Los Expedientes X fueron el
emergente cultural de una época signada por la iconografía extraterrestre. A
mediados de los 90 hubo una especie de auge y yo participé activamente de él.
Yo milité en la causa extraterrestre. No sé cuántos ejemplares vendía Conozca Más pero supongo que eran
muchos. Recuerdo el shock de la autopsia a los aliens de Roswell como uno de
los grandes momentos de mi infancia. Es más, me parece que muchos dejamos de
ser niños cuando se supo que era un video actuado.
En Mitologías Barthes dice
que al principio de la guerra fría el ovni era identificado con el avance
tecnológico de la Unión Soviética. Desde ese punto de vista es entendible el
desplazamiento referencial que sucedió a continuación, de la URSS a Marte:
"la mitología occidental atribuye al mundo comunista la alteridad de un
planeta". Otro comentario de Barthes que me quedó grabado de ese artículo
(titulado elocuentemente "Marcianos") es que una de las
características inhumanas de los platos voladores es la ausencia de costuras.
Todo lo que es humano tiene costuras.
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Dos cosas más sobre ovnis y extraterrestres:
1) Hay una novela de Sergio Bizzio llamado En esa época en la que los soldados que están cavando la zanja de
Alsina se encuentran con un ovni enterrado. Creo que es una de esas novelas de
las que con solo saber de qué tratan dan ganas de leerla.
2) La mejor película sobre extraterrestres que recuerdo también es de
los 90. Casi todo lo que recuerdo es de los 90. Se llama Fuego en el cielo y es sobre unos leñadores que salen muy tarde del
bosque donde talan árboles y a uno de ellos se lo llevan de paseo unos aliens
muy malvados. En su momento me pareció terrorífica y hace poco la enganché en
el cable y sigue funcionando.
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Lo que más me gustaba de Los Expedientes
X no era tanto la conexión gubernamental, la línea conspiranoica que tanto
erotiza a los nerds, sino más bien esos pequeños episodios con casos aislados,
cuando Mulder convencía a Scully de que tenían que viajar otra vez por rutas
desiertas hacia un pueblito olvidado donde un monstruoso freak urbano espantaba
a sus habitantes o donde un extraterrestre perdido no podía volver a su casa.
No sé por qué pero siempre me pareció atractiva la posibilidad de que en un
pueblo cualquiera el terror suceda a la hora de la siesta. Y en los Expedientes X eso pasaba muy a
menudo.
Paralelo al elemento fantástico el ingrediente más recordado de la
serie era el vínculo histérico de Mulder y Scully. El truco era que todos
supieran que eran uno para el otro menos ellos. Probablemente una de las
razones de la adicción que generaba la serie se basaba en la expectativa de que los dos protagonistas consumaran su deseo. En ese caso Chris Carter
utilizó la táctica de Aquiles y la tortuga como anzuelo estética para los fans. A diferencia de las series actuales, la vida
privada de los dos protagonistas estaba bastante dosificada. Uno siempre quería
saber más. ¿Acaso Scully no tenía un chongo? ¿Mulder siempre estaba a oscuras
en su depto mirando la nada mientras pensaba en su hermana abducida?
No puedo ser muy objetivo con la nueva temporada de Los Expedientes X. Creo que David
Duchovny y Gillian Anderson tienen tanta complicidad cuando están juntos que un
capítulo podría ser un plano fijo de los dos sin que digan nada y estaría
contento igual.
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Durante mi infancia mirar al cielo en noches de verano era una
actividad natural para los niños del barrio. No sé si atribuirlo a mi
ingenuidad o a la época pero no me parecía un delirio ver pasar un ovni. De
hecho los buscaba y de hecho creo que alguna vez los vi. Nunca faltaba un mayor
o un niño viejo que te decía que en realidad se trataba de un avión o una
estrella apagándose. Siempre hay alguien que impone la versión más neutral para que todos puedan dormir tranquilos.
¿En qué momento la vida inteligente en otros planetas perdió su lugar
en la agenda de los medios? Antes se hablaba más de extraterrestres que de
inseguridad. Yo crecí en un mundo lleno de abducciones, de tíos que compraban
la revista Muy Interesante, de fotos
borrosas con objetos brillantes suspendidos en el cielo, de hombres rudos de
campo que afirmaban que un ovni le había quemado la cosecha de girasol.
Supongo que la vida era más divertida cuando en vez de mirar un
monitor, mirábamos un poco más al cielo. No intento ni quiero justificar la
cursilería pero si yo hubiese escuchado más a Pappo que a Spinetta no llegaría
a este tipo de conclusiones.