
La pregunta es pertinente porque hoy tiene más ascendencia un monitor que un ser humano.
¿Todavía existen los primos?
El primo tiene una función familiar implícita e institucionalizada: instruir en la vida a sus colegas menores a través de la transferencia de gustos, costumbres, modas e ideología. Incluso hay quienes se enamoran de sus primos. Incluso hay quienes se casan con sus primos. Incluso hay quienes tienen hijos con sus primos, pero éstas son cuestiones que escapan a los límites de este texto.
Otra cosa sobre los primos: de pequeños son nuestros hermanos ideales (a los verdaderos siempre les encontramos defectos o los queremos asesinar); cuando crecemos directamente desaparecen. Los cruzamos esporádicamente en la calle o en alguna reunión familiar y fuera de las frases hechas no hay nada para decir.
Nací en el
En 1992, cuando ya hacía 4 años que vivíamos en nuestra propia casa, recibimos una caja con todo ese material iconográfico sobre la banda de Cerati.
Pero ¿qué había sucedido para que fanáticas acérrimas se desprendieran de atesoradas ediciones de Pelo, Pan y Circo y 13/20?
Dynamo.
Esta anécdota personal ilustra claramente el impacto que tuvo Dynamo en los fans de Soda Stereo, editado en una época en la que los grupos de rock con cierta ambición todavía acostumbraban a cambiar de un disco a otro. Pero si pensamos que sólo cuatro años atrás la misma banda estaba siendo súper producida por Carlos Alomar en vías de terminar de expandir definitivamente su hegemonía continental al ritmo de un funk pop latino, el desconcierto es entendible. ¿Qué banda actual mutó en forma radical su sonido desde el
Por You Tube andan dando vueltas algunos fragmentos de un documental titulado “Haciendo Dynamo”. Su autor es Boy Olmi. (¿Qué vincula a todas las cosas existentes en el mundo?: Boy Olmi). Ahí se ve a Cerati explicándole a Charly Alberti cómo debe tocar la batería. También le cuenta a Zeta Bosio (su bajista) el concepto del disco. Y baila aparatosamente. Y hace unos chistes bastante malos, pero todos se ríen porque es él. En El Tercer Reich, la novela póstuma de Bolaño, Udo, el protagonista (un alemán obsesionado con los juegos de guerra) se va con su novia de vacaciones a una ciudad balnearia de España. Allí se hacen amigos de Charly y Hanna, una pareja de su misma edad. Sin que se haga explícito en ningún momento de la novela (ése es uno de los aspectos más inquietantes del libro), uno intuye que si Charly se lo propone, le quita la novia a Udo. Bueno, de ese tipo de personas parece (y demostró…) ser Cerati, el ser extraordinariamente talentoso que hace todo bien y nació para ser odiado por quienes son o se consideran inferiores. Quiero aclarar con este párrafo que no se me escapa la gran animosidad que hay contra el personaje Cerati, el tipo arrogante que siempre quiere cagar más alto que su culo y… ¡lo logra! En 1992 se propone ser indie, algo ridículo si tenemos en cuenta que Soda Stereo era la banda más popular del país (junto a Patricio Rey) y venía de grabar un disco implacable como Canción Animal.
Al mismo tiempo Dynamo es el último gran disco de Cerati. Ya en ese momento se había vuelto grave. Su música había perdido el humor de otrora. Por eso Ahí vamos, sin ser la octava maravilla del mundo, fue tan bien recibido. Cerati alguna vez hizo letras irónicas, temas para bailar y divertirse. Pero cuando se pierde el humor, creo que se pierde casi todo: comenzamos a creernos muy serios como para reírnos de nosotros mismos. De esto mismo trata una mítica nota escrita por Daniel Riera en el 2004 y titulada “Contra Gustavo Cerati”. Quiero decir que a mí me gusta la nota, porque con el tiempo la música de Cerati dejó de maravillarme. Además me divierte cuando un periodista es incisivo y bastante hijo de puta. De última así son muchos músicos el 95 por ciento del tiempo. En “Almoust Famous”, Lester Bangs le dice al crítico inexperto que debe ser “inclemente”. No obstante lo cual, aclaro que si yo fuese Cerati (posibilidad remota: si reencarnara, como mucho, llegaría a un Marciano Cantero) habría golpeado la cabeza de Daniel Riera una y otra vez con una llave francesa de
Vale decir, el problema con los temas de Cerati, con los discos de Cerati, con los shows de Cerati, no es que sean "viejos". Es que son chotos. Es que no sucede nada en ellos.
Y si este disco se llama Canciones elegidas y no Grandes éxitos no es porque Cerati haya elegido lo más distinguido de su repertorio solista en desmedro de lo más popular: es porque no hay ni un solo hit en los once años de carrera solista de Cerati.
Durante el fatídico 2001, Cerati quiso aportar su granito de arena a la tragedia argentina y editó dos discos.
Después de Nirvana era imposible otro disco de rock épico setentoso como Canción Animal. Mucho menos volver al pop de los
Para Dynamo, de la corriente iniciada en Rex Mix, también quedó el look del video de “No necesito verte (para saberlo)”: bermudas, remeras psicodélicas, anteojos raros. En ese sentido Soda Stereo era como los Beatles y las mujeres que se pelean con su novio y se cortan el pelo para demostrar que ya no son las mismas: “Maduré, me dejé el flequillo”. La estética anuncia una concepción artística integral y novedosa. A todo esto añada el apogeo del rock de los guitarristas que están tan pero tan tristes que no les queda otra que mirar concentrados sus zapatos: shoegazing. El híbrido entre distorsión y pop ensoñado de Loveless (My Bloody Valentine) dejó huella en el oído atento de Cerati. Aunque los expertos indican que es Ride, otra banda noise, la que más pesó: chequear el comienzo de “Luna Roja” y “Sennen” (un clásico del plagio conocido por grandes y chicos es la versión unplugged de “Un misil en mi placard”, reproducción fiel de “Chrome waves”).
Entonces la ecuación es: Madchester + electrónica + shoegazing + grunge + fin de la dictadura de la hi-fi + hartazgo (la banda venía de una gira no muy feliz por España en la que tuvieron que hacer playbacks televisivos como si fueran unos novatos).
Una chica de 18 años se parte al medio y es toda una mujer. Pero un disco no sigue ese tipo de coordenadas evolutivas, se supone que para el rock, el maldito rock, dos décadas son bastante tiempo para caer en el olvido, más si el disco aludido fue pergeñado siguiendo los lineamientos de distintos sonidos en boga (lo primero que pasa de moda es lo que está de moda). Dynamo, sin embargo, suena mejor que cualquier cosa que se haya editado en