viernes, 8 de enero de 2010

10 cosas

- Ahí viene una ola –dijo Sybil nerviosa.
-La ignoraremos. La mataremos con la indiferencia –dijo el joven-, como dos engreídos
- J.D Salinger, “Un día perfecto para el pez banana”, Nueve cuentos.

Ah Dios, si se me puede aplicar un nombre clínico, soy una especie de paranoico al revés. Sospecho que la gente conspira para hacerme feliz- J.D Salinger, “Levantad, carpinteros, la viga del tejado”, Levantad, carpinteros, la viga del tejado.

Las mujeres que se cierran a los chistes, es muy posible que también se cierren (de un modo o de otro) a la penetración sexual. “De un modo o de otro” quiere decir que se cierran tanto en el sentido de cerrar las piernas, como en el de no participar del acto sexual no acceder al orgasmo aunque las abran. Por eso no se ríen de los chistes. No porque no los entiendan, sino porque entienden demasiado. Me gusta, me gusta mi teoría- Mario Levrero, La novela luminosa.

Su simpatía por lo francés era harto imperfecta; de Víctor Hugo, a quien yo admiraba y admiro, recuerdo haberle oído decir: “Salí de ahí con ese gallego insoportable. El lector se ha ido y él sigue hablando”- Jorge Luis Borges, “Macedonio Fernández”, Prólogos con un prólogo de prólogos.

Otra cosa notable que enseña la carrera de este genio es la voluntad de ponerse de pie. Dylan no tenía una voz notable y sabía que no era un gran músico. No le importó. El mundo como voluntad y representación. No importa lo que nos limite. Si uno decide pararse de la silla, parece decirnos, es mejor que estemos determinados a hacerlo hasta las últimas consecuencias, porque como el mundo gira, es posible que cuando nos queramos volver a sentar, la silla ya no esté en el mismo lugar y nos tengamos que quedar parados, como idiotas, hasta la muerte. En versos de Leónidas Lamborghini: “Habla/ di tu palabra/ y si eres poeta/ eso/ será poesía”- Fabián Casas, “Silencio, destierro y astucia”, Ensayos Bonsai.

Mi país de origen, según algunos escritores nativos, es una isla, la isla más extraña del hemisferio sur. Limita al norte con el desierto de Atacama, del cual los chileno afirman, sin ninguna duda, que es el más inclemente del mundo; al este con la cordillera de los Andes, según los mismos escritores nativos la más alta de la tierra y las más infranqueable, aunque de vez en cuando llegan noticias del otro lado que dicen que allí habita una tribu temible e insoportable llamada “los argentinos” (…) Ahora bien, los argentinos, que además de futbolistas exportan escritores, en algunas ocasiones han enfrentado con éxito la dicotomía del exilio. Se han nacionalizado y han adoptado las lenguas de sus nuevos lugares de residencia con una naturalidad que nos lleva a pensar si no serán extraterrestres en lugar de argentinos
- Roberto Bolaño, “Exilios”, Entre paréntesis.

El domingo está desierto. La calle se alarga sin finalidad precisa.
Detrás de las paredes la vida parece haber agotado su última oportunidad.
Llamo al azar en algunas puertas y nadie acude.
La población entera ha abandonado el planeta en automóvil.
La historia ha concluido aquí. Las empresas humanas han hecho el ridículo.
¿A quién llamar por teléfono? ¿Por quién morir?
¿A quién apelar con esta mentira?
Si este simulacro durara demasiado, recordaría
que una vez tuve un destino y hasta un entusiasmo
y que la razón de estar vivo estaba en los otros.
Y no quiero imaginar mi pánico
si buscando la prueba absoluta de este mundo vacío
encendiera la radio portátil
y me respondiera el silencio universal.
Si la llegada del hombre había sido un producto casual
su partida es una fuga que me excluye
para que deambule como un muerto
que sabe que está muerto en un domingo infinito

Joaquín Giannuzzi, "Tarde de domingo".

Llevar a la vida la teoría del icerberg de Hemingway. Lo más importante es lo que no se dice- Ricardo Piglia, Prisión perpetua.

3. Desdichado el pobre en espíritu, porque bajo la tierra será lo que ahora es en la tierra.
4. Desdichado el que llora, porque ya tiene el hábito miserable del llanto.
5. Dichosos los que saben que el sufrimiento no es una corona de gloria.
6. No basta ser el último para ser alguna vez el primero.
7. Feliz el que no insiste en tener razón, porque nadie la tiene o todos la tienen.
8. Feliz el que perdona a los otros y el que se perdona a si mismo.
9. Bienaventurados los mansos, porque no condescienden a la discordia.
10. Bienaventurados los que no tienen hambre de justicia, porque saben que nuestra suerte, adversa o piadosa, es obra del azar, que es inescrutable
11. Bienaventurados los misericordiosos, porque su dicha esta en el ejercicio de la misericordia y no en la esperanza de un premio.
12. Bienaventurados los de limpio corazón, porque ven a Dios.
13. Bienaventurados los que padecen persecución por causa de la justicia, porque les importa más la justicia que su destino humano.
14. Nadie es la sal de la tierra, nadie, en algún momento de su vida, no lo es.
15. Que la luz de una lámpara se encienda, aunque ningún hombre la vea. Dios la verá.
16. No hay mandamiento que no pueda ser infringido, y también los que digo y los que los profetas dijeron.
17. El que matare por la causa de la justicia, o por la causa que el cree justa, no tiene culpa.
18. Los actos de los hombres no merecen ni el fuego ni los cielos.
19. No odies a tu enemigo, porque si lo haces, eres de algún modo su esclavo. Tu odio nunca será mejor que tu paz.
20. Si te ofendiere tu mano derecha, perdónala; eres tu cuerpo y eres tu alma y es arduo, o imposible, fijar la frontera que los divide.
24. No exageres el culto de la verdad; no hay hombre que al cabo de un día, no haya mentido con razón muchas veces.
25. No jures, porque todo juramento es un énfasis.
26. Resiste al mal, pero sin asombro y sin ira. A quien te hiriere en la mejilla derecha, puedes volverle la otra, siempre que no te mueva el temor.
27. Yo no hablo de venganzas ni de perdones; el olvido es la única venganza y el único perdón.
28. Hacer el bien a tu enemigo puede ser obra de justicia y no es arduo; amarlo, tarea de ángeles y no de hombres.
29. Hacer el bien a tu enemigo es el mejor modo de complacer tu vanidad.
30. No acumules oro en la tierra, porque el oro es padre del ocio, y este, de la tristeza y del tedio.
31. Piensa que los otros son justos o lo serán, y si no es así, no es tuyo el error.
32. Dios es mas generoso que los hombres y los medirá con otra medida.
33. Da lo santo a los perros, echa tus perlas a los puercos; lo que importa es dar.
34. Busca por el agrado de buscar, no por el de encontrar
39. La puerta es la que elige, no el hombre.
40. No juzgues al árbol por sus frutos ni al hombre por sus obras; pueden ser peores o mejores.
41. Nada se edifica sobre la piedra, todo sobre la arena, pero nuestro deber es edificar como si fuera piedra la arena
47. Feliz el pobre sin amargura o el rico sin soberbia.
48. Felices los valientes, los que aceptan con animo parejo la derrota o las palmas.
49. Felices los que guardan en la memoria palabras de Virgilio o de Cristo, porque éstas darán luz a sus días.
50. Felices los amados y los amantes y los que pueden prescindir del amor.
51. Felices los felices.

"Fragmentos de un evangelio apócrifo"- Jorge Luis Borges

A la pregunta, en Status (REVISTA), “¿Usted se psicoanaliza o se ha psicoanalizado?, debí responder: “Sí, me he psicoanalizado. Cuando no me psicoanalizaba, si por cualquier causa tenía dolor de cabeza, de estómago, de cintura, me decían: “Estas somatizando” y agregaban: “Vos estás bastante enfermo. Tenés que psicoanalizarte”. Un día, para que me dejaran tranquilo, me psicoanalicé. Desde entonces nunca tuve un dolor, ni me enfermé, ni nada me cayó mal, ni me sentí cansado. Este maravilloso bienestar me permitió comprender que una persona psicoanalizada es indestructible: no conoce los dolores ni la enfermedad. La conclusión es evidente. Una persona que se psicoanaliza, si lo hace bien, no puede morir. Estas reflexiones me llevaron al gran descubrimiento de mi vida: Freud, el padre, el gran maestro del psicoanálisis, no pudo enfermarse y morir. Porque morir ha de ser, créanme, somatizar en serio. Evidentemente Freud ha de estar vivo, escondido en alguna parte. El motivo de estas líneas, ustedes lo adivinaron, es conseguir que un vasto número de personas haga circular un petitorio para que el padre del psicoanálisis vuelva a la cátedra, al consultorio, al seno de sus admiradores y amigos. Para que salga de su incómodo escondite y vuelva. El mundo lo necesita- Adolfo Bioy Casares, Descanso de caminantes.