Desde hace un par de meses me mudé y vivo en un barrio que después de
las ocho se pone complicado. Está más o menos lejos del centro, hay poca
iluminación y en algunas esquinas se juntan muchachos a pasar la larga noche
kirchnerista con botellas de fernet y cerveza. Así que cuando salgo a la noche
a comprar algo, me pongo una capucha. Sí, una capucha. La capucha es el genial
invento de mi mente para controlar la paranoia y tiene como fin mimetizarme con
el enemigo. Exactamente así hacen los personajes de Walking Dead cuando se ponen un muerto de escudo y engañan a los
zombies haciéndose pasar por ellos. Es decir que yo no formo parte de la casta
de sujetos avanzados que escucharon un par de entrevistas a Zaffaroni y no
temen a los robos ni a que maten un ser querido en un asalto al voleo. No, yo a
veces tengo miedo y me convierto en un hombre miserable. Le digo a mi novia que
se tome un taxi. En cualquier momento del día me mortifica la idea de que le
pueda pasar algo a mi vieja. Ciertas
personas que manejan cierto discurso suelen hablar como si no le pusieran
candado a la moto, como si no cerraran la puerta con llave, como si no cruzaran
de vereda cuando ven tres pibes con gorras. Ese tipo de afectación de la
sensibilidad social suele generarme tanto ruido como los que acusan de todos
los males a "los negros".
El domingo por la noche la policía marplatense se acuarteló exigiendo
un aumento de sueldo y empezó a rumorearse en las redes sociales que habían
comenzado los saqueos. Lo curioso fue que entre la ansiedad de los usuarios de
Twitter y Facebook por dar a conocer noticias inexistentes, lo que hizo falta
fue un medio tradicional, viejo, anacrónico, de esos con un conductor
acartonado y un movilero que habla estirando las palabras mientras piensa qué
decir y cuenta lo que pasa. La idea de que las redes sociales son el descubrimiento
virtual perfecto que nos permite gambetear la verticalidad del Poder y el
periodismo corporativo nunca fue tan falsa. Funcionará en la Primavera Árabe,
pero no en la Feliz. En Mar del Plata, aunque sea esa noche (al otro día la
noticia fue a nivel nacional), no hubo forma de saber qué era lo que pasaba. Se
suele culpar de todos los males de la ciudad a Aldrey Iglesias, nuestro
Magnetto, un empresario español, amigo de todos los gobiernos, acusado de ser
el Intendente en las sombras y que cuenta con varios medios locales. La Capital, el diario más importante, es
de él. Algunos dicen que El Atlántico, el otro diario histórico (ahora en plena crisis), también. La idea de
atribuir la totalidad del Mal a un villano todopoderoso (en este caso Aldrey
Iglesias) es interesante para un cómic o para 678, pero en cierto punto nos deja tranquilos al resto porque
simplemente nos toca representar el papel de las víctimas de un plan diabólico
para acabar con nuestra libertad. Yo creo que la culpa de esta desidia no es de
un solo tipo, sino de los marplatenses en general, como ciudadanos y sujetos
sociales ubicados en un espacio tiempo determinado.
Tal vez el hecho de ser el balneario del país, el lugar de diversión y
esparcimiento, nos divierta y nos esparza demasiado. En Mar del Plata hay dos
corrientes de pensamiento. Están quienes ejercen una especie de chauvinismo
local y creen que, por ejemplo, cualquier evento cultural, por el solo hecho de
ser marplatense (y no por el solo hecho de ser bueno), debe ser apoyado. Para
estas personas todo debería ser marplatense: los habanos de Cuba, el whisky
escocés, los Rolling Stones, la salsa bolognesa, todo debe ser adquirido,
procesado y transformado en marplatense. Por otro lado, están las personas que
viven acá pero podrían estar en Acapulco o Nueva York. En vez de hablar de
Pulti hablan de Macri, no son ni de Alvarado ni de Aldosivi, no van al Centro
porque está lleno de gente. Creo que el Hombre Nuevo Marplatense debería
encontrar un equilibrio entre las dos posturas. Ni la indiferencia absoluta de
quien cree que la ciudad es muy poco para sus enormes pretensiones ni la interpretación
de marplatense profesional que se queja a los gritos y con el puño cerrado
porque en el Festival de Cine no hay películas marplatenses, como si fuésemos
la fucking Bollywood de la Costa Atlántica con una industria cinematográfica en
permanente ascenso.
Por último, tanto el domingo por la noche como durante todo el lunes,
se notaba una suerte de erotismo masoquista en las personas que aseguraban que
sucedían saqueos y robos que nadie podía confirmar. Como si eso que más temen,
la invasión a la propiedad privada, fuera en verdad un deseo oculto que les
permitiera despojarse no sólo de sus pertenencias sino también de la gran
estructura mental que los convirtió en monstruos verbales capaces de decir las
más grandes bajezas con tal de afirmar su pertenencia simbólica a determinada
clase. En fin. La verdad es que la policía es una fuerza que mantiene el status
quo de la elite acomodada. Deberíamos atacar las raíces de los problemas
sociales, en vez de atestar las cárceles del país.
17 comentarios:
Creo que me identifico con lo que llamarias La Mujer Nueva Marplatense, y soy de Alvarado
Lo que decís en el primer párrafo me hace acordar al sketch de Padre Progresista de Capusotto, la tensión entre la reacción instintiva y la cultura progre. Nadie puede tirar la primera piedra ahí.
No escuché radios, no puedo juzgar eso. De lo que vi, lamentable lo de la TV, llegando tardísimo, y lo más rescatable fueron las cuentas de Twitter de 0223 y Crónica de la Costa ex Atlántico, y algunos de sus periodistas, que no difundieron bolazos sino lo que podían chequear. El problema con las redes sociales es que valen tanto como tus contactos: si uno sólo sigue giles, no valen nada.
La trosqueás un poco al final, pero banco el post. Comparado con el comienzo queda un poco bipolar, pero eso nos pasa a todos y más en estos días.
Saludos
Es más fácil que madure la paranoia twitto-facebookera ante la falta de independencia y espacios periodísticos para la crónica de los hechos. Eso es innegable.
Aún así, la ciudad sufrió más de 200 saqueos. Según las autoridades, fueron poco menos de 50.
¿Según los medios marplatenses? No lo sé.
Si tuviéramos que apostar, cosa poco probable, voy pleno a las dudas que puedan surgir de la horizontalidad tecnológica por sobre el velo de papel que imprime Iglesias diariamente.
el statu quo es el que hace que se diga status quo a la locución latina statu quo.
(!)
Lei Wlalking deAd y deje de leer
Yo le preguntaría a Lisa si Apu es parte de la élite acomodada.
O le preguntaría al Corvino si un comerciante lo es. ¿Un chino es la élite?
el de arriba no entendió a lisa!, aporto un buen análisis de producción local (santafesina, ooooleee) http://periodicopausa.blogspot.com.ar/2013/12/paro-policia-saqueos-negros-democracia.html
cariños vlt.
No, los supermercados chinos no son la elite, por eso los saquearon.
apu tampoco, por eso siempre lo asaltan y ya lleva varias heridas de bala
mucho más fácil que ponerse una capucha es saludarlos, qué hacés che todo bien, y listo.
Quién saluda a personas desconocidas que por la noche toman cerveza en una esquina de un barrio mal iluminado?
Al parecer, cacho.
Te falta calle, Cacho. Si querés algún día me acompañás al Martillo, a la luz del día. Después decidís si querés venir de noche también...
yo vivo en Capital, calle Paseo Colón abajo de las galerías oscuras donde duermen cartoneros y hay gente tomando cerveza. a la vuelta es "peor", según su idea. si pasás todos los días varias veces por día por al lado dejan de ser personas desconocidas.
he bajado del colectivo a las 3 de la mañana con la guitarra y lo' pibe' tomando cerveza en una botella de coca-cola cortada a la mitad me saludan "eh, vecino! todo bien?".
los que le responden a alguien diciendo "te falta calle" son unos pelotudos. me tienen podrido los que creen que son los únicos que saben lo que es la vida.
Conozco el lugar al que hacés referencia, Cacho. Dejáte de joder. Si pensás que esos pibes tomando birras y fumando paco son marginalidad pesada, te falta patear. No me las sé todas ni me las sabré nunca. Tomáte un bondi a San Francisco Solano a ver cuánto durás.
es una pelotudez lo que decís, flaco. vos solo hablás de marginalidad pesada, aunque no veo que la pases tan mal desde tu teclado enunciador de experiencias vitales comprometidas. no creo que los pibes que copan la esquina de la casa del corvino sean demasiado pesados, si una capucha sirve para frenarlos. no creo que sean distintos a los que están en la esquina de mi casa a los cuales saludo como vecinos a los que veo todas las noches.
Me gusta.
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