Es frecuente la idea de que la grandeza del hombre reside en seguir adelante con la vida aun cuando ésta no tiene sentido aparente y, en algunos casos, se asemeja a una pesadilla. El impacto del mundo debe soportarse hasta las últimas consecuencias. Generalmente la opción del suicido se relaciona con la cobardía. Pero, claro, es una cobardía que exige mucho valor. Ése es el centro neurálgico al que apunta The Road (
La película (del director John Hillcoat) está basada en la novela de Cormack McCarthy, autor que debo comenzar a leer, ya que (incluso siendo indiferente al cine de los ilustres hermanos) también me gustó la adaptación de los Coen de Sin lugar para los débiles. Además tengamos en cuenta que la mayor parte de las veces, las películas nunca superan a los originales. Si no hiciera tanto frío ahora mismo iría a comprarme algún libro. ¡Y si tuviese ánimo! La película es un golpe durísimo para cualquier alma mínimamente sensible y deja un gran vacío en el pecho. Esta carretera no tiene nada que ver con la de los beatniks, sino más bien con la de “Canción para mi muerte”, aquella que se hacía “largá” cuando uno miraba atrás y cruzaba las fronteras.
The Road es una película kafkiana pero en pretérito perfecto: eso extraño y ominoso ya ha acontecido. Y nunca se explica. Pero tampoco hace falta un cuadro sinóptico para comprender que todo, tal y como lo conocemos, se ha terminado. Ahora el Planeta es un lugar helado, con el cielo siempre gris, con árboles muertos, sin vida animal y con pandillas de caníbales hambrientos. En este plano hace estragos el trabajo fotográfico al confrontar ese presente dark con unos pocos flashbacks luminosos de un pasado mejor. La impresión de pesimismo está tan bien lograda que el color nos parece una visión onírica.
Evidentemente, nos hemos dado cuenta de que el futuro ya está ocurriendo. La sorpresa no es que sea una distopía (algo que sabemos desde Orwell y Huxley hasta Ballard y P. Dick), sino que tiene mucho más que ver con la pobreza actual de las grandes urbes que con viajes intergalácticos y tecnología informática. Desde ese punto de vista, The Road (al igual que Hijos del hombre) es efectiva en su mensaje desolador: basta salir de la comodidad pequeño burguesa y en la esquina o a la vuelta vas a encontrar alguien que ya vive en el futuro.
Los protagonistas son un padre y un hijo interpretados en forma brillante por Viggo Mortensen y Kodi Smit-McPhee (que trabaja en el absurdo remake de la sueca Let The Right One in). Se dirigen al Sur. Llevan un carrito de supermercado en el que depositan los pocos bienes que consiguen: frazadas, alimentos vencidos, botas. Cuentan con una pistola y dos balas, una para cada sien. Es un vía crucis miserable con muy pocas perspectivas de “happy end”. Restando algunas consignas de autoayuda, el guión es austero. La película comunica más con imágenes y silencios, por fuera del monopolio del lenguaje.
En un momento el padre dice que si fuera Dios haría el mundo exactamente así, sólo para tener a su hijo al lado. The Road conmueve, pero por momentos también es una película de terror en la que los personajes no pueden confiar en nadie y deben acostumbrarse a matar u olvidar para seguir viviendo.
En ese contexto asfixiante se destacan algunas escenas perdidas en las que el hilo conductor de la historia parece decirnos que para escapar del futuro inevitable debemos regresar a las cosas más básicas. Mirar los colores del arco iris. Leer un libro de cuentos por la noche. Sentir en la boca las burbujas de una gaseosa. Aún en esa tierra inhabitable hay lugar para maravillarse. El ser humano se las arregla siempre y cuando tenga amor (el que poseen padre e hijo). Y si no lo tiene, inconscientemente lo busca y cuando menos se espera, lo encuentra. Recordemos que el corazón, antes que nada, es un cazador solitario. Todo lo demás se esfuma. En miles de años de Humanidad, a excepción de la bomba atómica, nadie halló otra fórmula: es el amor o la nada.
15 comentarios:
Habrá que verla pues. Por tu comentario debe ser algo asi como "El tiempo del Lobo" de Haneke, salvo que el austríaco omite la opción que ponés al final.
"El infierno no es algo que será. Ya existe aquí; lo habitamos todos los días; lo conformamos todos jun-tos. Dos maneras hay de no sufrirlo. La primera, fácil, es aceptar el infierno, volverse parte de él hasta ya no verlo. La segunda exige aprendizaje continuo: consiste en hallar quién y qué, en medio del infierno, no es infierno, y darle espacio, y hacerlo durar mientras vivamos". Ítalo Calvino, "Las ciudades invisibles".
Voy a conseguirla a ver que onda.
Yo vi la película después de leer el libro y no me gustó justamente porque no me llegó a generar la desolación que logra McCarthy ni de cerca. Imaginate. Te recomiendo muchísimo el libro. Saludos!
Me gustó eso de "el futuro ya llegó" en clave distópica.
McCarthy es un escritor impresionante. Y la película de los Coen es muy buena porque es muy fiel al libro.
También ví la película después de leer el libro. Y el libro es más gris, más desolador. Y tiene unos diálogos im-pre-sio-nan-tes. Abrazo de pez.
Es malísima esta película Corvino, no se puede seguir viendo después de la escena ridícula de la madre abandonando esposo e hijo (después de intentar sacrificar numerosas veces al hijo!?) para morirse por ahí, por favor
Gracias por esto, pusiste en palabras concretas una sensación que comparto. Se lo voy a pasar a unos amigos.
Otm Shank, a mi gusto está mejor lograda que Le Temps du Loup. A Haneke la deriva discursiva, indeterminismo temático o como quieras llamarle, a veces le queda bien y a veces no tanto.
Che, perdón, no sé, pero... No es Norman en vez de Corman?
la voy a ver con una minita, suena romántica (?)
vi otras que recomendaste (Let The Right One in y Wristcutters: a love story) y estuvieron muy buenas. a parte me cae bien viggo.
Viggo estará contento con la llegada de Placente a San Lorenzo...
(comentario mientras se descarga la peli)
Cormac mc casas: http://www.diarioperfil.com.ar/edimp/0485/articulo.php?art=22885&ed=0485
Caí en este blog, buscando percepciones de ''Cantata de puentes amarillos''...y no le voy a mentir, me resulto increible, la manera de hablar de pescado, del Artaud, en fin.
Hermoso blog...
La película no solo es mala; es macabramente pesimista. Solo sirve para alimentar ese germen que todos tienen adentro desde que empiezan a razonar como seres sociales: el miedo.
Paz y amor
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