Cuando murió Spinetta muchos se indignaron porque
personas que nunca lo habían escuchado, de repente, parecían fans acérrimos.
Posteaban sus temas en facebook, discutían sobre él en twitter, se bajaban su
discografía entera. Yo creo que si hay algo bueno en la muerte de un artista
genial, es la posibilidad de que más gente disfrute de su obra. La muerte es un
acontecimiento que implica múltiples consecuencias. Una de ellas es la
curiosidad. Hasta la semana pasada nunca había leído a Ray Bradbury. No soy un
experto ni mucho menos, pero si debo mencionar un género que me atraiga, ése es
la ciencia ficción. Durante un tiempo cada vez que veía un ejemplar de la
colección Minotauro me lo compraba.
Así leí Juan Raro y Sirio de Olaf Stapledon. Los cristales soñadores de
Theodore Sturgeon. Un libro rarísimo llamado La intersección de Einstein. La
república de los sabios y El hombre demolido, de los que, a decir verdad, no
recuerdo nada. Las sirenas de Titán de Vonnegut, El hombre en el castillo (que
no me gustó tanto como suponía) y buena parte de la obra de Ballard. A eso le
sume lo obvio en Orwell (1984 y Rebelión en la graja) y lo mínimo en Huxley (Un
mundo feliz). Aunque suene a frase ingeniosa creo que entenderán cuando diga
que no leí a Bradbury porque leí mucha ciencia ficción. Francamente uno no
puede leer todo. Tampoco es que estoy tan orgulloso por haber estado leyendo
mientras los demás vivían, pero es lo que hay. En fin. La cuestión es que la
muerte de Bradbury activó mi pasión y en pocos días leí Farenheit 451 y
Crónicas Marcianas.
Farenheit 451 es una de esas novelitas
extraordinarias que se pueden leer en un día. En la trilogía distópica, 1984 es
más compleja y Un mundo feliz más seria, pero Farenheit es extremadamente
vital. En un postfacio de 1993, Bradbury dice que la escribió en nueve días en
una máquina de escribir alquilada: "No puedo explicarles qué excitante
fue, un día tras otro, atacar la máquina de alquiler, correr escaleras arriba
para ir a buscar más monedas, meterse entre los estantes y volver a salir a
toda prisa, sacar libros, escudriñar páginas, respirar el mejor polen del
mundo, el polvo de los libros, que desencadena alergias literarias". Esa
urgencia y esa pulsión romántica de la escritura se notan en el ritmo de la
novela y la hacen adictiva. Montag es bombero pero el oficio se ha visto totalmente trastocado. Los libros han sido prohibidos y él
se encarga de quemarlos. La sociedad es víctima de un sistema en el que se
procura una igualdad engañosa, capaz de tolerar cualquier tipo de atrocidad con
tal de que nadie piense por sí mismo. Montag cambia su perspectiva cuando se
encuentra con un personaje muy efímero y maravilloso, Clarisse McClellan. Ella
es una adolescente desprejuiciada que le abre la cabeza y, de un día a otro,
desparece. Creo que esa ausencia es uno de los motores que hacen que el lector
lea la novela con tanta voracidad: uno sigue adelante, entre otras cosas, porque
quiere que Clarisse y su encanto aparezcan otra vez. Por su directa alusión al
macartismo, ninguna editorial quería editar Farenheit. Finalmente la publicó
Hugh Hefner en los primeros números de Playboy.
Crónicas Marcianas, por su parte, es un libro
moderno y una obra maestra. Genéricamente se encuentra a mitad de camino entre
el cuento y la novela. Y aunque es preferible seguir la cronología de los
relatos, también se pueden leer en modo aleatorio. El tema es el mismo a través
de todos los textos que lo componen: la colonización humana de Marte. Cambian
los protagonistas y los registros. "Los hombres de la Tierra" narra
la segunda expedición en tono de comedia. Los marcianos creen que los hombres
recién llegados son marcianos enloquecidos capaces de materializar sus
alucinaciones (algo similar sucede en Solaris). El señor Xxx, encargado del
manicomio marciano, mata a los cuatro tripulantes de la expedición y finalmente
se suicida, creyéndose víctima de una transferencia telepática. "La
tercera expedición", en cambio, es el relato que más le gustó a Borges,
una joya sobre el paso del tiempo y las dificultades para desprendernos de
aquellos que amamos. Los hombres encuentran que Marte recrea, en el mismo
espacio y tiempo, los pueblos de sus infancias. A su vez, cada uno es
recibido por sus familiares fallecidos en la Tierra. El final es inquietante.
En "Aunque siga brillando la luna", a Spender, el arqueólogo
romántico de la cuarta expedición, las arenas rojizas y la música encantada de
Marte le recuerdan un poema de Lord Byron. Es que, además, como la mejor ciencia
ficción del Siglo XX, la prosa de Bradbury trafica un aliento poético. La
narrativa de James Ballard, por ejemplo, provocaba un shock poético más cercano
a lo conceptual: el lirismo se encontraba en las ideas, en un imaginario
bastante surreal, repleto de piscinas vacías, rascacielos deshabitados y
gigantes que dormían en la orilla de una playa. Bradbury (a pesar de que lo
leemos a través de una traducción) parece más bien un artesano del lenguaje,
alguien que elige cuidadosamente los adjetivos y no pone énfasis en las
descripciones de estilo realista (algo que sí está en Ballard), sino en los
pequeños detalles que le otorgan a un texto ese plus que convierte una
observación en una epifanía cargada de emotividad.
Por otro lado, el prólogo de Borges da ganas de
llorar. Hay cierta ética inalcanzable en esa sintaxis y esos pocos párrafos
que, con justeza y sensibilidad, resumen un libro y un autor tan perfectamente.
Borges siempre decía más sobre cualquier autor, incluso cuando se notaba que ni
siquiera quería escribir sobre él. En Biblioteca Personal describe la
cuentística de Cortázar con una sencillez demoledora: "Los personajes de
la fábula son deliberadamente triviales. Los rige una rutina de casuales amores
y de casuales discordias. Se mueven entre cosas triviales: marcas de
cigarrillos, vidrieras, mostradores, whisky, farmacias, aeropuertos y andenes
(...) Poco a poco sentimos que no es así. Muy sutilmente el narrador nos ha
atraído a su terrible mundo, en que la dicha es imposible (...) También se
juega con la materia de la que estamos hechos, el tiempo. En algunos relatos
fluyen y se confunden dos series temporales". Aquí, en cambio, Borges está
encadenado al show de "este hombre de Illinois": "Otros autores
estampan una fecha venidera y no les creemos, porque sabemos que se trata de
una convención literaria; Bradbury escribe 2004 y sentimos la gravitación, la
fatiga, la vasta y vaga acumulación del pasado -el dark backward and abysm of Time del verso de Shakespeare". Y
leer un libro con el respaldo de Borges es como jugar un dobles con Federer.
Nada malo puede pasar. ¡Estamos a salvo! Uno abre el libro y es como si se
leyera solo.
Parece que Bradbury era un tipo bastante
reaccionario. En una entrevista de hace un par de años concedida a la revista Ñ reniega
de Internet, menciona a Reagan como el mejor presidente de la historia y no
quiere saber nada con los libros electrónicos. Sin embargo (tanto en Crónicas
Marcianas como en Farenheit 451) más que el afán profético o esa prodigiosa
imaginación, lo primero que sobresale de su lectura es su carácter humanista y
la certidumbre de que la salvación reside en los actos cotidianos y más
simples: leer o tocar un libro, conversar con un amigo, caminar con una chica
bajo la lluvia. Spender llega a Marte, se enamora de su cultura y comienza a
matar a los miembros de su propia expedición. El capitán debe matarlo, pero
cuando finalmente lo encuentra le ofrece un cigarrillo y empiezan a conversar. Creo que
ese gesto debe ser una de las razones de la genuina fascinación que demuestra
Borges en el prólogo. "Los marcianos comprendieron que se preguntaban ¿para qué vivir? en la culminación de
algún período de guerra y desesperanza, cuando no hay respuesta", dice
Spender. Y agrega: "Pero cuando pasa la crisis y termina la guerra, lo insensato
de la pregunta tiene un nuevo sentido. La vida es buena, y las discusiones son
inútiles".
20 comentarios:
Pucha,me diste ganas de releer Cronicas,ya se me paso casi una vida entera desde la ultima vez que lo hice.Y ya que venis embalado te aconsejo que no pares y sigas con El Hombre Ilustrado,a mi juicio su obra magna.
El país de Octubre,Las doradas manzanas del sol,Remedios para melancólicos,donde el cuento que lleva el nombrees una pequeña genialidad y vuelta de tuerca sobre la "melancolía" de una jovencita.Inolvidable,creo que fuí a la Feria del Libro,la de antes,,cuando vino.LO mis
mo cuando vino Susan Sontag,a la que le pedí autógrafo,ésas eran Ferias!
Al margen de la disgresión Bradbury era ...el goce de la imaginación y la literatura.Que suerte haberlo leído y disfrutado.
Cuando mi hermano cumplió 14, creo, le regalé Crónicas Marcianas. Mentiría si dijera que lo leyó. Así que le afané la copia regalada y ahora tengo dos ejemplares. Y me siento bien (?).
no te la puedo, corvincho, mirá:
http://www.lavoz.com.ar/ciudadanos/internaron-charly-garcia-luego-desmayo-pleno-recital
Si algún día te cruzás con El Vino del Estío compralo, o robalo, es una gran novela del tipo, narra el último verano de infancia, cada párrafo es un hit, realmente, conmueve, tiene música, una cantidad impresionante de ideas geniales.
(ah, ojo que Federer no es un gran doblista je)
Suscribo a tu primer párrafo, bien dicho Corvino. Un abrazo.
Las doradas manzanas del sol, uno de los libros mas conmovedores de Bradbury, en su cuento La sirena cierra todo lo que se pueda decir de la soledad. Una belleza. Un signo deslumbrante de lo que somos capaces de crear,de lo que fue capaz de crear el viejo amigo.
Sépanlo: Venus vino a buscarlo.
Miré la hora y caí en la cuenta que llevo 2 horas leyendo tu blog, un domingo a la noche de mierda. Puta madre, son las 2.40Am y mañana tengo q laburar en un trabajo q no me "llena" y muchos menos me motiva. Por eso, me hace feliz nimiedades como encontrar un blog copado en "la interné" como éste humilde espacio. Sos groso pibe, sabelo.
Una de las cosas q tal vez me ayudó a disfrutarlo es el descubrir q no sólo sos marplatense como yo, sino q rondás en la misma franja de edad: los 27-28.
Saludos desde la trasnochada ciclotímica dominical.
Miré la hora y caí en la cuenta que llevo 2 horas leyendo tu blog, un domingo a la noche de mierda. Puta madre, son las 2.40Am y mañana tengo q laburar en un trabajo q no me "llena" y muchos menos me motiva. Por eso, me hace feliz nimiedades como encontrar un blog copado en "la interné" como éste humilde espacio. Sos groso pibe, sabelo.
Una de las cosas q tal vez me ayudó a disfrutarlo es el descubrir q no sólo sos marplatense como yo, sino q rondás en la misma franja de edad: los 27-28.
Saludos desde la trasnochada ciclotímica dominical.
Otro libro que tengo de Bradbury (también edición setentosa y amarilla de Minotauro) es Las maquinarias de la alegría. Muchas veces lo quise leer y no pude, creo que ahora voy a intentar. Gracias por comentar, saludos.
Lo que mencionás sobre un artista y su muerte, es exactamente opuesto al caso de Fontanarrosa, que por una disputa sobre los derechos de su obra, no se edita desde el fallecimiento del autor (ni siquiera su último libro, que no fue impreso jamás y muy pocas personas tuvieron acceso a el).
De todas formas este era un espacio para Bradbury y siento que estoy desvirtuando.
Mirá vos, no sabía lo de Fontanarrosa.
Yo desvirtuo y te digo mira la panquequita:
http://www.perfil.com/contenidos/2012/06/11/noticia_0038.html
Ilcorvino los que te publican los vínculos son fans de 678?...
¡¡¡Feliz Día, Corvincho!!!
Roberto, dejá de tirar la goma a la distancia.
Crónicas Marcianas, uno de los tres libros que leí de un tirón. Crónicas Marcianas lo leí en una noche, me agarró el alba con el libro en las manos, lo cerré con la genial frase del padre que les dice a sus hijos "ahí tienen a los marcianos". Ahora que lo pienso, en su momento me sentí un pajero sin más por estar con ese libro de mierda mientras mis colegas la estaban poniendo; ahora me pesa menos mi paja y siento que fueron gratísimas horas.
Larga vida a Ray Bradbury.
De Ciencia Ficción recuerdo muchísimo "El fin de la eternidad de Asimov"...Alto libro, gato.
jaja! re-chupa tronco es verdad!
A que viene la mencion de Bradbury como un poco reaccionario? Votar a Altamira te haria mejor escritor? Por otra parte, corvino, hay que dejar de mandar fruta y verdura con esa linearidad de que si votas a un republicano sos un reaccionario y equivale a odiar Internet, los autos, y la poronga del Kindle. Es un prejuicio tonto de gente perezoza.
Muy buena la nota, though, a pesar de que votaste al FPV!
HOLA:
LEYÉNDOTE AQUÍ Y MÁS ATRÁS (ARGUMENTOS PARA CUENTOS/2007), ME SIGO PREGUNTANDO POR QUÉ UNA O-S-A-DA DOCENTE COLEGA MÍA, TAL VEZ SIN MUCHO ESFUERZO REFLEXIVO,SE ATREVIÓ A DECIR EN PÚBLICO QUE QUIEN ESCRIBE O HACE LITERATURA ES UNA PERSONA INCAPAZ DE ESCRIBIR TEXTOS ARGUMENTATIVOS PROPIAMENTE DICHOS.
AQUÍ TE ENCUENTRO BRINDANDO ARGUMENTOS, MOSTRANDO RAZONES, INCLUYENDO OPINIONES DE TERCEROS... ¿ACASO ESO NO ES ARGUMENTAR?
TE DEJO EN MAYÚSCULAS ESTA INQUIETUD, OJALÁ QUIERAS RESPONDERLA.
ABRAZOS DESDE LA DISTANCIA AZUL.
No te podés dejar de leer "El hombre ilustrado"
Sencillamente genial
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