J.D Salinger (1919-2010)
“Conseguimos permiso hasta medianoche, después del desfile. Me encontré con Muriel en el Biltmore a las siete. Dos copas, dos sándwiches de atún, después una película que ella quería ver, una con Greer Garson. La miré varias veces en la oscuridad cuando el avión del hijo de Greer Garson cae durante el combate. Tenía la boca abierta. Absorta, preocupada. Identificación completa con la tragedia Metro-Goldwyn-Mayer. Sentí reverencia y felicidad. Cómo amo y necesito su corazón que no discrimina. Cuando los niños en la película llevan al gatito para enseñárselo a la madre, me miró. M. ama los gatitos y quiere que yo los ame. Aun en la oscuridad, percibí que ella se sentía extraña hacía mí, como le ocurre cuando yo no amo automáticamente lo que ella ama. Después, mientras tomábamos un trago en la estación, me preguntó si no creía que aquel gatito era “bastante bonito”. Ya no usa la palabra “amoroso”. ¿Cuado le hice abandonar su vocabulario normal? Como soy un pesado, le mencioné la definición que da R.H. Blyth del sentimentalismo: somos sentimentales cuando le acordamos a una cosa más ternura de la que Dios le otorga. Dije (¿sentenciosamente?) que sin duda Dios ama a los gatitos, pero probablemente no calzados con botitas en tecnicolor. Les deja ese toque creador a los autores de guiones cinematográficos. M. lo pensó, pareció estar de acuerdo conmigo, pero el “conocimiento”, no fue muy bien recibido. Estuvo agitando la bebida y sintiéndose distante de mí. Le preocupa la manera en que su amor por mí viene y va, aparece y desaparece. Duda de su realidad sólo porque no es constantemente agradable como un gatito. Dios sabe que es triste. La voz humana hace lo que puede por profanarlo todo en la tierra”.
Fragmento de “Levantad, carpinteros, la viga del tejado”.
Fragmento de “Levantad, carpinteros, la viga del tejado”.
PD: Acabo de enterarme de la muerte de J.D Salinger a quien, justamente, estoy leyendo desde noviembre. Todos estos días, poco antes de dormir, atacaba las benditas páginas de su obra (actualmente Franny y Zooey). No puedo dejar de pensar que mientras lo leía el tipo estaba muriendo o a punto. No tengo mucho que decir, por supuesto. Leer a Salinger da ganas de llorar porque no se puede conocer tan profundamente cómo es la tristeza, cómo es la soledad, cómo es el amor, cómo es el pasado, cómo son las efímeras epifanías de la vida cotidiana, cómo son los recuerdos y los fantasmas que nos atormentan, sin ser un fucking loco ermitaño del carajo. El fragmento que transcribo forma parte de "Levantad, carpinteros, la viga del tejado" (relato incluido en el volumen del mismo nombre). Es parte de la carta que Seymour Glass le escribe a Buddy sobre su vida como conscripto y su relación con Muriel, su prometida. No tengo dudas de que es la cosa más hermosa que leí en mi vida. Hasta ahí Seymour es el loquito enigmático que en "Un día perfecto para el pez banana" invita a un nenita al mar (Sybil Carpenter) y cuando vienen las olas no le importa porque las mata con la indiferencia. Después se vuela los sesos. La lectura de esta carta nos permite asimilarlo en toda su dimensión humana y advertir la extrema sensibilidad que le causaban los sucesos cotidianos de la vida; por ejemplo, la visión de los ojos de su amada en la oscuridad de un cine. Era tal su bondad que creía ser un "paranoico al revés" ("sospecho que la gente conspira para hacerme feliz"). Salinger escribió relatos y novelas cortas, pero en toda su narrativa hay muchísima poesía, imágenes que permanecen en nuestra mente mucho tiempo después de que las leímos. Adónde mierda van los patos en invierno. El amor y la sordidez. La lágrima de Jane cayendo en el tablero de ajedrez. La crisis existencial de Franny. Las forras hablando mal de Seymour adelante de Buddy. Todas escenas de Salinger que rebotan en mi cerebro en este mismo instante. Que descanse en paz.
5 comentarios:
Muy bueno este fragmento
Muy bueno este fragmento
No lei nada de él; por ese fragmento parece que se debe disfrutar mucho más en inglés. Debe escribir muy lindo!
Nooo, qué bajón. Yo esperaba la novela, el libro de cuentos, cualquier cosa que hubiese escrito en todos estos años. Lo más probable es que sea como Rulfo, que se fue con los cuentos y la novela, fue un escritor enorme, hasta que un día se calló para siempre.
¿Habrá algún Max Brod que descubra los inéditos escritos?
Siempre digo lo mismo, pero a mí me parece que la gente se divide en dos: los que se emocionan y entienden cuando Caulfield se preguntá dónde se van los patos en invierno cuando se hielan los lagos dle Central Park, y los que no lo entienden y te dicen: qué cuestionamiento tonto.
Auster en inglés o español, da lo mismo. Henry James o Salinger, no.
En mis históricos obituarios, siempre recordaré haberme enterado de la muerte del gran Salinger, a través de tu blog. Algo es algo.
PD: La Cris habló a favor de la carne de cerdo, y en TN entrevistaron a gente que dice que boicotea a los productores de carne vacuna, y que es mentira que sea afrodisíaca. Todo tiene un límite.¿Todo tiene un límite?
Galli, según sé por lo que contó su infame hija, Salinger, a diferencia de Rulfo, siguió escribiendo -y mucho- después de su último libro publicado. Los iba organizando en azul, rojo, etc, a medida que los iba terminando, siguiendo una clasificación propia que no recuerdo. El sistema está explicado en el artículo de Salinger de Wikipedia, me parece. Si te interesa, buscalo en el libro de Majul. Debe estar.
Publicar un comentario