El título indicado para una reseña de esta comedia podría ser “You can't always get what you want” (No siempre se consigue lo que se quiere), como el tema que cierra Let it bleed, el mejor disco de los Rolling Stone. O The pains of being pure at Herat (El dolor de ser puro de corazón), el nombre de la nueva banda alterno-depresiva de NYC que ya mismo deberías empezar a escuchar. O incluso “Yo no quiero media novia”, aquel hit pasatista de Palito Ortega. Es que 500 días con ella está tan abarrotada de referencias pop que, de buenas a primeras, prestando atención a sus primeros 10 o 15 minutos, hasta podría darse el lujo de competir con Alta Fidelidad y Vanilla Sky. Veamos:
-Un tema de apertura de Regina Spektor (específicamente “Us”; para el distraído cósmico que no la conoce, Regina es una rusa de ojos celestes de una preciosidad tanto óptica como musical).
-Un plano breve sobre la habitación de un adolescente en el que se observan discos de The Smiths y The Jesus and Mary Chain (nada menos que el memorable Psychocandy, que contiene el adictivo “Just Like Honey”, que fue utilizado con pertinencia en Lost in Traslation).
-Una mención (totalmente tirada de los pelos) a una frase de un tema de Belle and Sebastian.
-Una escena de la película El graduado.
-Mención al axioma proverbial de todo fan de The Smiths: “Morir a tu lado/Es una manera celestial de morir” (“There Is A Light That Never Gous Out”).
Si usted es capaz de traspasar tal nauseabundo alarde de esnobidad, prepárese para ver una película muy bella que probablemente le estrujará el corazón hasta convertirlo en una pasa de uva que ni siquiera el más abominable pan dulce navideño querría en su interior. Marc Webb, el director, sabe de qué está hablando. Antes de inyectar en el espectador el mencionado bloque de resonancias culturales en sincronía posmo, aclara que:
“El siguiente trabajo es ficción. Cualquiera semejanza con personas vivas o muertas es pura coincidencia.
Especialmente para ti Jenny Beckman.
Puta”
La alusión a un conflicto autobiográfico del autor se completa en el transcurso de la película cuando uno de los personajes recuerda a Henry Miller y cita: “La única manera de superar una mujer es convertirla en literatura”. Amén. El argumento del film es un viejo conocido (pariente muy cercano del “uno-dos-uno-dos” de La naranja mecánica): “chico conoce a chica”. El chico es Tom (Joseph Gordon-Levitt; humedecimiento de entre pierna asegurado para las muchachas), la chica es Summer (Zooey Deschanel; no se puede ser tan linda). Él es un pipistrilo, cree en el amor, la mujer ideal y esas cosas de nenitas. Ella es tan rara y hermosa y perfecta que su beatle preferido es Ringo, pero, danger, no se siente apta para iniciar una relación. Webb decide jugar al Derrida pocket y para gambetear el lugar común deconstruye la historia, yendo de atrás hacia adelante, regresando, del día 488 al 1, y del 1 al 38 y así. Le sale bien: la interrupción constante de la linealidad temporal hace fluir la ficción con gran naturalidad.
Se conocen en el trabajo, luego de un par de aproximaciones muy bien plasmadas (se advierte el nerviosismo y el deslumbramiento característico que ocurre entre dos personas que se atraen), se conectan y sucede lo usual: “cada cual tiene un trip en el bocho”. El gran acierto de 500 días… no es la historia, sino el ojo clínico del director para escenificar imágenes y situaciones que todo ser humano sensible vinculará a un momento personal. La asombrosa química entre Gordon-Levitt y Deschanel (compuesta por gestos mínimos, miradas, semi-sonrisas) hace el resto. Como sucede con Eterno resplandor de una mente sin recuerdos o Antes del atardecer/amanecer, por momentos creeremos que están contando la historia de una parte de nuestras vidas. La verdad es más lapidaria: con distintos contextos, distintos lapsos, distintos actores secundarios, las historias de amor se parecen demasiado. En caso contrario no sentiríamos que 7682 canciones pop hablan de esa/e novia/o que ya no está. Verbigracia: cuando escucho “Promesas sobre el bidet” me acuerdo de una chica. También el 45 por ciento de ustedes (sí, vos querido lector que en este mismo instante te acordás de ella o de él y rascándote el mentón con gesto soñador, te preguntás “¿qué estará haciendo, qué pasará si llamo?”). Acertada para mostrar la pequeña serie de coincidencias y malentendidos que hacen falta para poner en marcha un romance (“con sus mitologías, con sus pequeñas magias inútiles”), la película también dá en el blanco cuando se inmiscuye en el lado oscuro de la luna. Tres eventos le señalan a Tom que la cosa no va más:
-Ella no le prestó atención a los temas que le grabó en un compilado.
-Ella esquiva su mano cuando él quiere tomarla.
-Ella no le sigue la corriente cuando él intenta practicar una costumbre más o menos “institucionalizada” en la pareja.
Acto seguido: enloquecer, alimentar el dolor drogándose con recuerdos, buscar donde ya no hay y nunca más habrá. Espasmos después del adiós. Ya lo dijo Dylan: “No se puede estar enamorado y ser sabio al mismo tiempo”.
¿Qué más puedo decir, amigos? Tienen que ver esta película. Dice que cuando el amor no entra, no empujes que no va a entrar. Dice que no siempre conseguimos lo que deseamos. Dice que no podés depender de nadie que no seas vos. Dice que no sabés qué es lo que te puede pasar mañana. Dice, en fin, que en ese territorio gastado que llamamos “amor” hay pocas certezas y mucho de azar. Aunque sea eso entendí yo. Sayonara.
-Un tema de apertura de Regina Spektor (específicamente “Us”; para el distraído cósmico que no la conoce, Regina es una rusa de ojos celestes de una preciosidad tanto óptica como musical).
-Un plano breve sobre la habitación de un adolescente en el que se observan discos de The Smiths y The Jesus and Mary Chain (nada menos que el memorable Psychocandy, que contiene el adictivo “Just Like Honey”, que fue utilizado con pertinencia en Lost in Traslation).
-Una mención (totalmente tirada de los pelos) a una frase de un tema de Belle and Sebastian.
-Una escena de la película El graduado.
-Mención al axioma proverbial de todo fan de The Smiths: “Morir a tu lado/Es una manera celestial de morir” (“There Is A Light That Never Gous Out”).
Si usted es capaz de traspasar tal nauseabundo alarde de esnobidad, prepárese para ver una película muy bella que probablemente le estrujará el corazón hasta convertirlo en una pasa de uva que ni siquiera el más abominable pan dulce navideño querría en su interior. Marc Webb, el director, sabe de qué está hablando. Antes de inyectar en el espectador el mencionado bloque de resonancias culturales en sincronía posmo, aclara que:
“El siguiente trabajo es ficción. Cualquiera semejanza con personas vivas o muertas es pura coincidencia.
Especialmente para ti Jenny Beckman.
Puta”
La alusión a un conflicto autobiográfico del autor se completa en el transcurso de la película cuando uno de los personajes recuerda a Henry Miller y cita: “La única manera de superar una mujer es convertirla en literatura”. Amén. El argumento del film es un viejo conocido (pariente muy cercano del “uno-dos-uno-dos” de La naranja mecánica): “chico conoce a chica”. El chico es Tom (Joseph Gordon-Levitt; humedecimiento de entre pierna asegurado para las muchachas), la chica es Summer (Zooey Deschanel; no se puede ser tan linda). Él es un pipistrilo, cree en el amor, la mujer ideal y esas cosas de nenitas. Ella es tan rara y hermosa y perfecta que su beatle preferido es Ringo, pero, danger, no se siente apta para iniciar una relación. Webb decide jugar al Derrida pocket y para gambetear el lugar común deconstruye la historia, yendo de atrás hacia adelante, regresando, del día 488 al 1, y del 1 al 38 y así. Le sale bien: la interrupción constante de la linealidad temporal hace fluir la ficción con gran naturalidad.
Se conocen en el trabajo, luego de un par de aproximaciones muy bien plasmadas (se advierte el nerviosismo y el deslumbramiento característico que ocurre entre dos personas que se atraen), se conectan y sucede lo usual: “cada cual tiene un trip en el bocho”. El gran acierto de 500 días… no es la historia, sino el ojo clínico del director para escenificar imágenes y situaciones que todo ser humano sensible vinculará a un momento personal. La asombrosa química entre Gordon-Levitt y Deschanel (compuesta por gestos mínimos, miradas, semi-sonrisas) hace el resto. Como sucede con Eterno resplandor de una mente sin recuerdos o Antes del atardecer/amanecer, por momentos creeremos que están contando la historia de una parte de nuestras vidas. La verdad es más lapidaria: con distintos contextos, distintos lapsos, distintos actores secundarios, las historias de amor se parecen demasiado. En caso contrario no sentiríamos que 7682 canciones pop hablan de esa/e novia/o que ya no está. Verbigracia: cuando escucho “Promesas sobre el bidet” me acuerdo de una chica. También el 45 por ciento de ustedes (sí, vos querido lector que en este mismo instante te acordás de ella o de él y rascándote el mentón con gesto soñador, te preguntás “¿qué estará haciendo, qué pasará si llamo?”). Acertada para mostrar la pequeña serie de coincidencias y malentendidos que hacen falta para poner en marcha un romance (“con sus mitologías, con sus pequeñas magias inútiles”), la película también dá en el blanco cuando se inmiscuye en el lado oscuro de la luna. Tres eventos le señalan a Tom que la cosa no va más:
-Ella no le prestó atención a los temas que le grabó en un compilado.
-Ella esquiva su mano cuando él quiere tomarla.
-Ella no le sigue la corriente cuando él intenta practicar una costumbre más o menos “institucionalizada” en la pareja.
Acto seguido: enloquecer, alimentar el dolor drogándose con recuerdos, buscar donde ya no hay y nunca más habrá. Espasmos después del adiós. Ya lo dijo Dylan: “No se puede estar enamorado y ser sabio al mismo tiempo”.
¿Qué más puedo decir, amigos? Tienen que ver esta película. Dice que cuando el amor no entra, no empujes que no va a entrar. Dice que no siempre conseguimos lo que deseamos. Dice que no podés depender de nadie que no seas vos. Dice que no sabés qué es lo que te puede pasar mañana. Dice, en fin, que en ese territorio gastado que llamamos “amor” hay pocas certezas y mucho de azar. Aunque sea eso entendí yo. Sayonara.
10 comentarios:
es genial viste?
odié a zooey con todo mi alma. ya la odio de antes porque no se puede ser tan linda y además vestirse tan bien, pero eta vez la odie mas, perra, casarte con otro y encima decirle: "con el senti lo que con vos no". MALA! MALDITA!
más allá, es una pelicula genial insisto y concuerdo.
saludones!
En "Brick" ya se nota que el protagonista va a ser un actor genial.
Veo tu punto. A veces hay que disfrutar las películas desde un punto de vista más humano, sin que la sensiblería tal vez facilista te saque de esa atmósfera. Lo malo es que me cuesta hacer eso, y por esa razón el filme, si bien me gustó, no me mató. Creo que esto mismo lo logro con mucho más poesía y belleza "Eterno resplandor de una mente sin recuerdos", a la cual tú también haces referencia.
Buen post.
¡saludos!
PD: Si te pareció interesante la actuación de Jason Gordon Levitt te recomiendo "Mysterious skin".
Y por cual votas tu en tu propia encuesta?
Adhiero plenamente. Gran película.
Saludos, su corvinaceidad.
a mi me compró porque el flaco canta ese tema de pixies
(la mina ayuda)
la peli es hermosa. no se puede mucho más. está bien. más allá de todo, más allá de la arquitectura y ringo y los vinilos y los paseos
estamos en esa. la recomendé hace dos días para un revista!
j.
Que cosa hermosa que es esa dama, y encima canta bien.
Lo mejor de esta peli es la escena del flaco -Willy Coria- súper alegre, entre bateos y dibujos animados que aparecen de la nada. Sublime, me meé de la risa.
Ah, el amigo es igual al Negro García López, ahí tenés otro guiño pop (?).
Santiago: Es verdad lo del amigo (justo el NGL hace un solo en la versión de Jugo de tomate frío que está al costado a la derecha de su pantalla), ahora bien, el flaco es Willy Coria mezclado con Luciano Pereyra. La escena de la coreografía tiene algo de cuando en Alta Fidelidad John Cusack se coge a la cantante y sale bailando con We are the champignones. Ahora que lo pienso 500 días es como Alta Fidelidad para veinteanieros.
Anónimo, Fincher, J, Billy, Medio Ganso: la verdad, la verdad, la actuación del pibe no es que no me gustó ni mucho menos, pero tampoco me pareció la gran cosa. Igual voy a buscar esas dos pelis que recomiendan porque no las vi.
Florazepam: Yo odié un poco al pibe, se pone re pesado. Igual es una película para que las chicas amen al pibe y los chicos amen a la mina porque son dos buenos estereotipos de novios: la chica rara, hermosa y todas cosas que nos gustan; el pibe ingenuo, romántico, fanático de Morrisey; pero en la vida real esas personalidad son insoportables (creo).
Canela: Yo estoy en contra, por supuesto, es antinatural (?).Ahora, "denserio" estoy a favor pero no me parece que sea para festejar, no le desearía el matrimonio a nadie, para mí es como desear la pena de muerte.
Saludos!
ella es la cantante de She and Him
escuchen su cd, es muy bueno (ella compone casi todo)
en you tube hay videos
saludos!
Bárbara
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