martes, 5 de julio de 2011

Tibia Vindicación de Games of Thrones



Para BC.


¡Como Gentile a Maradona! ¡Como Pucca a Garu! ¡Como los real visceralistas a Cesárea Tinajero! Las Grandes Preguntas nos persiguen sin dejarnos un solo minuto de paz mental. ¿Qué sentido tiene vivir? ¿Existe el amor? ¿Adónde van los patos cuando llega el invierno? ¿Por qué volvió Sábado Bus? ¿Qué pasó con Matías Abelairas? ¿En qué estás pensando? ¿Qué será de nuestro muro de facebook una vez muertos? ¿Si digo pan comeré? ¿Si digo Fernet Chabona beberé?


Lamentablemente ninguno de estos interrogantes filosóficos tienen respuesta y estamos condenados a navegar entre un mar de dudas en una balsa más inestable que la de Kate Winslet en Titanic. A esa azarosa embarcación, niño, hemos dado en llamar "vida".


Como si todo esto fuera poco, un fantasma recorre Cuevana, el fantasma de Game of Thrones, lo que nos obliga a elaborar otra pregunta incontestable: ¿por qué nos devoramos con semejante prisa los diez capítulos de la primera temporada de una serie como Game of Thrones? ¿No es acaso, hermanos míos, el tipo de serie que juramos nunca nos rebajaríamos a ver? ¿No es acaso, hermanos míos, el tipo de serie que nos haría desconfiar de quien la mire? ¿No es acaso, hermanos míos, el tipo de serie por la cual jamás suspenderíamos una performance de zapping de domingo existencial aunque lo único que tuviésemos para entretenernos sea uno de esos aburridos partidos de Primera División?


A esta altura, ya todos sabrán de qué va la serie. En caso contrario, estamos en Internet y su dinámica permite que, ahora mismo, usted abra otra pestaña y se entere al segundo de todo aquello importante que dejó pasar mientras perdía el tiempo mirando la Copa América. Cuando regrese, este texto seguirá aquí, esperándolo pacientemente.


Ahora que se fueron los que nos molestaban, aceptemos que Game of Thrones tiene más de placer culposo que de candidata a sucesora de Lost. Y sin embargo... Las permanentes escenas de sexo, que en un principio provocan felicidad, no son más que erotismo pasteurizado para matrimonios aburridos. Evocan la estética kitsch de las películas porno soft, número fijo en la programación noventosa del cable (¿se acuerdan del cable?) y favoritas de púberes con menos posibilidad de satisfacción que Alcira Argumedo de ser presidenta. Por otro lado, la exposición continua de tetas y culos, en un 95 por ciento de las ficciones, quiere suplir falencias estructurales (no descarto que ésta sea la excepción a la regla). La pomposidad de los diálogos, sumado a la cantidad de información que deben sintetizar por tratarse de la adaptación de una saga de novelas, se torna, en algunos casos, insufrible. Las características tipológicas de algunos personajes (el patovica salvaje Khal Drogo, la reina bizarra Daenerys) dan más para una revista de la calle Corrientes que para un melodrama medieval con ínfulas shakespereanas. Finalmente, el desenlace de la primera temporada nos llena el disco rígido de sospechas: en el campo del cine y la literatura, ¿sucedió algo bueno después de la aparición de un dragón? Esta duda se acrecienta cuando los dragones son tres, recién nacidos, chillan y caminan sobre el cuerpo desnudo de la ex de Drogo.


Pero, por supuesto, no siempre Game Of Thrones da la impresión de que Hallmark Channel se hubiese negado a emitirla en su grilla (1). La indefinición espacio temporal permite que los aspectos estéticos (escenografía, locaciones, vestimentas) recreen una época apócrifa con total libertad iconográfica. El condimento terrorífico (las criaturas del bosque que pululan al Norte de la Muralla), por ahora, está muy bien manejado: cuanto menos se muestre, mejor. El oficio de los guionistas para causar adicción con finales que son un cross a la mandíbula se mantuvo en la mayoría de los diez episodios. Pero ninguna de estas virtudes (ni cualquiera de todas las que no mencioné porque, evidentemente, el impulso que me llevó a escribir se esfumó) se compara con la existencia de ese prodigio de los personajes de series contemporáneas. De mantenerse la dosis adecuada de intervenciones en las temporadas venideras, podría ubicarse junto a luminarias del nivel de Benjamin Linus o Dr. House. Tyrion, interpretado magistralmente por Peter Dinklage, es el enano de la familia Lannister. Su actitud es la de un rockstar en la Corte del Rey (sexo, alcohol y ocio). Pero a esa faceta le añade sarcasmo, sabiduría y honestidad. Creo que podría ser uno de esos cuadros políticos que todavía nos hacen mantener nuestro voto en el kirchnerismo. La vindicación debería ser para el “medio hombre”. Justifica que todo aquel desprevenido deje cargando el primer capítulo. Quien diga que no ve Game of Thrones esperando sus apariciones estelares, miente. ¡Que lo manden a la Guardia de la Noche con el pecho frío de Jon Snow!


(1): Hallmark Channel, el canal más tedioso de la historia.

17 comentarios:

Diego dijo...

Corvi, no vi la serie ni me interesa. Pero es un placer leerte. Muy gracioso. Chapeau.

Oveja dijo...

La terminaste? yo me quiero morir, no sé como voy a soportar un año hasta que salga la segunda temporada

caca dijo...

no, quedate tranquilo que el río... un fucking río señores. Esos hombres salvajes se lo chupan y lo cruzan eructando. A mi gusta la prototorta hija de Stark, el enano, el gordo del muro de fecebook, que maten al bueno, a Juan Carlos Stark, heavy metal drummer, hola wilco, y el hombre lobo del hombre (dicho porque estoy comentando en un blog literario).

Anónimo dijo...

loco, el descenso de river te afectó y estas sufriendo alguno de los tantos mecanismos de defensa freudianos.

vientos de cambio dijo...

tenés el don corvino

Julieta dijo...

Que vuelva la litera-turra corvinesca y el rock and roll, locoo!!

Anónimo dijo...

...Julieta: Rock is dead.

Julius

Anónimo dijo...

jajaj...dice que un loco se levanta de un coma de 20 años jajaj, y el ...y el doctor le dice: River se fué a la B y tiene serias posibilidades de descender al metropolitano y... y jajaj... y a quién le importa el remate si el nudo es tan graciosooo!!!!jajajajaa....aaaayaayaya...

keki dijo...

Todavía me falta la última de los Sopranos. ya sé a nadie le importa.
Pero el puntero copia a mil de está.

Nuestra maffia, es la política.

Ahora me engancharé con esta garcha; te odio corveetta!!!

Martín Zariello dijo...

Matías: Lord Stark es como Alfonsín (padre). El que se parece a Gago sería Ricardito. El enano es Aníbal Fernández. Y así (?).

Anónimo dijo...

largá la tv corneta

caca dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
caca dijo...

Zariello, desde esa lógica la conchuda viuda madre del príncipe/rey es, mejor dejemosló ahí...

Anónimo dijo...

buscando la vindicación llegué al final. Acuerdo con todo.
Atte.
vlt.

Matías dijo...

Genial estimado. Se me hizo demasiado largo el comment así que lo postié acá, abz.

Sergio Villone dijo...

Me vi los 10 episodios en dos días engripado.
El tópico pocas veces me llamó en mi vida, peor rompieron tanto...
Y....
Osea, la potencia de los escenarios, el vestuario, las escenografía, todo bien.
¿Se pueden decir spoilers? Bean out, bien.
Y la tetosa, mística, de la poca de la serie, que esperemos vuele con esos dragoncitos que me sorprendieron (no leí los libros, tampoco lo haré).
Aníbal F enano, bigotes con tuco.

g. dijo...

tyrion lannister es a game of thrones lo que sawyer fue a lost: el personaje humano, el tipo que no entiende qué hace ahí ni por qué mierda de golpe se ve frente a un ejército de bárbaros que corean su nombre para acto seguido desmayarlo en la carga post grito de guerra.
por otro lado, mi lado femenino reivindica al tremendo khal drogo, que al principio no me gustó y al final quise poseer en todas las formas imaginadas y algunas inimaginadas también.
y sí. john snow es un boludito, por esa afirmación tengo grandes discusiones con un amigo. me parece que adentro ese chico tiene algodón.
salute corvino, soy su fan.