El hambre, la violencia, la estupidez, la traición, la guerra, el desamor, los blogs, María Laura Santillán, facebook, los discos de Catupecu Machu, Uribe, Chávez. ¿Qué duda cabe? La vida es horrible y no hay posibilidades de buen final. Para todo lo demás, existe Larry David. Luego del inolvidable furcio de Vicky Cristina Barcelona (capaz de perversiones tales como hacer ver a Scarlett Johansson como una rubia insípida), Woody Allen sólo podía recurrir a él para intentar algo parecido a una reivindicación. David es varias cosas: el mejor comediante vivo, el genio detrás de Seinfeld y el responsable de Curb Your Enthusiasm (No te entusiasmes tanto), la sitcom revolucionaria que durante la década de los ceros subvirtió el género, ofreciendo una perspectiva diferente al mezclar lo real con lo ficticio, eliminando las risas y pulsando las coordenadas de la improvisación. Su humor se inmiscuye en todos aquellos datos de la vida cotidiana que permiten advertir el sinsentido de la Humanidad. David es un Woddy Allen pasado de revoluciones, alejado de cualquier corrección política y que, con tal de irritar, no teme bajar la guillotina sobre negros, judíos, feministas, republicanos, enfermos de cáncer y una larga lista de etcéteras que lo incluyen a él en primer lugar. Este año, en la séptima temporada de su obra maestra, se dio el gusto de reunir nuevamente a los actores de Seinfeld. El noveno capítulo los muestra ensayando un nuevo episodio; en el mundo de la comedia algo así como espiar la grabación de un álbum de los Beatles. Whatever Works (Si la cosa funciona) es un invento del director de Zelig para que su sucesor natural se luzca a lo grande. En líneas generales, se trata de una comedia liviana, más inofensiva que un disco de Jack Johnson y hecha a trazos gruesos: los personajes entran, salen y cambian su personalidad de un momento a otro. No hay mucha continuidad entre los acontecimientos y los vínculos que relacionan a los protagonistas son a menudo inverosímiles. Cualquier film que cuente con estas características provocaría una andanada de vómitos, pero sólo basta que Larry diga dos o tres líneas de diálogo acertadas y efectúe un ligero movimiento de hombros para desactivar cualquier pretensión crítica. Este tipo tiene un don y si la película se salva del infierno, es gracias a él y su desempeño. La historia (abortada desde los 70’) es sencilla: Boris es un ex físico, separado, hipocondríaco (se levanta por las noches con ataques de pánico gritando, como el capitán Kurtz, “el horror, el horror”), misántropo, cínico, aislado del mundo (cualquier similitud con el mismo Woody y el personaje de Curb… no son pura coincidencia) que se pone en contacto con Melodie (interpretada con discreción por la bella Evan Rachel Wood), una adolescente provinciana pacata e idiota que escapó de la casa de sus padres para probar suerte en la gran ciudad. Los contrapuntos entre los dos son lo mejor de la película. Ella es pura ternura. Él la compara con Benjy, el retrasado mental de El sonido y la furia. Sin embargo, el amor se obstina. Boris (demasiado consciente de que todo lo sólido se desvanece en el aire) reprime su atracción por la muchacha hasta que cae en sus brazos y se enamora. Después, todo se vuelve borroso. Aparecen los padres de Melodie, un galán que la quiere conquistar, la comedia deja de girar en torno a Boris y comienza a declinar fuertemente. En el medio, las obsesiones de Allen: la infidelidad, la paradoja, el absurdo. Hacia el final, un llamado de atención al espectador (Boris le habla directamente a la cámara) sobre la condición azarosa de nuestra existencia y la necesidad de disfrutar el mínimo de amor, el mínimo de gracia si “la cosa funciona”. Y no mucho más, a excepción de la certeza del gran genio de Larry David.
PD: Aquí todas las temporadas de Curbs Your Enthusiasm (incluida la actual). Y en Mediafire. Su vida cambiará después de ver esto, yo sé lo que les digo. Después me agradecen.
6 comentarios:
LD es un genio.
Pero tuve problemas al recomendar a LD.
El humor no es apto para todo publico.
Me gusto la pelicula de W Allen.
Una nueva genialidad de W.Allen, mostrándonos esos personajes que contrastan con los abúlicos que nos cruzamos a diario en nuestra vida cotidiana.
Un saludo.
PD: Sobre la pregunta de qué añadir al blog, se me ocurrió esas imágenes de premios pedorros que te dan los otros blog y que algunos lucen como condecoraciones o estandartes.
El otro día estuve en una fiesta y la gente es poco interesante, la mayoría no tiene nada para decir. Por algún motivo imbécil, casi todos los desconocidos hablan de lo mismo cuando se conocen. Está bueno hacer de Larry David para generar algo, aunque sea atormentar el cerebro de los abúlicos. O se lo toman bien o se lo toman mal.
Otra cosa: la actitud de LD en la peli es algo que, trasladado a la realidad, es mucho más interesante que de lo que parece; tener alguien con ésa capacidad verbalmental (aunque sea para quejarse y renegar) es algo valioso.
Y sí, whatever works. Lo demás es grandilocuencia.
Iba a decir algo pero ya lo dijo Jacques. Gracias.
Doctor Corvino:
Conocí a Larry David (de ahora en adelante Dios) a mediados de año. En un mes me fume la seis temporadas una atrás de otra, lo que cambió mi manera de actuar ante las personas indeseables. Procuré los capítulos de la séptima temporada y ahora caigo en la cuenta que me falta un capítulo solo para no tener más novedades de Dios...¿qué hago?¿Vale mirar las conferencias de prensa de Carlos Bianchi?
Espero una medicina.
PD: No sé por qué, pero Woody Allen llamando a L.D para su peli me hace acordar al Diego diciéndole a Palermo en el entretiempo contra Perú: "andá y arreglame este quilombo..."
Schmohawks!!!
Me pasó exactamente lo mismo el año pasado, en septiembre para ser exactos. En dos semanas me vi las seis temporadas. Y a partir de ese momento cada vez que me ocurría algo extraño pensaba: ¿qué hubiese hecho Larry? Y siempre era algo impracticable para mí, claro, porque él es millonario y pelado y talentoso. No sabía que el próximo era el último capítulo. No estoy preparado para esta pérdida. Creo que lo mejor es repasar todas las temporadas.
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