Los libros de rock argentino revelan que una de las críticas que (a principios y mediados de los 80’ respectivamente) la prensa especializada le solía hacer a Virus y Soda Stereo era su supuesta frivolidad. En medio de un panorama anquilosado por una propuesta solemne deudora de corrientes musicales ya perimidas (el jazz-rock, la canción folk de protesta) y movimientos anacrónicos (el hippismo), el impulso renovador de las bandas mencionadas (que componían canciones breves, para bailar y con estribillos pegadizos) era tachado de superficial. Con los años (y especialmente a través del espaldarazo pop y la legitimación que significó Clics Modernos), la “frivolidad” de los grupos de Moura y Cerati fue entendida como una reacción entendible y hasta necesaria frente al paradigma del momento. Por otro lado, la presunta línea apolítica o ajena a temas sociales de este “pop ochentoso” (como sería denominado en los 2000 a través del eterno revival de las modas) se ve refutada en múltiples canciones en las que, a través de la parodia o la sátira, se ponen de manifiesto temas puntuales que afectan al individuo contemporáneo. Un ejemplo concreto (deudor de la impronta ácida de muchas letras de Virus) es el hit “Nada personal”, de Soda Stereo (1985). Allí, a través de un estribillo marcadísimo con versos profusamente rimados, la letra (tal vez en forma inocente, tal vez a grandes rasgos) recrea uno de los tópicos más significativos del siglo XX: la “pérdida de la experiencia” en la sociedad moderna (preguntar por un tal Benjamin, Walter):
Comunicación sin emoción,
una voz en off con expresión deforme.
Busco algo
que me saque este mareo.
Busco calor
en esa imagen de video.
Nada, oh oh oh, nada personal
Oh oh oh, nada, oh oh oh, nada personal.
Ella no puede pensar,
está aburrida.
De tanto simular,
cayó dormida.
Busco en TV algún mensaje entre líneas,
busco alguien que sacuda mi cabeza.
Y no encuentro nada, oh oh oh, nada personal
Nada personal, nada especial.
Sinceramente sería tan bueno tocarte
Pero es inútil tu cuerpo es de látex.
No siento nada, nada oh oh oh, nada personal
Nada, oh oh oh, nada personal.
Quiéralo o no, Cerati compuso un extraordinario relato pop, que con los años y la creciente intromisión tecnológica parece cada vez más actual. Aún hoy somos individuos perdidos en la jungla urbana, buscando “calor” en máquinas inertes y convencidos de que la comunicación es mandar un mensaje de texto (que es de todo menos “texto”) a través de un celular. Paradójica (y ballardiana) escena fue asistir al concierto de reunión de Soda Stereo y corear el tema analizado en medio de carteles gigantes de empresas telefónicas y miles de personas armadas con asombrosas cámaras digitales. Mientras, la mayor parte de las canciones explícitamente “contestatarias” o “de protesta” (cualquiera fuera su época) pierden su peso a través del tiempo, hasta convertirse en panfletos gastados y preestablecidos, como ésos que inundan las paredes de las universidades argentinas. García no nombra a los militares en “Hipercandombe”, “Alicia en el país” o “Inconsciente colectivo”, pero, de todos modos, sabemos de qué está hablando. Al revés sucede con la perorata pseudo-punkie anti-menemista de Ataque 77 en los 90’ o el grandilocuente manifiesto sobre la “argentinidad” de la Bersuit de los 2000’: la referencia alevosa a determinado objeto pierde de vista el factor artístico.
Pero sucede que el tiempo pasa y nos vamos poniendo tecnos. Hoy la frivolidad ya no asusta a nadie porque se convirtió en la norma de lo mediocre. Tal vez el mayor ejemplo se dé en los medios de comunicación, que no son más que una representación del inconsciente del receptor. El sexo es rebajado a su costado más misógino, la cultura se reduce a una vedette que repite rimas, el mejor conductor es Tinelli (porque grita y se tira al piso), un trasgresor revulsivo es Fernando Peña que tiene el mismo pensamiento ideológico que las ancianas que manda cartas a La Nación, el ejemplo a seguir por las nuevas generaciones es una adolescente que se casó con un futbolista y practica sexo oral en You Tube. De esta forma (y a diferencia de los primeros 80’, donde la frivolidad se escondía detrás del clásico gesto solemne y hueco, propio de las sociedades represivas), la pose, la afectación, lo bizarro, la vulgaridad constante y la fetichización del sexo no significan un factor subversivo para nadie, sino más bien una sumisión incondicional (u oportunista) a la frivolidad imperante. Buena parte del pop rock argentino está enclavado en esta encrucijada. Dejando de lado el ejemplo obvio de Miranda (que ha llegado a convencer a cierta crítica de que es original reconocer, ¡40 años después del auge del camp!, las bondades artísticas del Paz Martínez o las novelas de la tarde), Adrián Dárgelos postula un discurso que Babasónicos hace años dejó de simbolizar. Una muestra concreta de acatamiento al costado más tosco de los medios es Mordisco, el último disco de Emmanuel Horvilleur. En la lírica de los temas se dan cita las fantasías más usuales (y elementales) del sexo: la adolescente precoz (“Nena, diecinueve son tus años y tu colección/ Tienes tantos novios como novias ha tenido Dios”); el ménage à trois (“Si no puedo estar con vos/ Me encantaría hacerlo todo con tu hermana/ Y si tu hermana dice no/ Me encantaría seamos mucho, mucho más que dos”); la infidelidad (“Hola Emmanuel mi novio es él/ Así nomás me presentó a su futuro ex”). No hay metabolización palpable del referente, todo es tratado exactamente como en los programas de TV más burdos y, a pesar de cierta denuncia (“En una fiesta que no pasa nada/Con tanta gente que no entiende nada”), se nota cierto relajo y abandono a ese mundo plástico en el que lo esencial es, justamente, lo perecedero: el éxito, el dinero, etc. Así lo demuestra su tema más conocido, “Radios”, macro-hit del verano: “¿Y dónde están esas radios modernas/ que pasan esa música que me hace tan bien?/ Me transportan adónde no importa/ Si sólo sé que nos hace bien, bien (…) Sonando “Soy tu nena”/ Oh nena qué emoción/ Pensar que por esto me pagan/ Y yo te pago a vos”. El límite entre la parodia y la exaltación de un modo de vida nunca es descubierto y tal vez en esa ambigüedad se encuentre lo más interesante de álbumes como Mordisco: mientras actualmente nos parecen pavorosas muestras de sumisión al Mercado (y a la frivolidad de la televisión), en el futuro, quizá, serán analizados como precisas fotografías de nuestra época. Para finalizar, el recuerdo de un extraordinario tema de 1979, que, junto a “Nada personal” y el reciente hit de Horvilleur conforma una trilogía temática a través de los años y las modas:
Frecuencia Modulada- Serú Girán (García/Lebón)
El fracaso de un amor que no hizo escuela
La ignorancia de una vida sin dejar
El desierto de una calle sin rayuela
Nuestro cielo siempre estuvo más allá.
Hoy que estás en penumbras
La radio suena en algún lugar
Tanta música absurda
Es mejor que comencés a hablar.
Si en la música que escuchas ya no hay vida
Si la letra ya no tiene inspiración
Si aunque aumentes el volumen ya no hay fuerza
Son dos tiempos que están huecos de emoción.
Hoy que estás en la nada
Cierras tus sentidos y te das una larga mirada
Algo adentro tuyo va sonar.
Comunicación sin emoción,
una voz en off con expresión deforme.
Busco algo
que me saque este mareo.
Busco calor
en esa imagen de video.
Nada, oh oh oh, nada personal
Oh oh oh, nada, oh oh oh, nada personal.
Ella no puede pensar,
está aburrida.
De tanto simular,
cayó dormida.
Busco en TV algún mensaje entre líneas,
busco alguien que sacuda mi cabeza.
Y no encuentro nada, oh oh oh, nada personal
Nada personal, nada especial.
Sinceramente sería tan bueno tocarte
Pero es inútil tu cuerpo es de látex.
No siento nada, nada oh oh oh, nada personal
Nada, oh oh oh, nada personal.
Quiéralo o no, Cerati compuso un extraordinario relato pop, que con los años y la creciente intromisión tecnológica parece cada vez más actual. Aún hoy somos individuos perdidos en la jungla urbana, buscando “calor” en máquinas inertes y convencidos de que la comunicación es mandar un mensaje de texto (que es de todo menos “texto”) a través de un celular. Paradójica (y ballardiana) escena fue asistir al concierto de reunión de Soda Stereo y corear el tema analizado en medio de carteles gigantes de empresas telefónicas y miles de personas armadas con asombrosas cámaras digitales. Mientras, la mayor parte de las canciones explícitamente “contestatarias” o “de protesta” (cualquiera fuera su época) pierden su peso a través del tiempo, hasta convertirse en panfletos gastados y preestablecidos, como ésos que inundan las paredes de las universidades argentinas. García no nombra a los militares en “Hipercandombe”, “Alicia en el país” o “Inconsciente colectivo”, pero, de todos modos, sabemos de qué está hablando. Al revés sucede con la perorata pseudo-punkie anti-menemista de Ataque 77 en los 90’ o el grandilocuente manifiesto sobre la “argentinidad” de la Bersuit de los 2000’: la referencia alevosa a determinado objeto pierde de vista el factor artístico.
Pero sucede que el tiempo pasa y nos vamos poniendo tecnos. Hoy la frivolidad ya no asusta a nadie porque se convirtió en la norma de lo mediocre. Tal vez el mayor ejemplo se dé en los medios de comunicación, que no son más que una representación del inconsciente del receptor. El sexo es rebajado a su costado más misógino, la cultura se reduce a una vedette que repite rimas, el mejor conductor es Tinelli (porque grita y se tira al piso), un trasgresor revulsivo es Fernando Peña que tiene el mismo pensamiento ideológico que las ancianas que manda cartas a La Nación, el ejemplo a seguir por las nuevas generaciones es una adolescente que se casó con un futbolista y practica sexo oral en You Tube. De esta forma (y a diferencia de los primeros 80’, donde la frivolidad se escondía detrás del clásico gesto solemne y hueco, propio de las sociedades represivas), la pose, la afectación, lo bizarro, la vulgaridad constante y la fetichización del sexo no significan un factor subversivo para nadie, sino más bien una sumisión incondicional (u oportunista) a la frivolidad imperante. Buena parte del pop rock argentino está enclavado en esta encrucijada. Dejando de lado el ejemplo obvio de Miranda (que ha llegado a convencer a cierta crítica de que es original reconocer, ¡40 años después del auge del camp!, las bondades artísticas del Paz Martínez o las novelas de la tarde), Adrián Dárgelos postula un discurso que Babasónicos hace años dejó de simbolizar. Una muestra concreta de acatamiento al costado más tosco de los medios es Mordisco, el último disco de Emmanuel Horvilleur. En la lírica de los temas se dan cita las fantasías más usuales (y elementales) del sexo: la adolescente precoz (“Nena, diecinueve son tus años y tu colección/ Tienes tantos novios como novias ha tenido Dios”); el ménage à trois (“Si no puedo estar con vos/ Me encantaría hacerlo todo con tu hermana/ Y si tu hermana dice no/ Me encantaría seamos mucho, mucho más que dos”); la infidelidad (“Hola Emmanuel mi novio es él/ Así nomás me presentó a su futuro ex”). No hay metabolización palpable del referente, todo es tratado exactamente como en los programas de TV más burdos y, a pesar de cierta denuncia (“En una fiesta que no pasa nada/Con tanta gente que no entiende nada”), se nota cierto relajo y abandono a ese mundo plástico en el que lo esencial es, justamente, lo perecedero: el éxito, el dinero, etc. Así lo demuestra su tema más conocido, “Radios”, macro-hit del verano: “¿Y dónde están esas radios modernas/ que pasan esa música que me hace tan bien?/ Me transportan adónde no importa/ Si sólo sé que nos hace bien, bien (…) Sonando “Soy tu nena”/ Oh nena qué emoción/ Pensar que por esto me pagan/ Y yo te pago a vos”. El límite entre la parodia y la exaltación de un modo de vida nunca es descubierto y tal vez en esa ambigüedad se encuentre lo más interesante de álbumes como Mordisco: mientras actualmente nos parecen pavorosas muestras de sumisión al Mercado (y a la frivolidad de la televisión), en el futuro, quizá, serán analizados como precisas fotografías de nuestra época. Para finalizar, el recuerdo de un extraordinario tema de 1979, que, junto a “Nada personal” y el reciente hit de Horvilleur conforma una trilogía temática a través de los años y las modas:
Frecuencia Modulada- Serú Girán (García/Lebón)
El fracaso de un amor que no hizo escuela
La ignorancia de una vida sin dejar
El desierto de una calle sin rayuela
Nuestro cielo siempre estuvo más allá.
Hoy que estás en penumbras
La radio suena en algún lugar
Tanta música absurda
Es mejor que comencés a hablar.
Si en la música que escuchas ya no hay vida
Si la letra ya no tiene inspiración
Si aunque aumentes el volumen ya no hay fuerza
Son dos tiempos que están huecos de emoción.
Hoy que estás en la nada
Cierras tus sentidos y te das una larga mirada
Algo adentro tuyo va sonar.
8 comentarios:
Vaya Martín, a medida que iba leyendo este post pensaba en una letra que podría calzar en tu narración: "Si en la música que escuchas ya no hay vida/ Si la letra ya no tiene inspiración/ Si aunque aumentes el volumen ya no hay fuerza/ Son dos tiempos que están huecos de emoción..."
Luego la leo y me pongo a pensar en eso de la pérdida de la experiencia. Pienso en los riesgos de la democratización exagerada de todo, ahora que artista es cualquiera (creo que esto igual hay que manejarlo con pinzas, también) y asume su 'obra' como arte por el simple acto del ego que encripta y no consigue decodificar lo que es.
Eso me suele enfermar. ¿No era Charly el que decía "no entiendo los que hacen lo mismo que yo hice ayer"? Algo se pierde, algo debe sufrir para darse el rompimiento.
Y hablando de Soda y de esa pérdida de la experiencia, pues creo que fui uno de los pocos seres en este país que decidió concientemente no ir al concierto que dieron en Guayaquil, como parte del "Me verás volver". ¿Por qué? Porque me di cuenta que la nostalgia no me puede mover, sobre todo cuando sabía que era una gira y nada más, la burbuja en el tiempo, un concepto que me agobió, en realidad. ¿La prueba de fuego? Rechacé una entrada al sector que estaba de frente al escenario.
Saludos, Corvino
1) "Si lo que quieres es gritar / desenchufa el cable del parlante" Charly al palo!
2)Siempre le escapo a la estigmatización simple de lo "moderno", especialmente de lo tecnológico. Lo único que siento es que la gente quiere comunicarse más y más, todo el tiempo, estar juntos. No importa si por msn o msm o por teléfono. Es mentira (a mi juicio) lo de la frialdad comunicativa. Nunca estuvimos más juntos en la historia. Ahora que esa "unión" sea débil, no es cosa de la tecnología, creo yo, sino más bien de la inalterable naturaleza humana, de acercamiento y destrucción, todo en dosis.
3) No sabía eso de la letra de Horvilleur. Qué tipo más "inerte", "intrascendente". Es como el chico del boliche que se para y mira y lo miran, tan pero tan adolescente (en el mal sentido, ojo)
4) ¿Babásonicos tuvo mensaje alguna vez?
5) Buen punto lo de la canción de Soda. Bien pensado, me gusta.
6) Yo tampoco fui a ver a Soda. Eduardo, te entiendo y comparto todo lo que decís.
7)Tranquilo y de apoquito, Lisandro Aristimunño renueva la cantera del rock nacional, dormido pero no muerto.
8) (Y basta) Todas las categorizaciones musicales y de bandas que hacemos en este país no son más que el resultado de los pocos grupos que trascienden. Es claro que en el mundo anglo, estas dicsuiones sobre Virus, Soda, Los Redondos, Charly, Fito, y compañía, se darían en una tarde y nada más. Trascienden pocos y encima les pedimos de todo, como al cine nacional. Así es imposible.
Saludos!
Lo que antes simbolizaba sandro, ahora es simbolizado por horvilleur, el rock nacional se transformo con el tiempo en el mercado, cuando en sus origenes, y a diferencia del rock en otros lugares, como estados unidos o inglaterra, era una fuerza afuera del mercado.
Igualmente, la escena del under, a pesar de toda la contra que le es llevada desde el mercado y del gobierno, no como en otros paises latinoamericanos (mexico seria un caso puntual) intenta sostener ese legado q dejaron los grandes. El ya nombrado Lisandro Aristimuño, Gabo Ferro, El mato..., Los Alamos, Doris, Pez, Spinetta mismo, demuestran que el rock sigue siendo lo que era, a pesar de que tambien exista otra cosa: la musica procesada que nos venden las multinacionales.
Respecto a la comunicación:
Lástima que Ballard esté tan viejo y enfermo, porque tendría que escribir una novela en la que analizara cómo el exceso de comunicación (SMS a la cabeza, porque el e-mail ya es anticuado) está licuando justamente eso: la comunicación. La inmediatez que exigent los nuevos medios de contacto interpersonal impide la reflexión y el ordenamiento de las ideas antes de emitir nuestro mensaje; y ni siquiera tiene la riqueza gestual, de modulación de voz y de retroalimentación con lo que el otro dice que tiene la charla cara a cara.
Respecto a cierta música actual:
“Mientras miro las nuevas olas / yo ya soy parte del mar.”
Leía las letras de Horvilleur y decía "Pomelo". Leía lo del pop que es sólo pop y decía "Micky Vainilla". Lo más rockero que hay hoy en circulación es Capusotto.
Me acordaba de lo que siempre se cuenta acerca de lo que los cuatro chicos que luego harían Almendra escuchaban casi diariamente: los Beatles, los Who, Dylan, Piazzolla y Ferrer, armonías jazzeras; leían a Cortázar. Había un esfuerzo consciente por nutrirse con cosas variadas y tratar de agregarle a eso la gotita de individualidad que uno puede aportar. Me parece que hoy no hay mucho de eso: los gustos son más homogéneos. El fan de La Renga puede escuchar Los Piojos pero no Spinetta, p/e. Falta promiscuidad. (Ahí tiene Horvilleur una buena idea par auna letra).
FM: no me gusta cómo está grabada en Grasa de las Capitales, no pegan la base medio disco con el solo a la Di Meola o De Lucía. Hay versiones en vivo mucho mejores, más eléctricas, que andan dando vuelta por ahí. Incluso hay una sin letra (Río Cuarto comienzos de 1979) con el tema recién compuesto.
Un poco es verdad lo que dice Hernán, Eduardo: creo que hay más comunicación (como que estoy intercambiando opiniones con 5 tipos que nunca vi en mi vida) pero al mismo tiempo esa comunicación es precaria, ajena a cualquier vínculo genuino.
En cuanto a Soda, yo los fui a ver, me gustó mucho esa situación paranoica que describo en el post.
Fix: en la última Ñ Pablo Capanna hizo la reseña de una novela que acá todavía no salió. También salió una autobiografía, vos la habías mencionado en tu blog. Parece que el viejo se nos va.
Nicolás: también creo que hay buenas bandas. Iba a nombrar algunas pero me pareció demasiado arbitrario oponerlas con las que yo nombró. En estos días escuché una banda llamada Superjet que me pareció buena.
Cine: Voy a ver si puedo conseguirme esas versiones. Igual me gusta (con las limitaciones que tienen las grabaciones de la época, detesto el sonido, por ejemplo, de Llorando en el espejo).
Saludos, gracias por leer-
No se olviden de los Pet Shop Boys.
Hello every one, here every person is sharing such knowledge, therefore it's nice to read this webpage, and I used to pay a visit this weblog every day.
Review my weblog walmart garden centers
my page > garden centers for sale
Publicar un comentario