La edición extra de la revista Rolling Stone 40º aniversario corroboró en mí varias premisas sobre el estadounidense medio que por algunos años considere prejuicios, intolerancias y estereotipos de mi “Yo”. Esta revelación reside en que el estadounidense nunca termina de estar en desacuerdo con la Guerra. Cualquiera que ella fuese. El estadounidense puede estar en contra de la Guerra pero en el pasado habiendo estado a favor; el estadounidense puede estar en contra de la Guerra pero sin estar en contra con la Causa de la Guerra; el estadounidense puede estar en contra de la Guerra pero siempre teniendo en cuenta que lo que más pierde el mundo no son individuos inocentes muertes a balazos o en el estallido de una bomba o siendo prisioneros y torturados por las tropas del Tío Sam sino que lo que se resiente es, justamente, la economía de Estados Unidos; el estadounidense puede estar en contra de la Guerra pero demasiado tarde, incluso cuando se votó dos veces a un tipo que está a favor, no sólo de la Guerra sino también de la Causa. La verdad es que casi nadie está totalmente en contra de la Guerra. Y encima se murió Kart Vonegut Jr.
Es extraño que el país que supuestamente mueve el mundo, el que más exporta cultura -¿cuántos miles vamos a ver la película de Los Simpson?, ¿cuántos seguimos viendo Seinfeld?, ¿cuántas veces más vamos a ver las películas de Woody Allen o Scorsese?, ¿quién no leyó a Hemingway?- sea, al mismo tiempo, el que más a favor esté de la Guerra como mecanismo útil para generar paz en el mundo. Ellos creen que matar gente une, que destruir una ciudad genera cambios positivos y no resentimiento, odio, liquidación moral, etc. Con esto no quiero decir que existe un modo de ser estadounidense, como algunos quieren observar en nuestro país la existencia constante de una argentinidad, sino que, de existir esta condición intrínseca de cada nativo de un país, ella responde no a los genes –El Gen argentino se va a llamar un programa nuevo de Canal 13…- sino a la educación y al contexto social. Difícil es rebelarse en contra de un mandato ancestral que pide a gritos una nueva Guerra, un nuevo espacio donde alzarse ante la Humanidad como la Nación Todopoderosa, Todobondadosa y omnipotente del Mundo. Hace poco un chico firmó en este blog en contra de lo que se había escrito de la dictadura, la Iglesia, etc. pero no tardó mucho en manifestar que había perdido familiares durante lo que el llamaba la subversión… Lo llamativo es cómo los más grandes artistas –o aunque sea algunos- de los Estados Unidos, los tipos talentosos, implacables a la hora de componer una canción o filmar una película terminan construyendo el mismo paradigma del estadounidense sordo y ciego que vota dos veces a Bush.
Neil Young siempre fue conservador. Incluso tiene cara de sheriff de película del Lejano Oeste. Desde hace un tiempo es el artista norteamericano –nació en Canadá- que más combate el mandato de Bush. Sin embargo el tipo no puede dejar de ser respetuoso de su esencia y dice “Los Estados Unidos no saben que están en guerra. Nadie les pide sacrificio, excepto a los soldados voluntariosos. El gobierno de Bush preferiría perder las vidas de los militares estadounidenses, soldados hartos y cansados de luchar, que a diario cometen errores y pagan las consecuencias, que perder las elecciones por culpa de la restauración del servicio militar obligatorio”. De ahí a justificar las violaciones a los derechos humanos de los “voluntariosos, hartos y cansados” soldados norteamericanos hay medio paso que Neil no duda en dar: “Sin embargo, en cuanto impongan el servicio militar todo cambiará inmediatamente. Será como la noche y el día”. Eso es casi como decir que con un policía por esquina, no va a haber más delincuentes ¿Leí mal o Neil quiere imponer el servicio militar obligatorio? Después dice, creo en chiste –aunque peligrosamente parece hablar en serio-: “Una cosa acerca de Bush: hay que respetarlo por su buen estado físico. Trabaja como el diablo para estar en forma. Es un ejemplo a su edad”.
Jackson Brown, otro groso de la generación de los 60’ –década que esta edición extra quiere reivindicar cayendo en contradicciones varias-, al hablar de Bush dice: “¿Viste alguna vez ese dibujo del New Yorker, donde el tipito de paraguas y anteojos se inclina a inspeccionar un insecto sobre una hoja, pero él está cubierto de microbios? Ese es Bush, yendo a instruir a América Latina sobre el caso Chávez”. He aquí otro error del pensamiento básico estadounidense: para denostar al presidente propio hay que aclarar, siempre, que en distintas partes del mundo hay otros presidentes potencialmente peores que el propio. Para Brown Chávez es directamente un insecto – y quizás lo sea- pero Bush es un tipo lleno de microbios, es decir, sucio, con la remota posibilidad de darse un buen baño y sacarse la mierda de encima ¿Una crítica a Videla que al mismo tiempo aclara innecesariamente que también existió Pinochet, Hitler o el propio Bush, tiene la misma fuerza? He aquí una tara que se le suele hacer a la sociedad argentina: la falta de patriotismo. Sin embargo yo creo que nuestros peores ciudadanos, los que más recalcitrantes ideas tienen son los que se dicen más patriotas: los que abogan por mayor inseguridad para volver a los viejos tiempos, por ejemplo. Los que defienden lo argentino en desmedro de los bolivianos o paraguayos. Es que no hay límite alguno entre el patriotismo y el no-pensar. Jack Nicholson, ese emblema norteamericano del Gran Actor, un tipo que dice estar en contra de los pacifistas de antaño que hoy son de derecha, un “demócrata convencido”, no duda en manifestar su tara y aunque sea debemos reconocerle la virtud de la honestidad: “Yo soy un chico de la guerra. Soy un tipo totalmente patriota, y el maniqueísmo que hay ahora no es de mi agrado. Digamos que no me interesa opinar. Soy incapaz de odiar a un presidente de los Estados Unidos”. Bueno, aunque sea él lo sabe: dado su patriotismo exacerbado, lisa y llanamente, es incapaz de pensar, de elaborar un pensamiento crítico hacia quien está al mando de la República. También implementa el pensamiento básico de Brown –la comparación con un Otro, tan malvado como el propio presidente, que neutraliza la crítica- al decir: “Si yo dijera que Fidel Castro, los islámicos y la derecha cristiana tienen un montón en común, la gente comentaría: ¿De qué está hablando este loco?”. Nicholson, sin dudas, subestima a la gente. Yo agregaría a la lista del Mal al propio Nicholson que sólo dice estar de acuerdo con Castro –figura omnipresente en toda la entrevista, de seguro Nicholson teme un avance comunista- cuando éste último controla lo que sale en televisión. Es decir que Nicholson, demócrata convencido, autonominado como uno de los pocos pacifistas que no se hicieron de derecha, patriota, chico de guerra, está a favor de la Censura.
Los furcios insalvables no terminan ahí: Jane Fonda dice que la “hace feliz” ver a Bill Gates acariciando huérfanos (¡!); son varios los reportajes que intentan establecer la neutralización de la crítica, no hacia fuera, sino hacia otros presidentes de la historia de Estados Unidos, presidentes nefastos, que, por obra y gracia de Bush, parecen ahora ser vistos con buenos ojos, como Nixon, varios de los reporteados dicen que, al fin de cuentas, lo de Richard no estuvo tan mal porque fue un “gran estadista” (Nicholson) o “inteligente como el infierno” (¡Norman Mailer antes aclarando, claro está, que era un “malvado hijo de puta cuya vida interna probablemente olía a orina vieja”!). Gracias a Dios Hunter S. Thompson se suicidó, sino íbamos a tener que escucharlo decir que Bush era un maldito demente hijo de puta con, no sólo orina, como Nixon, que huele a viejo, sino mierda y semen podrido, pero que, de última, resguarda la grandeza de un Nixon o un Clinton –un demócrata, por supuesto, no del todo antibélico- ante la eventual comparación.
Por suerte está Scorsese, que lúcidamente compara la realidad actual estadounidense con lo que sucedía en Bananas, la genial película de Woody Allen en que se satiriza tanto a los comunistas latinoamericanos - va, a Fidel- como se critica a los Estados Unidos como principal propulsor de las dictaduras de por acá, donde un pelotón de soldados norteamericanos, mientras viajaban para intervenir San Marcos, no sabían exactamente a favor o en contra de quienes estaban. También está Spielberg, que confía en la elección de un demócrata, pero no duda en realizar desbordantes distopías de marcianos invasores, con un tufillo nítidamente reaccionario como La Guerra de los Mundos, película que se puede disfrutar –y mucho- si se la abstrae de su contexto.
En conclusión, la Edición Extra 40º aniversario de Rolling Stone es un documento imperdible para constatar intuiciones sobre los estadounidenses. De última, la misma revista había apoyado el Concierto para Nueva York –el Festival de la Solidaridad Latinoamericana anglosajón- donde se alentó a la invasión y al orgullo norteamericano como aún hoy sigue haciendo Bush. Es que el influjo de lo estadounidense es demasiado fuerte, incluso en nuestra cultura: ¿no fue Maitena, historietista argentina, quién luego del 11 de septiembre publicó un tira donde se abrazaba a la Estatua de la Libertad? Una cosa es respetar el dolor de los muertos en las Torres Gemelas, otra, muy distinta, es abrazar la Estatua de la Libertad –uno de los tantos representantes del Sueño Americano- y apoyar, inconscientemente o no, la destrucción y el escarnio al que el país del Norte viene reduciendo al Mundo. No imagino a los argentinos abatidos por el 11 de septiembre, llorando por los rincones por la Guerra del Golfo o demasiado enojados cuando se difundieron las fotos donde los voluntariosos soldados de Neil martirizaban a los prisioneros de Irak. La mayoría de los estadounidenses, si, claro, pueden estar en contra de la Guerra tanto como los argentinos están en contra de Blumberg sólo a partir del momento en que se sabe que no es Ingeniero. Digamos que parecen tener una lentitud para el entendimiento. Digamos que la Historia determinó que ellos estén siempre arriba, vigilando, castigando. Y que ellos son, a simple vista y en gran parte, una horda salvaje de retardados, es decir, tardan en entender lo que sucede, se dan cuenta cuando ya no importa, cuando ya todo está hecho, quieren solucionar los problemas del Mundo pero todavía los del Sur odian a los negros. Y eso no está bueno.
8 comentarios:
Qué dibujo demagógico y de mierda el de Maitena. Tan demagógico y de mierda como la estatua de la libertad en un país de fascistas. Como si la libertad viviera en un lugar determinado, como si estuviera atada a un lugar de pertenencia. Como si fuera algo inmóvil y muerto, encadenada.
Hoy por hoy no hay ningún artista en Estados Unidos como ese inglés que en pleno vietnam se casó con lo más parecido a un vietnamita que encontró, que cantaba canciones y quién sabe, que quizá fué asesinado por la CIA.
Saludos!!!
muy bueno el post... Zizek [ese barbudo esloveno que se casó con una argentina] tiene artículos bastante copados al respecto... justo estoy preparando un final sobre una de sus conferencias y pienso postear al respecto.
Gracias una vez más por evitarnos el displacer de leer notas desagradables en revistas varias.
matias nicolaci moreno: ese inglés usaba pelo largo y lentes redonditos?? me parece que de algún lado lo tengo...
Salute!
Excelente post.
Estoy terriblemente de acuerdo con todo lo que decis del patriotismo y pocas personas me etienden cuando les digo que del patriotismo a la estupidez no hay ni medio paso. Siempre critique los discursos sobre las Malvinas porque pienso que es eso de lo que falta hablar. Creo que el chauvinismo estupido que inunda nuestros discursos de Malvinas es precisamente el mismo que nos llevó a aquella idiota guerra.
Casualmente hoy ví Bananas por primera vez y aquella escena que mencionas me parecio brillante. Es una zatira realmente brillante.
saludos,
* como repito el " brillante" paresco una publicidad de Mr.Musculo.
durante un tiempo leia frecuentemente la revista rolling stone (perdón las excesivas repeticiones, estoy preparando el final de siglo de oro, demasiado barroco) hasta darme cuenta de que no es muy distinta de la paparazzi pero con rockeros (sigo prefiriendo las tetas). en fin, no me sorprende nada de todo lo que lei; los americanos ilustres siguen opinando igual que los americanos ilustres de hace 3 o 5 decadas. todo es cuestion de cambiar periodicamente al anemigo (hoy los comunistas, mañana los musulmanes, otro dia los repartidores de leche). en fin, se me acaba el tiempo de conexion.
como siempre, agradecido de leer algo piola y bastante furibundo.
p.s: clinton bombardeo irak porque se le venia peluda con lewinsky y estuvo al mando de la ofensiva en kosovo (la otan interviniendo en conflictos ajenos, bah). se lo ve mas bien como un belicista del carajo
buscar la Verdad es una neurosis como cualquier otra: un problema con los otros, con el mundo y con nosotros
Creo que estoy más o menos de acuerdo con todos. No sabía que Zizek tenía novia argentina. No logro entender a quien se estaba refiriendo Matías, ¿Paul Mc Cartney? Saludos Matías, Mariam, Juan, Avenida Luro, Horaldo. Viva Paco Gerlo!!
Zariello: No se escribe Simpson, se escribe Simpsons,con S al final, pedazo de nabo!!! Te haces el de izquierda y sos un nabo con cara de remolacha!´
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