Mi tendencia a mirar cualquier tipo de entrevista y creer que allí se
encuentra el secreto de la vida ayer tuvo un capítulo más, cuando haciendo
zapping me encontré con Facundo Cabral a fines de los 70’ entrevistado en el
programa español A fondo, el mismo de
las entrevistas a Borges, Cortázar y Di Benedetto, entre otros.
Al igual que con Brian Eno, siempre me dio la sensación de que la obra
de Facundo Cabral no estaba a la altura de su personaje. Ayer lo comprobé. Si
nos dejamos llevar por su manera de hablar, Cabral debería ser el Bob Dylan de
la lengua castellana. Tal vez lo sea y la costumbre del rock nos anule la
posibilidad de disfrutar de otras cosas por fuera del género.
Lo primero que me sorprendió del reportaje fue el look de Cabral.
Acostumbrado a su imagen icónica (rulos desbordados, barba y bigote setentosa),
acá aparecía totalmente afeitado y con el pelo rapado casi al límite. Su rostro
mezclaba al clásico morocho del conurbano, estereotipo de la picaresca
argentina, y al Lennon primal de Plastic
Ono Band. Por eso no me pareció raro que, entre las muchísimas referencias
que hizo, mencionara también a los Beatles.
Todas las respuestas de Facundo Cabral eran geniales, propias de un iluminado.
Cuando le preguntaron por el folclore argentino dijo que Falú era el Yin y
Atahualpa el Yang, una conclusión que, cierta o no, podría encantar a las
juventudes hipsterianas.
Los tres grandes maestros de Cabral: Walt Whitman, Atahualpa y Borges
(con quien conoció la metafísica).
Sobre Macedonio Fernández contó una anécdota: todos los días escribía
poemas y los quemaba porque lo contrario sería desconfiar de la proveeduría de
Dios. Cuando le preguntaban por qué los quemaba respondía “Dios proveerá”.
Todo el discurso de Cabral estuvo matizado por un coctel de distintas
filosofías (zen, oriental, cristiana) capaz de realizar vueltas de tuerca a
cualquier razonamiento lógico fundado. El resultado fue lo más similar que
escuché a una autoayuda que, aun valiéndose de lugares comunes y clichés, puede
funcionar. ¿Por qué? ¡Porque lo dice el fucking Facundo Cabral y no Stamateas! Por
ejemplo, en vez de decir que su padre lo abandonó a los seis años, Cabral
repitió varias veces que su padre “perdió el camino de vuelta a casa” cuando él
tenía seis años.
Cabral dijo que antes sus canciones denunciaban las cosas que odiaba
pero que después se dio cuenta de que si hablaba de lo que no quería, sus
oyentes, en vez de conocerlo a él, sólo iban a conocer a sus enemigos. A partir
de ese momento empezó a cantar sobre las cosas bellas de la vida.
En determinado punto de la entrevista Cabral tomó un vaso con agua y
lo elevó. Cuando todo hacía pensar que se iba a referir a la eterna disyuntiva
sobre el vaso medio lleno o medio vacío, dijo: “Algunos pueden pensar que en
una de mis dos manos tengo un vaso lleno de agua; otros pueden pensar que una
de mis dos manos está ocupada y no la puedo utilizar”. Claro, pensé, ¡lo
importante no es el vaso, es la mano! Nunca se me había ocurrido pensar así.