lunes, 10 de noviembre de 2014

Museo del Disco de la Eterna


En Museo de la Novela de la Eterna, Macedonio Fernández realiza una operación de vanguardia muy famosa: interrumpe permanentemente el inicio de la novela con una serie interminable de prólogos.

Como casi todos los experimentos literarios, es mejor contar o escuchar esta anécdota a o de un amigo, que leer el libro en sí mismo.

En estos días se dio a conocer The Endless River, lo último de Pink Floyd. El disco está armado en base a una serie de pasajes instrumentales que quedaron descartados del que hasta ahora era el último disco de la banda, The Division Bell, de 1994. Gilmour y Nick Mason (el único miembro del grupo que sobrevivió a todas las épocas) lo editan como homenaje a Rick Wright, tecladista fallecido en 2008.

Los fans de Pink Floyd se dividen en distintas facciones: los fans de Syd Barret, los de Waters, los de Gilmour y ahora los de Rick Wright, el cerebro detrás de varias melodías inolvidables de The dark side of the moon. Es que el fan de Pink Floyd, de por sí, se caracteriza por militar cierto elitismo dentro del mundillo del rock: no sólo se trata de escuchar los discos, sino de saber detalladamente a través de qué trucos de ingeniería técnica se grabaron, qué inenarrable verdad filosófica y existencial viene a decirnos el arte de tapa, quién mierda es o qué mierda era "Publius Enigma", cuán peleados estaban Waters y Gilmour a fines de los 70, cuán peleados estaban Waters y Wright a principios de los 80, cuán peleados y muertos están todos ahora.

Mientras escuchaba The Endless River no pude evitar recordar a Macedonio. El disco cuenta con cuatro suites divididas en varias partes y repletas de sonidos que recuerdan a viejos y legendarios temas de Pink Floyd. Por momentos es emotivo pero en determinado punto nos damos cuenta que todo lo que escuchamos ya pasó hace un montón de tiempo y fue mucho mejor: The Piper at the Gates of Dawn, Meddle, Obscured by clouds, Wish you are here, son sólo algunos de los discos de la banda que contribuyeron a que el rock se transforme en una cultura sólida e bella. 

En The Endless River están los solos de de Gilmour, las baterías tribales 2.0 (¿ahora 3.0?), los largos pasajes climáticos de Wright, el ambient progresivo que hará las delicias de los musicalizadores de programas de cable. Todo muy lindo y cuidado, pero cuando parece que, ahora sí, está por empezar La Canción, la intro-prólogo termina y empieza ¡otra intro-prólogo! Recién el último tema, llamado "Louder than words", tiene letra y un desarrollo más coherente, pero a esa altura ya parece una broma pesada.

Por internet circulan críticas despiadadas que describen a The Endless River como el gran fraude del Siglo XXI. A mí el disco no me parece tan grave y verdaderamente había que ser muy crédulo para esperar otra cosa. Es más, estoy empezando a pensar que todos esos comienzos en falso son la última e involuntaria prueba de la faceta más experimental y vanguardista de la banda. 


6 comentarios:

Cine Braille dijo...

El que inventó eso de la novela que nunca arranca parece haber sido Lawrence Sterne con el Tristram Shandy, siglo XVIII. El futuro llegó hace rato, dijo el Indio, el futuro es cosa del pasado, dijo Dylan, el futuro ya no es lo que era entonces, dijo Jim Morrison.
Saludos

el perales dijo...

por qué no escuchás factor burzaco, la banda de abel gilbert? me gustaría conocer tu opinión sobre ella

Mico dijo...

Faltaron una facción de fans de Pink Floyd, el pequeño pero revulsivo comando de Alan Parson.

PD, qué ganas de flagelarse con el disco que reseñaste. La esperanza, evidentemente, es lo último que se pierde.

Anónimo dijo...

escuché mucho pink floyd, hasta el Division bell me gustó pero este disco es infumable, vacío muy vacío

Anónimo dijo...

En realidad, este disco hecho con 'pasajes instrumentales que quedaron descartados', es el disco que originalmente debería haber salido junto con Division Bell. El plan original era editar un cd doble, cuya segunda entrega era un proyecto ambient-instrumental, por eso el disco básicamente se compone de 'intros-prólogos'.
Exactamente el mismo plan estaba en la gestación de Sueño Stereo, un disco doble con una segunda parte instrumental (notese que ambos discos se editan con un año de diferencia, con lo cual podría responder a cierta tendencia ambient que dominaba los 90').
Reconozco militar en las filas de la tan temida facción llamada 'fan de Pink Floyd', y como tal, no tolero que el nombre de Wright esté mal escrito, ni siquiera por error de tipeo.

Cordial abrazo!

Martín. Cap. Fed.

Anónimo dijo...

era obvio que ese disco iba a ser una garcha, No los juzgo si son cuatro viejos chotos