domingo, 20 de septiembre de 2009

Algunos apuntes sobre El cuarteto de Nos y Bipolar, su último disco

Reconocido en la Argentina recién a mediados de esta década en medio del aluvión de bandas uruguayas, el Cuarteto de Nos puede provocar serios malentendidos. En primer lugar, poco o nada tiene que ver su estética artística con grupos insufribles como La Vela Puerca. Este último puede relacionarse con la vertiente demagógica del rock actual (representada aquí en Callejeros, Las pastillas del Abuelo o Pier), que en vías de lograr una conexión con el oyente se transforman en máquinas de hacer estribillos para cantar en estadios de fútbol haciendo de la pertenencia a un grupo determinado un fundamentalismo inviolable construido en base a repetitivas referencias a la marihuana, la calle y cierto sentido trágico de la existencia (sólo apto para niños de 12 años). Otro equívoco para el oyente argentino distraído sería asimilarlos a la Bersuit Vergarabat, porque las dos bandas hacen uso de la escatología como recurso lírico y no se ajustan a determinados géneros musicales (exceden el formato rock). Más allá del gusto subjetivo de cada uno, hay una diferencia sustancial entre las dos bandas: la corrección política. Los de Cordera pueden hacer del exceso y la promiscuidad una filosofía de vida (“O vas a misa, o vas a mi salame”, implora el calambur subversivo de neto corte sexual de uno de sus temas; “Enterrando tu batata tour” se llamó una de sus giras), pero también atosigar (aún más) con reflexiones sobre el ser nacional (La argentinidad al palo) o el destino aciago del Planeta Tierra (“Te agradezco aunque me voy/ avergonzado por ser parte de la especie/ que hoy te viola en un patético festín”, conmovía uno de sus hits, en un intento denodado por sonar más solemnes que Ernesto Sabato). Los uruguayos son todo lo contrario. Incluso, al revés de Cordera, son uruguayos de verdad. Es cierto: luego del Cepo K y los spots publicitarios de TN, cuesta recordar que hubo tiempos en que las cosas nos podían sorprender. El Cuarteto de Nos era una de ellas. Durante mucho tiempo (su primer disco es de 1984) fueron una banda de culto, apreciada especialmente por periodistas de rock (esa raza infame) y dejada de lado por las grandes masas. En 1994 tuvieron un éxito imprevisto con Otra navidad en las trincheras, un disco que contaba con una versión oriental de “Please Mister Postman” titulada “Bo Cartero” y “Me agarré el pitito con el cierre”, una historia digna de Zappa. Barranca abajo (1995), su siguiente álbum, de título premonitorio, fue un fracaso y con “El día que Artigas se emborrachó” (El tren bala, 1996) lograron un suceso inesperado: ser censurados en plena democracia. Como cualquier manifestación artística que tenga como objetivo provocar la risa a través de recursos extremos, El Cuarteto de Nos siempre está corriendo el riesgo de quedar en off-side. Tienen canciones malísimas y no todos sus discos son buenos, pero cuando aciertan se desmarcan del ensombrecido panorama del rock aportando una perspectiva original. Algunos ejemplos que los favorecen son la genial “No somos latinos” (“No nos jodan más/ No somos latinos/ Yo me crié acá en la Suiza del Sur”), el cuento infantil repleto de sordidez “La pequeña Leti” (“La pequeña Leti tiene cáncer de pulmón/ y el doctor Fagundez dice que lo provocó/ el humo del cigarro de un fotógrafo cruel/ que le sacaba fotos porno y las ponía en internet”), “La guerra de Gardel” (una distopía rioplatense que, gracias a Mujica y las papeleras, puede cumplirse en cualquier momento) o el panfleto anti-ecológico “Maten las ballenas (Arrastren a Willy)”. A partir del año 2004, con la colaboración del productor estrella Juan Campodónico en un disco recopilatorio, mejoran su sonido en forma ostensible (acercándose, eso sí, en sus peores momentos, a ese registro pasteurizado denominado “Santaolalla” y que se encuentra en chistes malos como Molotov pero también en grandes bandas como Café Tacuba), llegando a un público más amplio y ganándose el odio o el malestar de sus seguidores más rígidos. Pero esto último forma parte de otra historia (banda-de-culto-que-llega-a-la-masividad-y-es-acusada-de-venderse). La cuestión es que con la edición de Raro (2006) y la propagación de un par de hits (“Yendo a la casa de Damián” y “Ya no sé qué hacer conmigo”), el Cuarteto de Nos explotó. Y aunque sea para prejuiciosos como yo, es muy difícil acercarse y disfrutar de su música sin conocer el historial anti mainstream. “Si algo me entra a gustar/ Nunca está en el ranking, raiting, ni el top twenty/ Y si se vuelve popular/ A mi me aburre y ya no me interesa”, decía “Yo no quiero ser normal”, un tema premonitorio. Por eso esta pesada introducción. Hace pocos días se conoció el nuevo material, que se filtró en Internet a principios de año y coincidió con la partida de uno de sus integrantes fundacionales (Ricardo Musso), aparentemente contrariado por el rumbo comercial de la banda. Bipolar (así se llama el disco, igual que el inmediatamente olvidado de Migue García) parece profundizar el cambio de timón de Raro, combinando un rock pop power con fraseos pertenecientes al hip hop. Uno de los aspectos interesantes de las letras de la banda (que aturden de referencias culturales, desde Britney a Kurosawa, y trabajan con la rima fácil y los juegos de palabras) es que detrás de la parafernalia humorística asoma el rostro perverso de la sordidez. En esto se relacionan con otro trastornado de su país, Leo Masliah. El nihilismo de los uruguayos es mortal y los monólogos alocados que conforman sus canciones (verdaderas confesiones de una mente peligrosa) pueden confundirse con el relato bifurcado de un psicópata. La viñeta perfecta del trastorno preferencial de la posmodernidad que da título al disco (“En ocasiones contesto lo que siento/ pero de esos sentimientos enseguida me arrepiento/ Y entonces es cuando mis respuestas se apilan/y flotan en el viento como las de Dylan”), los ataques furibundos a los adoradores de la imagen de “Mírenme” o “Me amo” (aparecida por primera vez en Cortamambo), el testimonio de inconsistencia existencial a pesar de la sobreabundancia de estímulos de “Nada me da satisfacción” y el toque sixtie del riff de “Malherido” terminan por conformar un disco interesante. Parece que no, pero el Cuarteto de Nos es cosa seria.

6 comentarios:

Hernán Galli dijo...

Ey!, curioso post dedicado a herir a la Bersuit y hundir a Molotov o La vela puerca. De hecho, por mí, La vela puerca no sé que es, Molotov, sí, una banda con algunas canciones, y la Bersuit, un caso raro, sacaron un disco en vivo tremendo, y nada más. Después se dedicaron toscamente a dibujar testículos y pijas en las tapas de sus discos cual adolescente de primer año.
Ok, pero mucho más curioso es dedicar un post a una banda que te gusta pero no tanto, que hizo temas malísimos, pero otros interesantes, que sacó un disco que está bueno pero que cambió de integrantes, que usa la rima fácil pero a veces le pega, que sí, pero que no. No entendí el post. Raro es un temazo, no sé por qué tengo la sensación de que se repite todo el tiempo. El uso de la narración “negra”, la escatología o lo extremo, a veces sacude, otras, da rechazo. Como sucede con las buenas bandas, aunque no es el caso esta vez. Creo. Igual, pasa, uno a veces piensa o dice cosas que sí, pero no.

PD: Juanes juntó a un millón de personas en La Habana. Arjona “expuso” en Harvard. A Diego le confiscaron los aros. Todo está raro. Y para nada encendido.


Saludos

Anónimo dijo...

Para mí tienen un para de canciones nada más, la mejor lejos es "solo un rumor" y después "el primer oriental desertor"

Ana

anacoreta dijo...

Nunca nos ibamos a imaginar (no lo digo por argentinismo sino por la gran histria musical que tiene nuestro país)que ibamos tener que salir a buscar bandas a Uruguay. Después me parece grosera la manera en la que la bersuit le roba a la musica uruguaya, especialmente a jaime roos.

saludos

Manuel

Anónimo dijo...

por suerte yo ya superé las presiones de acompañar mis ratos de ocio al ritmo de baterías guitarritas y bajos.
Ahora pongo todas mis energías en tratar de morderme la pija; pero con el culo.

Juan dijo...

Analizar los discos de un grupo musical sólo por el contenido de sus letras me parece caer en ciertos reduccionismos que no aportan en nada al análisis o al comentario musical, sino que siguen en la misma línea de "conexión con el oyente" que criticás al principio del post... la letra es lo primero que llega, tanto para amar a la banda o para odiarla, pero bueh, es conexión inmediata (por eso King Crimson o Bela Bartok no logran esa conexión, vistesss).

La música es un lenguaje en sí mismo, y si lo único que vale la pena -por lo que parece decir el post- del lenguaje musical es algo extramusical -el juego de palabras de las letras o el contenido escatológico o irritante siempre presente- andamos para el orto.

Y deslizar una sutil comparación con Zappa me parece cualquiera! ¿Sólo por "el humor y la provocación"? Frank Zappa es mucho más que un gran chiste o un incómodo dedo en el culo del mundo: es música.

spider_pc dijo...

si la verdad que es extraño pero muy común cuando uno quiere describir o hablar de una banda hablar de otras, tanto sea por su parecido o por lo opuestas que son.

A mi me gusto la definición de que "es una banda que puede quedar en off-side permanentemente", por que la banda es eso bordea el limite y como decís tiene canciones y hasta discos malisimos. Personalmente rescato canciones de los discos anteriores pero me quedo sin dudas como RARO eligiéndolo como mejor "disco" de la banda y a este ultimo Bipolar lo escuche a principios de año cuando se filtro en la red y me gusto también. Pero igual no lo escuche tanto...