En un momento de la noche del sábado, el Flaco dijo a uno de sus seguidores –uno de esos que le gritan “Te amo”, le dicen “Maestro” o le piden un tema que es obvio que el Flaco no va a tocar-: “No te confundas, Flaco, esto no es una Misa”. En primer lugar: qué raro escuchar al Flaco diciéndole Flaco a otro. En segundo lugar: el seguidor en cuestión le había dicho Santo o Esto es una Iglesia o algo que El Flaco –ante la proliferación de Flacos, antepongamos el El para reconocer al autor de Cadalso Temporal- vislumbró como una nueva sacralización de su figura, figura musical y poética a la que ningún otro artista se le acerca en el panorama de la música argentina actual, ya sea por su glorioso pasado como por su más que agradable presente. En tercer lugar: sin embargo, y a pesar de la desubicación del seguidor –un recital del Flaco sin gritos desubicados no es un recital del Flaco- algo de milagroso o místico hay en esto de que un teatro marplatense marplatense se llene para ver a un tipo que compone un tema que dice algo así como “Bocas del aire del mar/ beban la sal de esta luz/ para sí/ ya coman en la eternidad/ algo se va a ahogar/ es este ardor/ y esta la fiebre del que espera/ frente al despertar/ vámonos de aquí” y que al mismo tiempo ese tema sea pedido y coreado por la gente. Todo comenzó a horario, con el hermoso Teatro Auditórium lleno y Spinetta lanzando consignas sociales como sólo él lo puede hacer: sin sonar demagógico, sin sobreactuar e incluso en la repetición, sin ser repetitivo. Sus preocupaciones de hoy: la ecología y la contaminación del agua –desde los lejanos años 80’ y aquél Yo quiero ver un tren-, los accidentes de tránsito y la imposibilidad de los argentinos para construir un país en democracia con respeto mutuo. Decir que la gente enmudece cuando habla Spinetta es poco: la gente lo escucha como si de escucharlo dependiera el mundo. O esa abuela, la conciencia que lo regula. Y sí, buena parte del mundo de aquellos que fuimos el sábado a verlo está compuesta por canciones de Spinetta, letras de Spinetta, solos de guitarra de Spinetta y discos de Spinetta. A esta altura es pertinente decir que el sábado, Luis Alberto Spinetta y su banda de excepción –Claudio Cardone en teclados, el increíble Sergio Verdinelli en batería y la rubia Nerina Nicotra en bajo- dieron un recital de tan alta calidad musical que uno no puede más que rendirse ante la evidencia de que ese Flaco simpático, de a ratos malhumorado y casi siempre inspirado es uno de los pilares fundamentales del arte argentino contemporáneo. Me atrevo a decir más: en América Latina no se consiguen otros como el Flaco. Y un poco más: este tipo es único en el Mundo, aunque sea es El exponente del rock argentino único en su singularidad, viva expresión de sensibilidad artística y maestría musical. Spinetta cada día canta mejor. Basta escucharlo cantar Resumen Porteño con el mismo caudal vocal de 1983 para comprobarlo. Las canciones de Spinetta envejecen con una elegancia inédita: ¿será porque es un clásico?, ¿será porque sus mejores discos son totalmente atemporales dado el nivel artístico alcanzado?, ¿será, nomás, que sus canciones llegaron al sol y no hay nada que hacerle? Las bandas de Spinetta siempre sonaron bien – eso es lo que cuenta la leyenda-, la actual no es la excepción: reúne la sofisticación musical de un grupo jazzero –como todas las bandas Spinetta desde principios de los 90’- con la frescura de sus canciones más pop y los instantes de rock con distorsión que El Flaco desgrana con recato: la actualización del clásico de Almendra, Ana no duerme y el sensacional rockito de Para los árboles, Yo miro tu amor, que parece un tema de Pescado Rabioso después del fin del mundo. Hay dos discos a los que Spinetta está prestando mucha atención. Uno de ellos es de 1981: Los niños que escriben en el cielo. De allí, nos trae tres gemas: el rock buena onda y con sintetizadores de Contra todos los males de este mundo, el sello spinetteano de Un viento celeste y el típico final con solo de bajo y teclados de La herida de París –en este caso con el complemento especial del invitado Guillermo Vadalá, casualmente pareja de la también bajista Nerina Nicotra-. El otro disco es de 1986: La la la, grabado junto a Fito Páez, en plena primavera alfonsinista. De aquel álbum que tenía en la portada la foto de un mutante Spinetta-Páez, elige Pequeño ángel, la viñeta urbana de Todos estos años de gente y la que quizás haya deparado el mejor momento de la noche: el hermoso tango de Mores y Contursi, Grisel, esta vez en versión pop, con un Flaco inspirado que hasta tuvo tiempo de llamar a un taxi al final del tema, una de su absurdidades favoritas. La omnipresencia de Páez no terminó ahí, ya que, como acostumbra desde hace años, tocó un precioso tema del rosarino, Las cosas tienen movimiento. Con el tiempo el tema parece más propio de Spinetta que de Rodolfo. Por supuesto, el Flaco se encargó de ponderar al autor de su cover –“Lo quiero mucho”, dijo, “un capo”-, demostrando, una vez más, la humildad de los grandes. Ya lo mencionamos: un recital del Flaco sin gritos desubicados no es un recital del Flaco. El sábado, sin embargo, la desubicación llegó un límite. Luego de que Cardone ejecutase un tema instrumental de su autoría, a uno se le ocurrió contarle a los gritos al Flaco que tal tema había sonado para la mierda. Silencio en la sala. El Flaco pone cara de Flaco enojado. Se trató de un comentario sin sentido ya que el show sonó a la perfección en todo momento. ¿Es una estafa?, preguntó el Flaco, un tanto alterado. Anda atrás, capaz que escuchás mejor, agregó. No puedo estar en todo, dijo, afectado. A poco de comenzar otro tema, lo cortó: Juanca –llamó a uno de sus colaboradores-, devolvele los 60 mangos a el tipo que no escucha bien. Después bromeó y la situación se calmó definitivamente –Le devolvemos la plata pero se tiene que quedar a escuchar, dijo más tarde- pero, aunque sea, sirvió para demostrar a aquellos que creen que Spinetta es un Ángel o una Esfinge Sagrada que el tipo es de carne y hueso y que una situación algo violenta puede descolocarlo tanto como a cualquiera. De Pan, su último disco, tocó Qué hermosa estás y Cabecita Calesita. Hubo un tema nuevo, al principio y varias pieles de gallina cuando sonaron los inconfundibles acordes de Durazno sangrando o Laura va. Se coreó Jardín de gente, que sonó igual o mejor que en el disco doble de Los Socios del Desierto –esta vez no hubo bromas acerca del collage, los spinetteanos sabrán entender- y la gente, una vez más, quedó sumida en ese ambiente soñador, levemente cósmico que transmite Spinetta en sus shows. Cuando todo terminó, las parejas de veinteañeros se levantaron contentas, los padres de familia miraron orgullosos a sus iniciados hijos y volvieron a bajar a la tierra, al frío invernal de Mar del Plata, a la construcción anacrónica del Hotel Provincial, a la escena triste de los chicos de la calle, siempre observados con recelo por aquellos ignorantes marplatenses que hoy piden SEGURIDAD con bombos y platillos. La verdad que si, Flaco, alguien debió conservar y cuidar con amor este jardín de gente. |
lunes, 3 de septiembre de 2007
SPINETTA CONTRA TODOS LOS MALES DE ESTE MUNDO
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8 comentarios:
Sabía que iba a haber un comentario sobre el recital de spinetta en el blog y casi que lo estaba esperando.
Como siempre muy arteras las observaciones. Lo del imbécil que gritaba fue al mismo tiempo algo esperable y sorprendente. Cada vez que toca el flaco está el típico boludo que pide "ese" tema imposible que ya nadie recuerda y que la banda jamás aceptaría tocar. Lo sorprendente esta vez fue que a un oyente le hayan molestado los arreglos del tema de cardone. Aunque no estemos acostumbrados a escuchar bases rítmicas hechas con ruido blanco (ese ruido que hacen los cables viejos), el manual del buen fanático de spinetta dice que hay que reverenciar todo tipo de gesto extravagante.
En fin, concuerdo con que el recital fue muy bueno, sobre todo porque el flaco recuperó su costado más pop, con arreglos redondos y muy bien tocados. Y lo de las bandas que suenan bien no es ninguna leyenda, basta recordar los músicos que estuvieron ahí: black amaya, pomo, machi, franov, sujatovich, malosetti, el tuerto wirtz, etc.
Saludos corvino.
Ah, impresionante que cierren con starosta el idiota para recordar que en nuestro rock no todo es pier ni callejeros
Me alegro mucho de haberles dado la entrada, y aunque parezca raro, tb me alegro de no haber ido. Para escuchar al Flaco hay que tener un estado mental especial siempre pensé, y en estos días no me pasa, o sea no lo hubiese disfrutado.
Los quiero (al Flaco, A Marsu y a Corvi).
A Starosta el idiota es un tema de la puta madre. Arremete desde un principio con esos golpes de piano y esa voz increíble. Y con esa letra rebuscada. Segundos después los golpes se convierten en suavidad, en dulzura, y la letra es la más simple del mundo: "No llores más ya no tengas frío...Es como la luz en primavera." S alguna vez compongo un sólo tema como ese me retiro de la música. Corvino me hiciste dar ganas de ir corriendo a prender el equipo y escuchar Artaud. Vámonos de aquí.
Saludos.
Avenida: efectivamente el tipo no entendió que la base sonaba así y que no era una falla de sonido.
Momia: me gustó, justamente, porque estaba en un estado mental sensible. La otra vez no y me aburrí un poco.
Matías: Artaud es tan buen disco que dan ganas de llorar.
SALUDOS.
Todo ocurrió tal como vos lo profesas. Genial tu descripción. Yo fui de los ventiañeros que nos levantamos contentos.
No te parecieron 15 minutos?
Un abrazo
Concerdo con vos, buena parte de nuestro mundo está compuesta por canciones de Spinetta. Creo q todos tus comentaristas amamos a Pescado, te pusiste a pensar porque nos emocionamos con letras como la de Por? me pasa solamente con el flaco, bendito surrealismo. Saludos
pero Spinetta lleva 4 (CUATRO) conciertos seguidos casi idénticos en Mar del Plata, con la misma lista de temas, e incluso con los mismos chistes...
A mí ya me aburrió...
Es la primera vez que entro a este blog, debido a que Gustavo Sala me recomendó la crónica del show del Flaco. No se si estaré sensible o qué, pero el párrafo final de tu crónica me emocionó. Es tal cual. Dentro de un show de Spinetta, te alejás de la rutina, de los bocinazos, de los apuros, de las miserias...Y ni bien cruzás la puerta del Auditorium, es muy fuerte el contraste entre lo que uno acabó de sentir y lo que vuelve a vivir. Excelente Crónica Martín, la única que pude leer del show (qué pasa con los medios locales??). Respecto a que cada vez canta mejor, vos comparás la misma voz con Resumen Porteño (1983). A Starosta...(1973) también lo cantó igual, con ese "frente al despertar..." final en un tono único. A quien escribió que repitió el mismo show las últimas 4 veces, sos un "Hombre de lata" si no te sensibilizás igual (va con onda). Abrazo a todos.
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