jueves, 23 de abril de 2015

Conducta del loco Ben Mendelsohn en cuatro películas


Sin planearlo vi cuatro películas seguidas en las que aparece el actor Ben Mendelsohn. De hecho si hubiese querido planearlo no hubiera podido: no conocía a Ben Mendelsohn hasta que lo vi en cuatro películas seguidas y busqué su nombre en Google.

La primera fue Exodus: Gods and Kings. Ridley Scott fue bastante criticado por esta recreación del mito bíblico. La película fue acusada de las peores maneras. “Aburrida”, “cautelosa”, “solemne” y “demasiado extensa para ver teniendo una vida más o menos interesante” fueron algunos de los calificativos más positivos, sin embargo yo la disfruté mucho. Scott configura la historia de Moisés (Christian Bale; esta vez no bajó ni subió de peso, sólo se dejó la barba) desde un plano realista en las que el componente religioso, sin estar neutralizado, finalmente cede ante las vicisitudes políticas y sociales. La separación de las aguas, por ejemplo, es más un fenómeno meteorológico que un acontecimiento sobrenatural. Al igual que el Cristo de Scorsese, el Moisés de Scott es intervenido por una divinidad pero no sabe exactamente por qué ni con qué fin. En algunas escenas habla con Dios (personificado en un niño que sólo él puede ver) y uno de sus aliados lo espía como si fuera un auténtico esquizofrénico. Mendelsohn interpreta a Hegep, el encargado de la ciudad a la que fueron confinados los hebreos, un libertino amanerado que practica el mal con mucha pasión. La debilidad de Ramsés II (Joel Edgerton), convierte a Hegep en el verdadero villano de la película. La actuación de Mendelsohn es correcta pero no pasará a la historia.       

La segunda película en la que apareció Mendelsohn se llama Black Sea. El protagonista es Jude Law. Hay algo noble y edificante en el galán que se está quedando pelado y en vez de correr a la tienda de entretejidos más próxima, aprovecha su calvicie para sacar chapa de buen actor. Black Sea tal vez no sea la mejor oportunidad para tal apuesta pero el intento es bienvenido. Al igual que la del gran Ridley, Black Sea no despertó gran entusiasmo en la crítica. Esta vez los calificativos recorrieron el arco que va desde “trillado” hasta “mediocre”. El problema, como casi siempre, pasa por las expectativas. Black Sea se ubica en el famoso subgénero “película de submarino” y como tal cumple inmensamente con todo lo que esperamos de una película de submarino: rusos, complicados túneles oceánicos, un tesoro, más rusos. Para todo lo demás está Xavier Dolan. La misión del submarino clandestino, capitaneada por nuestro amigo Law, es encontrar un tesoro nazi hundido, por supuesto, en el Mar Negro. Ahora que la describo entiendo perfectamente porque a nadie le gustó la película. La tripulación es un cóctel que, al decir del Indio Solari, no se mezcla solo: un grupo de yanquis y rusos que naturalmente se odiarán y rápidamente se asesinarán. Mendelsohn hace de Fraser, un buzo experimentado que usa vincha, el más loquito de los yanquis. En esta película ya empecé a entender que Mendelsohn  suele ser requerido para hacer papeles de ese tipo: loquitos, casi siempre peligrosos pero un poco simpáticos. Hay algo en la actitud corporal de Mendelsohn (su pelo desgreñado, su mirada, su andar desgarbado) que lo confina, tal vez dramáticamente, a estos papeles.     

De la misma manera que nos caen bien los galanes que muestran su calvicie con orgullo, casi sacándose de encima el lastre de ser el más lindo, ¡casi cortándose las alas, casi, en un alarde de riesgo innecesario, tirando por la borda todo lo que los hizo ser quienes son!, nos caen irremediablemente mal los galanes que, no contentos con ser galanes, quieren ser directores de cine. Y no sólo directores de cine sino directores de cine de culto. Sin embargo hay excepciones. En este caso se trata del adorado Ryan Gosling, probablemente el hombre que más humedeció entrepiernas de mujeres en los últimos cinco años. La película se llama Lost River. Si les pareció que la crítica había sido excesivamente lapidaria con Exodus y Black Sea no querrán saber, siquiera imaginar, cómo le fue a Lost River. Acertaron: como el culo. Esta vez los calificativos incluyeron los hirientes “ridícula”, “presuntuosa” y “bluff”. El gran error de Gosling fue creerse tan canchero como para reproducir el clima opresivo y onírico de Lynch y mezclarlo con la sordidez marca Cronenberg y salir ileso. Y es verdad, por momentos Lost River parece surrealismo para dummies, aunque sería interesante hacerse la pregunta que nadie se hizo jamás por miedo a que los fans de Spinetta nos enojemos: ¿a quién carajo le gusta el surrealismo?, ¿por qué se cree que algo surrealista es naturalmente bueno?, ¿de dónde viene el prestigio del surrealismo? En todo caso Gosling hizo una película surrealista a la que se le ven los hilos, algo así como una de Lynch pero con Lynch cuerdo, y no está nada mal. En un barrio en proceso de destrucción por órdenes municipales, una familia (encabezada por la colorada de Mad Men) resiste al borde de la indigencia absoluta. Uno de los hijos de la colorada, Bone, se dedica a robar cobre y se mete en problemas con un matón delirante que suele cortarle los labios a sus enemigos. Mientras tanto la colorada consigue trabajo en un boliche en el que se representan shows de gore. El dueño del local gore es Dave, el magnánimo Ben Mendelsohn, a quien a esta altura ya empecé a admirar en forma definitiva. Dave es sordo, libidinoso y canta como Leonard Cohen. Termina con un cuchillo clavado en uno de sus oídos. Parte de la ciudad en que se desarrolla la historia quedó bajo el agua y Bone tiene que sacar la cabeza de la estatua de un dinosaurio para que termine la maldición que acecha a sus habitantes. Nuevamente describo la película y estoy de acuerdo con todos los calificativos lapidarios.     

La última de las películas en las que apareció Ben Mendelsohn se llama Starred Up. La crítica la celebró en forma unánime así que no es divertido repasar los calificativos que le dedicaron. Al igual que Black Sea, Starred Up pertenece a otro subgénero remanido, “la película de cárcel”. Un joven delincuente con una asombrosa facilidad para cagar a palos a todo el mundo ingresa a una cárcel de máxima seguridad donde también se encuentra recluido su padre, interpretado por quien probablemente sea el mejor actor de la historia, sí, el gran Ben Mendelsohn. El punto de la película es el flujo de tensiones entre el padre y el hijo, el hijo y el sistema carcelario, el hijo y el psicólogo progresista, el padre y el psicólogo progresista, el hijo y el grupo de pacientes del psicólogo, el psicólogo y las autoridades de la cárcel, las autoridades de la cárcel y el sistema carcelario (que no necesariamente son lo mismo) y la película y el espectador.

Ben Mendelsohn es australiano y tiene 46 años. No conforme con estar en todas las películas que miro, también estará en la nueva de Star Wars Episodio VII. Actualmente forma parte del reparto de Bloodline, una serie de reciente estreno de la que sólo pude soportar el primer capítulo. Ahí también hace de loquito.  


10 comentarios:

Anónimo dijo...

Aguante Ben Mendelhson! Estuvo en Killing Them Softly también. Ahora si querés ver al Mendelhson más jodido, y de paso a la abuela más jodida de la historia del cine, recomiendo Animal Kingdom, un policial australiano excelente y muy duro.

Corvino dijo...

La acabo de ver (literalmente). Un grande Mendelsohn, hoy salió una nota sobre Bloodline que subraya la actuación de Ben, hasta el Oscar no para.

Anónimo dijo...

Y Galeano?

Corvino dijo...

Trabajó con Ben Mendelsohn?

Anónimo dijo...

Y los 18 corners que tiraron el otro día sin ganar una vez de arriba...? Así piensan ganarle a Boca? O es que la pelota parada no entra en el plan estético de Gallardo?

Y el fin de la larga noche kirchnerista, con el festejo del segundo puesto que no fue?

Anónimo dijo...

qué bueno, volvió el gorila anónimo que tanto extrañábamos. Una alegría que CABA desdoble las elecciones por temor a líos así lo tenemos más seguido por los comentarios.

Anónimo dijo...

la frase esa es del autor del blog, agarrate con él.

los festejos al pedo fueron de esos políticos, agarrate con ellos.

Anónimo dijo...

los 18 corners y no se cuantos centros para que despejen los defensores de buracán, los tiraron los jugadores de river... agarrate con ellos.

(un equipo de alfaro o de caruso con 18 corners te hace 5 goles).

Anónimo dijo...

dale "Anonimo", con esos "agarrate..." andá a jugar a la B, que es la divisional que te corresponde, como a los que festejan con los globitos en CABA
Saluditos,
Cacho Garay

Anónimo dijo...

bueno, perdieron con un equipo de la b, como buracán, que subió décimo de los diez que subían...

a mí dame siempre una buena pelota parada...