lunes, 4 de febrero de 2008

CERATI DEL 93'

En Amor Amarillo Gustavo Cerati se halla en la cúspide de su creatividad: 1990-1993. En este significativo lapso, pasó del rock and roll con raíces setentosas de Canción Animal a la vanguardia importada y rupturista de Dynamo haciendo escala en el rock-pop-electrónico de Colores Santos, aquel álbum trascendental que grabó junto a Daniel Melero. El desenlace de esta catarsis creativa se materializaría en Amor Amarillo, de 1993, primer disco de su propia factoría y, a criterio personal, de todos, el mejor. Se trata de una obra rara, un tanto incomprendida, como Almendra II o Momo Sampler. Vendría a ser la contracara, minimalista y casi under del éxito ensordecedor que por esa época tenía Fito Páez y su amor después del amor. Cerati, quien históricamente editó discos deudores de la pertinente corriente musical en boga, en Amor amarillo aparece tan espontáneo como nunca. Esta liberación tal vez tenga su génesis en el reciente nacimiento de su hijo y la separación temporal de Soda Stereo, mega-grupo que comenzaba a saturarlo y no coincidía mucho con sus nuevas aspiraciones alternativas, que habían tenido su momento cumbre en la presentación de Dynamo, donde numerosas bandas nuevas hicieron su primera gran aparición, entre ellas Babasónicos, Los Brujos y Martes Menta, la ex banda de Ariel Minimal: rock sónico le decían. El público, finalmente, abrazaría el rock barrial, pero ésa ya es otra historia… Volviendo, un rasgo distintivo del Cerati que evocamos es la reticencia a crear estribillos ultra-pegadizos como los de otrora. Además, luego de años y años de peinarse y lookearse cual estrella intergaláctica –como hoy, por ejemplo-, se deja crecer la barba y sale vestido como un neo-hippie zarrapastroso. En el video de Te llevo para que me lleves se lo puede ver radiante junto a la panza de su esposa, incluso demostrando algún tipo de felicidad y logrando cierta empatía con el receptor, lo que ya es mucho pedir en su caso.
Hay dos discos inclementes que sobrevuelan la esencia de Amor amarillo. La ruptura total con el paradigma de Soda Stereo puede rastrearse en la experiencia de Plastic Ono Band, el primer opus solista del Lennon post- Beatle, un corte de manga severo a los Fabs Four lleno de gritos primales y canciones prominentes. El perfil lírico es explícitamente heredado del Gran Disco de estas Pampas: Artaud, de Luis Alberto Spinetta. Aquí, Cerati juega con imágenes algo irreales que parecen desentenderse de la chatura recurrente que comienza a impactar en el rock argentino, que entiende que la rebeldía es escribir tal palabra con v mientras se manifiesta a viva voz nulo interés en la política, colocando el fascismo y el anarquismo en un mismo nivel... Aún a riesgo de convertirse en Luis Almirante Brown, Cerati abreva en su interior –el disco parece una explosión de su subconsciente- y observa agujeros en la tierra, un verde profundo en el mar, la fauna abisal, cabezas de medusa, un cuarto lleno de rombos…Delirios que siguen la tradición psicodélica del rock moderno –es decir, cuando dejó de lado la parte roll de su nombre- y parecen en verdad genuinos.
Cerati, quien con razón manifestara que a diferencia de muchos de sus colegas no se considera un poeta sino un letrista –sólo hace falta leer las letras de Ahí vamos para comprobarlo…-, logra construir frases interesantes, que ganan densidad en su forma despojada y se parecen mucho a la poesía. En el tema homónimo del disco, un rock con inconfundible sabor Lennon, canta: Hay algo en el aire/ Un detalle infinito/ Y quiero que dure para siempre. Como sucede con los mejores compositores, aunque sea en este disco, el líder de Soda parece encontrar la poesía espontáneamente, sin recurrir a afectaciones ridículas o frases absurdas que suenan difícil. En Lisa, una hermosísima balada de aura onírica, vuelve a apelar a la sencillez con destreza: Siempre fue divertido correr/ Dejar a este mundo detrás/ Hoy la atmósfera comprime sus pies/ Ella es mi chica lunar. Recuerdo que cuando vi el video de este tema, a los 9 años, me pareció la subversión absoluta: Cerati sin afeitarse, con cara de dormido y tocando la guitarra con una máscara enigmática mientras a su alrededor se movían unas medusas aún más enigmáticas. Descreo de que aún hoy los nenes de 9 años se extrañen observando los video-clips de sus estrellas de rock…La huella spinetteana de Lisa se emparenta con Avenida Alcorta, un rock urbano: Avenida Alcorta, cicatriz/ Hoy volví cansado de hablar de mí y, desde ya, con la excelente versión de Bajan, tal vez el mejor cover que alguien haya hecho sobre una canción de Spinetta. El resto son coqueteos con la electrónica –de la que Cerati comenzaría a enamorarse- y un par de temas un tanto olvidables. En los próximos dos años, tal vez reponiéndose de esta magnífica racha, Cerati no editó nada hasta que en el 95’ se juntó nuevamente Soda Stereo. Lo que vino después es conocido: separación de Soda, oscilantes discos solistas, vuelta de Soda, millones, etc. Algo es seguro: nunca volvimos a escuchar a Cerati en forma tan visceral.