Años de cine catástrofe

La concha de la lora, ganó Macri. Podría escribir un poema repitiendo una y otra vez “La concha de la lora, ganó Macri”. La banda de sonido de mi cabeza es un loop infinito que dice “La concha de la lora, ganó Macri”. Abro la ventana y escucho “La concha de la lora, ganó Macri”. El pedazo de pizza fría que me estoy comiendo está vivo y dice “La concha de la lora, ganó Macri”. Los canarios de los vecinos hablan y dicen “La concha de la lora, ganó Macri”. El mundo es una gran sinfonía que dice “La concha de la lora, ganó Macri”. La diferencia está en la entonación. 

Supuse que había un sobreentendido nacional implícito. Uno cree pelotudeces, básicamente, cree que el patio de su casa es el jardín de la Nación. Supuse que, franqueando barreras de todo orden, había un gran porcentaje de este país que sabía, como si se tratara de una lección atávica aprendida en la infancia, que MACRI NO TIENE QUE SER EL PRESIDENTE DE TU PAÍS. No hay que profundizar demasiado, era simplemente darse cuenta que MACRI NO TIENE QUE SER EL PRESIDENTE DE TU PAÍS. Es un cartelito simpático que cuelga en salita verde. Bueno, resulta que hay muchos cartelitos simpáticos y muchas salitas verdes, es más, hay salitas azules, rojas, amarillas. Tal vez vivamos en distintos países y hay que acostumbrarse a que, cada tantos años, hay que vivir en el país del Otro. ¿Querías al Otro? Acá tenés al Otro. Lo bueno: el Otro es el panadero de la esquina. Lo malo: el Otro votó a Macri.  

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Cuando desperté Macri todavía estaba ahí. Es una presencia real. Es un tipo que habla en Humahuaca y todo es tan limpio y prolijo que ya no es Humahuaca. Eso es Macri. Convirtió Humahuaca en Disneylandia. Es un revestimiento perfecto. Es el más hábil proveedor de diseño exterior. Debe ser el personaje de una canción del Indio Solari de 1995. Canciones indirectas, que no señalaban a alguien en concreto, sino a un Frankenstein posmenemista reconocible. Que tiene muchas virtudes, eso no lo voy a dudar, miles de virtudes, pero, aparentemente, ninguna para ser presidente.

El día que Macri gana las elecciones a Presidente juega un partido de fútbol a la tarde. No sé quién contó que el día de las negociaciones del último alzamiento carapintada Menem se fue a dormir la siesta. No importa en sí mismo si la anécdota es real o no pero es la clase de imagen que se utiliza para describir a un presidente canchero. Yo creo que a partir de hoy los argentinos vamos a tener un presidente canchero. Un tipo con el que se puede salir a comer en Roma. Un tipo que seguramente juega bien al golf. Un tipo que se viste bien. Un tipo de ojos claros. Argentina quiere tener como presidente a un tipo que es como esos novios de clase alta que aparecen en las familias argentinas, fugazmente, como romance menor de primas, hermanas o tías. Bueno, Argentina eligió a ese pibe como presidente. Yo creí que simplemente eran novios fugaces. Proyectos de buenos tíos. Años después una abuela dice: “¿Te acordás de Mauricio, el que salía con Mónica?, se fue a vivir a Estados Unidos”. Eso era lo correcto.

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Modo Correcto:

“¿Te acordás de Mauricio, el que salía con Mónica?, se fue a vivir a Estados Unidos”.

Modo Incorrecto:

“¿Te acordás de Mauricio, el que salía con Mónica?, es presidente de la República Argentina”.

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No sé por qué se me vino a la mente cuando James Ballard dijo que el atentado a las Torres Gemelas le parecía una imagen salida del inconsciente norteamericano después de años de cine catástrofe. Ese regodeo morboso que muchos tuvimos durante años pensando en Macri y la posibilidad de que fuera presidente es real y la posibilidad que más nos atrae ahora es la de una isla. El personaje Micky Vainilla siempre me pareció la proyección fantástica de Macri de la clase progresista. Pero de todos modos hace falta Macri para que exista esa proyección fantástica.    

Jorge Asís dijo que si Macri era lo que creían los kirchneristas tal vez se trataba de lo mejor que le podía pasar al país. O sea que todo eso que se dijo sobre las cosas horribles que pensó Macri de casi todas las buenas causas tal vez fue, para una parte del electorado, en cierto retorcido sentido, propaganda a favor de él, no contra él.  

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¿Adónde irá a parar todo el odio de los anti K? ¿Nos sumergirá a los antimacristas en una nube tóxica que invade los cerebros sin pedir permiso? Espero que no. Ni siquiera hace falta ser kirchnerista para ser antimacrista/ si es que hace falta aclararlo. Es de suponer que algunos de los que lo votaron se hayan vuelto antimacristas en el acto, como yo pensaba hacer si ganaba Scioli. Pero no ganó Scioli.  

Este es uno de los pocos momentos en los que estar equivocado es lo mejor que te puede pasar. Tal vez en el 2017 digamos: “Nos equivocamos con Macri, no era tan malo como creía” y todos sonriamos recordando un pasado oscuro, lleno de tensiones insignificantes que ya no existen. Pero suena lejano, como el final de una canción triste que se va en fade.

Felicitaciones a los ganadores. Están muy contentos y hay muchos globos. Lo que yo me pregunto es si nos dejarán entrar a la fiesta cuando corten la torta.