En la última semana, desde distintos medios, se ha proyectado una analogía que compara a la presidente Cristina con alguna de las profesoras agredidas o la rectora del Nacional Buenos Aires. La relación (como todo lo que se explica en los medios) es evidente y apta para todo público: las tres mujeres exponen una falta de autoridad que las condena a ser doblegadas por aquellos que debieran respetarlas (los alumnos, en el caso de las educadoras; “el pueblo”, en el caso de Cristina). La misión de este breve apunte es dar vuelta la tortilla y ocuparse de los rebeldes: el pueblo que cacerolea, el campo que para el país, los alumnos que toman un establecimiento público, los alumnos que agraden a sus profesores.
Si uno presta atención a los actores que subvierten las normas, podemos observar claramente que estamos inmersos en una revolución al revés. Los que salen a manifestar en contra del gobierno (a excepción de los pequeños productores) no son, como diría Ergueta, el personaje de Arlt, “toda la canalla que sufre abajo sin esperanza alguna” o los burgueses cansados de su hipocresía prefigurados por James G. Ballard en Milenio Negro, sino más bien tipos a los que (en comparación con aquellos que viven en la indigencia) no les cuesta demasiado llegar a fin de mes y, por distintas razones (ideología, convencimiento de que el campo es el país, desinformación, entendible deseo de seguir cobrando una renta considerable), emergen de sus propiedades cortando rutas o decidiendo que aquel camionero que lleva granos no puede pasar o portando una cacerola o enarbolando una bandera o agitando un cartel con dudosas consignas. El caso de los alumnos irreverentes también posee un giro con respecto a lo que antaño (y no tan antaño) se creía era una revolución estudiantil. En The Wall, la obra conceptual de Pink Floyd, los niños se sublevaban contra un espectro educativo autoritario, explicitado en la película de Alan Parker en la emblemática cinta transportadora que los arrojaba directo a un picadero de carne. Hoy, los chicos se revelan, paradójicamente, contra la ausencia de autoridad, es decir, contra la nada absoluta: de otro modo no se puede entender que un adolescente con cerebro activo le queme el pelo o le coloque un preservativo en la cabeza o le quiera dar un beso a una profesora en plena clase, es elocuente que allí no está viendo ni a una mujer, ni a una figura de autoridad, ni a un ser humano. En ese caso, la insignificancia de quienes dan clase es tan clara, entonces, que ya no existen diferencias entre el alumno y el profesor. Los medios (la televisión e Internet, principalmente) han adiestrado a los chicos y éstos creen que todo debe entrar en las coordenadas del espectáculo. Incluso la educación. Lo que a nosotros nos parecía aburrido, a ellos les parece intolerable. Entonces llevan cámaras y celulares con el único objetivo de captar imágenes y hacer de una clase, algo mediático. La vida debe ser un reality show. Imagino que deben asimilar a un orgasmo el hecho de que la secuencia en que un profesor propio es maltratado sea vista por miles de personas. Igual que a los fascistas o los ignorantes, les debe causar indiferencia que Fuentealba haya sido muerto de un balazo. Son los adolescentes que supimos conseguir en un mundo estrictamente construido en base a las normas del Mercado: los floggers, los emos, los que escuchan cumbia. Cada uno podría ser parte de una batea de Musimundo (rock, pop, world music) y puedo asegurar que harían todo lo posible por ser comprados (sólo basta mirar American Idol o Gran Hermano, donde los jóvenes pugnan por ser morfados por el sistema en vivo y en directo). No se revelan contra esa personalidad que les fue arrogada por la alienación que regula la vida cotidiana (como creían hacer, con sus errores y aciertos, los estudiantes del Mayo Francés), sino que pelean por seguir siendo quienes son: verdaderos hámsters que, creyendo adherir a un modo de vida y una libertad personal, en realidad, están inmiscuidos en una moda pasajera y luchan por su opresión. Igual sucede con aquellos convencidos de tener un discurso propio en contra del gobierno y son predigitados por los medios anti K o los militantes del Gobierno, predigitados por un panfleto. Por suerte (como existen quienes no están ni con el campo ni con el gobierno ni con la lamentable oposición), también están los adolescentes que no se adoptan a cualquier moda ni se regocijan de felicidad al maltratar a una profesora y, humildemente, se encargan de intentar ser quienes son. Toda esa masa anónima y silenciosa que conforman los que nunca se sienten a gusto en un condominio determinado y saben que la realidad está hecha de híbridos, lamentablemente, nunca erigirá una revolución ya que llevarla a cabo sería agruparse bajo una denominación determinada, convertirse en aquello despreciado: una entelequia rigurosa que repite discursos preestablecidos. Sayonara.
Si uno presta atención a los actores que subvierten las normas, podemos observar claramente que estamos inmersos en una revolución al revés. Los que salen a manifestar en contra del gobierno (a excepción de los pequeños productores) no son, como diría Ergueta, el personaje de Arlt, “toda la canalla que sufre abajo sin esperanza alguna” o los burgueses cansados de su hipocresía prefigurados por James G. Ballard en Milenio Negro, sino más bien tipos a los que (en comparación con aquellos que viven en la indigencia) no les cuesta demasiado llegar a fin de mes y, por distintas razones (ideología, convencimiento de que el campo es el país, desinformación, entendible deseo de seguir cobrando una renta considerable), emergen de sus propiedades cortando rutas o decidiendo que aquel camionero que lleva granos no puede pasar o portando una cacerola o enarbolando una bandera o agitando un cartel con dudosas consignas. El caso de los alumnos irreverentes también posee un giro con respecto a lo que antaño (y no tan antaño) se creía era una revolución estudiantil. En The Wall, la obra conceptual de Pink Floyd, los niños se sublevaban contra un espectro educativo autoritario, explicitado en la película de Alan Parker en la emblemática cinta transportadora que los arrojaba directo a un picadero de carne. Hoy, los chicos se revelan, paradójicamente, contra la ausencia de autoridad, es decir, contra la nada absoluta: de otro modo no se puede entender que un adolescente con cerebro activo le queme el pelo o le coloque un preservativo en la cabeza o le quiera dar un beso a una profesora en plena clase, es elocuente que allí no está viendo ni a una mujer, ni a una figura de autoridad, ni a un ser humano. En ese caso, la insignificancia de quienes dan clase es tan clara, entonces, que ya no existen diferencias entre el alumno y el profesor. Los medios (la televisión e Internet, principalmente) han adiestrado a los chicos y éstos creen que todo debe entrar en las coordenadas del espectáculo. Incluso la educación. Lo que a nosotros nos parecía aburrido, a ellos les parece intolerable. Entonces llevan cámaras y celulares con el único objetivo de captar imágenes y hacer de una clase, algo mediático. La vida debe ser un reality show. Imagino que deben asimilar a un orgasmo el hecho de que la secuencia en que un profesor propio es maltratado sea vista por miles de personas. Igual que a los fascistas o los ignorantes, les debe causar indiferencia que Fuentealba haya sido muerto de un balazo. Son los adolescentes que supimos conseguir en un mundo estrictamente construido en base a las normas del Mercado: los floggers, los emos, los que escuchan cumbia. Cada uno podría ser parte de una batea de Musimundo (rock, pop, world music) y puedo asegurar que harían todo lo posible por ser comprados (sólo basta mirar American Idol o Gran Hermano, donde los jóvenes pugnan por ser morfados por el sistema en vivo y en directo). No se revelan contra esa personalidad que les fue arrogada por la alienación que regula la vida cotidiana (como creían hacer, con sus errores y aciertos, los estudiantes del Mayo Francés), sino que pelean por seguir siendo quienes son: verdaderos hámsters que, creyendo adherir a un modo de vida y una libertad personal, en realidad, están inmiscuidos en una moda pasajera y luchan por su opresión. Igual sucede con aquellos convencidos de tener un discurso propio en contra del gobierno y son predigitados por los medios anti K o los militantes del Gobierno, predigitados por un panfleto. Por suerte (como existen quienes no están ni con el campo ni con el gobierno ni con la lamentable oposición), también están los adolescentes que no se adoptan a cualquier moda ni se regocijan de felicidad al maltratar a una profesora y, humildemente, se encargan de intentar ser quienes son. Toda esa masa anónima y silenciosa que conforman los que nunca se sienten a gusto en un condominio determinado y saben que la realidad está hecha de híbridos, lamentablemente, nunca erigirá una revolución ya que llevarla a cabo sería agruparse bajo una denominación determinada, convertirse en aquello despreciado: una entelequia rigurosa que repite discursos preestablecidos. Sayonara.
12 comentarios:
Tu comentario sobre el alumnado actual y su falta de esperanzas o vocación me hizo pensar un poco.
Como las ideologías supuestamente han muerto, hay que celebrar el vacío intelectual. Y no creo que la cosa sea tan fácil como pretenden algunos iluminados cuando sostienen que hay quienes quieren estupidizar al pueblo porque de esa manera se lo domina mejor; me parece que la cosa es más triste: no hay una conspiración orientada a la dominación, lo que se ve en la decadencia de la educación es producto de falta de planeamiento y ganas de hacer las cosas bien, así como de falta de medios y financiamiento adecuado. Lamentablemente, en este caso no hay un gran enemigo contra el que luchar: el cuco somos nosotros mismos.
Lo de los medios, por otra parte, habrá que estudiarlo en cada caso puntual. Una cosa es que haya grupos de poder con una agenda contraria al progreso, o reaccionaria, o como se llame, lo que puede dar cuenta de desinformación o tergiversación de la realidad en algunos casos. Pero lamentablemente eso no explica todo con respecto a la mala calidad de muchos (pero por suerte no todos) los productos que se le ofrecen al lector/espectador de los medios masivos. Gran parte se debe a que lo que se ve es reflejo de lo que se espera ver; el productor televisivo, por ejemplo, hábil para facturar, muestra lo que sabe que va a ser consumido por una masa de gente criada en el marasmo intelectual imperante en gran parte del sistema educativo actual.
Gracias Llambías por ayudarnos a definirnos a los que dudábamos o creíamos que se trataba de un conflicto basado en una antinomia falsa, en la que no había dos partes sino una multiplicidad de factores. Sr. Llambias, donde usted esté, sepa que yo estaré enfrente.
http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-107632-2008-07-11.html
Aguante el zoológico, mierda.
Negroperro, gracias por traer la noticia. La leí y me mordí los labios. Me lo imagino a LLambías diciendo: "negros de mierda" "A lo negros hay saberlos tratar" "a los negros no les da la cabeza", etc. Llambías y Miguens son basura. Son prolijamente una mierda.
Pero ojo, cuando K ayer, se hacía el monje tibetano, con el claque imbécil de Bancalari riéndose cual adolescente en acto escolar (alguien les podrá decir lo estúpido que quedan en esas sombras!!, me dio un poco de rabia. EL peronismo siempre fue patotero, como el sindicalismo argentino. LA rotura de vidrios, coches y demás cosas, es un escenario elegido siempre por los acólitos de este gobierno. A la cabeza, el cocainómano ese de Moreno, nazi de cuarta, capaz de matar lo que sea y a quien sea si el "jefe" se lo ordena.
Nda, tenía bronca. Pero Llambías, el otro cerdo ese de Biolcatti, Miguens y los imbéciles que creen que la patria es sólo el campo, se van a la puta madre que los parió.
"Comencé a enterarme de que todo problema, grave o fútil, se puede resolver aplicando un método siempre idéntico, que consiste en oponer dos opiniones tradicionales de la cuestión planteada: introducir en la primera las razones del sentido común, que luego se destruyen por medio de la segunda; por último, se las rechaza juntas gracias a una tercera que revela el carácter igualmente parcial de los dos anteriores, reducidas por artificios de vocabulario a los aspectos complementarios de una misma realidad".
La frase es de Levi-Strauss... la cito porque tengo la impresión de que, en tus últimos posts políticos, abusás de este recurso. Y la cito porque me molestó algo que se desprende del post: una suerte de pedantería que, creo, es muy peligrosa en cualquier tipo que se dedique (de cualquier manera que sea)al pensamiento crítico. Es como si dijeras: "Hay nabos que le queman el pelo a la profesora, hay nabos que quieren hacer la revolución, hay nabos que se visten de negro, hay nabos que siguen las modas. Yo, en cambio, no hago ninguna de estas cosas porque soy más inteligente que todos y SÉ cómo es la realidad". En ese caso, creo, tu crítica (que tan bien, en general, solés producir) es superflua y no sirve para nada.
En definitiva, creo, tu crítica de la crítica crítica termina siendo tan dogmática como la de cualquiera de esos que usan el materialismo dialéctico para cegar toda discusión.
Salud!
Nicolas, te invito a que te saques los ojos de adentro del ombligo y entiendas que decir "es como si dijeras" no es lo mismo que decir "dijiste", lo tuyo es la subjetividad al palo.
no hay caso eh, no dejamos atras los complejos de inferioridad, cuando la capocha no carbura para arrejuntar una opinion propia agarramos frases de otros al voleo y tildamos al otro de soberbio o pedante. No falla.
¿Vos te acordás de tu vida antes de nacer?
No.
¿Vos te acordás del momento en el que naciste? ¿Te acordás del momento en el que empezaste a vivir?
No me acuerdo, ¿será que la transición del olvido a la consciencia es algo paulatino?
¿No será que cuando mueras va a ser igual?
Todo el mundo se acuerda de su primer recuerdo.
Si no, no sería el primer recuerdo.
Nicolás: Yo sólo quería decir que hay nabos que le queman el pelo a la profesora, hay nabos que quieren hacer la revolución, hay nabos que se visten de negro, hay nabos que siguen las modas. Yo, en cambio, no hago ninguna de estas cosas porque soy más inteligente que todos y SÉ cómo es la realidad, mu, ja, ja. Era un chiste. Lo que sí estoy seguro es que mis críticas no sirven para nada (nunca dije lo contrario). De todos modos creo que tenés razón.
Galli: Che, fue Cine Braille, no Negro Perro el de la cita de Llambías. Sobre lo demás creo que tenés razón.
Fix: tenés razón.
Palbo: tenés razón, sin dudas.
Cine Braille: tenés razón.
Saludos: Palbo, Pasaba por aquí, Nicolás, Cine, Fix, Hernán: gracias por leer-
Es cierto no fui yo.
Martín: me gusta más Negroperro. Tiene aire a Neolingua.Y suaviza el hecho de que el adjetivo me lo endilgo una niña.
Estoy de acuerdo con el primero de tus comentaristas.
Me gustaría poder entender como en veinte años pasamos de estudiar en muy buenos colegios públicos (en mi caso el Nacional Mariano Moreno)a esta realidad en que la búsqueda de un vacante en uno privado es asunto de vida o muerte para el futuro de los chicos.
No creo en las grandes conspiraciones. Desidia, males planes, falta de disciplina (el vale todo parece muy adecuado a estos tiempos,no?),malos docentes,pésimos politicos.
Un país de improvisación constante no puede ser un buen país jamás.
Parece estúpido decirlo, pero si no se piensa en la educación, no se piensa en el futuro.
Los chicos son solo chicos y harán cosas de chicos.
Para encauzar esa vasta energía es que se supone sirve la educación.
Pero, a alguien le importa?
Corvino:
Te leo hace rato y termino por admirar que no renuncies a entender, a dar cuenta, a decir, poner por escrito, llevar a lo concreto (argumentativamente) todo aquello que hace ruido, molesta, indigna y que, opiniones al margen, me afecta pero abruma por su complejidad y al fin por la razón misma por la que nadie termina por resolver nada. No hay dos lados de nada, ni tres, ni cinco. Ni hay lados ni modos ni medios ni verdades. Casi no hay una solución para los grandes problemas, no aquello que puede cambiar el día o el mes de una persona, sino de miles. Y aún asi no dejás de hacer el intento, denuncia, relato, documento, opinión, puesta en escena.
Digo porque todo eso mismo me abruma y opaca y deprime; y quizás al final encierra en un pequeño espectro que al menos pueda controlar ( o no ), o bien no me tire tan abajo.
Gracias por tu comentario. Y sí, es innegable fruto de sus lecturas.
Saludos!
Hablando de educación, la semana pasada el gobierno ha organizado sorpresivamente una jornada de perfeccionamiento docente para mañana martes (¡oh! ¡casualidad!), día del enésimo acto oficialista en Plaza de Mayo, en muy pocos días. ¿El motivo? La necesidad imperiosa de disponer de micros escolares para trasladar al rebaño , en un día de semana, a tan importante fiesta popular. La idea original consistía (directamente y sin disimulo) en decretar asueto escolar, cosa que le pareció improcedente e inaceptable al gobernador, por lo que finalmente se llegó a un feliz acuerdo y todos los docentes disfrutaremos de otra jornada de mate y facturas, pero esta vez sintiendo que contribuimos a la grandeza de nuestro país y la fortaleza de sus gobernantes.
En este contexto situacional, estoy decidiendo si me siento a llorar a gritos durante unos días o me exilio en algún pueblito rural del África meridional.
Para terminar, quiero decir que nunca esperé nada de eso que llaman "campo" en este conflicto, fuera de lo que espero de cualquier sector económico en una sociedad capitalista (es decir, que pretenda ganar dinero). Ahora bien, del gobierno sigo esperando mucho y día a día me defrauda más y más y más y más y más y más... hasta lo inconfesable, hasta la más burda de las vergüenzas ajenas. Es obvio que escribo sumida en una profunda tristeza y un pesimismo abrumador. Pero tengo la fuerte impresión de que estamos perdidos.
Alejandra.
No está todo perdido, existe Walt Whitman. Saludos!
Ya lo cantó Fito...
Comparto bastante de lo que decís. Espero algo de este gobierno, le tengo fe, y de repente lo veo a Moreno con sus luchadores. Y todo a la mierda. Los veo a Kunkel y Bonasso calentado sillas, cobrando sus diez luquitas como diputados, en vez de "luchar" como lo hacían, y todo a la mierda otra vez.
No obstante, rescato dos cosas:
1) Con los nenes que hay en la vereda de enfrente, la pelea no puede ser dócil. Si no, te psan por arriba.
2) El gobierno será una mierda, pero lo votaron (lo voté), y protestaré pero me la "banco". Ahora, que de Angellis diga lo del lomo, hable de modelos económicos y de cómo se deben hacer las cosas en el país, me hace preguntarme: ¿Quién carajo es este pelotudo analfabeto hijo de puta para prepotearme con su tractor y su idiota idea de patria?
Saludos! Un palcer leer este blog!
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