En la película El Día de la marmota (en castellano fue traducida como Hechizo del tiempo) un periodista disgustado con la vida e interpretado por Bill Murray, debe viajar a un pueblo norteamericano donde se festeja el comienzo del invierno a través de la adoración absurda al animal del título. El film, una comedia familiar que podemos hallar frecuentemente en cualquier canal de cable, posee un giro fantástico que lo vuelve más interesante de lo que es en apariencia: por razones inexplicables, el protagonista comienza a despertarse todos los días en…el día de la marmota. Luego de vivir esa misma y tortuosa jornada un centenar de veces, comprende que para escapar de esa pesadilla, deberá comenzar a realizar actos bondadosos, a pensar en los seres que lo rodean, a dejar la comodidad y el egocentrismo. La moraleja es elocuente: el ser humano es un bicho raro y, en muchas ocasiones, para darse cuenta de algo grave debe vivirlo en muchas ocasiones y recién ahí hacer el click, acceder a la revelación que lo aleje del mal, del hechizo del tiempo que repite la historia una y otra vez. Lo mismo puede decirse de una comunidad o un país.
El 24 de marzo de 1976, las Fuerzas Armadas tomaron el control de la República Argentina. No era el primer Golpe de Estado en la historia reciente del país: Uriburu, Onganía y Lanusse ya habían hecho caso omiso de la Constitución sin la menor culpa. Gran parte de la sociedad apoyó la llegada de Videla y Cía. La herida que produjo el Proceso de Reorganización Nacional fue tan grande que aún hoy se hace difícil reproducir con exactitud qué fue lo que sucedió sin caer en lugares comunes o estereotipos. Este mismo texto, películas y novelas los sufren. En la década del 20’, el filósofo alemán Wittgenstein manifestó que, ante la complejidad del mundo moderno, lo que las grandes palabras decían, se había vuelto indecible. Como elucubra Ricardo Piglia en Respiración Artificial, esta reflexión también podría reflejar lo que sucedió en Argentina entre el año 1976 y 1983: es harto complejo explicar o describir la pesadilla sin recurrir a frases hechas (el lenguaje se vuelve imperfecto, las imágenes no expresan nada), pero sin dudas, es precisa una permanente evocación de lo sucedido para que la historia, como aquella de la comedia de Bill Murray, no se vuelva a repetir. Si era necesario un feriado justamente en el día que se instauró la aberración, es otra discusión: que yo sepa, la gente que no chocó con su auto a 120 por hora en la curva de una ruta, no está reflexionando sobre la Historia sino más bien aprovechando un fin de semana largo. El gobierno K, a través de algunos gestos para la popular, ha banalizado el tema de la dictadura hasta niveles insospechados: tanto es así que muchos intelectuales de Izquierda que habitualmente levantaban la bandera de la memoria, horrorizados ante el apropiamiento gubernamental de la fecha, han pegado el grito en el cielo para que se vuelva a debatir si los desaparecidos son 30.000 o 9000 o si eran o no mejores que los que sobrevivieron. Discutir tales cuestiones, creo, pierde de vista el tema central (cualquiera sabe que entre los desaparecidos había mejores y peores y que ningún número altera el desastre): repudiar el Golpe y, por consiguiente, el modo asesino en que los militares se deshicieron de los supuestos “subversivos”. No hace falta recordar las atrocidades que cometió el Estado en nombre de la Patria, eso lo podemos escuchar en cualquier medio (medios que por otra parte, durante la dictadura, celebraron la matanza indiscriminada). El descalabro fue tan grande que el escritor Antonio Di Benedetto, por ejemplo, fue torturado sistemáticamente para que confiese qué hizo en su viaje a Cuba, un lugar al que nunca había viajado. Así le pasó a miles. Por otra parte, alguna vez, se deberán analizar los errores -y horrores- de las organizaciones guerrilleras: permítanme desconfiar de Firmenich, de los grupos de exiliados que apoyaron el desembarco en Malvinas, del modo en que se asesinó a Aramburu y del pensamiento particular, no muy diferente al de la Iglesia Católica, que muchos revolucionarios de Montoneros o el ERP tenían sobre los drogadictos u homosexuales. Llegando a un punto eminentemente hippie: permítanme desconfiar de cualquier persona que utilice armas.
Se podría decir que para los que nacimos en los años 80’ es aún más complejo comprender los movimientos del terrorismo de Estado. Sin embargo, no somos los únicos. Como en una película de terror ambientada en un pueblito fantasma, gran parte de la gente que vivió en Argentina en aquellos años (los que no tenían un compromiso político arraigado y se dejaron seducir por los fuegos artificiales de los asesinos) raramente sabe con exactitud cuáles fueron sus vivencias durante el genocidio: se recuerda el Mundial 78’, el déme dos, se habla de que no había desocupación, se insulta a Margaret Thatcher, pero no hay una conciencia mayoritaria de personas que se sientan responsables. He aquí una de las cuentas pendientes de nuestra sociedad: reconocer que la Dictadura también fue civil.
En la novela 1984, George Orwell reflejó un mundo sumido en la ignorancia y atontado por Gran Hermano, un dictador temible que vaciaba los cerebros infundiendo el miedo y la paranoia. Gracias a las bondades de la televisión, Gran Hermano se transformó en un tipo afable. Sin dudas, vivimos en una sociedad muy parecida al reino del revés. ¿Será por eso que cierto No-Ingeniero reaccionario tuvo, hasta hace muy poco tiempo, el apoyo de la gente? ¿Habremos aprendido la lección o seguiremos viviendo el día de la marmota eternamente, sin saberlo? Es verdad que hoy resulta imposible que las Fuerzas Armadas obtengan el poder, pero sería ingenuo no saber que ciertos actores de la política y la Iglesia argentina siguen respondiendo a los mismos principios que incubaron el asesinato masivo, por no hablar de los miles de civiles que se arman hasta los dientes para combatir el flagelo de la Inseguridad.
La huella del horror es enorme. Muchos de los males de este mundo, como diría Spinetta, son efectos concretos de gobiernos totalitarios. En la Argentina, los desaparecidos también significan la pérdida de intelectuales, científicos, políticos. Esto no significa que entre ellos, sin dudas, estuviese la piedra fundacional para la Nueva Argentina. Sin embargo, no observar la ausencia es de necios. “Muchos borrados antes de tiempo con el liquid paper del Proceso, las Malvinas y el sida” escribe Fabián Casas. El resultado es un agujero negro tan grande como esos que se hallan en la Vía Láctea y se chupan la energía de lo que los rodea. Lo inquietante es que las atrocidades de ayer actualmente siguen su curso en el hacinamiento de presos, la grandiosa indiferencia de la sociedad hacia quienes viven en la calle, el hambre de los indigentes. Los medios suelen conmemorar el Golpe como algo aún sangrante pero superado. La verdad es otra: aún hoy “es necesario cantar/ de nuevo/ una vez más”.
Hoy, creo, se han perdido las coordenadas. Basta recordar que en el acto central del 30º aniversario del Golpe un grupo de Izquierda no dejó hablar a las Madres de Plaza de Mayo. O fijarse como, sirviéndose de la fecha, algunos escritores supuestamente comprometidos promocionan sus nuevos libros sobre la Dictadura confundiendo memoria con marketing. Aunque me habría abstenido de tomar un fúsil, es triste que en esta era la única revolución posible sea la de los celulares. En la confusión creemos que nuestra libertad estará supeditada a la posibilidad de fumar marihuana donde se nos cante. A pesar de todo, algo queda: ayer nomás, en 1977 (un pestañeo en la Historia), Rodolfo Walsh escribía una carta abierta a los militares sabiendo que hacerlo era firmar su sentencia de muerte. El compromiso ético de esta postura, más allá del principio de las ideologías y el gusto literario, nos invita a ponernos de pie y llorar. Finalmente lo rodearon en la calle y le dispararon a quemarropa. Cuenta la leyenda que Walsh no caía, que le pegaban balazos y seguía de pie. Como escribiera Baudelaire sobre Edgar Allan Poe, se podría decir sobre él: “Sufrió mucho por nosotros”. Sayonara.
6 comentarios:
Dos cosas:
1) En cuanto al M24 (a la española o la inglesa, pero pensándolo bien, suena a fusil, no, lo saco. En cuanto al 24 de marzo, decir lo de justicia, milicos puaj puaj, y todo eso, ok, es así, lo que vos escribís es tal cual y me gusta lo "los que nacimos después del 80`s", como una revisión y actualización del conflicto, ver y saber qué piensan lso que ahora están pensando. No la voy de super salinger, pero el mundo, hoy, ya es de los que nacieron en los 80´s, digo, son ellos los que los disfrutan. Sólo quiero agregar que más allá de la memoria, crucial y necesaria, no olvidemos que para ser un hijo de puta no hace falta recordar lo trágico. Digo, el que es una mierda, lo es haya habido auschwit, trelw o dictadura. Y los que son buena leche, aunque nada de eso hubiese existido, jamás lo paoyaría. ME acuerdo de un gag de Carlitos BAlá en el que hacía como que inclinbaba la cancha de fútbol. Era buenísimo. A ver cuando la vuielca para el lado de los ángeles y se pega una linda siestita.
2) Soy hernangalli@blogspot.com, el del mail a Casas que no puedo enviar, y que leo que "laurita", a quien no conozco y agradezco su gestión, me está dando una mano a través tuyo.
Buen blog, ahora voy a mepzar a comentar. Buena onda
Hernán
En chile mi querido amigo se vive una situación más que parecida. Los tratamientos de imagen que realizan los gobiernos socialistas actuales, luego de décadas de aprendizaje de marketing político, tienden a banalizar y a crear conceptos de lucha que insultan un buen pedazo de memoria dispersa en los basurales o estantes. Acá un supuesto "milico progre" si es que se puede dar ese oxímoron, declaró un "Nunca más" ante medios escritos y cámaras. Un nunca más muy atravezado, casi como si se obligara al pais mediante orden marcial acabar con las divisiones... Acá no ha pasado nada señores.
La izquierda revolucionaria del pais se deshace en atracos bancarios, invocando reyertas y lugares comunes que parecen hablarles a la población en un gíglico, de lo que menos gozan sus movimientos es de inteligencia o cercanía con los que sufrieron.
Imperdible lo de este demente
http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-101211-2008-03-24.html
Buen post, Corvino...
Yo era muy chiquito en el 76; a mi, como a tantos, me la contaron y voy sumando partes de trozos de fragmentos.
Sé que no me gustan las dictaduras, que estoy en contra del Estado de Homicidio, que son, sin dudas, unos hijos de puta.
Y a los desaparecidos, sin duda la parte más aberrante, hay que sumarle los bebès, los exiliados -fuga de cerebros incluída- los robos directos, los desvalijamientos, el endeudamiento nacional, las mismas transas que en los tiempos democráticos, aunque tal vez más profundas.
Y, claro, no hay que olvidar la sistematización de estos prodederes para gran parte del Coño Sur, con la intervenciòn y apoyo de los EEUU... Sé que la lsita de etcéteras me pasa por arriba, lejos.
Estoy a favor de la verdad, la justicia y la memoria sin abrazar bandera polìtica alguna.
Pero màs allá de eso, me da miedo la K, en casi todas sus formas.
Porque declarar feriado este dìa es, sospecho, tal vez el último gesto de vaya uno a saber qué cadena de traiciones.
Cine Braille
LO que acabo de leer de ese abogado en P/12 es descomunal. No obstante, lo considero un pobre hombre, alguien que tiene esos pensamientos sufre muchísimo en la vida, no tengas dudas. Diariamente lucha contra sus propios instintos, y es esperable que alguna vía de escape tenga, que no es justamente aeromodelismo. El probelma es que hay muchos que piensan parecido. Buen aporte
Hola Corvino, disculpe mi entrometimiento y mi falta de tino. Pero como guía blogeril ¿? Que es, me gustaría saber si tiene alguna opinión formada respecto al asunto de los piquetes de las 4 x 4.
Se que quizás no viene al candelero de su blog tanta actualidad…pero en fin, me gustaría conocer su punto de vista al respecto.
Humildemente yo le dejo el mío.
http://thefishingband.blogspot.com/2008/03/obtusos.html
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