jueves, 6 de agosto de 2015

River Plate


Cuando River volvió de su temporada en el infierno, a mediados del 2012, la situación sólo se normalizó en el aspecto formal. El Club estaba en Primera División pero había sido afectado seriamente en su capital simbólico. Simplemente el descenso convertía todos los predicamentos históricos del Club en la nada absoluta. Desde el punto de vista racional no era así de ninguna manera pero la brutalidad con que pensamos el fútbol (en términos de vergüenza o poderío social) hacía imposible analizar con frialdad. Para evitar esa inquietante sensación de ya no ser, de casi convencerse de que lo mejor había quedado en el pasado, secretamente y con cierto pudor, los hinchas de River comenzamos a proyectar miles de escenarios que actuaban como reverso utópico y absoluto del 26 de junio del 2011.

Durante mi infancia y parte de mi adolescencia me acostumbré a ver equipos de River que deslumbraban. Y no hablo desde la evocación idealizada. Cada tanto miro esos mismos partidos en YouTube y Francescoli, Ortega, Gallardo, Salas, Aimar, Saviola, Almeyda, Crespo, Angel, Falcao, Mascherano, Cambiasso, Berti, Monserrat, Hernán Díaz y Astrada, entre otros cientos, son, algunos más, algunos menos, jugadores de fútbol extraordinarios. River goleaba de visitante, no perdía de local, ganaba campeonatos, generaba los mejores jugadores de la Selección. Perdía seguido con Boca, es cierto, pero nadie podía discutirme que yo era hincha del mejor equipo del país.

Además ser de River era pertenecer y ser conocedor de una historia puntual, con leyendas como La Máquina, el River de Labruna o del Bambino. También se sabía, a través de padres o tíos, que hubo dieciocho años en los que River no salió campeón. Esos años eran referidos con una mezcla de bronca y dignidad, es que el estoicismo del hincha de River se forjó en esos años. Para mi generación esos dieciocho años equivalen a la previa, el durante y el después de la B. Es como si para ser hincha de River hubiese que atravesar un periodo de oscuridad, lo que hace que todo sea un poco más espantoso pero mucho más épico, por supuesto.  

A mediados de los 2000 River comenzó a derrapar. Ni las dirigencias ni los técnicos ni los jugadores estaban a la altura de lo que se esperaba que fuese River. Ciclos accidentados como el de Merlo. Ciclos sospechosos como los del nuevo Passarella (que no perdió con Boca pero nunca funcionó en los partidos importantes). Ciclos absurdos como el de Simeone (campeón y al torneo siguiente último). Ciclos desastrosos como el de Gorosito. Ciclos tristes como el de Cappa. Ciclos llenos de resignación y angustia como el de J.J López. De la misma manera que la excepcionalidad me acostumbró por un tiempo al optimismo y la indiferencia (de hecho ya ni le daba mucha importancia al campeonato local), la mediocridad me condenó a suponer que River nunca iba a volver a ser lo que alguna vez fue cuando tenía 8 años y lloraba porque el Mencho Medina Bello se iba al Yokohama Marinos, equipo con el que jugaba al Goal 3 de Family Game.

Ahora valoro mucho más el Clausura de Ramón en el primer semestre del 2014. Fue el escalón necesario para lo que vendría después. Ya sé que esto parece un texto de autoayuda pero es lo que hay. Supongo que D’Onofrío no es Churchill y que con el tiempo las cosas suelen empeorar, pero al lado de Aguilar y Passarella se le parece bastante. Cuando llegó Gallardo había cierta incertidumbre pero el suyo es uno de los pocos casos en los que un mismo tipo es crack como jugador y como técnico, capaz de sacar de la galera a un jugador como Alario. O de bancar a Funes Mori cuando nadie más se lo bancaba. O de pedir un insólito minuto cuando los mexicanos nos estaban dando un pesto bárbaro. O de arriesgar ciegamente cuando todo indicaba regular. O de recurrir al pragmatismo y ser agresivo al borde del desborde emocional cuando la situación lo ameritaba.

De repente todo lo que pasa es fucking hermoso, como si el encargado de diseñar el mundo fuera Atilio Costa Febre. Es hermoso que uno de los encargados de manejar el fútbol sea Enzo Francescoli y no el Monje Negro. Eso hace pensar que si las cosas están hechas por buenas personas todo puede ir mejor. Es hermoso, una vez más, que Gallardo sea el técnico que saca campeón a River después de 19 años, porque no fue valorado en su momento y porque los bosteros finalmente no pudieron arruinarle la carrera. Se hizo justicia. Es hermoso que Sánchez y Ponzio, estandartes del ascenso y después maltratados, sean ahora estandartes de una Copa Libertadores de América. Es hermoso que Cavenaghi haya podido entrar y jugar unos minutos decisivos en la vuelta con Guaraní. Es hermoso que en un partido caótico y tenso a Vangioni justo se le ocurra hacer su mejor jugada en el año. Es hermoso pensar que Funes Mori hizo un gol en una final de Copa Libertadores. Es hermoso que el centro lo haya pateado Pisculichi. Es hermoso que llueva y sucedan cosas geniales.

Si alguno dudaba de la jerarquía de Tigres le recomiendo que vuelva a mirar el primer tiempo. Es verdad que la entrega de River fue gloriosa, pero así y todo los “mexicanos” supieron construir algunos circuitos de juego, especialmente cuando la tocaba el habilidoso Damm. El gol de Alario fue providencial. En el segundo tiempo Tigres se adelantó y River atravesó algunos instantes de flaqueza. Pero el segundo gol les cayó como un baldazo de agua fría y quedaron sin timón y en el delirio. A diferencia de Boca, Tigres respondió al juego brusco y al final terminó pegando más que River.

No hace falta decir que ese proyectado e imposible reverso del 26 de junio del 2011 sucedió recién. Ahora sí todo vuelve a estar en su lugar. Ya no hace ruido ese año en la B. De hecho hace falta para valorar, disfrutar y agradecer esto. River se reinventó y volvió recargado. Se plantó en canchas ajenas con una presencia anímica avasallante. Y los hinchas, de a poco, bajamos de nuestra torre de marfil y apreciamos ciertas características que antes nos hubiesen parecido ajenas.


Ahora me acuerdo un gol de Monserrat contra Rosario Central, en Arroyito. La pelota dobló en el aire y se metió en el arco. Me acuerdo de Javier Sodero con una gorra atajando un penal en la vieja Bombonera. Me acuerdo de un gol de chilena que no le cobraron a Berti contra Deportivo Español. Me acuerdo de un caño de Ortega contra Boca en el 2007. Me acuerdo una noche de sábado, en el 99, contra Estudiantes, en la que Aimar y Saviola lograron un nivel de asociación superlativo. Me acuerdo de un gol de tiro libre a Banfield del Muñeco Gallardo. Me acuerdo de Juanjo Borrelli y su extraña calidad. Me acuerdo de la firmeza de Celso Ayala y de Berizzo. Me acuerdo de Comizzo y su odio visceral a Boca, sintonizando una radio que le tiraron por la cabeza. Me acuerdo que en una nota de El Gráfico Juvenal decía que el secreto del fútbol era ir en diagonal como los árbitros y que eso lo había dicho Di Stefano. Me acuerdo del Chapa Zapata original. Me acuerdo de Juan Gómez, por ejemplo, campeón de la Libertadores del 96. Me acuerdo de una revista Goles con Ortega en la tapa, festejando su gol en el 3 a 0 a Boca del 94. Me acuerdo de Burgos parando una pelota con el codo. Me acuerdo de Salas haciéndole, creo, su primer o segundo gol, a Platense, en una goleada 4 a 1. Ahora me acuerdo de todo eso. Es como la escena malísima de la telenovela en la que Andrea del Boca recuperaba la memoria y de un segundo a otro recordaba todos los hits del amor con Gustavo Bermúdez. Es más o menos así. Abrazo de gol.     

17 comentarios:

Los Tumis dijo...

Abrazo de gol Zariello, me gusta leer al hincha.

Alejo Salem dijo...

Gracias de nuevo, Corvino.
FELICIDADES, CAMPEÓN.

El hijo de Arrostito dijo...

Gracias Corvi, te leo en la oficina y se me caen las lágrimas.
Como alguna vez cantó Charly, la víctima despertó.
Vamos River carajo!

relampagosobrelagua dijo...

Gracias Il Corvino por verbalizar algunas cosas perdidas en la memoria...te olvidaste de Sorín, de Dalessandro, etc.
Abrazo de gol y a por más.

Cine Braille dijo...

El gol ese de Monserrat es tremendo porque en la jugada previa la toca medio equipo, arranca con Sorín de 3 y va pasando de jugador en jugador hasta Monserrat que entra por la derecha del área. Creo que fue un 5-3, partidazo, y de Central jugaban Da Silva y Cardetti, p/e.
El fútbol te conecta también con gente que ya no está, a veces los que te hicieron hincha del equipo que sos hincha. Tiene anexa una carga emotiva y un sentido de comunión que no se experimenta tan seguido, y que en el fondo es la verdadera gracia del asunto. El chiste de Borges sobre los 22 señores corriendo atrás de una pelota no marra el blanco por mentiroso, sino por superficial.
Saludos

Ricardo dijo...

Hermoso texto, Corvino. A la altura de las emociones de anoche
¡Salud y felicidades!
Y vamos por más...

Pedro dijo...

Gracias corvino

OjO_Estrabico dijo...

Muy bueno! Sólo apuntar un detalle. En la presidencia de Aguilar, no recuerdo un el año, se produjo un hecho inédito que presagiaba todo lo negro que vendría después. Hubo una convocatoria para la selección de juveniles sin ningún convocado de River. Todo un símbolo del deterioro al que llevó Aguilar a River. Haber enderezado el barco de los juveniles es algo que destaco de la gestión de Passarella. Tal vez sea lo único rescatable pero creo que sin ese paso este sueño no se hubiera hecho realidad tan pronto.

hernan dijo...

El Gol de Monserrat en Rosario! Pocas veces vi a un jugador argentino hacer un gol tan brasilero como aquel. Me acuerdo que el arquero de ellos sale a reprocharle a la defensa, Araujo (creo que debió ser Araujo) hace notar los reproches, y Macaya diciendo absolutamente enamorado "pero pasa que River juega muy bien...", como diciéndole al arquero que se calme, y ya que no va a poder evitarlo, que disfrute.
Hiciste un resumen que en parte arranca parecido al mio. Los mexicanos juegan bien, triangulan muy bien, usan muy bien los espacios por afuera. El partido iba a ser cerrado y lo fue. El resultado es mentiroso, y si bien es verdad de que pudimos haber hecho el cuarto, eso solo se debió a que ellos se rindieron.
Dos detalles que no quiero dejar pasar: Maidana, ayer campeón, el único que estuvo presente en el 26J trágio (porque antes había habido un 26J glorioso)
El otro (y esto va al muro de mi FACE) De los nuevos ricos de Cali en los '80 a los nuevos ricos del méxico de este tiempo. Todos Narcos. Somos la DEA del futbol (?)

mundoarjo dijo...

Me acuerdo haber leído un artículo de un escritor argentino en el que refuta el método de los revisionistas a la hora de desmitificar a los grandes héroes de la historia oficial. Porque, según este escritor, los Mitre y compañía, siguiendo el modelo narrativo de las historias de santos, tenían que conservar e incluso subrayar las bajezas de los próceres en lugar de suprimirlas en un afán consagratorio: para estar tocado por Dios, primero hay que haber saboreado el fango (caso San Agustín).

Creo que River, al menos desde la perspectiva que aparece acá, encuentra la manera heroica por excelencia de ocupar un lugar simbólico en el fútbol argentino. River dudó, pecó, fue infiel a sus ideales y terminó cayendo en el infierno de la B. De eso salió más fortalecido que ninguno. Más fuerte que los que pasaron por eso y, sobre todo, más fuerte que los que no pasaron por eso. Bah, digámoslo: River es más divino que Boca. River toca el cielo con las manos, como Dante después de haber visitado el infierno y el purgatorio o Fausto después de haber pactado con el Diablo. Por eso River, cuando las cosas vuelven a su lugar, es como un aleph de momentos uno más hermoso que el otro. Todo lo demás, todo lo que no es gloria es disfraz y el disfraz nunca será piel.

Este concepto (está claramente implícito en el texto de Corvino), que es perfectamente correcto dentro de la lógica futbolística, es bastante ridículo y patético fuera de ella. Soy de los que hinchan por que los posts de no-futbol le empiecen a ganar a los otros. Que vuelva la poesía de lo irrisorio, la lírica de los fracasos, el triunfo de lo non-sancto.

Anónimo dijo...

gracias Corvino por este texto emocionante. Me acuerdo de toooodo eso que decís, sobretodo de ese partido contra estudiantes en la plata. Yo fui a la cancha ese día y no podía creer que Aimar y Saviola (màs el olfato de gol de Angel) fueran una sinfonía de fútbol. Y me acuerdo tb de tener 16 años y llorar al ver al Enzo hacerle el gol de chilena a los polacos, de haber sufrido a argentinos jrs en la copa del 86. Me acuerdo màs atràs de un Pato Fillol invencible en el nacional del año 80. Me acuerdo del Mono Más y Morete y el Beto en el 75. Y ahora que resurgimos todo me parece hermoso, absolutamente hermoso!!!!
gracias! mil gracias por emocionarme con tu texto
FABIO

Anónimo dijo...

Coincido con el comentario de OjO_Estrabico. Aunque al hincha le cueste reconocerlo, River empezó a forjar este presente cuando Passarella empezó a enderezar las inferiores, y se hizo posible de la mano del muñeco, que, aunque tampoco lo va a reconocer públicamente, está moldeado por ese gran cuerpo técnico que formaban DAP, Sabella y Gallego, responsables de la base de aquel team maravilloso que nos dio nuestra segunda libertadores. Al Kaiser lo que es del Kaiser

cavernícola dijo...

Llegué a Argentina (bah, me llevaron mis padres, yo tenía once años) en el año 85. Como hincha de Peñarol, me correspondía desarrollar simpatía por Boca, por aquello del paladar futbolístico. Pero con el Enzo rompiéndola en River era imposible que me hiciera de otro cuadro. De esos años me acuerdo de un gol de Montenegro desde 30 metros en la Bombonera, otro triunfo en la Boca con un doblete de Alonso con pelota naranja, un 0 a 2 con Griguol de técnico que se terminó dando vuelta 3 a 2, las corridas electrizantes y los goles de otro compatriota, el gran hormiga Alzamendi. Buenos recuerdos, y es justo que la historia, aunque sea la mínima historia del fútbol, tenga estas vueltas. Salud campeón.

Cine Braille dijo...

Disfrutemos porque a fin de año se viene el Éxodo y se quedan el Muñeco, D'Onofrio y el portero del club.
Abrazo de Copa

Anónimo dijo...

mucho fobal, mucho fobal, pero hubo elecciones. e inundaciones. y un candidato extenuado por una campaña donde no tenía rival.
al final, lo único de política que queda es el enlace al blog de Gerardo Fernández, y sus análisis tan profundos que incluyen frases como "María Eugenia Vidal (que aunque Tenembaum la quiera mostrar como Caperucita roja es más mala que una araña pollito)".

Cine Braille dijo...

Nada, quería hacer constar la nueva imagen (?).

Javier Asioli dijo...

El elogio desmedido de parte de Niembro en estas finales lo ensució un poco, pero para mí el emblema de la caída al infierno y la vuelta al cielo es Jonathan Maidana. Siempre en buen nivel y titular en todos los equipos: el que se fue a la B, el que volvió, el que ganó el torneo local, el de la Sudamericana y el de la Libertadores. Maidana con la 2 en Rusia 2018.