domingo, 9 de junio de 2019

Media hora de escritura automática sobre las elecciones


(No sé de quién será esta foto pero quiero decirle a quien la sacó que es genial)

La primera elección que recuerdo es la de 1995, tenía diez años. Poco antes había muerto Carlitos, el hijo de Menem. Mi maestra de quinto grado entró al aula diciendo que todos estábamos muy tristes. ¿En todos los países las muertes accidentales y los suicidios serán vistos como asesinatos encubiertos? Habría que vivir en otro país para saberlo.

Me acuerdo de la cara de Bordón. También de Massaccesi, el candidato radical que sacó un dígito, lo que en ese momento era shockeante. Hoy si googleás Massaccesi primero aparece el periodista, Mario. Dice que nunca se enamoró, que no sabe qué es el amor. 

Para mí la política en los profundos noventa es la cabina de las garrafas que había en el patio de mi casa. Y los ladridos de mi perra Gaucha en la noche invernal. Y Xuxa y Jazzy Mel y The Sacados.

De las elecciones legislativas del 97 no tengo recuerdos, probablemente ni supiera para qué servían. Vagas imágenes de Fernández Meijide. En el 99 había cierta algarabía por la victoria de De la Rúa y Chacho Álvarez, la sensación de que no habría más corrupción, que se terminaba una época fellinesca. Posta. A veces me parece que muchos anti menemistas lo eran por cuestiones estéticas. 

De la Rúa golpeó la mesa en el programa de Mariano Grondona para demostrar que era un presidente fuerte. El otro día Macri golpeó el pavimento de una calle para demostrar que lo suyo era real y lo otro es relato. Supongo que la gente que golpea cosas para dar a entender que es fuerte o real no es fuerte ni real. 

Leía la columna política, un poco chimentera, de Roberto Di Sandro en Crónica. Creo que guardé el diario del 21 de diciembre del 2001. Debe estar en el ropero de mi pieza en la casa de mis viejos. Había tipos en cuero, con la cara tapada con remeras, tirando molotovs contra los aparatos ideológicos del estado.

En el 2003 debería haber votado por primera vez pero se equivocaron en el segundo nombre de mi dni y tardaron un año en devolvérmelo. En los padrones sigo con el nombre equivocado: Francisco, como su Santidad. Iba a bailar con la fotocopia de una constancia en un bolsillo y cinco pesos para pagar la entrada y comprar un Séptimo Regimiento. Igual yo no bailaba.

¿En el 2005 habré votado a Cristina? Me parece que no, sino lo recordaría. Debo haber votado a lo que denominaba "la izquierda". Los fans de Chiche Duhalde le tiraron huevazos a Cristina. 

En el 2007 voté a Pino Solanas. Yo era un gorila de izquierda sin militancia y votaba a Pino Solanas, que entrevistaba a Perón en Puerta de Hierro. 

En el 2009 ayudé a que ganaran De Narvaez y Felipe Solá (en alianza con Macri): voté a Sabbatella. El boludo sueño de un kirchnerismo sin Kirchner. Me quedé esperando frente a la tele a que Néstor saliera a reconocer la derrota. Decían que en el bunker se cagó a piñas con Massa, que por eso salió tarde. Las mitologías anti peronistas dan cuenta de su morbo, con cierta tendencia voyeur, tal vez matizada con accesos onanistas: el peronismo se explicaría a través de sus secretos. Ahora te pasan las conversaciones telefónicas de Cristina en Prime Time, como quien no quiere la cosa. Ya en ese momento las encuestas hacían campaña por el otro candidato pero votaban por usted: daban ganador a Kirchner para que los indecisos no K pero tampoco tan anti K, terminaran votando por la opción Anti K. 

En el 2011 voté a Binner. Lo que en mi historia íntima denomino "el voto pecho frío". Lo defendía en sobremesas, pero en lo más íntimo de mi ser el kirchnerismo me había hartado. Y el segundo mandato de Cristina, hoy rechazado por ella misma (¿de qué otra manera se puede entender que haya puesto a su principal crítico como candidato a presidente?), me encontró bastante saturado de esa construcción del mito en tiempo real. La voz de Cris me seguía y no cesaba. Y lo más extraño y contradictorio es que en el 2013 voté a Insaurralde, es decir, voté por primera vez al kirchnerismo y por uno de los candidatos menos atractivos que recuerde. Supongo que a partir de ese momento empecé a entender que votar era complejo en serio, que la búsqueda de identificación total es un quimera y que los del otro lado siempre te van a ver como una lacra. Pero no pasa naranja: a veces hasta hablamos de fútbol y del clima. La verdad es que la guerrita civil virtual se volvió algo improductiva.   

En el 2015 vino el voto con angustia por Scioli, un sapo difícil de tragar pero en frente estaba Macri. O sea: mejor tragarse un sapo. En el 2017 voté por Cristina y fui presidente de mesa. Fue como poner una silla de wing izquierdo. No tenía nada que ver con les muchaches. Hasta ahí yo creía que mi formación política consistía en escuchar a Spinetta, ver películas de Cronenberg y leer a Bolaño. Ser un boludo es como ser una cebolla: uno nunca termina de sacarse las capas. Ahora me resigno al presente, añoro un pasado que no existió y no tengo esperanzas en el futuro. A las personas como yo, nos deberían prohibir el voto.

La referencia a Alberto Fernández hace pensar en un kirchnerismo que venía a joder pero no lo bastante como para tener a Clarín en contra. Reformismo sin veleidades revolucionarias, que no te promete que te va a cambiar la vida, pero de repente te la cambia. Alberto se va en julio del 2008, desgastado después del conflicto con el campo. Era el vocero amable del kirchnerismo componedor pre grieta. En Telenoche despidieron al guerrero adversario con un informe emotivo. Su ida es el fin de una era.

Se sintió la ausencia de Alberto en quienes salimos de tercer año del Polimodal con ese kirchnerismo nestorista. De buena oratoria, con una amabilidad gauchesca y culta, la gestualidad de Alberto obedece al canon que compartieron Rafael Bielsa, Ginés García, Daniel Filmus. Pienso en esa época y se me viene a la cabeza una era cultural. ¿Es posible traerla de vuelta, cuando ya en su última aparición se respaldaba en los setenta?

Desde el gobierno se lee el gesto como debilidad. ¿Qué van a decir? Al mismo tiempo aseguran que el poder lo va a seguir teniendo Cris. No se ponen de acuerdo. Festejar antes de tiempo nunca ayudó a ganar superclásicos. Cambiemos pierde en todos lados pero extrapolar las elecciones provinciales al plano nacional sería un error grave. Lo cierto es que Cristina elige un símbolo del primer kirchnerismo para encabezar lo que se intuye como un hipotético gobierno de transición. Alberto es la consecuencia de la imposibilidad de generar un heredero que acapare votos propios. Por detrás asoma la iniciativa de un pacto anti grieta bajo el paraguas conceptual del "contrato social de ciudadanía responsable". Se especula tanto con un acercamiento a Clarín (Alberto paseó a su perro con Malnatti) como con una Reforma Constitucional que acabaría con el orden republicano para siempre, suponiendo que existe algún orden republicano. Conclusión: podemos mandar frutas predictivas casi sin riesgos porque en realidad nadie sabe qué carajo va a pasar.


8 comentarios:

Cine Braille dijo...

Hace unos meses volví a leer los posts de las elecciones de 2015 pensando que me iba a reír un rato y me deprimí. Me hizo acordar al epitafio de un humorista irlandés admirado por los Beatles, Spike Milligan: "te dije que estaba enfermo".
Abrazo.

Pedro dijo...

No lo leí pero no me gusta.
No recuerdo con certeza ninguno de mis votos. Creo que empecé con la izquierda, luego vino posiblemente Cristina. Después dejé de votar y ahora tengo que pagar multas acumuladas si quiero renovar el pasaporte.

Anónimo dijo...

Te hacía más piola como votante

Cine Braille dijo...

Georges Simenon una vez arregló escribir una novela de Maigret en público, expuesto en una vidriera. Te tiro la idea por si algún día querés subir la apuesta (?) de escribir un post en media hora.
Abrazo,

Anónimo dijo...

Muchos argentinos tiene la cabeza muy quemada... si traes a un extranjero y lo pones a ver nuestra Tv por un dia...seguro cree que actualmente gobierna CFK. Pasaron 4 años que nunca existieron. Todo lo que suceda en argentina es fruto de un mal pasado y un posible mal futuro

Anónimo dijo...

Alberto, el que viene a no joder, es el mismo que sobornó a Borocotó (googleen, centenials (?)), es el mismo de la mentira sobre Enrique Olivera un día antes de la elección, es el mismo que hacía chiste sobre apretar periodistas.
Pero viene a no joder.

Curioso, lo de Carlitos Menem fue un accidente para vos.
Todos los testigos que se murieron, también murieron accidentalmente, seguro...

JLO dijo...

el peronismo sabe gobernar argentina, los demás no... es tan fácil y verdadero el tema que duele...

Pedro dijo...

La biografía de San Martín es un buen punto de partida para entender el destino del país. De hecho todo el continente es el permanente sueño de San Martín, igual que para algunos hindúes el mundo es el sueño de Vishnú. Lo propone de alguna manera Borges en Guayaquil.