Quizá por mi tendencia a defender causas perdidas, el lunes 29 de junio a las 2 y 20 de la mañana, yo que voté a Sabbatella dejando de lado las cuestiones pragmáticas e ingresando en el terreno resbaladizo de la ética, fui kirchnerista. Ese tipo canoso y vencido, acusado y posiblemente responsable de las más ignominiosas calumnias, representaba algo latente que mi SuperYó había sabido reprimir durante 6 años. Yo era, tirado en mi cama con el control remoto en la mano, el kirchnerista de la última y más aciaga hora, el kirchnerista más trasnochado y absurdo. Es que esa impotencia de eliminación del campeonato mundial, de familiar muerto, no podía corresponder a otro sentimiento que no fuera el kirchnerismo. Claro que esta fugaz conversión tiene sus razones lógicas. Principalmente que dentro de algunos años (o algunos meses), mi generación, recordará, de seguro, los dos o tres primeros años del kirchnerismo con la nostalgia ochentosa que los cuarentones de hoy añoran en el primer Alfonsín. Para personas como yo, adolescentes testigos del vaciamiento estructural del menemismo y el tenor antipolítico post-2001, la irrupción de Kirchner significó la materialización (real o ficticia; ésa discusión todavía está pendiente) de una serie de elementos paradigmáticos arraigados en nuestra formación cultural: el rechazo absoluto a la última dictadura militar, la idea de un mundo regido por ideologías, la intervención del Estado en el accionar del Mercado, reivindicaciones anacrónicas a los oídos de nuestros enemigos, etc. Enumeraciones de este tipo parecen (y son) el ingenuo decálogo del manual pocket progresista, pero cuando uno cumplió 20 años, estudia Letras, está enamorado, tiene barba y un morral… El Kirchner derrotado de la madrugada me remontó, automáticamente, a tiempos mejores, como quien se cruza en la calle con una ex novia y luego se angustia reflexionando sobre el hecho de que con esa mujer ahora desconocida se compartió una cama, una visión del mundo y, por sobre todo, una proyección hacia el futuro. Pensé en aquella extraordinaria tarde en la ESMA. En Silvio Rodríguez (a quien considero insufrible) cantando en la Plaza de Mayo. En Charly García rompiendo la guitarra mientras se escuchaban los acordes finales del himno. En Kirchner haciendo malabares con el bastón presidencial. En Kirchner haciendo pogo con la gente y ligándose un chichón en la frente. En la bajada del cuadro de Videla (y, a través de una dinámica imaginativa contrapuesta, la consecuente restauración del mismo). Todas esas cosas (gestos para la gilada, vulgaridades, si se quiere), simplemente, me parecieron mejores que las venideras. Y ni siquiera estoy hablando de políticas de Estado, estoy disertando sobre los aspectos más superficiales que puede tener un gobierno, justamente aquellas marcas que más tarde son recordadas como detalles fundamentales de cada gestión (Alfonsín confrontando a la Sociedad Rural, haciendo gala de su repentismo verbal, saludando a la multitud con su clásico saludo, etc.).
La sede del PRO era el duplicado perfecto de una de esas fiestas (casamientos, cumpleaños de 15) en las que no se encuentra una sola persona con la que intercambiar una palabra y nos quedamos hablando con el mozo. Todo lo contrario a los entusiastas muchachos abatidos del bunker K, enojados con quienes votamos a Sabbatella. Esta postura es entendible, pero no resiste el menor análisis. De esa forma se considera aceptable la noción de “voto útil” (por la cual, probablemente, Kirchner terminó perdiendo). Por otro lado, si la democracia es emitir votos no-positivos contra De Narváez, estamos fritos y bastante cercanos a “Gran Cuñado”. Como el suicida murió espiritualmente mucho antes de volarse los sesos, el kirchnerismo estaba nocaut desde hace rato. El apoyo de la clase media argentina nunca fue genuino (no hubo una afición real en los grandes centros urbanos) y perduró mientras existió cierto bienestar económico (reactivación económica consecuente del crack de principios de década). Mientras tanto, la opinión pública alentó constantemente silogismos prejuiciosos y posturas de desconfianza hacia quienes detentaban el Poder: “Son los que Perón echó de la Plaza”, era el estribillo preferido del oyente de radio (incapaz de preguntarse a quién dejó Perón en aquella antológica jornada). La política de derechos humanos, a excepción del reconocimiento de fracciones minúsculas, siempre fue aceptada a regañadientes (incluso por familiares de víctimas y antiguos exiliados que sólo vieron demagogia en decisiones como la derogación de las leyes de obediencia debida y punto final). Con la instauración del tema de la “Inseguridad” como la gran problemática a resolver, la serie de juicios a ex represores se metabolizó en buena parte de la sociedad, no como ineludible reparación histórica, sino como una provocación innecesaria (“revanchista”, “resentida”) de parte de los Kirchner. Aquí se acrecienta el desdeño hacia el modelo y se vislumbran emergentes simbólicos que advierten sobre un claro giro a la derecha: la utilización del término “montonero” como insulto pasó a ser moneda corriente incluso entre jóvenes que nacieron en democracia (el conflicto con el campo es el mejor ejemplo). El brutal desprecio hacia Hebe de Bonafini dejó de ser tabú. Las cadenas de mails ayudaron a la propagación de las fantasías retrogradas más agravantes (la última alertaba, por poco, que los 30.000 desaparecidos votarían por el Frente Justicialista para la Victoria). La resolución 125 explicitó finalmente la vertiente más conservadora del ciudadano burgués (el leit motiv pasó a ser: “fueron por el campo y los ahorros de los jubilados, vienen por nosotros”) y se sumó a los desajustes y errores (Indec, alianzas indeseables, etc.) propios de una conducción que comenzaba a sentir el paso de los años. Lo demás es reciente. La elección de Cristina amalgama el prejuicio ideológico con el genérico: “Cristina no te vayas con Chávez, andate con…chuda” rezaba el democrático cartel de nuestros más ilustres caceroleros. Cobos (y su recordada performance del 17/07/08) erige como ideal un prototipo en las antípodas de los K: mesurado, cómplice del periodismo, sonriente, dialoguista. Renace el fervor por figuras poco tiempo atrás inexistentes, como Reutemann (en su insípida parquedad, hipérbole grotesca de la nueva forma). En base a marketing, sumisión a los asesores de imagen y condescendencia del periodismo, surge con cada vez más fuerza la entelequia macrista (y con ella, la de sus hologramas: Michetti, De Narváez). La posible sanción de una nueva Ley Audiovisual (promovida desde el gobierno con la habitual ambigüedad discursiva) pone en guardia a los grandes medios del país, que difunden los acontecimientos centrales de una manera por lo menos dudosa y configuran personajes contrarios al gobierno de aceptación masiva (el tristemente célebre De Ángeli es el eslabón más emblemático de una sucesión bizarra que llegó hasta el hijo de Hugo del Carril). Fórmulas de izquierda sólo son tenidas en cuenta por el electorado una vez que se oponen a los K adoptando una dinámica incierta (Pino Solanas afirma que el kirchnerismo profundizó el modelo menemista). El cóctel ya estaba listo desde hacía rato. Hizo efecto el 28 de junio y terminó una era. Pero no se preocupen, ya vendrán tiempos… peores. Cambio y fuera.
9 comentarios:
POst antológico. Me saco el sombrero. Y es verdad, si hpy en día la economía estuviera mejos y la soja a 600 dólares, a la gente le interesa tres pitos la izq o la der o el modelo o la forma de gobernar, ganaba K por afano. Está claro que con ideas no se come, ok, pero sin ideas se vive para la mierda.
A la gran mayoría le parece mal la estatización de Aerolíneas, de los fondos de Ansess, de Aysa. LE chupa un huevo que muchos milicos sean juzgados. Le jode que a un obrero le suban el sueldo. LEs indigna (como dice Macri) que los bolivianos y paraguayos llenen las villas y se atiendan en los hospitales. Se acaba un modelo que jamás se iba a poder profundizar, por un lado por la incapacidad de los hombres que rodean a los k ( y al propio K, en todo caso), pero ppalmente por la total falta de apoyo de la mayoría de la sociedad, que a la palabra distribución, le contraponen ignorantemente la palabra comunismo. Ante derechos del trabajador, hablan de patria sindical. Y así vamos. Y al pelotudo ese de Anónimo, a ver si acaso vas a venir a decirme si me tengo que ir o quedar en el país, payaso.
Excelente post.
El país mogólico siempre estuvo ahí, nunca se fue. Y el 28 salió poner todos los votos antiK. Es tan evidente que no hay opciones superadoras a este gobierno, que iremos de mal en peor, a los tumbos y cuesta abajo. Eso es lo más triste, esa certeza. Porque saber que el kirchnerismo es un charco de mierda preocupa, pero por lo menos se podía trabajar en eso. Ahora ya no, ya se terminó.
GRACIAS CORVINO.
Yo diría que el tristemente célebre De Angeli es el eslabón perdido, en su mezcla milagrosa de ignorancia y gorilismo patotero.
Me gustó el post porque también me amargué el 29 y porque desde hacía mucho tiempo que la oposición venía kirchnerizando a mucha gente, lo que hizo mayor el desencanto.
Saludos. Luche y vuelve...
Excelente, excelente, excelente post. Un placer leerlo y compartir el sentimiento.
Este post sintetiza muchas cosas que siento y pienso al respecto. Yo fui el más kirchnerista de todos estos días pero no porque fuese peronista o K, sino por coyuntura. Pensar en estos empresarios tomando el poder me da arcadas y me preparo para temporada negra. El Estado es incompatible con los empresarios, ¿Quién dijo que los servicios públicos tienen que dar ganancia?. Y lamentablemente la actuación de Pino fue funcional a la derecha.
Sigo tan acongojado que paro acá.
Salud Corvino.
Lisandro
Este post sintetiza muchas cosas que siento y pienso al respecto. Yo fui el más kirchnerista de todos estos días pero no porque fuese peronista o K, sino por coyuntura. Pensar en estos empresarios tomando el poder me da arcadas y me preparo para temporada negra. El Estado es incompatible con los empresarios, ¿Quién dijo que los servicios públicos tienen que dar ganancia?. Y lamentablemente la actuación de Pino fue funcional a la derecha.
Sigo tan acongojado que paro acá.
Salud Corvino.
Lisandro
"aquí se acrecienta el desdeño hacia el modelo..." ¿qué modelo? no me queda claro a qué se refiere el autor del post con eso. me hace acordar a macri, "la gente está cansada del modelo", lo cual, por cierto, viniendo de un tilingo con conciencia de clase como macri, no resiste el menor análisis. como, por el contrario, su post es bastante certero, me gustaría saber a qué llama "modelo".
sin duda pino solanas se equivoca cuando afirma que el kirchnerismo profundizó el modelo menemista (ahí si que había un modelo claro), pero eso no significa que con los K el famoso "modelo" haya existido por fuera de la retórica. del 2003 hasta acá sólo puede hablarse de transición y de casi ninguna política seria de reformulación del aparato productivo, o en términos más generales, del modelo de acumulación. que las cosas tendieron hacia algo que podríamos llamar "industrialismo nacional", es cierto, pero más bien sucedió por efecto de la devaluación que por una política de promoción industrial. y así con muchas otras cosas...
(al de arriba, que dice que el estado es incompatible con los empresarios: yo le diría que el estado, como tal, expresa las relaciones de fuerzas entre las clases, y que incluso el Estado más decente que conoció la argentina, el estado de los dos primeros gobiernos peronistas, resultó, dicho muy esquemáticamente, de una alianza estrecha entre el Estado y ciertos sectores del empresariado local. también, que un análisis de las cuentas de los servicios públicos -cuando eran propiedad del estado- da positivo. los servicios públicos siempre dieron superávit, y por eso mismo menem las privatizó. ahí, claro, las ganancias directamente fueron astronómicas -previo aumento sideral de las tarifas, venta a valores de chiste de las empresas, etc, etc)
yo no sé mucho de economía, pero creo que muchos de los kirchneristas de primera, media y última hora necesitan un buen análisis de la estructura productiva del país, correspondiente con una estructura de clases, para comprobar que hoy día, a duras penas el kirchnerismo, más allá de toda la voluntad política que tuviera, podía significa una gran diferencia, en última instancia, con un de nárvaez. se trata de alianzas de clases, de grupos de poder, etc, etc.
en realidad, en términos de distribución del ingreso y de políticas hacia los sectores populares, el gobierno K es mucho más de derecha que lo que nos dicen todos los que ven el fantasma del chavismo en toda manifestación o fenómeno más o menos "progre" (sin dejar de recordar que hemos retrocedido tanto pero tanto, que hoy, estatizar algo por poco es revolucionario: buscar el fantasma del comunismo que recorre latinoamérica en el chavismo no deja de ser tragicómico).
con todo esto qué quiero decir (bueno, ya ni yo lo sé muy bien, me he copado escribiendo). creo que quiero decir que hay que diferenciar entre las disputas en el campo simbólico, por así decir, y los hechos que se pueden medir en PBI, deuda, salarios, ingresos, estructura impositiva, etc, etc. sino, me parece, nos quedamos en los "gestos para la gilada", y ahí sí que le hacemos el juego a la derecha (por cierto, a veces, parece que hace más de 30 años que o le hacemos el juego, o, bien, siempre gana).
por último no hay que olvidar que el kirchnerismo fue posible, en parte, por la rebelión popular del 19 y el 20 (de hecho, el kirchnerismo capitalizó gran parte de esa crisis, lo que se ve claramente en los virajes de algunos grupos piqueteros) y que, más allá de todo, siempre se pueden esperar (y fomentar y preparar y producir) cambios y resistencias "desde abajo", en vez de dejarse abatir por resultados electorales, que son importantes, pero no son toda la verdad del mundo.
yo no digo que no haya sentido un escalofrío el 28 a la noche, pero...de ahí a kirchnerista...me quedo con el voto a sabatella.
(sigo en un próx comentario)
(continuo)
por cierto, no estoy de acuerdo con tu caracterización del pos-2001 en su "tenor anti-político". creo, con todo respeto, pequeño burgués a pequeño burgués, que esa es una visión muy clase-media-centrada. el 2001 me parece que implica cambios en la politicidad de muchos sectores, pero no un anti-politicismo. (sí le das en el clavo caracterizando a "nuestros enemigos": esa sobriedad técnica del macrismo, esa cosa habermasiana de "hablemos, dialoguemos y planeemos" de una sociedad sin conflictos que no existe...en ese sentido, si algo bueno hizo el kirchnerismo fue mostrar que el conflicto sí existe, que el conflicto es la base de la sociedad (en tiempos menos eufemísticos se le decía lucha de clases, jaja). el tema es que "la gente" quiere vivir en un mundo feliz. ya van a tener que darse cuenta que eso es imposible.)
felicitaciones por el blog
En realidad tenés razón, al modelo debería haberle agregado comillas y listo. Porque no tengo idea de qué es el modelo. Tenés razón en todo, jaja, de verdad, cuando tienen razón tienen razón. Un saludo.
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