La conmemoración de un nuevo aniversario del golpe militar del 76’ incita a la dudosa práctica del balance. Balance de qué, se preguntarán. Imagino de quiénes somos y cómo nos desenvolvemos ante el imaginario de la dictadura 34 años después.
Hace unas semanas, en el programa 6 7 8 se emitió un informe en el que se detallaba la aparición del nieto número 101 recuperado por las Abuelas de Plaza de Mayo. De vuelta en el piso, los panelistas celebraron la noticia y Martín Caparrós, el invitado, manifestó no entender cómo un suceso tantas veces repetido (la aparición de personas apropiadas durante la dictadura militar) podía seguir siendo noticia.
Sin dudas, la instalación del discurso de los derechos humanos como eje medular por parte del Estado ha provocado varias varias reacciones. Una es la de intelectuales como Martín Caparrós que, históricamente ligado al progresismo, ve como el gobierno se "apodera" de aspectos de su dialéctica, obligándolo a ser original y, cada tanto, decir idioteces, como insistir en la puntualización exacta del número de “desaparecidos” (“Lo malo, lo realmente grave de las masacres de la dictadura, más allá de lo terrible de que hayan matado a 15 o 20 mil personas (…) Y se usa el número 30 mil porque parece que impresiona más y porque se cristalizó de esa manera. Creo que no es necesario poner cifras de las que no estamos seguros para que parezca más”, Adn Cultura, 22/03/08) o sorprenderse de que se reitere 101 veces que un nieto ha sido recuperado por considerarlo una noticia redundante cuando en realidad no hay noticia (la suba del dólar, los resultados de la última fecha, los cambios de presidentes) que no trate sobre eventos ocurridos en miles de ocasiones, lo que las diferencia (y las hace interesantes y dignas de ser difundidas) son los protagonistas. Este tipo de pensamiento bordea los límites del cinismo y es funcional a la derecha en el sentido literal de la frase: tranquilamente un votante de Macri, un integrante de Memoria Completa o Ernestina Herrera de Noble lo pueden utilizar como propio.
En verdad, desde mucho antes de la irrupción del kirchnerismo, la representación (discursiva, artística) del “Proceso de Reorganización Nacional” había caducado, sólo hace falta repasar el cancionero de León Gieco o películas como La noche de los lápices para confirmarlo. El kirchnerismo acelera el carácter regresivo de este tipo de “relato” a punto tal que, por primera vez, es motivo de burlas (algo inédito a no ser para pasquines del fascismo autóctono como la revista Cabildo): luego de la desafortunada frase de Cristina sobre los “goles secuestrados”, Barcelona publica en su contratapa la imagen de una pelota con un pañuelo (símil Madres) y la leyenda “Goles de Plaza de Mayo”. La emisión del programa “Televisión por la identidad”, una miniserie sobre niños apropiados en la dictadura que echaba mano a toda una gama de golpes bajos mientras se sacralizaba a las víctimas y se personificaba a los criminales como monstruos incapaces de poseer un solo gesto humano (todo lo contrario a La caída, la imprescindible película sobre los últimos días de Hitler), es elocuente en este punto. Hay una forma de contar lo que pasó que ya no moviliza e incluso proyecta el genocidio (real, trágico) hacia la mitificación. Ausencias, la muestra fotográfica de Gustavo Germano es el ejemplo contrario: igualmente conmovedora que los ejemplos mencionados (porque, a fin de cuentas, es imposible no emocionarse viendo el tormento de un niño robado) pero ajena a cualquier subrayado efectista (1). Claro que éste es un dato menor que sólo les puede interesar a giles como yo mientras la Justicia activa causas cerradas y se castiga, enhorabuena, a los responsables del genocidio.
La pregunta es ¿qué pasará cuando asuma un gobierno con otra mirada sobre el pasado?: ¿el discurso de los derechos humanos (evidentemente extralimitado desde el 2003 en adelante y, por consecuencia, desprovisto, en algunos casos, de toda su importancia) recobrará su sentido histórico o será interpretado por la "gente" (con ayuda de las corporaciones mediáticas, más volátil que la gallina de los puntos cardinales) como una mera sobreactuación que servirá a sectores reaccionarios para declarar la tan promocionada “amnistía”? Tengamos en cuenta el modo en que se agita el fantasma del “perdón” o la “reconciliación”. El “olvido” bien puede servir para la superación de obstáculos de la vida cotidiana: un amor, una traición, una muerte. Ahora bien, pensar que un país entero saldrá adelante olvidando un genocidio es una broma de mal gusto y sólo puede ser atendible desde la lógica de un fascista o un ser enigmático como Pepe Mujica.
En fin, la divulgación del discurso de derechos humanos (2) ocurrida durante las gestiones K ha tenido derivaciones encontradas. Algunas son nefastas y otras dignas de ser reconocidas. Un hecho vulgar como la iniciativa simbólica de sacar la foto del perfil del facebook y dejar una silueta en homenaje a los “desaparecidos” sirve como paradigma de esta ambivalencia: por un lado, la oportuna concientización sobre lo ocurrido a través del recuerdo de cientos de usuarios, por otro, una performance meramente virtual, que habla más de la culpa y el uso residual de una temática seria, que de un verdadero compromiso.
(1): En su sutileza recuerda a un cuento de Cortázar titulado “Segunda vez” y publicado en el olvidable volumen Alguien que anda por ahí: dos personajes son citados a la dependencia de un Ministerio. Se conocen en la sala de espera. Conversan hasta que hacen pasar a Carlos. Un rato después, María Elena es llamada a la misma oficina pero Carlos no está y nunca lo vio salir.
(2): No confundir “discurso” (suma de artificios retóricos para representar un tema) con “política de derechos humanos”, encargada del ejercicio pragmático, a través de la justicia, de reabrir causas y juzgar a los culpables.
Hace unas semanas, en el programa 6 7 8 se emitió un informe en el que se detallaba la aparición del nieto número 101 recuperado por las Abuelas de Plaza de Mayo. De vuelta en el piso, los panelistas celebraron la noticia y Martín Caparrós, el invitado, manifestó no entender cómo un suceso tantas veces repetido (la aparición de personas apropiadas durante la dictadura militar) podía seguir siendo noticia.
Sin dudas, la instalación del discurso de los derechos humanos como eje medular por parte del Estado ha provocado varias varias reacciones. Una es la de intelectuales como Martín Caparrós que, históricamente ligado al progresismo, ve como el gobierno se "apodera" de aspectos de su dialéctica, obligándolo a ser original y, cada tanto, decir idioteces, como insistir en la puntualización exacta del número de “desaparecidos” (“Lo malo, lo realmente grave de las masacres de la dictadura, más allá de lo terrible de que hayan matado a 15 o 20 mil personas (…) Y se usa el número 30 mil porque parece que impresiona más y porque se cristalizó de esa manera. Creo que no es necesario poner cifras de las que no estamos seguros para que parezca más”, Adn Cultura, 22/03/08) o sorprenderse de que se reitere 101 veces que un nieto ha sido recuperado por considerarlo una noticia redundante cuando en realidad no hay noticia (la suba del dólar, los resultados de la última fecha, los cambios de presidentes) que no trate sobre eventos ocurridos en miles de ocasiones, lo que las diferencia (y las hace interesantes y dignas de ser difundidas) son los protagonistas. Este tipo de pensamiento bordea los límites del cinismo y es funcional a la derecha en el sentido literal de la frase: tranquilamente un votante de Macri, un integrante de Memoria Completa o Ernestina Herrera de Noble lo pueden utilizar como propio.
En verdad, desde mucho antes de la irrupción del kirchnerismo, la representación (discursiva, artística) del “Proceso de Reorganización Nacional” había caducado, sólo hace falta repasar el cancionero de León Gieco o películas como La noche de los lápices para confirmarlo. El kirchnerismo acelera el carácter regresivo de este tipo de “relato” a punto tal que, por primera vez, es motivo de burlas (algo inédito a no ser para pasquines del fascismo autóctono como la revista Cabildo): luego de la desafortunada frase de Cristina sobre los “goles secuestrados”, Barcelona publica en su contratapa la imagen de una pelota con un pañuelo (símil Madres) y la leyenda “Goles de Plaza de Mayo”. La emisión del programa “Televisión por la identidad”, una miniserie sobre niños apropiados en la dictadura que echaba mano a toda una gama de golpes bajos mientras se sacralizaba a las víctimas y se personificaba a los criminales como monstruos incapaces de poseer un solo gesto humano (todo lo contrario a La caída, la imprescindible película sobre los últimos días de Hitler), es elocuente en este punto. Hay una forma de contar lo que pasó que ya no moviliza e incluso proyecta el genocidio (real, trágico) hacia la mitificación. Ausencias, la muestra fotográfica de Gustavo Germano es el ejemplo contrario: igualmente conmovedora que los ejemplos mencionados (porque, a fin de cuentas, es imposible no emocionarse viendo el tormento de un niño robado) pero ajena a cualquier subrayado efectista (1). Claro que éste es un dato menor que sólo les puede interesar a giles como yo mientras la Justicia activa causas cerradas y se castiga, enhorabuena, a los responsables del genocidio.
La pregunta es ¿qué pasará cuando asuma un gobierno con otra mirada sobre el pasado?: ¿el discurso de los derechos humanos (evidentemente extralimitado desde el 2003 en adelante y, por consecuencia, desprovisto, en algunos casos, de toda su importancia) recobrará su sentido histórico o será interpretado por la "gente" (con ayuda de las corporaciones mediáticas, más volátil que la gallina de los puntos cardinales) como una mera sobreactuación que servirá a sectores reaccionarios para declarar la tan promocionada “amnistía”? Tengamos en cuenta el modo en que se agita el fantasma del “perdón” o la “reconciliación”. El “olvido” bien puede servir para la superación de obstáculos de la vida cotidiana: un amor, una traición, una muerte. Ahora bien, pensar que un país entero saldrá adelante olvidando un genocidio es una broma de mal gusto y sólo puede ser atendible desde la lógica de un fascista o un ser enigmático como Pepe Mujica.
En fin, la divulgación del discurso de derechos humanos (2) ocurrida durante las gestiones K ha tenido derivaciones encontradas. Algunas son nefastas y otras dignas de ser reconocidas. Un hecho vulgar como la iniciativa simbólica de sacar la foto del perfil del facebook y dejar una silueta en homenaje a los “desaparecidos” sirve como paradigma de esta ambivalencia: por un lado, la oportuna concientización sobre lo ocurrido a través del recuerdo de cientos de usuarios, por otro, una performance meramente virtual, que habla más de la culpa y el uso residual de una temática seria, que de un verdadero compromiso.
(1): En su sutileza recuerda a un cuento de Cortázar titulado “Segunda vez” y publicado en el olvidable volumen Alguien que anda por ahí: dos personajes son citados a la dependencia de un Ministerio. Se conocen en la sala de espera. Conversan hasta que hacen pasar a Carlos. Un rato después, María Elena es llamada a la misma oficina pero Carlos no está y nunca lo vio salir.
(2): No confundir “discurso” (suma de artificios retóricos para representar un tema) con “política de derechos humanos”, encargada del ejercicio pragmático, a través de la justicia, de reabrir causas y juzgar a los culpables.
16 comentarios:
pero que estupidez el párrafo "una performance meramente virtual" FB es virtual por naturaleza, vos podés sacar la foto del perfil y después salir a la calle, cual es la contradicción?
ah y el "discurso" siempre en boca de cristina se agradece, como si lo simbólico no fuera fundamental, no me imagino al arco de derecha con ese "discurso", y si suben lo vamos a extrañar
Inmanente: podés bajar el nivel de agresividad de tus comentarios? Se agradece.
No problem inmanente, no problem...
Si tengo que jugármela -y no tengo problema de apostar un buen toco de guita porque creo que gano- sobre que haría y que discurso tendría un gobierno "no K" con respecto a DD.HH. no hace falta más que remitirse al pasado: indultos menemistas y duhaldistas.
El discurso sería el de "cerrar heridas" (¿las de quienes? ¿las de los genocidas que aún andan libres? porque las otras no cierran sino que, cuando llega la justicia, es como si el que las portara recibiera un analgésico, pero la herida siempre está, la ausencia siempre está) y el de la "reconciliación nacional" (¿qué significa eso? ¿quién quiere reconciliarse con el que le mató a un hijo?)
Yo estoy convencido de que a la memoria hay que ejercitarla, que a la Democracia se la honra defendiéndola y que a la Historia trágica no podemos olvidarla sin riesgo de volver a padecerla.
Saludos.
Yo estaba vivo y vi esto en directo. No me olvido más. Fue una de las cosas más emocionantes que vi en mi vida, y me chupa bien un huevo lo que digan de Kirchner, es ésta lo banco a muerte para toda la vida.
http://www.youtube.com/watch?v=OPTk3WyDIpM&feature=player_embedded
Olé, Olé!
PD: y no nos olvidemos a este país, como casi cualquier otro, le importan un pito los derechos humanos. Esa política es piantavotos, lo fue, y lo será.
No sé si confundo deseos con realidad, pero creo que se ha llegado lo suficientemente lejos como para que no se pueda volver atrás (acuérdense del lío que se armó con las declaraciones del Possesaurio, que fueron rechazadas hasta por ¡la juventud del PRO!). Institucionalmente, una clausura de los juicios no pasaría la actual Corte Suprema, con lo que si se la tienen que llevar puesta, ya se estarían creando un problema grande. Y después está el tema del tiempo: en esta década que arranca se van a morir la mayoría de los jerarcas de la dictadura que todavía están vivos, el tema ya va a quedar a remotos 40 años de distancia, y el recurso a llamar a la "unidad nacional" y al olvido se va a agotar también.
Y por otra parte, el principal defensor de pasar la página, Duhalde, parece haber acomodado el discurso y ahora no pide que se cancelen los juicios, sino que se aceleren, cosa con la que estoy de acuerdo. De paso ¿cóm pueden dos medios dar un relato tan diferente de la misma conferencia de prensa?
Perfil: http://www.perfil.com/contenidos/2010/03/24/noticia_0005.html
Crítica: http://criticadigital.com/index.php?secc=nota&nid=39702
La frase "pidió acelerar los juicios que se realizan contra represores" cambia el sentido de lo que dijo Duhalde, y en la nota de Perfil no aparece.
no termino de sacarle la ficha a lo que decís, corvino.
mientras releeo coincido con vos en la valoración de Ausencias: lo más logrado que he visto últimamente en lo referido a este tema.
Cine, Duhalde habrá "acomodado" el discurso por una cuestión de votos, calculo, porque lo que dijo primero fue otra cosa, y acá ne la entrevista a La NAción vuelve a poner tibio olvidadizo. Fijate:
http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=1245243
Duhalde da vueltas en el aire para decir que dice, pero que no, que el respeto, pero que no, que la democracia, pero que no. Videla es un genocida como Milocevic o Eichmann, engendros malignos como un puto tumor, y deben ser execrados y destruidos, punto. Qué tanto respeto y tres pelotas. A los genocidas, palo y a la bolsa, y no el discursito del boludo este que quiere hacerse el cardenal Samoré.
(Periodista) - No sería conveniente que me pusiera a discutir con usted de ciencias políticas, pero usted ha dicho algo muy irritante. Que iba a gobernar también para los que habían apoyado a Videla. Eso sonó raro.
(Duhalde) - Habrá sonado raro para los que no tienen una concepción democrática firme. Pero hay que gobernar para todos. Para todos.
(P) -¿Hasta para los que no respetan la Constitución?
(D) -¡Para todos! Yo te hablo de las ideas. Ese señor que piensa de manera diametralmente opuesta a mí tiene todo el derecho a hacerlo aunque yo repudie su pensamiento. No es la idea de que, porque está en Página 12 y a mí no me gusta, tengo que hablar mal de Página 12, o porque ese señor escribe en Clarín tengo que condenarlo o criticarlo. Todo esto es absolutamente antidemocrático. Hay que respetar el pensamiento de todos. Lo que no hay que permitir es el accionar de todos, y no hay que dejar de criticarlos. Pero hay que respetarlos. Porque lo que se respeta no es el pensamiento sino el ser humano.
No sé si hay que sacarle alguna ficha a lo que digo, capaz que mezclé un poco las cosas:
-hay una forma (discursiva) de contar el genocidio que está perimida. De ahí la oposición que hago entre Televisión por la Identidad (una vez lo hice y recibí muchas críticas) y la muestra Ausencias.
-me preguntó qué pasará con el discurso de los derechos humanos (a mi entender, extralimitado en estos años) una vez ido este gobierno, si el ajetreo al que fue sometido no beneficiará a los fachos de mierda, pero lo que dice Cine Braille me deja más tranquilo.
-y después explicito que me genera cierta ambiguedad la decisión de sacar nuestras fotos de los perfiles de facebook (como verán a la derecha de su pantalla, yo también lo hice), me parece un poco frívolo, qué sé yo.
-y también digo que NO A LA AMNISTÍA A LOS ASESINOS DE LA DICTADURA.
Y eso es to to todo, amigos.
Lo imprescindible del discurso de los DDHH, del juicio y castigo, y su infinita y necesaria repetición, es generar conciencia, masa crítica, entre los jóvenes que de a poco se incorporan a la mayoría de edad (y al derecho-obligación del voto, tan ligado al concepto de democracia). Si dejamos de repetirlo, quién te dice, en algunos años estemos de vuelta en el temible mismo punto de partida.
Hernán, el hecho de que haya tenido que acomodar las opiniones para mantener votos es una buena noticia ¿no? La sociedad no lo acompañaba y tuvo que cambiar el mp3. (Antes se decía "cambiar el casete", pero me parece que quedó antiguo).
El tracklist del mp3.
no me cierra eso de que el discurso de los ddhh se haya extralimitado. tal vez se haya usado de una manera errónea, en cierta medida incoherente (con esto me refiero tanto a lopez como al codigo contravencional). pero no sé si se haya extralimitado, no sé qué limite tiene que tener ese discurso, habda cuenta de que no es raro encontrar pibes jóvenes con ideas espantosas sobre los ´70...nunca está demás insistir con ciertas cosas, entonces...me parece.
A mi no me cierra que los mismos que estaban a favor de las leyes de autoamnistía en el 83 ahora casi se autoproclamen los "apostoles de los ddhh". No quisiera ganarme los insultos de los comentaristas pero soy de los que creen que este gobierno recurre a esta cuestión para que se le perdonen muchas cosas. Es un facilismo (muy efectivo sin embargo) pensar "las madres estan con los K, entonces los voto", hay muchas cosas por detrás que a mí me duele y que no queda bien decirlas. Se percibe evidentemente como el peronismo-luego de años de sangrietnas internas públicas- se adjudica la causa de los ddhh creando una división entre las ong pro k y anti k. Y también se nota que esa adjudicación pre-manipulación da lugar a una bastardización de esos derechos. ¿Ejemplo?
Ultimamente se escuchó a mucha gente ignorante pidiendo la pena de muerte, hablando de "ddhh para todos" y tildando despectivamente de montoneros a los K.
Cuando Alfonsín se fue en el 89, la bandera de los ddhh no se fue a pique con él como creo que puede definitivametne llegar pasar con el descenso de Nestor.
En sintesís, esa política que quieren hacer creer como "pro-vida" pero que no es más que un elemento usado para defenderse de su corrupta gestión, puede conduciar un rebrote de la peor derecha.
no coincido con extralimitado
lo d caparr�s es mezquino y demuestra hasta donde es capaz d torcer para acomodar su odio.
no hab�a visto (o tal vez s� pero prefer� no recordar) lo d adn cultura. d eso no se vuelve.igual q et. igual q cualquiera q traspase ese l�mite tan burdamente (sin lugar alguno a defensa)
justamente del riesgo de q judicialmente no se avance si se cambia la voluntad pol�tica se est� hablando.
y lamentablemente a nemen se lo venci� x la corrupci�n, no x su pol�tica d ddhh
maurizio no perder� x posse ni palacios (ni siquiera x el desmantelamiento de salud y educaci�n), sino x las calles poceadas, las inundaciones y sus total aparente inutlidad
fue largo
sori
no hay xq ser excluyente, hay distintas formas d acercarse. comunicar. romper el cerco
la muestra es terrible
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