-Hay algo que produce más “escándalo” que la pobreza en el establishment mediático (descubierta en buena hora por el Santo Padre, Biolcat(t)i y Telenoche): la existencia de programas de televisión o agrupaciones (Carta Abierta = indignación) con lineamientos cercanos al gobierno. O mejor dicho: la existencia de personas con lineamientos cercanos al gobierno. Es verdad que proferir “hurras” a la conducción que aumenta su patrimonio personal un 158 por ciento en un año puede estar sujeto a críticas (de las que cada uno se hará cargo), lo que sorprende es la sensación colectiva (y cercana al fascismo) de que no deberían existir kirchneristas. En su columna del día de hoy en el diario Crítica (Uno que no predica con el ejemplo), G. Noriega ataca fuertemente al programa 678 por considerarlo “oficialista” (obviamente esta palabra es sugerida con el tenor inquisitorio con que la utiliza Mirtha Legrand en sus almuerzos) y “un envío monótono y uniforme, con panelistas que no discuten entre sí”. Según el crítico de cine “apenas María Julia Oliván, en su rol de conductora (que cumple de manera más que satisfactoria), se permite de vez en cuando anteponer cierta distancia con el discurso único del programa”. Es claro como el agua que el programa es oficialista, la pregunta es por qué no habría de serlo, por qué en medio de un centenar de envíos y noticieros contrarios al gobierno, no puede haber uno solo que mantenga la misma uniformidad ideológica de sus oponentes pero en forma inversa. Pero esto ni siquiera es así. No sólo María Julia Oliván se mantiene por fuera de los cánones K, sino también el columnista encargado de la parte cómica (Cabito) como el periodista Luciano Alende elaboran a menudo posturas contrarias a las de los kirchneristas duros (Sandra Russo, Orlando Barone y Carla Czudnodsky). Por otro lado, el programa ha tenido invitados como Martín Caparrós, Fernando Iglesias, Margarita Stolbizer y Ricardo Alfonsín, entre otros, quienes desarrollaron sus argumentaciones (marcadamente contrarias al kirchnerismo) sin ningún tipo de problema, produciéndose en algunos tramos debates por lo menos interesantes. También Noriega utiliza el término “soviético” para referirse a los informes, echando mano a un discurso ambiguo que se obstina en “confundir” kirchnerismo con estalinismo. Aclaro, de todos modos, que Gvirtz (productor) no es santo de mi devoción, en los últimos tiempos efectuó un vaivén ideológico más extraño que la poesía de Alberto Girri (sólo hace falta repasar los informes de TVR sobre el conflicto campo-gobierno del año pasado con los actuales). Aunque esto, claro, debería preocuparle más a Noriega, que fue su empleado.
-Un apunte breve e inútil (y con seguras deficiencias) que ya debe haber sido realizada en múltiples ocasiones pero que nunca tuve el agrado de escuchar o leer. Cuando los medios (Telenoche, para no efectuar procedimientos de generalización impersonal) difunden los datos manipulados del Indec lo que se suele marcar es la diferencia que hay entre los números aportados por las estadísticas oficiales y: 1) Los números aportados por las estadísticas de las consultoras privadas; 2) Los datos concretos que reciben los usuarios al comprar en el supermercado/almacén/etc. En primer lugar, nunca se especifica que así como los números oficiales están presuntamente maquillados para favorecer al Gobierno, los números de las consultoras privadas (que responden a sectores ligados a la oposición) pueden estar presuntamente maquillados para desfavorecer al Gobierno. En segundo lugar, se construye la noticia dando a entender que si el Indec no estuviera intervenido y los datos fueran fidedignos, “Doña Rosa” (paradigma del ama de casa instalado por Neustadt) comprobaría con naturalidad que los números de la estadística se corresponderían con el aumento de los artículos consumidos. Esto es una falacia de dimensiones extraordinarias. Por ejemplo, la inflación que dio a conocer el Indec en junio fue del 0,4 por ciento, mientras las privadas espetaron un 0,6: ¿acaso el ama de casa se siente identificada con ese 0,6 o incluso con un 0,8 o un 5,2? La respuesta es no. Lamentablemente no tengo la infraestructura para hacer estudios, pero lo que cualquiera percibe es que el ciudadano registra un aumento mucho mayor al de las encuestas, por menos intervenidas que estén por el gobierno de turno. Ningún individuo en su lógica cotidiana “evalúa” la inflación en base a una serie de productos (esto nos asimilaría a computadoras), sino teniendo en cuenta productos puntuales (cigarrillos, ciertos alimentos, etc.) que compra con asiduidad. Incluso muchas de las cosas que la “gente” calcula para intuir inflación, no están dentro de la canasta básica que el organismo utiliza para medirla. Sólo una contribución para que, como advirtiera Barcelona en pleno conflicto con el campo, se sepa “quién es quién en esta guerra de garcas, imbéciles e impresentables contra garcas, imbéciles e impresentables” (comentario vigente también para la nueva disputa que amenaza las vidas de los espectadores de TN: “Grondona-Kirchner” vs. “T y C Sports”). Sayonara.
-Un apunte breve e inútil (y con seguras deficiencias) que ya debe haber sido realizada en múltiples ocasiones pero que nunca tuve el agrado de escuchar o leer. Cuando los medios (Telenoche, para no efectuar procedimientos de generalización impersonal) difunden los datos manipulados del Indec lo que se suele marcar es la diferencia que hay entre los números aportados por las estadísticas oficiales y: 1) Los números aportados por las estadísticas de las consultoras privadas; 2) Los datos concretos que reciben los usuarios al comprar en el supermercado/almacén/etc. En primer lugar, nunca se especifica que así como los números oficiales están presuntamente maquillados para favorecer al Gobierno, los números de las consultoras privadas (que responden a sectores ligados a la oposición) pueden estar presuntamente maquillados para desfavorecer al Gobierno. En segundo lugar, se construye la noticia dando a entender que si el Indec no estuviera intervenido y los datos fueran fidedignos, “Doña Rosa” (paradigma del ama de casa instalado por Neustadt) comprobaría con naturalidad que los números de la estadística se corresponderían con el aumento de los artículos consumidos. Esto es una falacia de dimensiones extraordinarias. Por ejemplo, la inflación que dio a conocer el Indec en junio fue del 0,4 por ciento, mientras las privadas espetaron un 0,6: ¿acaso el ama de casa se siente identificada con ese 0,6 o incluso con un 0,8 o un 5,2? La respuesta es no. Lamentablemente no tengo la infraestructura para hacer estudios, pero lo que cualquiera percibe es que el ciudadano registra un aumento mucho mayor al de las encuestas, por menos intervenidas que estén por el gobierno de turno. Ningún individuo en su lógica cotidiana “evalúa” la inflación en base a una serie de productos (esto nos asimilaría a computadoras), sino teniendo en cuenta productos puntuales (cigarrillos, ciertos alimentos, etc.) que compra con asiduidad. Incluso muchas de las cosas que la “gente” calcula para intuir inflación, no están dentro de la canasta básica que el organismo utiliza para medirla. Sólo una contribución para que, como advirtiera Barcelona en pleno conflicto con el campo, se sepa “quién es quién en esta guerra de garcas, imbéciles e impresentables contra garcas, imbéciles e impresentables” (comentario vigente también para la nueva disputa que amenaza las vidas de los espectadores de TN: “Grondona-Kirchner” vs. “T y C Sports”). Sayonara.
1 comentario:
Lo de Grupo Clarin es una vergûenza. Claro está que uno no espera nada demasiado distinto, pero la visceralidad del odio que manifiesta a través del rigor mortis de Santo, el dúo dinámico de preguntas bobas (Sylvester & Bonel Lee) e incluso desde los pliegues mismos de las adiposidades de Farinella y sus adláteres, es muchísimo más berreta y vergonzoso que la triste (y también vergonzosa, por qué no) retórica de Barone en El Argentino. Y ni hablemos del oligofrénico de clase media que compra uno u otro discurso con la inocencia de un potus.
Afortunadamente existe Barcelona entre tanto forro, aunque le juro que yo tengo un julepe...
Como siempre, muy bueno lo suyo.
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