jueves, 21 de febrero de 2008

ALMENDRA II: VOLANDO EN UNA MOSCA INFERNAL

En la madrugada cronológica del rock argentino hubo tres bandas fundamentales que más de un cincuentón no dudaría en denominar sagradas: Los Gatos, Manal y Almendra. Poseedoras de un bagaje cultural diferente, las tres irrumpieron en la Buenos Aires pacata de fines de los 60’ para comenzar una gira mágica y misteriosa que alumbraría las mentes de toda una generación. Algunos de sus discos, a 40 años de haberse editado, se pueden escuchar como joyas indelebles al paso del tiempo. Allí están Beat Nº 1 y Rock de la mujer perdida, los dos discos maduros de Los Gatos, que mezclaron con infinita gracia el hard rock y el blues, los sonidos progresivos en boga y el refinamiento melódico. La guitarra de un joven y descomunal Pappo se adosó a la perfección con la sutileza compositiva de Nebbia, el tándem percusivo de Toth-Moro y el órgano adaptable a cualquier género de Ciro Fogliatta. El primer disco de Manal es otro monumento al acierto musical: tres muchachos de 20 años pertenecientes al conurbano bonaerense cantan y tocan como si fueran norteamericanos y tuvieran 60. A diferencia del impostado hip hop argentino de hoy, la influencia de los bluseros legendarios en Manal no es un plagio ridículo sino retroalimentación: a través de un inteligente mestizaje con letras de inocultable raigambre tanguera, el grupo creó un estilo único. Como si fuera poco, elevó los textos de sus canciones a la categoría de Poesía. La mayoría de las veces, es el poeta el que influencia al músico. La fuerza poética de Manal invirtió el orden: Juan Desiderio y Fabián Casas, dos de los mejores poetas argentinos de los últimos años, reconocieron que parte de sus cosmovisiones contienen resonancias de las viñetas suburbanas de los creadores de "Una casa con diez pinos" y "Para ser un hombre más". Sin embargo, la banda que ocupará la mayor parte de estas líneas es Almendra.

La sólo mención de Almendra significa la evocación de un tiempo ido: se trataba de 4 adolescentes que se juntaban a tomar café con leche y componer canciones. No existía el anhelo obsesivo de la fama ni la posibilidad de que sus temas sean coreados por la masa. Presten atención a los últimos hits del rock argentino y se darán cuenta de que la mayoría tiene un ritmo y una entonación que propone su coreado automático: "Laten bolas", "Pila Pila" o "Sacrificio y rock and roll" son canciones hechas para que la hinchada salte, para que el público se sienta parte de una comunidad pseudo-rockera…y no mucho más. En las tres bandas señaladas, este sentimiento no guarda relación con la realidad: en la Argentina el rock estaba lejos de ser un fenómeno comercial y quien se animara a dejarse el pelo largo corría el riesgo de ser señalado como homosexual y escarmentado por la sociedad. Lo que triunfaba monetariamente era el facilismo del Club del Clan o el folclore más conservador. Desde este punto de vista se puede comprender el impacto que causaron los iniciales singles y el primer disco de Almendra: melodías beatles se filtraban con reminiscencias tangueras, flautas y coros. En "Tema de Pototo", una letra naif tenía por fondo una guitarra distorsionada. Las letras hablaban de gabinetes espaciales, campos verdes y nevadas que cubrían la ciudad. La canción romántica tomaba un nuevo giro al insertarse en el imaginario colectivo las metáforas eróticas de "Muchacha ojos de Papel". Para parte de aquella juventud, se intuye, la zapada interminable de "Color humano", con su programa metafísico –“Somos seres humanos/ Sin saber lo que es hoy un ser humano”-, era algo totalmente nuevo y refulgente. ¡Y la voz de Spinetta!: ahora estamos acostumbrados a su inconfundible timbre agudo pero en 1968, que un tipo cante como una mujer, sin impostar el tono, no era cosa de todos los días. Prince no existía y Ale Sergi todavía no había nacido…

Los que nacimos en los 80’ estamos acostumbrados a que los grupos que tiene éxito con un disco repitan el mismo paradigma una y otra vez hasta momificarse. Por eso nos resulta extraña una banda como Pez, que desde que empezó, no ha tenido otra política que la mutación constante. Sorprendente: disco a disco fueron incorporando géneros musicales e influencias pero nunca perdieron la esencia. Tal vez eso es lo que convierte en artista a un músico o un escritor: la asimilación de obras que, en vez de destruir su núcleo básico creativo, reactivan zonas inexploradas. Almendra pertenece a ese tipo de grupos, los que convirtieron al rock en un género musical subversivo, propulsador de nuevas formas de vida. Hubo un tiempo en que el rock era así: no estaba totalmente aprehendido por la sociedad, producía perturbación en los adultos y el Estado represor lo observaba como un infiltrado revulsivo en la juventud. Hoy el rock yace hasta en los celulares. Y digo yace porque no parece estar erguido sino todo lo contrario. Cuando todo indicaba que Almendra podía seguir por el mismo camino y eternizarse en una fórmula conocida, dio un giro a su carrera. Sabemos que, a excepción de Spinal Tap y Pomelo, los clichés y los estereotipo no han hecho grandes cosas por el rock. Luis Alberto Spinetta, Edelmiro Molinari, Rodolfo García y Emilio Del Guercio también lo entendieron así.

De las melodías redondas del primer disco pasaron a riffs de guitarra estructurados para confundir. De las canciones acústicas limpias a "Leves instrucciones", que, por su devaneo melódico puede emparentarse con "A Starosta, el idiota", un tema emblemático que Spinetta incluyó en Artaud, su obra cumbre. De la línea “apolítica” del principio a la letra de "Camino difícil", que parece instar a la lucha armada: “Compañero/ Toma mi fúsil/ Ven y abraza a tu general”. Almendra II es un cambio radical, de esos que suelen pegar las grandes bandas cuando están sofocadas por las etiquetas. Lo extraño es que les haya sucedido sólo unos meses después de sacar su primer disco. Iba a ser una ópera pero terminó siendo un doble con 21 temas. El primero del rock argentino. La tapa muestra a los 4 integrantes en una fotografía mirando a cámara con remeras rayadas de colores. Alrededor, un laberinto verde pintado con crayones ejemplifica el rumbo artístico incierto. En la contratapa, el dibujo de una solitaria almendra denota el alejamiento artístico entre el primer y segundo álbum.

Sin dudas, Almendra II es un disco raro, provocador, algo impreciso. Dynamo, Fabulosos Calavera y Último Bondi a Finisterre tendrán el mismo impacto en los respectivos fans de Soda Stereo, Los fabulosos Cadillacs y Los Redondos. Los estribillos brillan por su ausencia, las voces aparecen perdidas por detrás de los instrumentos. La mayoría de las canciones pertenecen a Spinetta, pero hay un papel preponderante para dos de sus aliados: Emilio del Guercio y Edelmiro Molinari. Este último, dueño de un estilo único de cantar y tocar la guitarra, ofrece el rock fragmentado hecho a base de potentes riff a la Hendrix de "No tengo idea". La letra conceptualiza experiencias inexpresables: “Si el cielo me envuelve/ Yo sé que nada me va a pasar/ Pues es cielo inocente/ Y no me podrá apresar/ Pero inocentemente me lo empecé a tragar/ Vertientes que empiezan en mí jamás van a terminar/ Dando la vuelta al mundo/ Volando en una mosca infernal/ Y yo necesitando/ Que empujen un poco más”. ¿Queeeeeeeé? El guitarrista también es autor del hermoso rock beatle "Aire de amor" y "Amor de aire", un tema country que podría formar parte del segundo disco de Manal. "Mestizo", por su parte, debe ser el primer tema verdaderamente pesado del rock argentino. Muchas de las cosas que suceden en Almendra II son precursoras de toda una vertiente experimental de la música en castellano. Hoy mismo este disco sería calificado de indie o alternativo. Como en el Álbum Blanco, colisionaron las distintas inclinaciones artísticas que los integrantes del grupo desarrollarían en sus siguientes bandas: Pescado Rabioso, Aquelarre y Color Humano.

El bajista Del Guercio canta y compone "Cometa azul" y "Un pájaro te sostiene", tema sostenido a base de guitarrazos y la potente batería de Rodolfo García. Al promediar la canción la estructura rockera se ve desmontada sorprendentemente por una dulce melodía de piano. Los efectos de extrañamiento se esparcen por todo el disco. En el libro de conversaciones con Spinetta, Martropía, de Juan Carlos Diez, Spinetta confiesa que por esa época experimentaba con ácido lisérgico. Esta búsqueda permite que algunos temas se alejen del estilo surrealista-adolescente del primer disco para adentrarse en una zona mucho más oscura donde ya no hay, siquiera, cohesión o una línea gramatical precisa en las letras –y mucho menos conceptual: “Deberás, ave salón de turno/ Ven a mí/ Quiero ver tus pantallas/ O cualquier cosa que me digas” ("Leves instrucciones"). En el rock denso de "Parvas", el sonido parece adelantarse al primer disco de Invisible. La letra delira: “Parvas/ ¿En que parva naceré?/ Parva tu hermana tan descalza/ Parvas/ Denme tiempo para huir/ Pues yo no vivo ni consisto”. Como lo explica en el libro antes mencionado a propósito de Jimi Hendrix, Spinetta parece componer en base a visiones que escapan al dominio de su entendimiento. En Almendra II este rasgo se hiperboliza por la acción del LSD y el claro objetivo del grupo por cambiar. Spinetta estaba impresionado con el rock suburbano de Manal. Por eso compone "Rutas argentinas", que es, probablemente, el único tema del disco que conozca la lengua popular. Sin embargo, se le escapan frases heterodoxas para un rock rutero, como cuando Pity dice “Pernoctar” en "Me gustas mucho": “Tengo los dedos súper ateridos”. La breve "Vete de mi cuervo negro" podría ser parte de algún disco de Pescado Rabioso. Sin embargo, en medio de esta frondosa selva de guitarras sucias y bases poderosas, los dos temas que más se destacan del disco son acústicos y entrañables: "Para ir" y "Los elefantes". El primero es un tema atemporal, de lo mejor que se ha compuesto en estas tierras. Parece ser una continuación de "Muchacha ojos de papel" (“Quiero que sepan hoy/ Que color es el que robé cuando dormías”) pero la supera notablemente. A partir de este tema, la poesía de Spinetta se instala definitivamente como algo cabal: “Descálzate en el aire/ Para ir/ No lleves ni papeles/ Hay tanta gloria allá/ Que al final nadie tiene un sueño sin laureles/ Que tu cuerpo al menos esté limpio/ Para ir”. Ya no importa qué es lo que quiere decir Spinetta cuando advertimos que trabaja sus textos a través de un lenguaje genuinamente poético, que pocos seres pueden llegar a alcanzar. "Para ir" sería el tema de fondo de una escena imborrable de Buenos Aires viceversa (1996), una película de Alejandro Agresti. Diez años después volvería a ser aludida por el propio Spinetta en el disco Pan (2006): el tramo que dice "Alguna vez/ Querida mía/ Te pregunté/ por un rayo que viste en la Avenida" del tema "Sinfín" recuerda la canción de 1970: "Mira que gusto da/ Ver el rayo justo/ Donde empieza la Avenida". "Los elefantes", por su parte, parece un manifiesto filosófico sobre la quietud y la paciencia del Ser: “Los elefantes saben descansar/ Van a morir de paz/ Un elefante sabe como aquél/ El creador de la tierra y el sol/ Y si es que ves cómo se extienden/ Si ves cómo se resignan a olvidar su inexplicable soledad/ Serás como ellos”. Los temas restantes parecen saltos al vacío, obras inconclusas o eternas como la psicodélica "Agnus Dei". La sofisticación compositiva, la intuición para encontrar tonos escondidos, el lirismo, el genio para jugar con el lenguaje, es decir, todas las características que se reconocerán en Pescado Rabioso e Invisible, las dos bandas maduras de Spinetta, tienen sus raíces en los temas extraños de Almendra II. Es, salvando las distancias, lo que El Perseguidor a Rayuela: el laboratorio primordial en que se toca la música del mañana.

Las zapadas, el rock fragmentado, la ausencia de estribillos, los sonidos psicodélicos, las letras poéticas o sin hilo conceptual fueron demasiado para la época. El disco recibió malas críticas y al poco tiempo el grupo se separó: cada uno estaba en la suya. Almendra II, editado en el año 1970, aún hoy sigue ejemplificando aquellos instantes supremos en la vida de un artista: cuando deciden girar el timón y enfrentarse a lo desconocido sabiendo que sólo por fuera de las fórmulas preestablecidas se puede llegar realizar una obra perdurable en el tiempo, aquellas de las que beben las nuevas generaciones. De esa forma, como canta Spinetta en "Los elefantes", “te podrán contar los cuentos más extraños/ pero no te apurarás”.

9 comentarios:

AB dijo...

El Segundo... qué desconcierto pasar del primero al segundo! Y qué discazo!
Coincido con lo que decis de 'laboratorio primordial', hay una experimentación en la variedad de estilos (blues, folk, beat, balada, eettcc) que parece necesaria y germinal para las variantes que toma el flaco después (a Molinari y Del Guercio no les seguí la carrera).
Con respecto a las letras, en muchas canciones (de ese disco y discos posteriores del flaco) me pareció ver un gusto por la textura, por cómo suena más que por qué dice, que se suma a esa extraña manera de pronunciar de L.A. El ejemplo idóneo es Libros de la Buena Memoria, donde admito no haberme calentado por sacar de qué habla, pero escuchar cada frase es tan sonoramente bello como la embriaguez seductora del solo de guitarra y el de bandoneón.

Última: melodía sinuosa como pocas, del '69, Chocolate (apareció en un doble que sacó página 12 hace unos años), estuve días hasta poder tararearla.

Buen post.
Saludos.

Anónimo dijo...

Muy bueno, comenzar el día con ganas de escuchar almendra y de ahi sin escalas a pescado 2 (discazo si los hay)

Creo que ya lo dijiste muchisimas veces, pero por las dudas, Bolaño es increible.

En diciembre fui a ver un acustico de Minimal (en el teatro Belgrano o Defensa, no me acuerdo bien) el 2do día tocó con pez (mitad pez, mitad minimal)... increible che, un acustico de otro planeta

abrazo, que sigas bien
suerte!

Alejo Salem dijo...

Buen post, Corvino...
Tengo un tendencia más Pescadera que Almendrosa. Igual sigue siendo Spinetta, "el que vende despacio".
Y Pez me parece una banda increíble. Es la antítesis del rock chabón, en todo sentido. (Sospecho que son los auténticos herederos del Flaco).
Nos vemos en esa.


Un anónimo.
(Ouch!)

Anónimo dijo...

Hola pibe: este es mi tercer post cómo "anónimo", creo va que siendo hora de registrarme. Y más aún, con las malas experincias que tuviste con algún anónimo estúpido.
En primer lugar: me asombra, para bien, que perteneciendo a la generación de cerebros atrofiados con esa máxima del mercado que reza: "Si es nuevo, es bueno, si es viejo malo", puedas tener la lucidez de ir contra la corriente y escuchar (y admirar!) a músicos como los que nombrás en este post.
Es desalentador ver a mis compañeros de trabajo escuchando "el hit del momento", que no tiene otro "valor" -y voy a ser redundante- que el hecho de ser nuevo.
Sospecho que el mercado nos lava el cerebro para convertirnos en una especie "Homo Consumidoris" que oye música sin valorarla como hecho artístico.
Te mando un abrazo, es un placer leerte (aunque confieso que no me pude enganchar con Pez, aún!).
Roberto Aranda

Lucas Ayala dijo...

no quiero parecer fundamentalista pero hay varios errores en las letras citadas, el más notorio es que los dedos no los tiene "adheridos" sino "ateridos"...

y yo entiendo que "Camino difícil" (canción de Del Guercio, igual que "Carmen"), al contrario de lo que decís vos es una clara invitación a abandonar la lucha armada.



eso.

Martín Zariello dijo...

Lucas: gracias por el dato, en un rock rutero es mucho más heterodoxo ATERIDO que ADHERIDO! Ja, ja. Lo de Camino difícil lo escribí por una entrevista a Spinetta donde hablaba de eso. Si te queda tiempo, marcame los otros errores así los cambio. Lo que pasa es que los cité de memoria.

Lucas, Gonza, Agn, Roberto, Alejo: gracias por leer!

Matías dijo...

Una pregunta señor Corvino: me asaltó la duda: ¿de qué disco es ese tema que me vueve loco de Pescado que dice "aguas claras de olimpos que la diosa guarda"?

Sin más, muchas gracias.

Martín Zariello dijo...

De Pescado 2 (un disco que, creo, me gusta más que Artaud: Oh, sacrilegio!). Se llama Cristálida (creo). Dura como 10 minutos. Hay una edición en cd muy buena que reproduce la estética del vinilo y viene incluso con el librito transcripto orginal de Spinetta. Saludos!

fedefer dijo...

Nunca me voy olvidar de cuando puse este disco por primera vez. "Toma el tren hacia el sur" arranca casi como un tema de Captain Beefheart onda "Trout Mask Replica"!!! INMEDIATAMENTE supe que el álbum me iba a gustar mucho. Y así fue.

Si no escuchaste Captain Beefheart, lo dejo como una recomendación MAS que enfática.

Sobre este oscuro y olvidado álbum de Almendra, todo está dicho en el post original. Saludos!