lunes, 6 de septiembre de 2010

¡Aleluya, Señor!


Donde exista una necesidad habrá un derecho y una canción de Leonard Cohen. He aquí la única similitud entre el Estado Anímico y el del Bienestar.

En realidad no deberían presentarse excusas de este tipo (un nuevo disco en vivo) para decir algo sobre Leonard Cohen. En cualquier momento y lugar, ajeno a cuestiones coyunturales, el tópico sobre su obra se impone por la prepotencia de su calidad.

Como Homero Manzi, Leonard Cohen pudo haber sido un hombre de letras (y lo fue), pero prefirió escribir letras para los hombres. Y así, como explica en el tema "Because Of", se ganó el amor de muchas mujeres que lo trataron muy bien por haber querido desentrañar su misterio.

Cuando la vida se estanca y sacarle un punto al último equipo de la tabla no es mal partido. Cuando sentimos la horrible sensación de que ha muerto nuestro padre o nuestro perro. Oímos un murmullo a la distancia. Son las canciones de Leonard Cohen esperándonos. Es que al igual que el tango, durante nuestra estancia en el Planeta Tierra, es imprescindible que su obra nos encuentre en alguna esquina del destino.

Algunos músicos extraordinarios perdieron décadas enteras intentando adaptarse a los nuevos tiempos. Es el caso de Bob Dylan y Paul McCartney, a los que, durante los 80' y buena parte de los 90', no se les dejó de escapar la tortuga. Otros, como Charly García, inventaron un nuevo avatar para camuflar el inevitable decline. La producción discográfica que empieza en La Hija de la Lágrima pudo haber sido inquietante, pero respondió fielmente a la actualidad de su creador. Ni la voz ni el físico ni la capacidad compositiva estaban a la altura de la época de oro. De allí la idea (tal vez inconsciente) de crear un estilo basado en el defecto. ¿Qué otra cosa es sino el concepto Say No More? Por eso el Charly De Luxe actual, promocionado por su manager como una marca de shampoo, deja un regusto amargo: es un tipo jugando a ser alguien que ya no es. Aunque la esencia se mantenga, somos muchas personas en una misma vida y nos sorprenderíamos al encontrarnos con quienes fuimos hace sólo un par de años.

En fin, no podés forzar el paso del tiempo y presentarte en la casa de tu ex como si no te hubiese pegado una patada en el culo.

Sé que no es una opinión generalizada, pero yo creo que a Cohen, finalmente, todo le salió bien. No es que nunca haya mordido la banquina del fracaso (comercial o artístico), pero cuando no supo qué grabar, en vez de atestar el mercado con discos malos, prefirió el silencio. Y cuando las nieves platearon su sien, aceptó la vejez con tal elegancia que, a más de uno, le entraron ganas de volverse un anciano.

En el principio fue la palabra. Cohen era un trovador que se valía de la escena folk (más espontánea gracias a la irrupción subversiva de Dylan) para traficar poesía. Provenía de los círculos literarios de Canadá y en Nueva York se codeó con los beatniks. Había publicado varios libros (incluso dos novelas). Por eso su caso es único. No hay muchos que hayan ido de las páginas encuadernadas a los pentagramas y salieran vivos en el intento. En realidad no tiene mucho que ver con ningún movimiento o corriente en particular. Mucho menos con el rock, al que excede largamente. Elige el género que le permita expresar en forma más acabada su discurso. Y estos van desde el country, el blues, el jazz y el flamenco hasta cierto fraseo propio del rap y sonidos del lounge y el tecno.

Los primeros tres discos responden a una misma línea. Podrían haber sido de cualquier tipo que contara con una guitarra, algo para decir y una voz sugerente. Pero los grabó él. Esa trilogía extraordinaria (Songs of Leonard Cohen, del 68', Songs from a Room, del 69' y Songs of love and hate, del 71') erige un nuevo paradigma en el microcosmos de los cantautores. Aún sigue vigente. Los clásicos son instantáneos: "Suzanne", "Sisters of Mercy", "So Long, Marianne", "Bird on the Wire", "Famous Blue Raincoat", etc.

New Skin for the Old Ceremony (1974) marca un quiebre. Sintéticamente, podríamos decir que deja atrás la estética minimalista. En primer lugar, un detalle iconográfico: es el primero que no tiene su rostro en la portada. Por otro lado, los arreglos ya no son tan escuetos. Hay una elaboración más detallada que enriquece y amplifica el tono de las canciones. Se destaca "Chelsea Hotel" (el tema dedicado a Janis Joplin, del que luego se avergonzaría), la genial "Lover lover lover" (que en vivo se convierte en una suite todavía más atractiva), "Why Don't You Try" y "There Is a War" (que lo acerca al rock e inaugura una de sus vertientes más difundidas: la del texto apocalíptico).

En 1977 Cohen hace lo que todo gran músico de su época: deja en manos de Phil Spector la producción de uno de sus discos y se siente decepcionado. La tradicional pared de sonido del loco Spector (siempre armado y condenado por homicidio en el año 2003) reviste orquestalmente las canciones del cantautor y el resultado, aunque bufen los eunucos, es genial. La sensación de escuchar a un artista hacer algo ajeno a su naturaleza también puede ser embriagadora porque, como si se tratara de una revolución de los sentidos, rompe con todos nuestros preconceptos. Una rareza magistral dentro de su discografía. Para darnos una idea, es el equivalente a Solo el amor puede sostener, el trabajo de Spinetta en inglés y con letras de Vilas. Pero si con el tiempo este último es una broma, Death of a Ladies' Man es impactante. Si antes las canciones de Cohen solían tener una introducción calma para subir en intensidad hasta arribar a un crescendo dramático, ¡ahora son puro clímax desde que empiezan hasta que terminan! Por primera vez en su carrera la voz está en un segundo plano, ¡se le presta atención a la percusión! y los arreglos son ambiciosos, como si fuera un Frank Sinatra pasado de revoluciones y bañado en ácido. "Memories" y "Iodine" son algunas de mis favoritas.

Después vino otro disco sin pena ni gloria y una ausencia prolongada. El punk y la new wave deben haber confundido bastante a nuestro querido y algo anticuado Maestro.

No al tercer día, pero resucitó. A partir de mediados de la década de los 80, Cohen se rodeó de una parafernalia sonoro de dudoso gusto (coros femeninos, saxofones escalofriantes a lo Kenny G, sintetizadores propios del pop más berreta) que, al contrario de lo que se podría pensar, ayudó aun más a configurar su leyenda. Todo eso que remite a las radios para adultos y los ascensores y las cortinas musicales de series ochentosas y que en otro hubiese significado un pasaje directo al patíbulo, vaya uno a saber por qué, en Cohen parece el summum de lo cool. Como si el solo hecho de que él lo haga, resignificara todo el equipamiento kitsch.

Es otra trilogía, entonces, la que cierra el periodo más vital de su carrera: Various Positions (1984), I’m Your Man (1988) y The Future (1992). Aquí los clásicos se multiplican y Leonard Cohen se convierte en un crooner, especie de predicador místico del pesimismo posmoderno que sólo haya redención en Dios, el Amor, los Excesos y el Sexo. Aunque a veces, ni siquiera. Todo cubierto de una pátina de agudo sarcasmo, propio del hombre experimentado harto de su solemnidad. "Coming Back to You", "Everybody Knows", "Tower of Song", "Waiting for the Miracle" y "Democracy" son algunas de las perlas de su último legado.

Brillan dos canciones antagónicas entre sí, de las más grandiosas que escucharemos en nuestras vidas. Una es "Hallelujah", en la que Cohen se pone el traje de pastor profano que tan bien le calza. A bordo de un mensaje revelador y luminoso, verso a verso, golpe a golpe, hace referencia a una historia de amor y logra atravesar cualquier credo (incluidos ateos y agnósticos). Sublime. Del otro lado del espejo se encuentra "The Future", amarga distopía que habla más del presente que del porvenir. Consecuencia de su hipnótica melodía y la poderosa voz de su autor, llegó a transformarse en un hit a mediados de los 90'.

Cuenta la leyenda que alguna vez el mismísimo Zimmerman dijo que, de no haber sido Bob Dylan, hubiese querido ser Leonard Cohen. Declaración por la que podemos intuir que el autor de "Like a rolling stone", a pesar de todas sus crisis, está muy a gusto con quien es, puesto que, aunque son muy diferentes, lo más parecido a Cohen en el universo es Dylan. Artistas canonizados en vida que significan algo así como la "asamblea legislativa no reconocida del mundo". Para comprobar esta observación sólo hace falta ver lo ridículos que quedan los demás músicos (por más buenos que sean) cuando están a su lado. ¡Parece que forman parte de dimensiones diferentes! Cuando estos tipos se vayan, el vacío no podrá ser llenado ni con un ejército de los grupos y solistas que lideran los charts (¿existen los charts?). Algo así como la versión rock de Thomas Pynchon y J.D Salinger. Grabaron juntos algún tema en un disco del canadiense con Allen Ginsberg ("Don't Go Home With Your Hard-on"). Incluso puede que, finales de la década del 60' y principios del 70', se haya dado algún tipo de retroalimentación lírico-musical entre los dos cracks, al estilo Beach Boys/Beatles. Esto no surge explícitamente de ninguna crónica, pero sería placentero saber, por ejemplo, que Dylan hizo Blood on the tracks (1975) para superar New Skin for the Old Ceremony (1974).

¿Y por qué no reconocer que la voz carrasposa con la que Dylan reinventó su carrera a partir de Time Out Of Mind remite a la de Cohen?

Tal vez no sea percibido con rigurosidad, pero allí donde hay un compositor con cierta pretensión poética, está la huella de Leonard Cohen. Es infalible. El virus abarca desde Joaquín Sabina, Enrique Bunbury y el Indio Solari hasta Nick Cave, Tom Waits y los finados Luca Prodan y Jeff Buckley.

Si nunca lo escuchaste, es probable que seas fanático de él sin haberte dado cuenta. Suele pasar.

Como muchos de los antihéroes de la contracultura norteamericana, Cohen se volvió masivo en los 90' cuando sus canciones fueron parte del soundtrack de Asesinos por naturaleza. El "sistema", esa entelequia a la que su generación se había resistido, lo adoptaba como uno más de sus hijos pródigos. Luego vendría el destierro en un monasterio zen, la bancarrota por la traición de un manager, el regreso a los estudios y los escenarios. En I’m Your Man (2005), un documental que repasa su itinerario a través de un concierto tributo, se lo puede ver viejo y sabio, destilando una falsa modestia cuasi borgeana. En estos días se edita Songs From The Road, un disco en vivo que se suma a Live in London, un doble del año pasado. Allí repasa todos sus clásicos y hace gala de su voz, cada vez más grave, deshecha y perfecta. En realidad quería escribir sobre eso. Pero, everybody knows, creo que se me hizo demasiado extenso y tarde. Sayonara, Leonard.

19 comentarios:

Andrés Taurian dijo...

Escuché hasta New skin for the old ceremony y tengo Death of a ladies' man en lista de espera hace tiempo.
Me da un toque de miedo la parte popera, pero ya veré qué tal.

¿Has escrito algo -ya que estamos con música- sobre Björk, Juana Molina, Portishead o Sigur Rós? Me gustaría saber qué pensás de.

g. dijo...

Creo que una de las razones por las cuales Leonard Cohen es tan grande, es porque es todo lo que a muchas personas -por lo menos a mí- les gustaría ser.

El tipo es: poeta reconocido, un muy buen novelista y una estrella de rock -sí, puede ser discutible esta caracteristica, pero si Bob Dylan lo es, Leonard Cohen también-.

En su faceta de cantante, donde nunca deja de ser un poeta, sus susurros son geniales. Las canciones tienen una potencia. Sus primeros tres discos Folks son muy -muy muy, eh- buenos y luego en New Skin for the Old Ceremony toma otros rumbos y le sale bien.

Me parece que Leonard Cohen es más grande de lo que se piensa.

Mientras que todo lo que digo es personal, esto lo es todavía más: ¡Cohen es el puto amo! (Expresión tarada no sé si española o vasca...).

Memories prefiero la versión del disco en vivo del 79; y las dos novelas en este momento se conseguien en las librerías de la editorial Edhasa. La primera es una Bildungsroman con todas las de la ley. La segunda dicen que es más loca, pero todavía no la leí.

Bien, me fui al carajo.
Saludos.

Martín Zariello dijo...

Andrés: Escuché los cuatro artistas que mencionás pero ninguno logró engancharme demasiado, aunque sí les reconozco temas buenos y grandes discos. En el futuro, seguramente los disfrutaré. En cuanto a Cohen: después de los primeros 70 escalofríos, la parte popera berreta de Cohen se aprecia como lo que es: otra genialidad.

G: Exacerbaste mi fanatismo por Cohen. Siempre me gustó, pero en las últimas semanas le presté mayor atención y creo que ahora forma parte de mi top ten anglo, junto a Zappa, Lennon, Dylan y John Cale, Paul, etc.

Saludos, gracias por comentar este concurrídisimo post (?).

Joy dijo...

La chica de Watchmen cojiendo en la nave con el tema que titula el post es mi sueño.

La peli es chota, eso sí.

Joy dijo...

Me quedó una pregunta del post anterior:

¿Fitzcarraldo o Aguirre? Con Herzog, quizás todas las respuestas sean válidas...

santiago segura dijo...

Creo que el post fue poco comentado porque es muy largo para ser de un artista no tan junado.

Es más, ni en pedo lo leo ahora, me voy a ver Bailando por un sueño (?).

Después sigo.

Hugo dijo...

El otro día conseguí el DVD de cuando tocó en el Festival de la Isla de Wight en 1970. El mismo donde tocaron nenes de la talla de Jimi Hendrix, los Doors y los Who. El mismo donde la gente quería prender fuego todo indignada contra la organización que solo quería lucrar con la música.

El tipo se plantó muy tarde en la noche, les hizo encender sus "cerillas" y se los metió en el bolsillo sin hacer ruido.

Martín Zariello dijo...

No quería dejar de escribir algo sobre Leonard antes que pase a mejor vida. Y es verdad que el tipo está poco junado, sino debería ser obligatorio en el bachiller (???). Y ya que está, podría venir y hacer unos Gran Rex. Incluso podría tocar con Paul en River/Vélez/Donde sea que toque.

Aguirre es mejor película. Fitzcarraldo es más impactante. Creo, no sé, son dos genialidades, imposible elegir.

desparejo dijo...

un tema que no puedo dejar de escuchar de Cohen es The Partisan. Es perfecto, en la letra, la musica y la interpretacion.

Nombre dijo...

Qué molesta la expresión "el puto amo"!

Falta agregar que aparte de la producción kitsch, también se le dio en esa época por algunas letras suxuales explícitas que producían la incomodidad de imaginarse a Cohen en actividades de película porno de bajo presupuesto. Que es lo más común en el rock, pero que quedan medio inquietantes vinculadas mentalmente a Cohen.

Lo que me recuerda: ¿alguien leyó Blanco Nocturno? Hay partes en las que Renzi se hace el Gil Wolf y son patéticas. ¿A mí solo me da gracia imaginarme un Piglia piola que jala merca y se fifa pelirrojas despampanantes? ¿Alguien sabe qué mierda es despampanante? Sea lo que sea, Piglia no cuadra, Piglia es pampanente a full.

Coincido en que tendría que venir Cohen, aunque me pasaría como con Dylan y no iría, de puro boludo.

augusto dijo...

Debo decirlo: lo poco que escuche del Sr. me hizo dormir casi con la misma eficacia somnifera que tienen los últimos discos del Flaco Spinetta. Supongo que soy un hereje. Bah, en parte es la verdad porque de hecho no le di pelota a la letra sino a la música. Y estamos hablando de Leonard Cohen.

En fin, no quiero ser un anti. Pareciera que solo entro al blog a escribir sobre la doctrina radical o criticar lo que escucha il corvino. Y nada que ver. Por eso les voy a recomendar un disco: Omega. El cantaor flamenco Enrique Morente con el grupo Lagartija Nick(no se que decirles..noise rock?) versionan poemas de García Lorca y Cohen. Tuve el placer de verlo en vivo el año pasado en Avenida de Mayo.
Aleluya: http://www.youtube.com/watch?v=b71zyTZv2Kk&feature=related

BONUS TRACK: Es alucinante la versión de Poema para los muertos de Lorca. http://www.youtube.com/watch?v=LsiJl-siNjk
Hasta tiene un aire a Pez les diría

Martín dijo...

Que lindo leer todo esto sobre Cohen. Yo también me quedé en "New skin..." y este video tuvo un efecto asesino. Genial genial genial.

Yo voto por Fitzcarraldo!

Abrazo Corvino!

Inmanente dijo...

Cohen está bueno. De ahí a un top dista mucho trecho. Nick Cave en sus mejores discos tiene algo del espíritu de Cohen con esas baladas cansinas y pegajosas("No more shall we part" o "the Boatman call"), hasta tiene un temón que se llama "Hallelujah", altamente recomendados corvino, posta

ht dijo...

Se extraña en tu blog un buen post sobre Zappa.

Martín Zariello dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Martín Zariello dijo...

Inma: Nick Cave es fan de Cohen. Incluso el documental que nombró en el post comienza con una versión suya de I'm your man.

Ht: Es una cuenta pendiente, tenés razón.

Saludos.

Anónimo dijo...

LC en la foto parece Deleuze emprolijado.

fedefer dijo...

Cave (groso) hace una versión de Avalanche en sus primeros discos.

Otra fan de Cohen es Suzanne Vega.

Por cierto, Avalanche (la de Cohen) es algo así como la mejor canción de la historia.

Escuchar a Cohen sin prestar atención a las letras es análogo a Edu Feinman entrevistando estudiantes sin cagarlos a pedos.

Suscribo las palabras de este post. Agrego que el primer álbum que sacó (Songs Of Leonard Cohen, 1967) fue insuperable.

Havrasos.

Anónimo dijo...

Muy bien el comentario respecto de Leonard Cohen, excepto por la alusión a García en el medio.Me parece que a Cohen lo pensaste, a García no, por eso se cae en la simpleza de decir que a partir de La Hija dela lágrima comienza un inevitable declive.

Saludos!
Maxi.