viernes, 31 de octubre de 2014

Intrusos en Abbey Road


Me regalaron El sonido de los Beatles, un libro en el que Geoff Emerick, ingeniero de sonido de varios discos de la banda, explica la manera en que se realizaron varios trucos técnicos para que todo sonará diferente y mejor. Como el libro me gustó tanto (creo que es uno de los libros que más disfruté junto a Borges de Bioy), comparto algunos chismes sobre las peleas internas de la banda, que Emerick cuenta con especial énfasis.

Lennon vs. McCartney: Para Emerick John y Paul siempre fueron distintos: uno caótico, el otro metódico; uno brutal, el otro conciliador; uno instintivo, el otro intelectual. Hasta Sgt. Pepper's las diferencias eran necesarias para la evolución musical del grupo: a pesar de la distancia estética, los dos se complementaban como una pareja ideal. Según Emerick, Paul incidía más en las canciones de John que John en las de Paul (las llevaba casi terminadas y John tampoco se preocupaba mucho por ellas). A partir de la muerte de Brian Epstein, el desembarco del lsd y la irrupción de Yoko, todo se volvió mucho más denso (incluso Emerick renunció mientras se grababa el Álbum Blanco porque no se bancaba más la mala onda). A Paul no le agradaba la experimentación pasada de rosca de Lennon (odiaba "Revolution 9" y la forma abrupta en que termina "I Want You (She so's heavy)". Lennon se burlaba abiertamente de ciertas canciones de McCartney, especialmente de "Ob-La-Di, Ob-La-Da", a la que calificaba de "música para abuelas". McCartney cansó a todos intentando nuevas formas de tocar ese tema y, paradójicamente, fue Lennon el que un día, sacadísimo, se sentó al piano e inventó los acordes iniciales con los que empieza el tema. Sin embargo, en medio de esa tensión, Lennon y McCartney grabaron solos "The ballad of the John y Yoko", hicieron junto a George las preciosas armonías vocales de "Because" y tocaron, también junto a George, los solos de guitarra de "The End". Para Emerick el líder de los Beatles siempre fue Paul.   

McCartney vs. Harrison: Básicamente McCartney se la pasaba ordenando a George el modo en que tenía que tocar, hasta el punto en que él tocaba el solo del tema si así le parecía. Recién en Abbey Road, más seguro con sus aportes, George se animó a decirle a McCartney cómo tenía que tocar el bajo.

McCartney vs. Ringo: El mismo caso que Harrison: McCartney también tocaba la batería y Ringo se exasperaba con sus indicaciones.

Beatles vs. George Martin: Según Emerick, al principio la unión entre el productor y el grupo era perfecta. A medida que pasó el tiempo y comenzaron los cambios (la fama, la evolución artística) los Beatles comenzaron a desacreditar a George Martin, haciéndole saber (siempre en forma implícita) que podían hacer música sin él. A Martin le desagradaba bastante la experimentación con drogas de Los Beatles y durante una de las sesiones de Magical Mystery Tour, mientras los Beatles hacían una zapada interminable, dijo "¿Qué estoy haciendo acá?" y se fue. Emerick y su ayudante se burlaron del tono de la voz de Martin y al rato se fueron también (parece que el tono de la voz de Martin es muy gracioso porque Emerick se caga de risa todo el tiempo de eso). La etapa psicodélica de Los Beatles, post Sgt. Pepper’s, es decir Magical Mystery Touyr, para Emerick fue casi una broma pesada. En fin. Martin volvió a laburar fuerte en Abbey Road, en los arreglos de "Because" y la suite de Paul.

Lennon vs. George Martin: Emerick describe a Lennon como un "chabón" (aunque también dice que exageraba su faceta de "chico rudo", ya que se había criado con una tía y no había tenido una infancia tan dolorosa como la que planteaba). Tal vez por esa diferencia social con Martin, Lennon se le reía en la cara y desde siempre manifestó, sin pelos en la lengua, cuando no estaba de acuerdo con las ideas del productor, al que llamaba en sorna "Henry" (su segundo nombre).  

McCartney vs. George Martin: McCartney era el que más interesado estaba en la parte técnica y durante buena parte trabajó codo a codo con George Martin. Pero cuando las cosas empezaron a ponerse feas, en una de las interminables sesiones de "Ob-La-Di, Ob-La-Da", llegaron a insultarse.

George Martin vs. Emerick: Emerick maneja la honestidad brutal y sus palabras con respecto a su relación con George Martin no son la excepción: le agradece haberlo elegido para trabajar junto a Los Beatles, pero también comenta que el productor siempre quiso silenciar los aportes del equipo de sonido, haciendo de cuenta que todos los avances técnicos de Los Beatles le pertenecían a él. También se ríe, cómo no, del tono de su voz y de sus costumbres puritanas (por no darse cuenta que Lennon estaba en ácido, un día lo dejó deambulando solo en la terraza). Emerick cuenta que que cuando venían periodistas de televisión a hacer notas, Martin le pedía que saliera del estudio. 

Emerick vs. Lennon: Emerick es durísimo con Lennon. Su amistad con McCartney tal vez haya pesado a la hora de escribir el libro. Emerick pinta a Lennon como a un gran artista, pero también como un tipo violento, inseguro y cruel. El Lennon de Emerick por momentos es un psicópata peligroso. Emerick no duda en mostrarse totalmente disgustado con algunas canciones. Por ejemplo dice que "Come Togheter" era bastante mala y por poco afirma que "I'm the walrus" se salva por los retoques sonoros que él añadió. Se regodea en las dificultades de Lennon para expresar sus deseos artísticos y se muestra indignado con todo lo que tiene que ver con Yoko (bueno, en eso puede que tenga razón). Sin embargo también reconoce que Lennon fue el único que le pidió que se quedara cuando renunció y que cuando estaba de buen humor, podía ser genial.

Emerick vs. Ringo: La semblanza que hace Emerick de Ringo es lapidaria: lo describe como alguien callado y desconcertante, muy lejos del humorista nato que todos recordamos. Emerick dice que nunca pudo entablar una conversación con Ringo y destroza sus aportes al grupo. También cuenta que fue reemplazado por otro batero durante la grabación de “Love me do”. Se refiere varias veces a sus complicaciones para hacer un simple redoble (algo de lo que el mismo Ringo se burló diciendo que sus redobles tenían el sonido de una persona cayéndose por una escalera). Eso sí, es muy emotivo cuando recuerda la sesión en la que Ringo cantó "With a Little Help from My Friends", con los tres miembros restantes del grupo alrededor, motivándolo para que lo hiciera bien.  

Emerick vs. Harrison: Otro que cae en la volteada del Ingeniero. Hasta "Something" y "Here comes the sun", para Emerick todos los aportes de Harrison fueron malos o aburridos. Emerick se complace en contar lo mucho que le costaba a Harrison hacer un buen solo (literalmente cada vez que tenía que hacer uno entraba en crisis) y la indiferencia de los demás beatles hacia sus temas (mientras los de John y Paul recibían la atención de todos, los de Harrison los hacía él solo).

Yoko vs. Todos (menos John): La llegada de Yoko contada por Emerick es especialmente desopilante y llega a su punto máximo cuando durante la grabación de Abbey Road Lennon llevó una cama al estudio y Yoko permaneció ahí acostada (recibiendo visitas) hasta que terminó de grabarse el disco. Emerick cuenta la irritación de todos cuando Yoko dijo que un tema debía ser tocado más rápido. Los Beatles eran muy maniáticos con su comida. Un día estaban todos en la consola y George Harrison vio como Yoko se comía sus galletas digestivas. La recontra cagó a puteadas.

Para el final transcribo el testimonio de Emerick sobre la grabación de los solos de guitarra de “The End”:

“(…) durante la hora que tardaron en tocar aquellos solos, toda la mala sangre, todas las peleas, toda la mierda que había separado a los tres antiguos amigos quedó olvidada. John, Paul y George parecían haber retrocedido en el tiempo, como si volvieran a ser niños, tocando juntos por puro placer. Me recordaron a unos pistoleros, con las guitarras colgadas, la seguridad de acero en sus miradas, decididos a superarse el uno al otro”.


miércoles, 29 de octubre de 2014

El tráfico de monos


El electricista contó que se fue a Córdoba a participar de una carrera de bicicletas y paseó por una reserva de monos.

Los monos de la reserva son recuperados del oscuro mundo del tráfico ilegal de monos. Estos monos han pasado por situaciones graves y en la reserva pueden andar libremente entre las personas. 

Los traficantes de monos drogan o emborrachan a los animales y se los ofrecen a sujetos desprevenidos propensos a comprar monos. 

Para anestesiar a los monos, los traficantes utilizan vino tinto Carcassonne y porro paraguayo. 

Los sujetos desprevenidos compran el mono creyendo que es un animal cariñoso, diligente y educado. Sueñan con que el mono les haga las tareas del hogar durante la semana y los divierta con piruetas aprendidas en el circo los domingos aburridos y lluviosos.

Cuando el mono sale del letargo narcótico y entiende que se encuentra en cautiverio empieza a cometer diversas atrocidades: escupe a los invitados, se masturba frente a las vecinas más distinguidas del barrio, hace sus necesidades sobre manteles y sábanas de seda, agrede a los niños, rompe platos, vasos y tazas, se toma el whisky más añejo, mete al gato en el lavarropas, se prueba los trajes del padre de familia, cambia la página de inicio de Google Chrome y rompe la cortina de la ducha. 

Los dueños, desesperados, intentan deshacerse del mono rabioso, pero nadie se quiere hacer cargo, por lo tanto intentan devolverlo a quien se los vendió. El traficante de monos lo acepta sólo si, además del mono, le dan la misma suma de dinero por la que se lo compraron.

Con solo tener un mono, un traficante puede vivir toda la vida, ya que el mono le retribuye dinero ida y vuelta infinitamente. Hay traficantes de monos que han llegado a vender tres veces en una semana al mismo mono. Quienes han querido denunciar la práctica se han encontrado con una gran red que encubre y promueve secretamente el tráfico ilegal de monos.

Un mono puede llegar a costar entre 6000 y 10000 pesos. Aunque los hay también más caros o más baratos (en algunos casos los venden moribundos o con enfermedades terminales), en dólares o reales (el mono brasilero es más prestigioso que el argentino).

Además de los sujetos desprevenidos propensos a comprar monos, los traficantes de monos se aprovechan especialmente de las personas: a) solitarias; b) inservibles; c) que durante los 80 gustaron de ver películas con monos inteligentes o simplemente pícaros, que viajaban al espacio o jugaban al básquetbol; d) que son de Boca y tuvieron un póster en el que un mono acompañaba o sustituía a Navarro Montoya; e) que desean abrir un pequeño zoológico; f) que no distinguen mascotas de animales salvajes; g) que se encuentran aburridas, no saben qué hacer y de repente dicen "me voy a comprar un mono"; h) que fantasean con comerse un mono a la parrilla o al horno.  

El electricista contó que en la reserva prohíben que los visitantes se acerquen demasiado a los monos, ya que estos se encuentran resentidos y decepcionados con los seres humanos. Una turista desoyó la orden y comenzó a sacarle fotos con el celular a un mono diminuto y simpático. El mono soportó los flashes un rato hasta que tomó el celular y se lo llevó a la cima de un árbol. Una vez arriba, sentado en una rama, empezó a golpear el celular contra el tronco hasta romperlo en mil pedazos. La turista empezó a llorar y a pedir auxilio. Para recuperar el chip los reservistas tuvieron que darle al mono media docena de bananas de alta calidad.    


martes, 28 de octubre de 2014

Arbitrariedades sobre Eduardo Mateo


1) Lo que más llama la atención de Mateo solo bien se lame es la originalidad de sus escasos y efectivos recursos técnicos. Aunque la grabación parece muy precaria, el sonido despojado y un par de buenos trucos logran que el resultado sea tan sencillo como sorprendente. El ritmo de los temas remite al candombe y la bossa pero la guitarra tiene un espíritu beatle; la percusión se dirige tanto hacia la tradición rioplatenses de la que Mateo es uno de sus principales cultores (los tambores) como a la generación flower power (el eco de los golpes y el surrealismo natural de las letras sumerge las canciones en un mar proto-psicodélico). El disco documenta a Mateo hablando antes del inicio de las canciones ("Yulelé", "Uh qué macana") o haciendo varias tomas en falso ("De nosotros dos"). Lo que en otro artista sería desprolijidad en Mateo es esencial. Pero más allá de todo lo que se puede decir sobre Mateo solo bien se lame (que más bien es poco, repetitivo y al pedo) el disco es legendario porque las canciones son inmediatas y frescas como una mañana soleada de otoño.    

2) Alguna vez Spinetta se enfureció muchísimo porque un periodista dijo que era una mezcla de Lennon y Caetano Veloso. Según Spinetta, decir eso significaba que el periodista deseaba ser garchado por Lennon, Caetano y él. Es interesante recordar estos improperios spinetteanos ahora que es una estampita y se lo confunde con un ángel o un duende. Creo que Spinetta es un artista aún más urgente y necesario en su real dimensión que en su estereotipo lavado para consumo masivo. En fin. El enojo permitió advertir hasta qué punto un genio se convierte en un ser autoritario que pretende, no sólo que lo elogien, sino que lo hagan en los parámetros que él determina. En otro orden de cosas: supongo que ser comparado con Lennon y Caetano Veloso, como la suma perfecta de esas dos sensibilidades, es lo más increíble que le pueden decir a un músico, pero a Spinetta le parecía que lo estaban bardeando. A Eduardo Mateo también se lo comparó mucho. Especialmente con Syd Barret y aunque efectivamente no tienen nada que ver, es innegable que forman parte de una serie maldita y dolorosa de grandes artistas absolutamente desquiciados. Es decir que las semejanzas, más que musicales son psicológicas. Escuchando a Mateo, del mismo modo que cuando escuchamos a Daniel Johnston o al mencionado Barret, a veces sentimos que estamos trasformando una tragedia personal en un estúpido mito pop.

3) La otra comparación a la que se suele hacer referencia para explicar a Mateo es la de Tanguito. Dado el carácter mítico y border de los dos artistas el paralelismo es entendible, pero con profundizar sólo un poco las diferencias son enormes. Tanguito parece el embrión de un gran artista que nunca llegó a la cima de sus potencialidades. Algo similar sucede cuando leemos a Caicedo: más que por lo que escribió, uno se maravilla por lo que podría haber escrito. Eduardo Mateo, en cambio, a pesar de sus dificultades, logró armar una obra reconocible y es el lugar en el que se cruzan los artistas más destacados de la música uruguaya, desde Jaime Roos y Drexler hasta Leo Masliah y Franny Glass. Por ejemplo ese estilo de voz seca y que se regodea en su poca expresividad recorre un gran espectro de compositores uruguayos y no existiría de no ser por Mateo.  

4) Hace poco, leyendo una antología sobre la Alt. Lit. (la nueva literatura norteamericana) pensé en la cantidad de personas que, en la última década, escribieron cuentos con un estilo idéntico al de esos escritores sin darse cuenta que pertenecían a ese supuesto movimiento. Es decir que a veces determinadas corrientes culturales y contextos sociales hacen que en diferentes lugares del mundo se produzcan cambios estéticos al mismo tiempo, que más que con las características irrepetibles de ciertos individuos, tienen que ver con lo que consumen y usan esos individuos. Algo de eso pasó con Almendra, Os Mutantes y El Kinto. Cada uno tomó la vertiente más experimental del rock and roll y la fusionó con la música urbana de sus ciudades. Almendra con el tango, Os Mutantes con el samba y la bossa, El Kinto con el candombe. Circa 1968 es un discazo y un verdadero dream team (además de Mateo estaba Rubén Rada).

5) La discografía de Mateo es desprolija y confusa. Incluso observando detenidamente la cronología de sus discos cuesta entender el orden y el criterio. Entre uno y otro disco solista pasan décadas (Mateo solo bien se lame es del 72 y Cuerpo y Alma del 84). Hay recopilaciones con canciones en vivo que no parecen ser de consola, sino grabadas de aire (las de la serie La máquina del tiempo, que encima incluye dos discos de estudio: Mal tiempo sobre Alchemia y La Mosca). A pesar de sus conocidas imposibilidades para coordinar con la Industria, en Mateo hay una falta de coherencia que se convirtió en un amateurismo deliberado. Como dando la razón a quienes dicen que el estilo es la suma de los defectos.

6) Todo gran artista tiene su etapa Say No More, el disco, el libro o la película del que nunca se sabe del todo si es una porquería o una obra maestra. En la discografía de Mateo ese disco es La Mosca, lo último que grabó antes de morir (1990). Yo creo que es una obra maestra. La Mosca muestra hasta qué punto Eduardo Mateo mantenía la mente abierta a nuevos sonidos y conceptos artísticos. Y esa apertura, además de estar relacionada con su curiosidad, también tiene que ver con algo más literal y cruel, con la idea de un tipo al que le están haciendo una lobotomía y se escapa en mitad de la intervención quirúrgica. Si uno viene de Mateo solo bien se lame o sus colaboraciones con Cabrera o Trasante, La Mosca es un baldazo de agua fría. Acá Mateo juega con la artificialidad de los sintetizadores y la frialdad futurista de las programaciones, la tecnología de los 80 que se iba a perfeccionar en la década siguiente. En ciertos tramos del disco (sobre todo en la introducción de ciertas canciones: "El trompo loco", "Juntos podemos llegar", "No hay vuelta de hoja") la arquitectura musical remite increíblemente al Spinetta hermético de Don Lucero o las piezas más inabordables de Peluson Of Milk (pienso en "Domo tu", "Bomba azul"). Las letras hablan de moscas, extraterrestres y robots. Una mezcla rara de cosmología disparatada y ciencia ficción artesanal. El gran problema es la voz de Mateo, por momentos grotesca, totalmente diferente a la de otros discos en los que conservaba cierta dulzura y gracia. A su favor podemos decir que con un par de audiciones la molestia se supera y podemos prestarle más atención al ingenio de las letras y la estructura imprevisible de la música.     

7) Algunos grandes compositores no son grandes cantantes o intérpretes de sus propias canciones. Como Jobim tuvo a Elis Regina, Mateo tuvo a Diane Denoir, que grabó sus temas a principios de los 70. Su disco fue redescubierto hace unos diez años y tuvo su edición en cd. Las versiones de Denoir se inclinan hacia la bossa nova y la chanson francesa (no la de Roland) y son un buen modo de iniciarse en la obra Eduardo Mateo porque la selección incluye sus temas más conocidos (“Esa tristeza”, “Mejor me voy”).   

8) Hay muchas anécdotas sobre Mateo. Como sucede con Borges, la persona dio paso al personaje y ya no se sabe exactamente cuál de las cosas que se cuentan sobre ellos son ciertas. La anécdota que más me gusta es cuando Mateo, en medio de un recital, dijo que era el momento de un solo de guitarra y abandonó el escenario dejando la guitarra parada junto al pie del micrófono. El público aplaudió la ocurrencia. Y Mateo no volvió más. 


lunes, 27 de octubre de 2014

Todo lo que querías saber sobre una película que nadie quiere ver y un músico al que nadie quiere escuchar


La película se llama Space Station 76. Está dirigida por un tal Jack Plotnick. Lo busco en Google: también es actor de reparto y su cara de yanqui bobo (estilo Adam Sandler) me suena lejanamente conocida de alguna serie o película de cuarta línea.

Me fijo en Wikipedia y nació un 30 de octubre, el mismo día que Maradona. O sea que puede ser un genio, aunque no existirían pruebas concluyentes sobre la probabilidad de que los nacidos un 30 de octubre sean genios, sino más bien todo lo contrario.

Space Station 76 es una película de este año pero nadie le prestó atención. En IMBD le dan un puntaje de 4,9. En Filmaffinity tiene un 4,1 y sólo dos críticas lapidarias. En una de ellas encontré una frase de una contundencia sintáctica admirable: "Sólo escribo críticas de las películas fáciles de analizar, por no extenderme demasiado. Esta es muy fácil: No pasa NADA". Me hizo acordar a ese cartel burocrático que Levrero menciona en La novela luminosa:   

NO HAGA COLAS 
INNECESARIAS 
SI CONCURRE EN
EL HORARIO 
INDICADO EN EL 
TIQUE
-NO ANTES-
INGRESARÁ SIN 
DEMORA

Space Station 76 me parece la mejor película del 2014. Es más: me pareció genial. "Genial" es un término que uso con mucha frecuencia para ser verdad. Los protagonistas son bastante conocidos (Patrick Wilson y Liv Tylor) pero la película, evidentemente, se hizo con un muy bajo presupuesto. En la época de estreno de The Blair Witch Project se decía que la película se había hecho con 15.000 dólares. Recuerdo que Chris Rock, en un monólogo, se preguntaba qué habían hecho con los otros 14.999 dólares.

Space Station 76 está ambientada en los 70 y cuenta los entretelones de los habitantes de una nave espacial. Los criterios estéticos parodian y rinden homenaje a las películas de ciencia ficción de aquella época (por ejemplo el pasillo de la nave es igual al de Solaris). Los personajes principales son queribles a pesar de sus defectos, hay situaciones que provocan risa y angustia. Todo se mantiene en un extraño híbrido, a mitad de camino entre la dulzura y el cinismo, lo que otorga a la película un matiz relajado, como si estuviéramos escuchando soft rock en un sillón blanco y muy cómodo (de hecho todo el tiempo suena soft rock y música de ascensor).   

Jack Plotnick utiliza la ciencia ficción como una excusa para hablar y explicar los resortes íntimos del amor, la soledad, la amistad, el sexo, la incomunicación, el aburrimiento, la homosexualidad, la heterosexualidad, los prejuicios, la niñez, los meteoritos, el rol de la mujer en la sociedad moderna, las jerarquías, la gravedad, la psicología, el matrimonio, el espacio, la tristeza y los robots.

Si las películas tuvieran parientes, Space Station 76 sería la prima lejana de Adiós Querida Luna

La película abre, se desarrolla y cierra con alguno de los mejores temas de Todd Rundgren ("Hello, it's me", "I Saw the light"). Durante los 70 Rundgren fue un afamado productor (Patti Smith, New York Dolls), se peleó con John Lennon y grabó discos sorprendentes en los que se paseaba con naturalidad por una gran variedad de estilos mientras hacía alarde de sus conocimientos en el estudio y tocaba todos los instrumentos. Recomiendo el doble Something/Anything (1972) y The ever popular tortured artist effect (1982), con sonidos muy ochentosos. También tiene otro disco más experimental y rockero llamado A Wizard, A True Star (1973), que a simple vista no se puede escuchar pero tiene un montón de temazos. Actualmente es parte de la banda estelar de Ringo Starr. Es el padrastro de Liv Tylor.

Una de las mejores y más inquietantes leyendas del rock dice que Mark Chapman en realidad quería matar a Rundgren. Se le cruzaron los cables y mató a Lennon.    


viernes, 24 de octubre de 2014

Utilidad y supervivencia de los poetas en caso de un Apocalipsis Nuclear


Hay un cuento de Bolaño que se llama "El hijo del coronel". Está en El secreto del mal, uno de sus libros póstumos. Es, básicamente, un narrador contando una película de zombies muy mala (probablemente inexistente). Uno lo imagina a Bolaño mirando la película en su casa de Blanes (o donde mierda viviera), con la luz apagada, el volumen del televisor muy bajo y sus hijos y su esposa durmiendo en  sus habitaciones y ya el cuento empieza a ganar desde el vestuario, como dicen en el fútbol cuando un equipo hace un gol al toque. Si uno se llama Roberto Bolaño existe la posibilidad de hacer buena literatura contando películas malas. En fin. La cuestión es que el otro día vi una película muy mala y me acordé de ese cuento.

Para que no me guste una película mala tienen que pasar muchas cosas desastrosas. Por ejemplo que todo esté cargado de solemnidad. Por ejemplo que no haya humor o que el humor no provoque risas.

La película era de ciencia ficción para adolescentes (esto lo supe recién cuando la empecé a ver aunque en mi contra puedo decir que lo sospechaba). La historia está ambientada en un futuro más o menos próximo o en un presente alternativo. Trata sobre el último día de clases de una Secundaria en la que se enseña a los alumnos a ser filósofos. O sea que los alumnos son aprendices de filósofos. Todo lo que dice el profesor es puesto en tela de juicio. La última prueba se desarrolla en un espacio virtual en el que ocurrirá un Apocalipsis Nuclear. Al parecer esto ocurre en la mente de los aprendices de filósofos, que, al igual que otros grandes filósofos de la historia, como Juan José Sebreli o José Pablo Feinmann, han desarrollado una imaginación sofisticada que les permite ver más allá. O incluso ver lo que no existe.

El lugar cuenta con un refugio anti nuclear con espacio para diez personas. Como los estudiantes son veinte, deben eliminarse entre sí según el rol que les ha tocado (el profesor les pasa un papelito con un rol). La condición para sobrevivir es ser útil en una Humanidad post apocalíptica. Entonces cada alumno dice su profesión. Uno es ingeniero. Otro carpintero. Otra es un soldado. Otro es médico. Otro verdulero. Y así hasta que uno dice “Yo escribo poemas” y el profesor le pega un tiro en el medio de la frente, sin dudar un segundo.

Ante el horror del resto de los alumnos, el profesor explica que era obvio que no iban a necesitar un poeta en un mundo post apocalíptico. Yo no sé qué es necesario en un mundo post apocalíptico, pero creo que lo mató al pedo, porque una de las virtudes más claras de los poetas es encontrarse. O sea que después del Apocalipsis Nuclear, seguramente muchos de los otros sobrevivientes, a pesar de tener profesiones dispares, se iban a dedicar a escribir poesía. Los poetas siempre existen (y lo digo en sentido literal, sin el más mínimo espíritu romántico; tal vez se trate de una verdad romántica, per se). Esto es algo que no sucede ni con los novelistas ni con los cuentistas ni con los ensayistas. En toda ciudad, en todo pueblo, en toda aldea en la que vivan más de cinco persona, hay un grupo de poetas. Por ejemplo en Mar del Plata, una ciudad que no tiene una gran tradición literaria, creo que puedo mencionar a diez o veinte poetas de una, sin dudarlo mucho. Si me piden que mencione diez o veinte cuentistas o novelistas no tengo la más puta idea.

Hay personas que saben que escribo pero desconocen exactamente qué escribo. Entonces, supongo que por cordialidad y creyendo que me hacen feliz, me preguntan si sigo escribiendo y muchas veces me preguntan si sigo escribiendo poemas. Es que para muchos escribir es escribir poesía. Entonces, lastimosamente, de una manera casi indigna, intento reparar ese dramático malentendido y les digo que no escribo poesía, intento explicar qué escribo y tampoco sé cómo explicarlo y ya la otra persona (a quien en realidad no le interesa qué escribo sino que pregunto del mismo modo que se habla del clima en el ascensor) empieza a mirarme raro y a arrepentirse de su pregunta y probablemente de su vida. Y todo es horrible y confuso. Como un poema malo.

Sería mejor decir que escribo poesía para que la conversación termine ahí pero me suena a delito moral. Es como ser pintor de casas y que te confundan con Picasso.

Volviendo a Bolaño: él se denominaba poeta y quería ser reconocido como tal. Tenía una visión romántica, casi excesivamente romántica de los poetas. Sin embargo la mayor parte de los lectores reconoció a Bolaño como narrador y subestimó su poesía. De todas maneras se las arregló para que varios de sus mejores relatos o novelas estén protagonizados por poetas que pasan miles de penurias (nadie los ama, nadie los lee, no tienen comida) y siempre siguen adelante, como si de verdad fueran las únicas personas aptas para sobrevivir un Apocalipsis Nuclear.

A mí sí me gustan los poemas de Bolaño. Hablan de acontecimientos y sensaciones que suceden en el desierto, el lugar que Bolaño prefiguró, tal vez, como la suma total de los territorios latinoamericanos. Después hay otro largo poema en el que Bolaño sueña con escritores (Macedonio, Kafka) y los ubica en escenas fantásticas. También hay otro poema que se llama "Lisa", donde una chica le cuenta por teléfono a su novio o ex novio que se garchó a otro tipo. Esa escena (dos amantes hablando por teléfono) aparece en distintos momentos de la obra de Bolaño, siempre desde una perspectiva distinta. Otro poema simplemente dice:

En el centro del texto
está la lepra.
Estoy bien. Escribo
mucho. Te
quiero mucho.

Me olvidaba: la película se llama The Philosophers. Al lado del que la hizo, Cris Morena es Lucrecia Martel y Lucrecia Martel es Kurosawa.


miércoles, 22 de octubre de 2014

Seguridad Industrial



Ahora que volvió a instalarse el tema de la "inseguridad" (el efecto lógico y aterrador de un sistema desigual y cínico) los debates sobre cómo se tiene que frenar están a la orden del día. El miedo a que nos maten o hagan lo propio con un ser querido nos hace pensar que existe una solución ideal, ya sea súper progre (limpiar la policía) o de derecha (limpiar las villas).

Desde hace años hay gente que dice que tiene que volver el servicio militar. Como esa idea finalmente no se la creyó casi nadie, en algunos debates recientes se habló de una medida un poco más suave pero en la misma dirección: que debían abrirse más colegios industriales para que los marginados no se conviertan en pibes chorros y, en vez de robar por ahí, se dediquen a pasar sus días haciendo banquitos chuecos en los que no se puede sentar nadie.

Cuando escuché por segunda o tercera vez esta idea Industrial para acabar con la Inseguridad me reí mucho.

Yo fui tres años al Industrial, desde los 13 a los 16 años, hasta que por suerte repetí y me cambié de Escuela. Aunque la pasé bien, conocí amigos copados y creo que asimilar oficios desde chicos es importante, puedo asegurar que nunca sentí tanta Inseguridad como adentro del fucking Industrial.

Como siempre fui introvertido era un número puesto para que me mataran (más o menos literalmente). El Industrial al que fui era como una pequeña cárcel, con sus kapangas merodeando los recreos (los temibles repetidores) a los que si no les gustaba tu cara, te la rompían en diez pedazos. El patio era como el Estadio Azteca y a veces atravesarlo de punta a punta era como meterse en una Plaza peligrosa a las doce de la noche.

En el Industrial vi pibes metidos adentro de un tacho de basura con los pantalones bajos, vi profesores escupidos en la cara, otros que escapaban llorando, vi chicas más manoseadas que Isabel Sarli en Carne, vi todo un colegio cagar a patadas a un pibe al que le habían hecho caño con una lata de Coca Cola aplastada. Pero nada de eso se compara con el terror psicológico que creaban los que tenían la batuta. Era como una película yanqui sobre grandulones que le quitan la comida a los más chiquitos, pero sin final feliz. Es verdad que todos los colegios secundarios tienen más o menos esa dinámica, pero les puedo asegurar que el Industrial, con mayoría de proto-hombres aislados de las mujeres y en ebullición hormonal permanente, todo esa violencia contenida es una olla a presión que explota todos los días.

Afortunadamente me acoplé a un grupo de personas similares a mí pero más populares y pude pasar desapercibido. En el Industrial, como los personajes de Walking Dead que se enfrentan a zombies hambrientos, aprendí que la única posibilidad de que no te coman es convertirte vos mismo en un cazador. Así que durante esos años aprendí a humillar a los débiles, a referirme a las mujeres como si fueran objetos, a cagarme a trompadas para matar el ocio, a sentirme avergonzado por tener sentimientos, a intentar no destacarme en ninguna materia, a denigrar a los homosexuales, a los nerds, a los que no eran como se suponía que tenían que ser. Y lo peor de todo es que todavía tengo insertado ese chip: a veces pienso que fue una experiencia necesaria para desenvolverme mejor en la jungla urbana.    

Recuerdo que durante un par de meses de algún año llegó un pibe al que lo habían echado del Arturo Illia por no querer darle la mano a Elio Aprile en un acto. La situación era extraña y nadie quería decir exactamente qué había pasado. Además él se negaba a hablar, lo que le otorgaba todavía más misterio al episodio. Por ese entonces, Aprile era el Intendente de la ciudad, un poeta cursi y radical que después terminó volando por la época de los cacerolazos. El Arturo Illia es el colegio modelo de Mar del Plata, un lugar diseñado para que sus alumnos se transformen en adultos brillantes e insoportables. Para nosotros, un pibe del Illia era un ganso sofisticado, alguien propenso al Teatro, los tallarines y la educación cívica. Como era más inteligente que todos, le aplicaron un bullying tremendo hasta que se fue (probablemente se cambió a una escuela mejor). Yo no le hacía nada pero debido a mi cobardía actuaba como cómplice: me callaba la boca y en algunas ocasiones le festejaba los chistes a los que lo aturdían. En el fondo lo admiraba por su presunto desacato. 

¡Imaginen un tecladista de rock progresivo que cae en un nido infecto de sucios punkies! Bueno, eso era el pibe del Illia en el Industrial.


Había algo que me llamaba la atención del chico nuevo: se quejaba de las burlas de un modo paternal, sin rabia ni angustia. Era como un abuelo retando a sus nietos. Hasta que un día tuve una revelación. Él estaba sentado solo adelante y, siguiendo la tradición de los alumnos del Illia, le indicaba al profesor cómo debía seguir la clase. Mientras, soportaba estoicamente los arrebatos de la barbarie. De pronto se dio vuelta y en vez de decir algo, hizo un gesto con su cara, un híbrido de resignación y lástima. Ahí me di cuenta: más que las escupidas y los papeles que le rebotaban en la cabeza continuamente, lo que le molestaba de nosotros era la estupidez.

martes, 21 de octubre de 2014

Ocho comentarios sobre Richard Linklater y Boyhood


1) Alguna vez le preguntaron a Quentin Tarantino qué películas le hubiese gustado dirigir de las estrenadas entre los años 1992 y 2009. En una lista repleta de nombres orientales y ciertos referentes del cine norteamericano, mencionó Rebeldes y Confundidos, de Richard Linklater. La película, ambientada a mediados de los 70, cuenta el último verano antes de ir a la Universidad de un grupo de jóvenes, una maravillosa oda a la amistad, el porro y el rock. Tarantino dijo que si uno la miraba cada tres o cuatro años los personajes se convertían en tus amigos.

2) Que Tarantino (paladín del cine violento) reconozca el encanto de las películas de Richard Linklater (paladín del cine sentimental) me pareció un altísimo gesto ético. Un poco como cuando Borges elogiaba la poesía de Martínez Estrada o Riquelme y Ramón Díaz se tiraban flores antes de los clásicos.

3) Linklater es un director de culto (dirigió Slacker, hito del cine under noventoso) pero, tal vez por mantener un pie en el cine comercial, no le demanda mucho a los espectadores. No es como Jarmusch y David Lynch, de los que sentimos la necesidad de ver todas sus películas porque creemos que estamos ante obras de arte tan grandiosas que sólo se puede entender en su totalidad y no fragmentariamente. Linklater hace películas grandiosas pero las esconde detrás de comedias románticas y películas sobre adolescentes que se preparan para la vida adulta.  

4) Linklater debe ser el tipo al que mejor le sale ser genuino. Como le sucede a Tarantino, en las mejores películas de Linklater es normal que los personajes traspasen la pantalla.

5) Boyhood, su última película, fue filmada durante doce años (39 días de rodaje desde el 2002 hasta el 2013). Los actores principales (y varios de los secundarios) son los mismos. Básicamente es el recorrido de un niño, de la infancia hasta la incipiente adultez, con todos los problemas que tiene en el medio. El padre es interpretado por Ethan Hawke y el papel de la madre lo hace Patricia Arquette. Las dos actuaciones son muy buenas, igual que la de Ellar Coltrane (el hijo, Mason). Lo que más llama la atención es el modo en que van cambiando a través de los años y lo incómodo que debe ser que millones de espectadores lo vean alrededor del mundo. En una escena Mason critica facebook y el modo de vida actual, donde las pantallas son espejos permanentes de nuestras vidas privadas. La paradoja es crucial dicha desde la boca de un actor que pasó toda su vida frente a una pantalla.  

6) Hay una apuesta política en el trabajo de Linklater y no me refiero a sus expresiones explícitas sobre funcionarios yanquis o temas candentes (Bush, Obama, guerras), sino al hecho de que en pleno auge de lo inmediato, el tipo se haya tomado doce años para hacer una película. Y lo mejor de todo es que le salió bien. A veces muchos artistas tienen intenciones admirables y estrategias sofisticadas pero les salen cagadas sin nombre. A Linklater le salió una película con la que uno puede llorar, cagarse de risa y hasta ser indiferente, porque dura tanto que en determinado punto más que viéndola, estamos conviviendo con Boyhood. Funciona más como una serie de secuencias que como una obra. No porque no sea una obra sino porque de ese modo permite eludir ciertas interpretaciones solemnes sobre el paso del tiempo y clichés de ese tipo.    

7) Se nota que Linklater es alguien que tiene muchas ideas. Sus películas suelen estar sostenidas principalmente por los diálogos, que en algunos casos toman la forma de pequeños ensayos sobre la sociedad y el ser humano. De hecho Despertando a la vida, una de sus películas más famosas, es una serie de conversaciones filosóficas. Boyhood mantiene ese tono casual en el que una charla cualquiera puede convertirse en un conjunto de teorías, información asombrosa o declaraciones de principios. Esta tendencia a veces puede pasarse de rosca y en muchas ocasiones termina en excesos de cursilería o discurso progre. Los personajes de Linklater (y él por asociación) a veces parecen estudiantes de Filosofía de primer año, de esos que todo el tiempo quieren discutir amablemente y decir en voz alta su insoportable y aburrido punto de vista. Pero todo ese componente emotivo y ñoño Linklater lo equilibra con su oído absoluto para plasmar diálogos más secos y coloquiales, generalmente a cargo de sus personajes jóvenes. Los diálogos entre Mason y sus amigos son imperdibles.


8) En los últimos años, Sebastián Ortega hizo Graduados y Viudas e hijas del Rock And roll, comedias costumbristas cuyo trasfondo es la cultura rockera. Para remarcar ese eje temático invitó un par de veces a algunas súper estrellas para que actuaran haciendo de sí mismas. Linklater también ama el rock pero hace algo mucho más arriesgado: pone a sus personajes a discutir sobre rock. A mí me encantaría una comedia argentina en la que los personajes discutieran sobre cuál volumen de Pappo's Blues es el mejor. En Boyhood hay una escena muy linda en la que el padre le regala a su hijo un compilado en el que reunió las carreras solistas de los cuatro beatles. La película, además, es un paseo por el rock de la última década. A Linklater le interesa todo tan poco que empieza con un tema de Coldplay.    

lunes, 20 de octubre de 2014

Ocho comentarios acerca de River Plate


1) La opinión pública del fútbol (periodistas, hinchas, jugadores, entrenadores) siempre está diciendo que no se juega a nada, que los equipos no dan tres pases seguidos y que nadie se arriesga por miedo a perder. Cuando un equipo como River tiene una idea clara, hace una apología permanente del juego asociado y arriesga en todos los partidos, la misma opinión pública del fútbol se relame esperando que el equipo se caiga. Y apenas tiene un semi-tropiezo decretan “el fin de la mentira”. La felicidad por la desgracia ajena es un tumor maligno que está haciendo mierda al fútbol.

2) Todo equipo brillante tiene un momento de declive. Creo que River pasó ese declive con bastante entereza, hasta convertirlo en una simple meseta. Empató varios partidos seguidos, quedó afuera de la Copa Argentina, pero no perdió nunca. Se sobrepuso a canchas inundadas contra equipos que jugaron a que no jugara, estadios en los que se cortaba la luz y ausencias muy significativas (por lesión o convocatoria faltaron nada menos que Kranevitter, Vangioni y Teo).

3) Gallardo no sólo se viste bien y aprendió a hablar con sujeto y predicado, también demostró una capacidad sorprendente para hacer los cambios precisos, preservar el resultado cuando hacía falta (contra Newell's) y pisar el acelerador cuando la situación lo amerita. Aunque tiene la soberbio de los ganadores (para él, los rivales prácticamente no existen) no es demagógico ni ególatra. Eso ya es un paso adelante.

4) Las idas de Bianchi y Ramón Díaz (dos multimillonarios que pueden estar el resto de sus vidas sin trabajar) hicieron mucho bien al fútbol. Se acabaron los planos eternos de sus rostros y sus declaraciones petulantes después de los partidos. Arruabarrena y Gallardo no pueden cambiar el mundo, pero por ahora marcan el camino de un fútbol un poco más discreto y noble. 

5) Con el agotamiento físico de los partidos cada tres días y los recaudos exagerados de los rivales, parecería que la etapa en que River ganaba brillando ya pasó. Ahora gana bien pero por momentos nos inclinan la cancha (de todas formas no hubo ningún equipo superior a River en los 90 minutos). Y esto no hizo más que acrecentar el gran nivel de Barovero y de casi todos los defensores. Funes Mori era un chiste y hoy es un tipo que te juega de 3, desborda y mete un centro. Vangioni y Mercado están pasando el mejor momento de sus carreras. Maidana es una muralla. Pezzella entra y le mete un gol a Boca. Si empiezo a escribir sobre los que juegan del medio para arriba muero de un exceso de gallinismo.

6) Contra Belgrano no era un partido más. Aunque por momentos se complicó, River terminó goleando al equipo que hace muy poco nos mandó al descenso. La conducta de Olave es de una miseria humana sorprendente.

7) Da la impresión que el buen funcionamiento de River obligó a los demás equipos a intentar jugar mejor. Cuando Vélez o Newell's jugaban bien, no tenían la fuerza necesaria para iniciar una corriente positiva que arrastrara a los demás. River es tan grande que le sube el nivel al fútbol argentino en general.


8) Muchos pensarán que los hinchas de River estamos festejando por adelantado, que nos creemos campeones. Nada que ver. La felicidad es porque el equipo volvió a jugar bien después de muchísimo tiempo. Los campeonatos van y vienen. Además, ya tenemos un montón. 

domingo, 19 de octubre de 2014

Los tesoros de Bob Dylan


Hace unos meses me compré una caja con un libro enorme sobre Bob Dylan. Se llama Los tesoros de Bob Dylan. La misma editorial publicó Los tesoros de David Bowie

El libro trae dos posters gigantes, fotos, calcomanías y réplicas de entradas y afiches de conciertos de Bob Dylan. Es la Biblia del rockero fetichista. Le falta un látigo para que uno se flagele mientras mira. También hay un repaso muy sintético por la vida y la obra de Dylan, pero cualquiera que haya llegado a comprar ese libro ya sabe todo lo que cuentan ahí.

Cuando lo abrí por primera vez sentí que estaba en Dysneylandia. O que regresaba al momento en que completé el álbum de figuritas de Los Simpsons. Como regalo, te mandaban una regla de Los Simpsons y unos anteojos para apreciar cómo se movían los Simpsons en una secuencia 3D que estaba en el medio del álbum. Lo que más recuerdo del álbum de Los Simpsons es el aroma del autoadhesivo de las figuritas.

Dadas sus dimensiones, Los tesoros de Bob Dylan es un libro que sobresale en cualquier biblioteca. O sea, es el peor de los libros: un libro para que los demás vean que lo tenés.

Lo que me atrae de Dylan, entre otras cosas, es que su personalidad es tan singular que, en cualquier lugar que aparezca (la biografía de Leonard Cohen, el diario de rodaje de Apocalipsis Now) el tipo tiene una conducta reconocible. Es como un superhéroe o un estándar de jazz. 

Eric Hobsbawm decía que el Siglo XX comenzó con la Primera Guerra Mundial. Seguramente dijo otra cosa totalmente diferente, pero eso es lo único que creemos saber de Hobsbawm los que no sabemos nada de Hobsbawm. Muy bien, ya que arrancó tarde, debe terminar tarde: recién cuando muera Dylan se termina el Siglo XX.

Otro libro que sobresale de mi biblioteca es el de las Memorias de Henry Kissinger. El libro tiene mil páginas con una letra del tamaño que se usa en los prospectos de los remedios. Un día lo empecé a leer en un capítulo que habla de la crisis indo-paquistaní de 1971 y cuando pasé dos párrafos me di cuenta que no entendía nada y que desconocía absolutamente el contexto que requiere ese tipo de contenido. La gente que mira mi biblioteca siempre se sorprende y no puede evitar decir: "Tenés un libro de Kissinger". Yo contesto: "Si". 

A veces digo: "La parte de la crisis indo-paquistaní es memorable". No, mentira. Tampoco es que exista "gente que mira mi biblioteca". 

Pasado el entusiasmo del principio, uno se pregunta: ¿de qué puede servir tener la réplica de una entrada de un concierto de Bob Dylan de los 70? Lo interesante es haber asistido a ese concierto, no la remake absurda de tener una estúpida réplica de la entrada. Sin embargo no me arrepiento de haber comprado Los tesoros de Bob Dylan, sí de haber desarrollado una personalidad que me haga propenso a ese tipo de compras.

Como lo tengo ahí y sobresale, cada tanto abro el libro otra vez. La verdad es que me siento bastante pelotudo, más de la cuenta, mirando Los tesoros de Bob Dylan.   

sábado, 18 de octubre de 2014

Conducta de Scarlett Johansson en tres películas en las que no es un ser humano


Scarlett Johansson es el símbolo sexual de mi generación (de hecho nació el mismo año que yo), pero a diferencia de otras bellezas inalcanzables y algo gélidas (Nicole Kidman, Natalie Portman) parece una mina simpática, accesible.

Por ejemplo: subimos al colectivo, no tenemos cargada la tarjeta, nos presta la suya y se niega a que le devolvamos la plata. Creo que idealicé a Scarlett Johansson.  

No sé cuándo la vi por primera vez. Sé que tomé consciencia de su nombre (o que me di cuenta de que tenía que saberlo) en Lost in Translation.

Rodrigo Fresán decía que todos los hombres que vimos esa película habíamos sufrido una lamentable equivocación: no estábamos enamorados de Scarlett, queríamos ser como Bill Murray.

La idea es ingeniosa, pero yo estaba enamorado de Scarlett Johansson.

Creo que vi Ghost World después de la película de Sofía Coppola, seguramente por ISAT. Ghost World es una de esas comedias freaks que se pusieron de moda en los 2000 y después se transformaron en un cliché total. Pero cuando se hizo fue bastante interesante. Ahí Scarlett trabaja junto a Thora Birch, la hija de Kevin Spacey en Belleza Americana

¿Qué será de la vida de Thora Birch? ¿Todos los actores precoces de este mundo están condenados a desaparecer, hundirse en la depresión y convertirse en Pablo Codevila o Macaulay Culkin? 

Este año vi tres películas de Scarlett Johansson y en ninguna hace de ser humano.

En Her es un sistema operativo (ni siquiera aparece, sólo se escucha su voz). En Under the Skin no se sabe qué es pero todo indica que se trataría de una extraterrestre. En Lucy toma unas drogas pesadas y se transforma en una chica súper poderosa.

La mejor de las tres películas es Her. La peor es Lucy. La más rara es Under the Skin, un delirio lyncheano en el que Scarlett pasea en una camioneta, levanta tipos, se los lleva a un bulín perverso y después se los morfa. Bueno, pensándolo bien, para muchas mujeres eso no debe ser tan raro.

Esta película fue muy promocionada porque sucedió algo muy esperado por buena parte del público masculino o lesbiano: Scarlett mostró las tetas por primera vez (en el cine, claro). La opinión generalizada (aunque sea eso decían los foristas de los diarios) fue que no eran nada del otro mundo. Esto hace que Scarlett nos caiga mejor aún: es una mujer real y no tiene problemas en admitirlo. Ojalá nunca se haga cirugías y envejezca con dignidad, no como otras actrices que parecen salidas de "Black Hole Sune", el viejo video de Soundgarden, tal vez el más emblemático de la historia de MTV. Me refiero a que uno esperaba que pasaran especialmente ese video y se lo quedaba mirando entero, como si estuviese ante una obra de arte que revolucionaba los sentidos de Occidente.  

En Under the Skin, al revés que Cerati, el personaje de Scarlett se saca el "uniforme de piel humana" y resulta ser un humanoide oscuro. Es una escena con el poder de un shock poético, llena de misterio y audacia. No se entiende una mierda.    


martes, 14 de octubre de 2014

Yo quería escribir sobre Jake Bugg pero evidentemente escribí sobre Mark Ruffalo


Hay algo genial de las mujeres: no siguen los cánones básicos de belleza occidental. Las mujeres ven más allá, pueden hacer de un gordo sucio, un bohemio interesante, de un flaco desgarbado, un modelo europeo en potencia, de una paparulo con cara de nada, un seductor con mirada enigmática. Gracias a este evidente desperfecto en la percepción femenina muchos de nosotros llegamos a tener novia. Los hombres, en cambio, vamos a lo obvio. Casi todos nuestros símbolos sexuales tienen alguna característica destacada e implacable: o tetas enormes o un culo perfecto o piernas cada vez más largas o todo eso junto. No hay sutileza, no hay una extraordinaria gambeta que eluda la convención social y descubra ese atributo secreto que convierte a una persona común y corriente en un paradigma de la sensualidad. Más bien todo lo contrario. 

Uno de los últimos inventos de la percepción femenina es Mark Ruffalo. ¿Qué ven las mujeres en Mark Ruffalo? Seguramente ellas lo sabrán más que yo, pero en la era en que las mujeres (o, mejor dicho, ciertas mujeres: no creo que suceda lo mismo en todos los barrio) alcanzan un estatus social que las hace sentirse súper poderosas y mantener una conducta sexual antiguamente asociada al hombre, a simple vista y a diferencia del varón sensible del Siglo XXI (inseguro, histérico, narcisista, metrosexual), Mark representa cierto estereotipo que lo convierte en el chongo ideal: cuarentón, experimentado, gracioso, tierno y no sigo con la enumeración porque creo que me estoy enamorando yo. Lo mejor de todo es que un hombre ve a Mark y no ve a Brad Pitt o a Robert Pattinson, no ve un rival, sino más bien a un par, un tipo con quien puede hablar sobre Maradona y Messi, tomar cervezas y que probablemente cuando ya haya tomado tres se tire pedos paródicos y termine a las piñas con uno que pasaba y lo miró mal.

La cuestión es que con el antecedente reciente de ir al cine a ver Lucy sólo porque estaba Scarlett Johansson, quise caerle mejor a mi novia y bajé Begin Again (en castellano ¿Puede una canción de amor salvar tu vida?), una película, justamente, con Mark Ruffalo. En fin, con todos esos preconceptos sobre Mark Ruffalo en la cabeza me preparé para soportar un insufrible melodrama de estética indie hollywoodense. Y me encontré con una película en varios aspectos luminosa y llena de gracia, que ya desde el principio te saca una semisonrisa y finalmente te encadena a su show hasta que finalmente terminás creyendo que el amor existe, la bondad salvará a la Humanidad, la música es el tesoro más preciado y los sueños pueden volverse realidad. Todo sin una mínima pátina de incisivo sarcasmo ni ingeniosa ironía ni rebuscado cinismo ni cualquiera de esas tendencias que hacen que todo sea más entretenido, es cierto, pero al mismo tiempo más hueco, más artificial y carente de sentido. Keira Knightley (Gretta) es una cantautora recientemente abandonada por su novio (una estrella de rock interpretada por el cantante de Maroon 5) que es fichada por el ojo sagaz de Dan, un productor musical en bancarrota (emocional, laboral, familiar), sí, adivinaron, nuestro nuevo mejor amigo Mark Ruffalo.

La película empieza muy floja e impersonal. El espectador se acostumbra a ese estilo moroso y deliberadamente aburrido y después recibe el impacto de la escena que justifica toda la película. Gretta es empujada a cantar sobre el escenario de un barcito. Se trata de un temita folk similar a otros miles. Mientras ella canta (tímida, antipática, sin soltarse) el resto de la audiencia habla en voz alta y es completamente indiferente. Hasta ahí vimos la situación centrados en Gretta y todo es bastante lúgubre. Pero el director John Carney (que ya había hecho una película muy parecida llamada Once) hace un movimiento tan efectivo como brillante: de pronto la escena se detiene y vemos el día de Dan, la desastrosa relación con su hija adolescente (que se viste como Jodie Foster en Taxi Driver), la desastrosa relación con su ex, la desastrosa relación con su productora (de la que lo echan por no haber conseguido un éxito en años). Dan está completamente borracho y perdido, deambula por el subte y se mete en el barcito justo cuando Gretta empieza a cantar. Y lo que sucede es fantástico, "A Step You Can't Take Back", el mismo temita escuálido (que oído fuera del contexto de la película sigue siendo igual de escuálido) desde la perspectiva de Dan es un hit instantáneo ya que a medida que avanza, el tipo imagina cómo sería si lo produjera él. Y empieza a añadir instrumentos y arreglos que te hacen pensar que estás ante "Like a Rolling Stone" o glorias de ese tipo. Se trata de una escena tan cursi, que busca en forma tan lineal la vibración y la empatía del espectador que su logro está basado en la honestidad, en que te están dando un caramelo de dulce de leche empalagoso pero que en el envoltorio dice que vayas a comprar insulina porque sos diabético automáticamente y de por vida.

Después de eso no sé muy bien qué pasa en la película, Keira Knightley hace sus caras entrañables, Mark Ruffalo dice y hace lo que quieren escuchar y ver las chicas, hay muchas canciones agradables e inofensivas, pero ya no importa, ya esa escena te hizo creer en algo y no importa más nada.

Y eso es tal vez lo único bueno de tener prejuicios, que te fallen. Porque escuchar un disco de Bob Dylan, ver una película de Cronenberg o leer un libro de Borges para quienes somos fans de Dylan, Cronenberg y Borges es una sensación muy placentera pero sentir cómo las mierdas que tenés atoradas en el cerebro desaparecen y de un segundo a otro podés disfrutar con naturalidad de algo que originalmente te parecía una bosta, eso es casi lo máximo.

Yo quería escribir sobre Jake Bugg pero evidentemente no voy a escribir sobre Jake Bugg. Quiero aclarar que en mi cerebro todo funcionaba a la perfección, era como Mark Ruffalo produciendo en su mente el tema de Keira Knightley: imaginé la introducción sobre los gustos heterodoxos de las mujeres (un par de líneas), una síntesis de la película (muy breve, evidentemente no algo que duraba varios párrafos y se convertía en una reseña de la película y más que de la película de una escena específica de la película), la conclusión sobre los prejuicios y ahí sí un repaso minucioso sobre mis prejuicios con respecto a Jake Bugg y cómo al escuchar los primeros tres temas de su primer disco (que hace dos años vengo descartando sin miramientos) esos mismos prejuicios desaparecieron. Pero ahora ya es muy tarde y nadie quiere leer algo sobre Jake Bugg, de hecho creo que mis prejuicios sobre Jake Bugg acaban de volver, qué suerte que no escribí sobre Jake Bugg, ¿no?

miércoles, 8 de octubre de 2014

Algunos temas olvidados o raros o versionados de Charly García

(Foto del Club de Aliados de Charly García de MDQ, 
Gabriel Nannini) 

Toma Dos Blues, 1972: Probablemente el tema más olvidado de la primera época de Sui Generis. Nito Mestre no lo quiso cantar porque le pareció que no encajaba con el resto de Vida, así que está íntegramente cantado por Charly. El tema puede ser entendido como un intento por congeniar con el ambiente rocanblusero de la época (cuyos músicos lo tildaban de blandito). O, en una lectura más mítica y tal vez realista de la personalidad de Charly García, como una demostración de que podía hacer el mismo tipo de música cuadrada que los demás. 

La fuga del paralítico, 1975: "Ahora vamos a tocar un tema que se llama La fuga del para...lotroco", dice Charly, antes de que Sui Generis, en su versión más progresiva y anti folk/Mestre, arremeta con este instrumental inédito en plena despedida del grupo. La leyenda dice que Charly no dijo "paralítico" porque mientras pronunciaba la palabra vio a un par de asistentes en silla de ruedas en la primera fila y le dio pudor.

Entra Eléctrico, 1975: Un tema que debió haber formado parte de Ha Sido, el álbum lisérgico y conceptual que García craneaba cuando decidió desarmar Sui Generis. Otro tema de esa época es "Alto en la torre", que con los años se convirtió en un clásico. En los discos de Celebración del rock argentino de Litto Nebbia se incluyó una versión en la que Charly toca el piano y canta María Rosa Yorio, su mujer por entonces y a quien parece estar dedicado el tema. 

Antes de gira, 1975/1982: Charly compuso esta canción cuando le avisaron que no podían incluir “Fantasma de Canterville” en el disco de PorSuiGieco. El tema recrea la vida de un grupo de rock en la carretera y lo muestra en una etapa de transición entre el sonido folk de Sui Generis y el sinfónico de La Máquina. En el recital de Ferro de 1982 hizo una versión más pop que probablemente supera a la original.

No puedo verme más, 1976: Tema rarísimo dentro de la obra de Charly, tanto por su música (un cóctel de hard rock y candombe) como por su letra, que parece volver sobre ciertos estados de paranoia y aislamiento relacionados con la despedida de Sui Generis (que había tratado en forma irónica en "Boletos, pases y abonos"). "Su mamá llora y llama al doctor/ para salvarlo del infierno" remite a episodios autobiográficos ocurridos en su tragicómico paso por el servicio militar.  

Ella es Bailarina, 1976/1989: Uno de los temas más flojos de Cómo conseguir chicas en realidad era una versión aggiornada de un rock and roll acelerado de La máquina de hacer pájaros. El testimonio en vivo, aunque con un audio pobre, permite intuir el poderío sonoro de la banda. Charly lo presenta como un tema "de un conjunto ucraniano". En un famoso disco pirata (Prix D' Ami 93) Charly hace una versión boogie.    

Separata, 1978/1990: Otro tema raro y  desterrado del repertorio de Charly. La única versión en vivo que anda dando vueltas es junto a Mercedes Soda, a principios de los 90. 

Fantasma de Canterville, 1977: Uno de los mejores momentos de Música del alma, la versión rockera de “Fantasma de Canterville”, con la letra ligeramente modificada para gambetear la censura.

Sé que tendrá tus ojos (María Rosa Yorio), 1980: Tema dedicado a Migue García que María Rosa Yorio grabó en Con los ojos cerrados, uno de sus discos solistas. Bastante desconocido, entre emotivo y cursi. 

Loco ¿no te sobra una moneda?, 1978/1982: Probablemente el inédito más clásico de García, uno de sus temas rockeros más efectivos. ¿De dónde se lo habrá afanado? Billy Bond lo incluyó en uno de sus discos brasileros con la base de Serú. Charly no lo incluyó en el repertorio de la banda porque ya no estaba de acuerdo con la apología del reviente que planteaba la letra, según explica en una nota del Expreso Imaginario. Finalmente, Páez la grabó en su último disco. Antes lo habían hecho Los Enanitos Verdes.   

Que ves el cielo (junto a Spinetta), 1981: Charly firmó algunos temas con Spinetta (“Rezo por vos”, “Total interferencia”) y tocó junto a él en algunas oportunidades. Por la elección del tema (de Invisible), por la perfección armónica de las dos voces, por el solo de piano (tan natural e inspirado como era Charly en sus épocas de oro), por el tenor emotivo que adquirió el encuentro con el paso de los años, tal vez el mejor registro de los dos tocando juntos y en vivo sea este. 

Inconsciente Colectivo, 1982: Versión alternativa del clásico, con Charly solo al piano y la letra totalmente cambiada. Hay otra versión de “Inconsciente Colectivo” de la época de Serú Girán, con toda la banda tocando en el Teatro de la Cova. En la entrevista del Expreso Imginario antes mencionada Charly dice que no incluyó este tema en Peperina porque Pedro Aznar le dijo que era demasiado simple (¡!).   

Como me gustaría ser negro, 1983: Otro tema raro y, podría asegurar, de los preferidos de los fans de Charly. Existen versiones del mismo tema sin letra, en Ferro 82 y en recitales de la época. Apareció finalmente en el disco de Moro-Satragni. De qué habla exactamente la letra, no lo sabemos aunque lo podemos intuir. 

La estrella de Constitución (Edu y el Pollo), 1984: Este tema no es de Charly, pero sin dudas es una de sus colaboraciones más bizarras. "Una fainá, una fainá, sale".

Cerca de la revolución, 1984: Momento de máximo esplendor de la carrera de Charly. Acá presenta una versión de “Cerca de la revolución” con una intro al piano que no aparecería en Piano Bar. Antes de empezar agradece a Pappo y María Estela Martínez “que se salvó de una”.

Chicas muertas, 1985/1989: Un temazo, un rock fuerte pasado a través del filtro pop de los 80. La letra hace alusión en clave paródica a Menudo, el grupo que acaparaba los corazones adolescentes de la época. Salió en Terapia intensiva, banda de sonido de una obra de teatro compuesta por Charly en el 85 (se destacaban "Alicia va a la disco", relectura tecno de "Canción de Alicia en el País" y el bello instrumental "Agua y piano", que sería el esqueleto de la inédita "Ella se perdió").

Ella se perdió, 1986: Como lo tocó en la época de presentación de Tango, su primer disco junto a Pedro Aznar, se lo suele confundir con el tema del mismo nombre del bajista, pero no. Se trata de uno de los mejores y más entrañables temas de Charly García, no hubiese desentonado en sus discos de fines de los 80. 

El karma de vivir al sur (DEMO), 1986: Los demos de Parte de la religión son todo un disco aparte. Esta versión en inglés y con la melodía un poco más rápida de "El karma de vivir al sur" es uno de los momentos más logrados. 

Vampiro, 1986: Versión ochentosa y muy pop del tema que Charly escribió en su adolescencia y recién grabó en Tango IV (1991). Otro gran momento de los demos de Parte de la religión. Incluye una parte de la melodía que luego sería utilizada en “No voy en tren” y la letra está bastante modificada con respecto a lo que sería después.

Amo lo extraño, 1987: Lindo tema que formó parte de Detectives, primer disco de Fabiana Cantilo, producido y en gran parte compuesto por Charly, que lo versionó en vivo en los 80 y finalmente lo grabó en Sí, el disco intervenido del regreso de Sui Generis (Nito Mestre dijo que era “una porquería”).

La ciudad se está apagando, 1988: Lo mejor de Lo que vendrá, la banda de sonido de la película homónima, es una nueva versión de una de esas melodías que recorren toda la obra de Charly, desde “Tango en Segunda” hasta “La grasa de las capitales”.     

Ojos de videotape (Ritchie), 1988: Una curiosidad: una versión de un tema de Charly por un músico brasilero que no es Herbet Vianna.

She's gonna steal my money, 1989: Si existe una huella de la irrupción de Soda Stereo en Charly, este tema es el mejor ejemplo. El riff de guitarra no hubiese quedado mal en Nada Personal. La letra, en inglés porteño, nunca fue traducida al castellano.

Lo que ves es lo que hay (demo), 1989: El tema también tuvo su versión en inglés ("What you need is what you get") y otra, tal vez la mejor, con la letra tarareada. Se pueden escuchar todas en los demos de Cómo conseguir chicas. Charly la grabó en El Aguante y la sumergió en el concepto Say No More. Esta versión lenta, más Prince, sufre una interrupción y se escucha un diálogo telefónico en portugués. En YouTube especulan con que podría ser Zoca, su novia durante más de diez años.   

Woman on a train, 1989: Otro tema en inglés que quedó afuera de Cómo conseguir chicas. Contiene parte de la melodía de "Kurosawa" (La hija de la lágrima). Finalmente lo grabó junto a Leticia Bredice, en el disco Actriz.

No digas nada, 1989: Acá hay un cóctel de varias cosas que aparecerían años después: "Curitas" (Filosofía Barata), "Chiquilín" (La hija de la lágrima) y el concepto say no more en el título.

Bar Azul, 1990: Se trata de una versión embrionaria de “Filosofía Barata”. Misma melodía, pero distinta letra. 

Filosofía barata y zapatos de goma, 1990: En la grabación original Lolita Torres había aportado su voz en los coros del final. Acá lo tocan en vivo y la rompen. 

Total interferencia, 1990: Hay pocas versiones en vivo de “Total interferencia”, otro clásico subterráneo de los fans de Charly. Acá una versión acortada que Charly tocó en el Gran Rex, cuando presentó  Filosofía Barata y zapatos de goma

San Francisco y el lobo (Serú Girán), 1992: El regreso de Serú Girán tuvo más sombras que luces, pero esta versión de "San Francisco y el Lobo" con toda la banda y ciertas reminiscencias a Pink Floyd en la introducción y en el final, es un instante de lucidez importante. Incluso Charly entrando a destiempo le otorga un brillo especial (la cara de culo de David Lebón es imperdible).

Tato de América, 1992: Todos conocen “Good Show”, la cortina del programa de Tato Bores de 1993 que Charly finalmente metió ¿a propósito de nada? en Charly and Charly en Olivos, pero un año antes ya había hecho un lindo tema para otro ciclo del histórico programa.

Viernes 3AM, 1995: Nuevamente Charly hace del error, una virtud. Acá se olvida la letra del clásico de Serú Girán y le agrega aún más emotividad a una interpretación histórica.

Te recuerdo invierno, 1995: El único tema con letra de su autoría incluido en Cassandra Lange (el otro es “15 Forever”). Rescatado del olvido, un tema de amor, simple y naif, propio de la primera época del rock nacional. "Te cagué" le dice Charly a la guitarra, después de algunos desperfectos de sonido. La gente lo ovaciona, en un signo que adelantaría el cariño irracional de los próximos años.   

Los sobrevivientes, 1997: Uno de los grandes clásicos secretos de García fue incluido en Alta Fidelidad, con la voz de Mercedes Sosa y el acompañamiento de Alfredo Alcón… En este caso Charly toca y canta sobre las pistas del tema en un programa de Gasalla.

Con su blanca palidez, 1998/99: Dicen que no dejaron que Charly la incluyera en El Aguante porque entendieron que era una apología de la cocaína. Hay una versión demo y también la del Buenos Aires Vivo. Charly demuestra una vez más su habilidad como traductor/traidor, convirtiendo el clásico de Procol Harum en una postal más de su bancarrota existencial.     

Listas, 1998: Otro tema que data de la época de Cómo conseguir chicas (a su vez los temas de ese disco eran tracks descartados de trabajos anteriores). Se llamaba “This time” y estaba en inglés. Evidentemente a Charly no le agradó del todo su traducción y no lo incluyó en El Aguante. Hubiese levantado un poco la puntería del disco (¿el más flojo de su etapa solista?).

No te dejes matar, 1998: Otro tema que no entró en El Aguante y no jodemos más. En este caso un cover de Neil Young: "Don't Let it Bring You Down" (del disco After The Gold Rush).  

Ojos de videotape (Jaime Sin Tierra), 1999: Uno de los pocos cruces entre el mejor under de los 90 y el repertorio de Charly, a quien le gustó mucho la versión.

Sabina hotel: Imposible saber de cuándo es este esbozo de tema. Por la voz parece de fines de los 90. Todos los condimentos para ser considerado una rareza.

All i do the whole night through: El único tema de Pubis Angelical que no es de Charly (interpretado por Patricio Bisso). Nunca lo cantó en vivo. Sin embargo, en una aparición televisiva (que probablemente sea del 2000) Charly se la dedica a los fans, “los demás que se maten”.

Yo soy su papa, 2000: Antes del hit "Influencia", Charly había retomado “Can We Still Be Friends”, otro tema de Todd Rundgren, uno de sus ídolos del AOR setentoso. La letra, visiblemente cambiada, era una recriminación a las nuevas generaciones que no lo escuchaban: "Váyanse en su tren y distingan en lugar de ver". De lo mejor de Sinfonías para adolescentes. Acá en un programa de televisión chileno. 

El karma de vivir al sur, 2001: Charly festejó su cumpleaños 50 con un recital en el Coliseo que sorprendió por su prolijidad (en un adelanto de lo que luego sería Influencia y sus excelentes recitales del 2002). Quien no se emocione con esta versión de “El karma de vivir al sur”, junto a su hijo Migue García (a quien está dedicado el tema), está en serios problemas. 

Desarma y sangra, 2002: Diez años antes de Líneas Paralelas y dos después de que se frustrara  Pasión, su anunciada Sinfonía, García se presentó en el Teatro Colón como invitado de un espectáculo de Maximiliano Guerra. Soberbio.

Dileando con un alma, 2003: Después del éxito de Influencia Charly se presentó en el Festival de Viña del Mar. Entró en silla de ruedas y arrancó el show con un tema que todavía no había grabado. En el disco dice “Si fuera un árbol sería un Spinetta”, en una especie de humorada sobre el último disco del Flaco de ese momento (Para los árboles). Acá dice otra cosa: “Si fuera un genio, sería Spinetta”.

Sudestada (Gustavo Cerati), 2003: Charly había participado en la grabación de Siempre es hoy aportando los teclados de este tema, pero cuando Cerati lo invitó al Luna Park mejoró lo que había hecho en el estudio. 

El hombre de atrás, 2003: Un tema que quedó afuera de Rock and roll Yo, inexplicablemente. ¿Será un cover del que no consiguieron los derechos? Así y todo es de lo mejor, en cuanto a letra y música, de la etapa pre Palito.  

Cretino, 2003: Temazo de Rock And Roll Yo al que nadie le prestó atención. El original data de principio de los 80 y había quedado afuera de Clics Modernos o Yendo de la cama al living.

Rara (Marianela Pelzmajer), 2005: Charly le regaló este tema (con aires de María Gabriela) a Marianela Pelzmajer, para su primer disco.

El mundo B, 2005: Iba a formar parte de Kill Gil y no entró. Lo tocó en recitales y en un programa de Badía. Parece un tema de los Rolling Stones mezclado con “Loco ¿no te sobra una moneda?”. Simpático. 

Pagarás con interés, 2005: Interesante cover de The Hollies (“Pay You Back with Interest”) que quedó afuera de Kill Gil. “Un tema que dedico a toda la gente que me robó, que no son pocos”, dijo en el festejo de su cumpleaños en el Gran Rex, sublimando su eterno deseo de venganza contra todos los que no son él.      

Pensar en nada/El fantasma de Canterville (junto a León Gieco y Santaolalla), 2008: Como telonero de Bob Dylan en el Estadio de Vélez, Gieco invitó a sus amigos a tocar algunos temas. Una de las últimas apariciones de Charly antes del desastre de Mendoza. Solo una estrofa de “El fantasma de Canterville” y un par de guiños ("Todo por Bobby") alcanzan para que el público estalle. 

Piensa en mí, 2009: La voz empastada y la letra parecen remitir directamente a la época de Charly en la quinta de Luján, grabando aquellos temas nuevos que nunca se dieron a conocer. Un blues pesado, de lo más oscuro y visceral de su obra. 

No se va a llamar mi amor, 2009: Quienes asistieron al Concierto Subacuático, no dudan en afirmar que se trató del mejor momento. Tal vez porque significó un soplo de aire fresco en medio del repertorio súper ensayado y el exceso de profesionalismo. Cuando las luces ya se habían prendido, Charly y la banda salieron nuevamente a escena y tocaron este clásico de Piano Bar, que levantó el ánimo de la gente en medio del diluvio.  

La medicina del amor, 2010: Tema nuevo, presentado en el Luna Park en el año 2010. Charly ya había estado trabajando en "La medicina del amor" antes de la internación (igual que con "Deberías saber por qué"). Pegadizo. Fue eliminado de la lista de recitales desde entonces. 

Canción para mi muerte, 2010: Por razones desconocidas, entre fines del 2010 y principios del 2011 Charly se mostró mucho más suelto y espontáneo que en los recitales del 2009 y del 2011 en adelante. Esta versión improvisada de “Canción para mi muerte” en el marco de un recital solidario por el terremoto de Chile (El Abrazo) es un buen ejemplo.    

Yo no quiero volverme tan loco, 2010: Otra improvisación en El Abrazo, en este caso sobre el hit de Yendo de la cama al living. Al principio habla de "Canción para mi muerte" y pregunta: "¿se las obligaban a escuchar en el gobierno militar?".

Canción para mi muerte, 2011: Otro testimonio de ese lapso de lucidez (al que nadie le prestó atención concentrado en preguntarse nuevamente por su aspecto físico: si antes alarmaba su delgadez, ahora perturbaba su gordura). El público de San Juan parece dormido y Charly, en una de sus clásicas salidas, dice: "Está lindo para poner una funeraria acá".  

Copado por el diablo, 2011: Otro buen momento del recital en San Juan, que cobra más sentido por la muerte de Carlos García López. Acá Charly ensaya una versión de un tema del primer disco de David Lebón. 

Tu vicio, 2011: Tema elegido al azar del concierto más desconcertante y gracioso que ofreció Charly desde su vuelta en Vélez. Con muchos kilos de más, los pantalones caídos y sospechosamente verborrágico para los tiempos que corrían, Charly se dedicó a bardear, tirar micrófonos e introducir cada tema con un chiste o un comentario extraño. Cuando habla de “Tu vicio” dice que compara “el objeto del amor de una persona humana masculina con una raya de merca… no me pregunten que es más positivo”.

Instituciones, 2011: Toma de “Instituciones” que quedó afuera de 60x60 (finalmente se eligió el dúo con Nito Mestre). Curiosa versión porque antes de que empiece, Charly anuncia el show del día siguiente pero sufre un empantanamiento verbal y remata: “¿Saben lo que pasa? Estoy medicado y las pastillas me hacen mal y la merca me hacía mal y el aire me hacía mal y todo me hacía mal y por eso estoy tan bien”.

Venus, 2012: Versión polémica de un clásico de Televisión. Marque Moon es uno de los discos favoritos de Charly y este es su homenaje. Si sirvió para que más gente se acerque a Television, es un éxito. En sí mismo, el tema tiene muy poco que ver con el original y no está a la altura de sus mejores covers (“Me siento mucho mejor”, “Influencia”, “Tu pueblo también”). 

Mala Señal, 2012: Un lindo tema para cortarse las venas que Charly improvisó junto a Pedro Aznar y quedó en Tango IV (1991). En el 2012 Aznar fue nombrado ciudadano ilustre y Charly lo acompañó en un par de temas. Aunque tiene varios altibajos en la voz (que contrastan fatalmente con la habitual perfección de Aznar), es un registro interesante de cómo Charly, aun al diez por ciento de sus capacidades, puede seguir emocionando.

Varios temas con David Lebón, 2012: Charly apareció como invitado de un recital de David Lebón en el Teatro Ópera y entregó su mejor actuación de los últimos años. El repertorio giró en torno a los clásicos de Serú Girán más algunos favoritos de Charly de Polifemo. Tocó, cantó y hasta hizo bromas.

Boletos, pases y abonos(Sergio Poli Ensamble Eléctrico): Simplemente escuchen.

Wadu Wadu, 2013: En el marco del BAFICI, Charly demostró que todavía puede tocar el piano haciendo una versión muy extraña del clásico de Virus junto a Marcelo Moura.

No me verás en el subte, 2013: De los temas que Charly agregó a su repertorio para su histórico recital en el Colón (que al final no fue tan diferente a 60x60) tal vez éste haya sido el más inesperado y uno de los que mejor salió. El tema es tan bueno que resiste cualquier ejecución.

Vos también estabas verde, 2013: Otro gran momento en el Teatro Colón con la recuperación de un tema que no cantaba desde principio de los 90’.

La sal no sala, 2014: Perteneciente al último Cosquín Rock. Venía de un nuevo episodio médico y, salvo en contadas ocasiones, se lo notó algo extraviado. No es casualidad que haya sido su único show del año. El hilo de voz se perdió en medio de la red de contención sonora que ofrece su multitudinaria banda (la cantidad de músicos parece excesiva, aunque resulta indispensable para este momento de Charly). En esta versión decadente del hit de La hija de la lágrima junto a Pity Álvarez (que evidentemente sólo escuchó el Unplugged) recupera cierta vivacidad y hasta le pega una patada en el culo a su invitado.

El tuerto y los ciegos (Massacre), 2014: Probablemente lo mejor y más sorpresivo que se escuchó en el homenaje a Charly organizado por Fito Páez y Movistar (junto a la versión de "Zocacola" de Rosal). Y eso que Wallas evidentemente no se aprendió la letra.

Rock and roll (Fito Páez), 2014: Un favorito de Páez y de todos los fans de La máquina de hacer pájaros. El público escuchó todo el tributo (Páez tocó casi veinte canciones de Charly) en silencio absoluto, lo que habla de dos cosas: el desconocimiento total de las nuevas generaciones con respecto a la obra de Charly y la indiscutible proximidad del fin del mundo.

Desolation Row, 2014: Última interpretación conocida de un tema "nuevo", en este caso un cover de un clásico de Dylan. A pesar de algunos momentos logrados, la traducción parece demasiado literal y por momentos carente de sentido. La interpretación es escalofriante, emociona e inquieta a la vez. Involuntariamente o no, Charly logra transmitir exactamente la idea de la canción. Un registro que  en los próximos años seguramente cobrará más relevancia.