilardista de la última fecha de Eliminatorias parece un mal recuerdo. Cuando lo hizo entrar, Agüero contó que Maradona le pidió “que haga paredes con Messi”. ¿No es conmovedor? No se juega a media máquina y sobrando el partido como Brasil, tiene sobresaltos, se equivoca, pero ¿no es preferible este riesgo al pragmatismo deliberado y aburrido de Dunga? Probablemente así no se llegue a la final, no se gane un Campeonato del Mundo, poco importa.



Di María aportó y estuvo más activo (un caño de potrero, una volea que sacó el arquero), pero todavía le cuesta explotar. Mascherano jugó un partido soberbio, en los relevos, el quite y la precisión de los pases. Romero (nada que hacer en el gol) y Maxi Rodríguez no tuvieron mucho trabajo y si lo tuvieron, no se notó. Es una incógnita el desempeño de la defensa, por ahora sufre desacoples, no tiene mucha salida por los laterales y cuenta con los jugadores de rendimientos más bajos (Demichelis, Jonás Gutiérrez). Tal vez la única alarma es cómo funcionará ante un rival de jerarquía.



Me quedo con la imagen exquisita de Maradona devolviendo de taco una pelota que se fue afuera. Que la sigan vuvuzeleando.





martes, 15 de junio de 2010

Con el viejo póster, Diego en México campeones...


Como afirma un grupo de facebook con 347.975 fervorosos y sufridos adherentes “El mayor error del ser humano es intentar sacarse de la cabeza aquello que no sale del corazón”. Durante mucho tiempo el fútbol argentino quiso sacarse de la cabeza a Maradona, pero en nuestros corazones Diego seguía eludiendo ingleses y jugando con el tobillo destrozado. Por eso cuando las cosas no funcionaban y aún con el 10 retirado (a punto de morir, en Cuba, actuando de sí mismo en el Showbol, confundiendo la tarea de animar un programa de TV con el emisión constante de gritos) desde las entrañas del Monumental comenzaba a corearse espontáneamente su nombre. De la misma forma la chica pasea con su nuevo enamorado, pero de pronto recuerda que por esas mismas calles deambulaba con su ex, quien la trataba mejor y había sacado un crédito para comprar un auto y no tener que cagarse de frío caminando a la intemperie.

Porque si la historia entre Maradona y el público de fútbol no es una historia de amor, yo no sé qué carajo es el amor (lo que, por otra parte, explicaría varias cosas en mi vida). Y los que no quisieron ver en su desembarco como entrenador de la Selección una de esas farsas en las que parejas derruidas reaparecen cual T-1000, es, justamente, porque están muy enamorados. Todo o casi todo lo que hizo Maradona desde que asumió hasta que dirigió su último partido en las Eliminatorias contra Uruguay fue alarmante. Parecía el argumento de una obra de teatro absurdo: el mejor jugador de fútbol de la historia no sabía nada de fútbol. O creía más en el combustible espiritual que en la verdad del verde césped. Desde la desafectación de Riquelme con una ayudita de sus amigos de T y C Sports y el juego paupérrimo del equipo hasta los detalles escabrosos de sus relación con Bilardo. Si detrás de la línea de cal parecía un actor malo, enfundado con ropas deportivas y haciendo la mímica de lo que debería decir un director técnico.

Para peor, cada descalabro era acompañado con alguna de sus frases de cabecera, esos eslóganes para la gilada (entre la que me suelo incluir) que todos ya bien conocemos. El repentismo genial de “La pelota no se mancha” y “Me cortaron las piernas” provoca la identificación emotiva. La agresividad reaccionaria de “Pelé debutó con un pibe” y “Sigan chupando” no hace justicia a un personaje tan entrañable, más bien le da pasto a las fieras (entre ellas quienes “la tienen adentro”). El Maradona técnico no estaba a la altura del jugador.

Pero ahora veo a Maradona por TV y es otro.

No hablo de su barba entrecana ni del traje formal que usó para el encuentro con Nigeria.

No me remito a su abrazo con Estela de Carlotto, Maradona lo único que tiene de progre es el look (1). Ni siquiera al planteo táctico o los jugadores elegidos, sino (y tal vez a partir de ahora crean que estoy loco), a su mirada. La noté en las primeras imágenes que llegaban desde Pretoria. En algunos pasajes de las conferencias de prensa donde despliega su stand-up. Cuando antes de comenzar el partido con Nigeria la cámara pasó fugazmente por su rostro sonriente.

Maradona está mirando como quien sabe algo que los demás no. Es esa sabiduría milenaria, más vinculada al instinto que al intelecto. Esto no se aprende en los libros, no se puede explicar racionalmente, se reconoce. ¡Lo que lo jodió en las Eliminatorias no fue su inexperiencia, sino la incomodidad del marco: era muy precario para su magnitud! Cualquiera gana una Eliminatoria, unos pocos el Mundial. Me parece que el tipo sólo está para cosas mayores y es la Copa del Mundo la escenografía que necesita para sentirse como en su casa. Ahora pienso que los rivales pueden experimentar un terrible cosquilleo cuando el astro, como un patriarca entrado en años, les alcanza la pelota para tirar un lateral. Me cuesta mucho, pero de a poco me ilusiono con que la Selección llegue, aunque sea, a estar entre las cuatro primeras. No por el país o la Patria o el fútbol argentino, no creo en esas entelequias borrosas. Tampoco para descargar las frustraciones de la vida cotidiana, sino por él, ese tipo insólito que se conecta tan a menudo con las terminales de nuestro corazón.

(1): Ni más ni menos: se acomoda en forma tan oportunista a las nuevas coordenadas ideológicas como el resto del electorado argentino

lunes, 14 de junio de 2010

¿Qué se puede hacer salvo ver partidos?

Siempre es interesante observar a las Selecciones holandesas. Suelen contar con una defensa ordenada y de mitad de cancha en adelante están repletas de jugadores de gran técnica, habilidosos en el mano a mano (de los europeos, son quienes más se destacan por gambetear) y tendientes a practicar un juego asociado veloz, muy vistoso a los ojos. Por eso es inaudito que Italia (con su insufrible catenaccio) haya levantado la Copa en 4 oportunidades y que Holanda "nadie nunca nada”: tanto en el 74’ como en el 78, el 98 y el 2006 la clockwork orange la dejaba chiquita y sin embargo…

“Esto es fútbol”, repiten los que saben, “no hay merecimientos”. Algunos ven en esta característica incierta del deporte su costado más maravilloso, a mí me parece francamente horrible. Debería existir, en todos los campeonatos, un jurado de sibaritas del fútbol, personas sin equipo (como Antonio Birabent) que, paralelamente al que gane la final o tenga más puntos, premie a quien jugó mejor. De esta forma, el Clausura 2009 hubiese contado con dos vencedores: Vélez y Huracán. En otros casos, el campeón formal coincidiría con el moral. Y así. Es utópico y tirado de los pelos, pero ¿acaso usted no espera que Paul McCartney toque en Argentina?, ¿acaso usted no se entusiasma en la panacea que significará la Ley de Medios y mira para otro lado cuando le hablan de Sergio Spolsky?, ¿acaso usted no cree que alguna vez será feliz cuando toda su vida fue un cúmulo de desgracias?

Volviendo a Holanda, presumo que el “error” se relaciona con la rigidez táctica (algo similar a lo sucedido con Argentina en el 2002) que les hace jugar en forma idéntica con cualquier rival, sea un combinado discreto como Dinamarca (a la que acaban de ganarle 2 a 0 sin brillar) o la verdeamarelha. Porque Holanda le hace fuerza a quien se le cruce y es históricamente temida, pero a veces tal vez haga falta cambiar algún engranaje que aporte ese plus de espontaneidad que faltó para ser campeón. Aunque analizándolo en perspectiva, no creo que se trate de un hecho problemático sino de una valorable cuestión de convicciones. Por lo menos en el 98, perdieron por el azar de los penales. El caso de Argentina en Corea Japón, a mi juicio, es diferente, porque llegó al Mundial desgastada, convertida en un equipo predecible, que la única oportunidad de llegar al gol que tenía era a través de los centros que tiraban los extremos al 9 de área. Esto fue explícito en los dos primeros partidos (contra Nigeria e Inglaterra), pero Bielsa se mantuvo firme en su sistema, en una actitud tan reveladora de su personalidad como ingenua y caprichosa en el marco del fútbol internacional. Alguna vez se debería considerar con más criterio a Bielsa, un tipo al que estamos acostumbrados a reverenciar (me incluyo y creo que es el mejor entrenador posible) por la forma de ser (en un medio habituado a Gallegos o Ramones Díaz es un oasis en el desierto) y su obsesión por el trabajo, lo que termina invalidando cualquier crítica a la monotonía radical que, en algunos casos, sufren sus equipos. Es verdad, sin embargo, que desde su partida en 2004 la Selección no ha funcionado, valga la redundancia, como equipo, sino como una serie de individualidades que se pasan la pelota, en el que el desacople entre líneas casi es axiomático. Lo ideal sería una estructura puesta al servicio del talento particular de cada jugador, pero no sé si eso es posible. Esto queda fatalmente en evidencia cuando se observa jugar a una Selección como la de Alemania, que en el día de ayer le ganó, jogo bonito incluido, 4 a 0 a Australia. Es verdad que los habitantes de la tierra de Cocodrilo Dundee y Claire Littleton probablemente no le hagan partido ni a Aldosivi, pero el juego teutón (ahora hay que decirle así a los alemanes), esa disposición en bloque, de jugadores inteligentes y rápidos, fue lo mejor que se vio en Sudáfrica.

Sobre la intrascendencia de los partidos jugados hasta aquí, una observación: nunca, desde que tengo uso de razón (94 en adelante) vi un Mundial en el que los primeros partidos no fueran muestras de especulación y aburrimiento. El encuentro inicial suele ser tomado con cautela por todas las Selecciones. Las candidatas no quieren correr riesgo y quedar en ridículo por un empate o una derrota, así que juegan a media máquina y guardan energías, pensando más en la segunda ronda. Las más precarias temen ser goleadas por jugar de igual a igual y se cuelgan del travesaño. Quizás la bendita constitución de Jabulani (?), la emisión constante de las mismas imágenes en todos los canales de TV y el amarretismo general del fútbol posmoderno profundicen esta impresión. Hasta la próxima: que la sigan vuvuzeleando.


sábado, 12 de junio de 2010

Con Jay Jay Okocha esto no pasaba

Mr. Eko se revuelve en su tumba. ¿Las vuvuzelas?: ¡no dejan de tronar! (?). Toti Pasman siente un extraño dolor en la zona rectal. El chauvinismo-patriotero-nacionalista-leninista se expande por el territorio. Niembro se erotiza y no deja de tocarse pensando en Messi. Maradona demuestra que más que el trabajo durante la semana, lo que vale son los eslóganes de autoayuda. Sin dudas, las impresiones más importantes que deja el triunfo argentino contra el combinado nigeriano. “Esto es fútbol”, dicen los que saben cuando no saben qué mierda decir, intentando explicar a través de la inútil tautología la irracionalidad de un deporte que hace justicia, sí, y lleva a Sudáfrica al excepcional Chino Garcé pero deja a Riquelme viendo el match desde su casa, mientras toma mate y come bizcochos con su apreciada y demandante madre.

En la previa del partido objetaba del equipo de Maradona a dos hombres: Heinze y Jonás Gutiérrez. Con Heinze, el Guillermo Moreno del Seleccionado, cambié de opinión cuando Pasman (escudándose en el “gentismo”) lo increpó en rueda de prensa. Rápido de reflejos (?) me uní a un grupo de facebook que lo bancaba. El gol de cabeza, al ángulo, mientras Samuel, a escasos metros, violaba a un africano, fue una muestra de la Argentina revanchista. Jonás Gutiérrez de 4 dejó mucho que desear, pero el fusilamiento mediático al que lo sometió Niembro durante todo el partido (quien, como todos sabemos, pacta con Lucifer cada una de sus opiniones), hizo rever mi postura. Por eso me pareció acertado que Maradona no lo haya sacado a pesar de haber hecho un partido desastroso, o, mejor dicho, por haber anti-jugado al fútbol, llegando a destiempo y desbordado por propios y extraños, mientras sus pectorales turgentes provocaban el asombro de las féminas. Aunque en esta terna nadie le ganará a Diego Lugano, el aguerrido uruguayo que es igual a Jude Law, ni a ese ejemplo de facha y pecho helado francés: el gélido Gourcuff.

Pero vayamos a lo más importante: el juego. El que tome este partido como pauta de lo que vendrá debe tener algo en cuenta: los nigerianos marcaron como si fueran un equipo de mete-gol. Al tridente ofensivo argentino simplemente le bastaba moverse y pasarse la pelota entre sí para llegar al arco rival. Así da gusto desplazarse por la cancha. Hay incluso quienes afirman que si en lugar de Messi, Tevez e Higuaín hubiesen estado Pancho Varallo, Sanfilippo y el fantasma de Pedernera el resultado hubiese sido el mismo. Más allá de esta hipótesis (seria, inteligente pero no por ello menos delirante, innecesaria) debemos destacar el juego de La Pulga, quien tal vez por primera vez con la albiceleste demostró lo que se suele ver cada fin de semana en las pantallas de Play Station 3. También Tevez e Higuaín cumplieron un buen desempeño, aunque el primero no participó en jugadas relevantes y el segundo desperdició varias situaciones de gol. Sin embargo no creo que haya que sacar al ex River, porque de todos modos aguantó muy bien la pelota y demostró que tiene técnica (a diferencia de Milito, que en los pocos minutos que tuvo en la cancha tampoco pudo marcar la diferencia). Hubo, eso sí (a pesar del rendimiento general óptimo: Argentina pudo golear) algunos jugadores intrascendentes que en partidos más duros deberán levantar el nivel: Di María, Mascherano y Verón (que corrió 4 kilómetros: ¿?). La defensa es un mundo aparte. Es un lugar común decir que cuando los equipos tienen muchas individualidades tendientes al ataque, se descuida atrás (el apotegma sobre la manta corta, que explica tanto el fútbol como la vida). En el equipo argentino esto se profundiza porque los laterales no juegan habitualmente en ese puesto, aunque hoy Heinze no tuvo mucha responsabilidad ante la decisión nigeriana de entrar siempre por el costado de Guitiérrez. Los centrales (Samuel y Demichelis) estuvieron sobrios (tampoco es que brillaron). Nigeria tuvo varias chances, aunque el dominio fue de Argentina. Tal vez Bolatti hubiese aportado más equilibrio y distribución de la pelota que Maxi Rodríguez (quién reemplazó a Verón). Se puede apreciar también cierta prolijidad y la puesta en práctica de algunas jugadas preparadas, lo que contradice la suposición general de que la Selección se la pasó boludeando desde que está en Pretoria. Esto revalida un poco a Maradona, que hasta ahora no había sabido materializar sus conceptos ni le había otorgado una identidad definida al equipo, a excepción de la apuesta ultra-defensiva del encuentro con Uruguay por la última fecha de las Eliminatorias. Nos espera Corea del Sur, que le ganó a la anodina Grecia (Sócrates se revuelve en su tumba). La clasificación parece asegurada, pero “esto es fútbol”. Habrá más novedades para este boletín. Que la sigan vuvuzeleando.

jueves, 10 de junio de 2010

Escape hacia el alma


Últimamente las personas se recluyen en sí mismas. Apuntan con la cámara hacia el espejo. Suben el resultado al perfil (de la red social que sea). Y es el narcisimo a la décima potencia: la imagen duplicada del espejo ahora se repite en la fotografía y en las pantallas de cientos de personas. Pero mirar hacia adentro puede variar su significado cuando el trip no es programado por la Agencia de Turismo del Ego, empresa que nunca cambia el recorrido y siempre te deja en el mismo lugar. Tampoco no hay que sacarse más fotos o matar al Ego. No sé qué es lo que hay que hacer, que quede claro. “Entrégate a la introspección, hazte autista”, decía Leo Masliah, risueño. No hablo de eso, sino de despojarse del avatar creado por el Yo y preguntarse qué hay adentro tuyo. ¿Qué sentimientos, estados de ánimo, recuerdos, fijaciones pululan entre nuestro cerebro y el corazón? Éstas son las cosas que verdaderamente nos dicen quiénes somos, pero aventurarse en tal camino nos puede dejar más cerca del arpa que de la guitarra, porque no estamos preparados para asistir al espectáculo de que una parte de nuestra existencia siempre esté ligada a la oscuridad de estar en un mundo que no tiene sentido. La mayoría de las personas coinciden en que no hay que estar consciente todo el tiempo del dark side of the moon, ya que es preferible pasar por la vida sin volverte loco. Sin embargo, no todos opinan lo mismo. En un libro de Idries Shah (1) se narra una enseñanza sufi de un derviche que se sube a un barco y le dice a cada uno de los demás pasajeros:

“Trata de estar atento a la muerte hasta que sepas lo que la muerte es”.

En pleno viaje se desata una tormenta y mientras los demás se enloquecen, el derviche permanece más tranquilo que agua de tanque, tomando mate y repasando el fixture del Mundial. Cuando la tormenta cesa, los demás le preguntan cómo hizo para no desesperarse, si no se dio cuenta que lo único que lo aferraba a la vida en esos momentos era una tabla de madera. A lo que el maestro sufi contesta:

“Oh sí, en efecto, yo sabía que en el mar siempre es así. Sin embargo también me di cuenta de que, como a menudo había reflexionado en la tierra, en el curso normal de los sucesos, hay aun menos (distancia) entre nosotros y la muerte”.

En fin. Algo de este tipo de viaje existencial y místico siempre hubo en Spinetta. Recordemos su interés por los mandalas (vía Carl G. Jung) o canciones como “Dale gracias”, claramente inspirada en la lectura de Carlos Castaneda: “Es inútil que pretendas brillar con tu historia personal”.

Injustamente olvidado, creo que Fuego Gris (1993) es la última obra maestra de Spinetta. Y es más: en mi podio personal lo ubico junto a Artaud (73’) y Kamikaze (82’). Esto contradice las consideraciones del universo spinettoide que suele hablar de Fuego Gris como una continuación fallida de Peluson of milk (91’). Es verdad que el modo es el mismo (el lenguaje utilizado es similar y Spinetta es solista en el sentido literal del término: casi no hay invitados), pero Fuego Gris lo supera o, si se quiere, es una parte II a su nivel.

O quizás sea que se menosprecia Fuego Gris por ser la banda sonora de la película homónima, un trabajo subsidiario que, de alguna manera, Spinetta no concibió espontáneamente. Vaya uno a saber. La cuestión es que en el recital de las Bandas Eternas no se tocó ningún tema y en el legendario especial de la revista La Mano (abril 2006) se ubica al disco entre los 5 que nadie escucha, junto a Only Love can sustain y Camalotus. “Nadie sabe que existe”, se afirma, sin mayores argumentos (P. 87).

O quizás sea porque la tapa es horrible.

Sobre la película: es inhallable, aunque la vi varias veces porque hasta hace unos años (quizás 10, no lo sé, el tiempo pasa rápido) era número puesto en Volver. Trataba sobre una muchacha algo alienada, que no podía hallar vínculos en el mundo real y bajaba (alegóricamente) a un submundo de seres monstruosos. Especie de road movie de iniciación, surrealista y delirante.

A diferencia de otros discos de Spinetta, que tienen por motivo el desamor, la rabia cósmica o distintas influencias literarias, Fuego Gris parece hablar del instante en el que el dolor deja paso a la nada. Las letras del disco, tomemos por caso la de “Flecha zen”, versan sobre cierta redención (“Ya mi dolor como todo se fue/ el cielo debe existir”), pero también sobre un gran vacío existencial (“Búscame/ Pero búscame, por favor”) en un contexto de Apocalipsis y escepticismo (“Los hombres del mal/ Los hombres del bien/ ¿Qué pueden ya ofrecer?”). Sentir la nada es revelador, cercano a un satori de entrecasa. Es cuando comprendemos que no le podemos echar la culpa a nadie y somos artífices de nuestro propio destino. Debe existir algún aforismo que asevere que hasta el balazo que pegan por la espalda fue concedido, en algún momento, por la víctima. El dolor casi siempre tiene un “culpable”: la mina que se fue, el padre que te abandonó, el jefe que decidió que tus días en el trabajo se terminaron, el equipo que descendió. Ahora bien, ¿a quién atribuir la nada sino a uno mismo?

Las melodías de algunos temas (casi siempre acústicos, remozados por ruidos extraños y tecnología noventosa), desdibujadas, son concluidas por la voz de Spinetta, que en este disco parece un instrumento más, aunque eso no le quita significado a sus palabras. No es mera sonoridad ni chamuyo simbolista para que quede bien y complicado, al estilo Luis Almirante Brown. Difícil encontrar un disco de Spinetta más cercano en su semántica, a pesar de su aparente surrealismo. Es verdad que Fuego gris posee una impronta onírica, como también lo es que a veces en sueños advertimos nuestras propias necesidades y carencias. Hay “Dedos de mimbre” y “Caspa tropical”, pero lo que escuchamos, principalmente, es un hombre cantando canciones sobre el desamparo. Creo que la inaccesibilidad o el hermetismo de las letras de Spinetta es un lugar común. A veces, en su búsqueda, muerde la banquina, pero cuando llega a buen puerto, es sublime. Casi siempre se entiende lo que quiere decir.

En este disco, las alusiones al alma (casi siempre perdida o impenetrable) baten el record mundial. En “Penumbras”, el alma “es un muro que ya no canta”; en “Norte de nada” se oye: “Voy al norte de nada/ donde sopla el viento mortal/ donde las cenizas vuelven al alma”; en “Dedos de mimbre”, se aborrece “un signo que anule mi alma”. La mejor de todas es “Parado en la sentina”, uno de los temas más bellos que compuso Spinetta en su vida, en el que el sujeto enunciante, requiere de la ayuda de alguien que sepa dónde está el alma ya que “alguien me hirió/ y algo más me hirió/ y luego otra también/ y me quedé super herido”: "Debo llegar/ tan solo debo llegar/ a ti/ debo llegar hacia las manos de alguien/ que sepa de mi alma/ que sepa de mi alma/ que sepa que ya no esta en mi/ no, no, no/ no esta en mi, oh".

Otros temas destacados son “Cadalso temporal” (un rock and roll deforme, tan típico de Spinetta), “Preciosa dama azul” (especie de fábula para niños de una redondez melódica que la convierte en un clásico instantáneo), “Penumbra” (balada que en los 2000 sería rescatada en el primer disco de Migue García). “Oh! doctor” es el monólogo de un esquizofrénico (“Oh, doctor, dígame ya, hace mucho tiempo escucho voces”) rubricado por unos gritos (“Pasamela a mí, pasamela vos”) que ofrecen esa vertiente de humor absurdo tan usual en Spinetta. “Tocando sin sentir” es un tema sobre el amor ausente (“Lo abarcas todo sin estar/ Pues late en mí, late en mí”), muy logrado y evocador.

En “Trampaluz” se hilvanan diferentes imágenes de desasosiego (“los milagros que no sucederán”, “andan dos mundos a la deriva”) coronadas por un estribillo perturbador (“Acaso el mar en calma hacia lo oscuro nos lleve”). Aunque queda espacio para la esperanza en el poder curativo del amor: “Ya sin salida de la cueva mental/ Sólo el amor nos podría curar”.

Fabián Casas dice que la distancia entre el dolor y la nada es el miedo. La última frase de Las Palmeras Salvajes, de Faulkner, es muy conocida: “entre el dolor y la nada, me quedo con el dolor”. Michel, personaje de la película A bout de soufflé (Sin aliento, Godard), ante la disyuntiva, contesta: “Me quedo con la nada. El dolor es un compromiso. Yo quiero todo o nada”.

Más o menos sobre eso canta Spinetta en Fuego Gris.

(1): El libro al que hago referencia se llama Cuentos de los derviches y es genial tenerlo a mano cuando mandás un msj borracho, el psicólogo se va de vacaciones o te cortan el cable.

jueves, 3 de junio de 2010

Mi vida con ellos


Borges y Ballard (1972)

Sin ningún tipo de pretensión crítica (sino más bien todo lo contrario) y aprovechando el mes del libro, un repaso caprichoso por algunos libros que leí y, en su momento, disfruté mucho.


Rayuela, Julio Cortázar. Esta novela me gustó tanto que en la última hoja anoté el día en que la terminé (algo que, para un nostálgico crónico como yo, lamento no haber hecho en otras ocasiones): 31/03/03. Ese día me di cuenta de que quería escribir o estudiar Letras o tener algo que ver con todo esto. Quiero decir que antes de leer Rayuela no recuerdo ser consciente de que me gustaba tanto la literatura. Durante mucho tiempo (por lo menos desde los 14 a los 18 años) lo único que leí fue Cortázar. Hacía itinerarios por diferentes librerías y moneda que tenía, iba a parar a Cortázar. Me rateaba y me iba a un café del centro a leer a Cortázar. ¿Ustedes entienden de qué clase de enfermo mental se trata? Todos sus libros están destrozados de tantas veces que los leí y tantas veces que los presté. Rayuela es una gran novela. Anacrónica y muy difícil de leer en la actualidad (el gíglico), mantiene una energía poderosa que excede su contenido. Y todavía gran parte de los adolescentes que empiezan a leer se vuelven locos con Rayuela. Eso sí, nadie se cree Talita o Traveler, todos quieren ser La Maga u Oliveira.



2666, Roberto Bolaño. En el verano del 2006/07 trabajaba en un Hotel. Cuando cobré mi primer sueldo lo primero que hice fue ir a una librería y gastarme alrededor de 300 pesos en Bolaño. No recuerdo haber sido tan feliz en mi vida. De Bolaño ya había leído un libro de cuentos, Llamadas telefónicas, y me había partido la cabeza. En esa compra emblemática me llevé Los Detectives salvajes, Entre paréntesis, Putas Asesinas y 2666. Este último lo dejé para el final: un mamotreto de 1200 páginas al que hay que tenerle muchas ganas para entrarle. Era marzo del 2007 (pleno Festival de Cine) y me animé. No solté ese libro durante 2 meses. Lo llevaba a todos lados (adentro de mi bolso) porque estaba tan obsesionado con la historia y la forma de escribir de Bolaño que quería aprovechar cada segundo de ocio para leerlo. Me acuerdo que cuando se dormía mi ex, yo sacaba el libro y seguía leyendo. Hacía calor y se escuchaban los ruidos de la calle. Evidentemente los libros están asociados a una serie de imágenes y personas que los terminan excediendo. Cuando ella se despertaba a la mañana, yo todavía estaba tirado en la cama, con Morini, Archimboldi y Amalfitano.



Kafka en la orilla, Haruki Murakami. No me acuerdo bien de qué trata este libro, un pibe que se escapa de la casa y se encuentra con gente rara, con poderes sobrenaturales. Una especie de realismo mágico posmoderno y japonés. Al principio no me gustó nada, al punto de que lo empecé a leer dos o tres veces y me quería matar por haber gastado 50 pesos en tamaña estupidez, pero en determinado momento seguí de largo y me lo leí en pocos días. Después intenté con Tokio Blues, del mismo autor, y no pasó nada.



Respiración artificial, Ricardo Piglia. Me lo compré en el puesto de libros de la Plaza Rocha, a unas pocas cuadras de mi casa y a 5 pesos. Una linda edición de Sudamericana. Con todas esas citas, intertextos y entrelíneas, uno se siente importante leyendo Respiración artificial. Es lo que en Letras llamamos meta-novela. Años después la tuve que leer de nuevo para una materia y entendí muchas cosas más que en aquella primera lectura.



Juan Raro, Olaf Stapledon. Este libro lo compré en Pinamar, en la librería El Túnel (que ahora tiene una sucursal en Mar del Plata). No tenía idea de quién era Stapledon, pero como estaba coleccionando la serie Minotauro de Ciencia Ficción me lo llevé porque me gustó la tapa. Recuerdo estar en El Rápido, a oscuras, con todos los pasajeros durmiendo y yo intentando hacer coincidir las páginas del libro con la minúscula luz de mi compartimiento. El libro me encantó, es sobre un niño superdotado, una historia moral sobre los alcances de la ciencia pero también sobre los sentimientos humanos. Más tarde conseguí otro libro de Stapledon, Sirio, que es exactamente igual que Juan Raro, lo único que en vez de un niño, ¡en este caso se trata de un perro!



La aventura de un fotógrafo en La Plata, Bioy Casares. Se supone que este libro es muy choto, que es de la época en que a Bioy se le había pasado su cuarto de hora, sin embargo me atrapó completamente. Era uno de esos viernes o sábados a la noche tan característicos en los que uno se tiene que quedar a estudiar porque tiene parcial el lunes (Española I). Encima estaba engripadísimo. No sé por qué (o sí: porque nunca me subordiné a la carrera y así me fue) agarré La aventura… y me quedé toda la noche leyendo. La terminé a las once de la mañana del otro día. Es una novela kafkiana, sobre un muchacho que viaja a La Plata para sacar unas fotos y termina enredado con unos problemas sentimentales importantes. Siempre me causó mucha gracia cómo hablan los personajes de Bioy Casares (especialmente los que viven en pensiones).



Eisejuaz, Sara Gallardo. No gastaré espacio comentando una obra que todo el mundo conoce… ¿cómo?, ¿qué me dice?, ¿usted no leyó Eisejuaz?, ¿usted ni siquiera sabía de la existencia de esta novela, obra capital de la literatura argentina del Siglo XX? Ya mismo vaya y consiga este libro, hagalo ahora. No lea más esto, váyase. Usted dirá: Hay mucho tiempo para leer. Mentira atroz. La vida va muy rápido, en cualquier momento se casó (si ya no lo hizo), tuvo hijos (si ya no los tiene) y… se murió. Y ni siquiera supo quién era Sara Gallardo, una escritora excepcional. Eisejuaz es una novela hermosa, como una prima o hermana de Zama, de Di Benedetto. Lo que hace Gallardo con el lenguaje puede compararse a lo que hacía Gallardo, el Muñeco, en los tiros libres: pura belleza. Una prosa que trafica poesía y una historia rarísima ambientada en el norte. Y ahora ya mismo se levanta y se dirige a la librería más cercano, porque, como dijera Javier Martínez: “No hay tiempo de más, no hay tiempo de más, una hora es fatal, un minuto igual, no, no me digas que no se puede, no se puede volar”.



Sobre héroes y tumbas, Ernesto Sabato. Y sí, me encantó. Además me sentí mortalmente identificado con el personaje, que era tímido, flaco y se llamaba igual que yo. Hoy uno abre Sobre héroes… y automáticamente se encuentra con metáforas como la siguiente: “Como un bote a la deriva en un gran lago aparentemente tranquilo pero agitado por corrientes profundas”. Da lo mismo eso o el poema de Pepe Cibrián, ¿no?, pero en su momento funcionó a muchos niveles. Con muchas ganas (y especialmente harto del facilismo de pegarle a Sabato) todavía le encuentro puntos rescatables a la novela: el personaje de Alejandra, tan misterioso y oscuro, algunas partes del Informe sobre ciegos, el final, meando en el Sur. Y ahora sí, a pegarle a Sabato. Nunca olvidaré la escena más innecesaria de la literatura argentina: Bruno y Martín están caminando por Buenos Aires y de repente se cruzan con Borges. El encuentro es totalmente disparatado y no tiene nada que ver con el resto de la novela, pero Sabato quería decir algunas cosas sobre Georgie y no se le ocurrió otra que hacerlo pasear por ahí (con su “mano gomosa”).



El Eternauta I, Oesterheld-Solano López. Para mí ésta es la mejor novela de aventura de la literatura argentina. Los personajes son tan entrañables que uno no puede menos que rendirse. Recomiendo leerla en invierno, a la noche, con algo caliente para tomar. La segunda parte, de 1976, es más valida como testimonio político que como obra de arte.



Prólogos con un prólogo de prólogos, Jorge Luis Borges. Elijo este al azar, es lo primero que vi recién en la biblioteca. De Borges me gusta todo: poesía, ensayo, cuentos. Llegué a comprarme cosas póstumas y de edición bastante polémica como Nueve ensayos dantescos o las contribuciones a la Revista El Hogar. Pero siempre hay algo, una línea, una observación irónica que vale la pena. Este libro de prólogos (como Textos Cautivos o sus colaboraciones en la revista Sur) es una maravilla y un manual de lecturas imprescindible, a la altura de Discusión u Otras inquisiciones. La inteligencia, esa sintaxis perfecta a la que nunca le falta ni le sobra una palabra. Es mi autor favorito y siempre lo releo para aprender un poco más. Lo compré junto a otros 5 o 6 libros cuando trabajaba en una librería y me dejaban los libros a mitad de precio.



La novela luminosa, Mario Levrero. La historia es sencilla: Mario Levrero recibe una beca (de la fundación Guggenheim) para terminar una vieja novela que le quedó inconclusa a mediados de los 80’. La Novela luminosa debería ser ese libro terminado. Y lo es, pero sólo en una pequeña proporción: la mayor parte del libro es el diario que escribe Levrero sobre su imposibilidad de terminar la novela. El resultado es maravilloso. Es un libro que me hizo compañía en un momento doloroso de mi vida y cuando lo terminé de leer me quería matar (literalmente por momentos). Observaciones humorísticas se funden con reflexiones de carácter filosófico. Levrero es capaz de convertir en literatura cualquier dato de la vida cotidiana. El amor, los celos, las mujeres, la muerte, la soledad. Todos y cada uno de los temas fundamentales son abordados por Levrero con gracia, swing y un talento innegable. Capaz de hacer llorar y reír a carcajadas en un mismo párrafo, La novela luminosa es el mejor libro que leí en mi vida.



El Pasado, Alan Pauls. Una novela muy larga y densa que probablemente se haya convertido en la “historia de amor” por excelencia de los últimos años en la literatura argentina, tanto es así que hasta hubo una película. Especial para leer recién separado o en medio de una relación e intuir lo que se viene. Muchas oraciones infinitas, algunas escenas memorables. Recuerdo, hacia el final, la desesperación que me causó la sumisión (y la impasibilidad ante la vida) de Rímini. Sofía es otro personaje femenino legendario, en la línea de Alejandra y La Maga (aunque Alan Pauls debe detestar que alguien diga algo semejante).



Desde el jardín, Jerzy Kosinski. Mi viejo me habló mucho tiempo de este libro hasta que lo conseguí a 5 pesos en… la Plaza Rocha, por supuesto. Se lee en dos o tres horas. Es corto y, al decir de Fabián Casas y Roberto Arlt: tiene la potencia de una cross a la mandíbula. Cuando vi la película con Peter Sellers (ahora está de moda) no me pareció la gran cosa. Kosinski es autor de bests sellers y fue acusado de no escribir sus propios libros. Un personaje extrañísimo que aparece en la contratapa de sus libros haciendo gestos ridículos. La historia que cuenta, sobre un tipo alienado por la televisión que llega a ser presidente, transita el absurdo y la genialidad.



Lolita, Nabokov. La leí en una traducción horrible y se nota que el tipo era un genio del lenguaje, capaz de sacarle brillo a las palabras. Todo en esa novela me gustó. Es la road movie de un amor prohibido y también una historia de pedófilia que al principio pone al lector entre la espada y la pared por su subversión moral. Releí varias veces ese final alucinante. Pocas veces me encontré con un personaje tan perverso y entrañable como Humbert Humbert.



Buenos Aires, vida urbana y alienación, Juan José Sebreli. Empecé este libro en pleno conflicto entre el campo y el gobierno. Me maravillaba leer a Sebreli (marxista y sartreano) defenestrando a las familias terratenientes para después verlo en la tele escandalizado ante la suba de las retenciones. Se trata de un ensayo sociológico sobre los distintos extractos sociales de la ciudad de Buenos Aires del año 1964. Yo conseguí la octava edición de octubre del 65 en… la Plaza Rocha, obviamente. Entretenido y por momentos deslumbrante.



Levantad, carpinteros, la viga del tejado y Seymour: una introducción, J.D Salinger. En pleno romance con la obra de Salinger, el viejo ermitaño se muere. La carta de Seymour intercalada en Levantad, carpinteros… sinceramente me parece una de las cosas más conmovedoras que leí en mi vida. Al final termina escribiendo: “Ah Dios, si se me puede aplicar un nombre clínico, soy una especie de paranoico al revés. Sospecho que la gente conspira para hacerme feliz”.



Los Boys, Junot Díaz. Ni sabía quién era. Lo compré porque me gustó la tapa y estaba a 4 pesos (actualmente debe estar a 60, por lo menos). Una colección de cuentos a esta altura mítica, que crea un espacio heterodoxo en la literatura americana, en el que se confunden dos culturas con absoluta naturalidad. Junot Díaz es un gran escritor (ganó el Pullitzer en el 2008) y Los Boys es un conjunto de cuentos breves, de apariencia sencilla, en esa línea iniciada por narradores estadounidenses contemporáneos como Carver o Richard Ford.



Zona de catástrofe, James G. Ballard. Ballard fue uno de esos escritores con los que en determinado momento me fanaticé y quise leer todos sus libros. No lo conseguí, pero algunos tengo. Zona de catástrofe es una compilación de cuentos, como un Grandes Éxitos y, junto a La isla de cemento, es una buena entrada al universo ballardiano, repleto de chatarra, mensajes subliminales, paranoia y amargas reflexiones sobre un lugar absolutamente deshumanizado: el Planeta Tierra.