miércoles, 14 de noviembre de 2007

SOBRE LOS ESCRITORES Y LAS FOTOGRAFÍAS


Si hay una pareja que se lleva decididamente mal es la que conforman el Escritor y la Fotografía. Hace unos días, mirando un documental sobre Juan José Saer, un amigo del fallecido autor de Nadie nada nunca, leía una dedicatoria en la que el narrador le pedía que por favor no se ría de la foto. Y la verdad es que Saer, como muchísimos otros escritores, siempre salió mal en las fotos. Incluso las mejores son las que lo muestran de espaldas, caminando entre los pastizales que otrora le sirvieron como paisajes de sus asombrosas –o asombrosamente morosas, para ser exactos- novelas. Se podría pensar que éste es un mal que sólo atañe a escritores muertos o viejos no familiarizados con la vida contemporánea que exige sacarse una foto hasta para hacerse socio de una Biblioteca. Sin embargo, no, los escritores que podemos llamar nuevos o jóvenes –menos de 50 años- también sufren el mal. Un buen ejemplo es la fotografía que ilustra la nota YA SON GRANDES, del suplemento cultural Adn Nación del día 6 de octubre de 2007 dedicado a 4 narradores argentinos que, podríamos decir, ya son cosa seria. O son leídos, odiados y admirados, que es casi decir lo mismo para el mundillo intelectual. Alan Pauls se toca el cuello con su mano derecha y mira a cámara con un gesto incomprensible, como si estuviese saliendo de la ducha. Guillermo Martínez –autor de un gran éxito llamado Crímenes Imperceptibles- se lleva la peor parte porque la fotografía lo toma a punto de pronunciar algo ya que en sus labios se puede adivinar el movimiento inequívoco que da paso a la letra p. Leopoldo Brizuela observa con demasiado énfasis hacia el frente lo que lo asemeja a un personaje de Condorito, uno que se llamaba, si mal no recuerdo, Comegato. Algo extraño en un tipo que, según tenía entendidos por otras fotografías, no se parece en nada a Comegato. Pablo de Santis parece nervioso o temeroso y, lo que es terrible para un escritor, su gesto sumiso no lo asemeja a un escritor, más bien parece un empleado de un negocio gris y fue obligado a salir en la foto. Sin dudas, las fotografías muestras un flanco débil de los escritores, donde los estereotipos brillan en todo su esplendor.

Si hablamos de semblantes serios y reconcentrados, llamemos a Carlos Fuentes pero no olvidemos a José Saramago, Tómas Eloy Martínez y, aunque parezca increíble, Fernando Vallejo. Si al gesto solemne le sumamos una declaración rancia, de esas que suelen hacer los escritores –algunas de mis preferidas: Temo que la humanidad se suicide; La guerra y la memoria no acaban nunca; Estoy comprometido con la vida, no con la literatura; Estoy comprometido con la literatura, no con la vida- estamos fritos.

Pero no debemos enjuiciar sólo a los pobres escritores, los fotógrafos también tienen su parte en los hechos, ¿acaso no son ellos los que, inevitablemente, hacen posar a Mario Benedetti con cara de abuelito bondadoso, a los pensadores apoyados en una mesa con una mano en la sien –Susan Sontag tiene record en ese tipo, cuánto más pensador se es, deben idear los fotógrafos, más se apoyan sobre mesas- y al demoníaco Mario Vargas Llosa con cara de… demonio? Propongo una foto de Benedetti desnudo y bañado en sangre, una polaroid del cadáver de Susan Sontag, una imagen que muestre a Mario Vargas Llosa dando de comer a niños desnutridos en una favela brasilera. Propongo sin más, la erradicación del estereotipo fotógrafico.

Tampoco la cosa mejora cuando los escritores salen riendo. Lo que sucede, simplemente, es que no queremos ver a los escritores reír como estúpidos y menos para una foto, donde, salvo honrosas excepciones –el gesto campechano de Sasturain, Bolaño sonriendo, algo ausente, cargando una pesada mochila, el semblante alocado de Fogwill-, la sonrisa parece más forzada que la de un político en campaña electoral.

Una especie que directamente no debería sacarse fotografías es la que conforman las escritores de entre 30 y 50 años –aparecen de a montones en el Premio Clarín de novela. No quiero generalizar, pero la gran mayoría aparece con una semi-sonrisa, vestida con unos trajecitos pacatos, con los labios pintados y un fondo de parque selecto de clase alta, es decir, todo lo que no esperamos de una escritora. Quiero decir: no esperamos que las escritoras se parezcan a nuestras tías. Aunque sea yo no lo espero. (Regla Número 1 para escritores: no tener cara de tíos).

Y así todo se encamina hacia la absoluta obviedad. Gunter Grass observa el horizonte y fuma su pipa negra. Arturo Pérez Reverte –con sus declaraciones y exabruptos- sale borroso, con gesto irónico y entre una nube de humo. Algo quieren decirme las fotografías de escritores fumando que yo no entiendo. Lo mismo con gatos: Cortázar saludando a un gato a través de una puerta –aunque debo decir que ésta sí es buena, presumiblemente no la sacó un fotógrafo sino un amigo o su mujer; ahora que lo pienso: Cortázar tuvo muchas amigas fotógrafas, ahí se entiende todo-, Doris Lessing acariciando un felino con sus polleras largas y negras. Los escritores irreverentes salen haciendo muecas –en este rubro, Cucurto hace estragos-. Los escritores indiferentes, mordiéndose los labios. Los que creen que tienen algo importante para decir, con cara de importantes – aquí brillan los columnistas de Ñ-. Fernando Savater y Antonio Skármeta con gesto bonachón; y claro, eso es lo que la gente espera de los bonachones Fernando Savater y Antonio Skármeta.

Mirando otras fotografías me pregunto: ¿Qué hace Vila-Matas agarrado a una columna? ¿Quién le habrá dicho que quedaba bien así? ¿Lo habrán convencido diciéndole que quedaba sexy? Releyendo una vieja nota sobre el autor de Plataforma, imagino el pensamiento del fotógrafo: ¿Houellebecq pasó algunas temporadas en un psiquiátrico? Ok, que pose como si aún estuviese en un psiquiátrico. Y con un cigarrillo en la mano, por favor.

Otro problema entre los escritores y las fotografías: los escritores suelen ser poco agraciados o muy feos. Es muy difícil para un tipo feo –si lo sabré yo, si lo sabrán los feos que leen esto- salir bien en una foto. Sino, miren a Stephen King –ni él habría podido imaginar algo tan terrorífico-, la voluminosa Victoria Ocampo o César Aira, que parece la cruza perfecta entre un autista y un asesino serial.

La verdad quizás sea que el acto de escribir, solitario por naturaleza, no se lleva bien con el culto a la imagen o la figura. Desde ese punto de vista podemos entender que muchas de las mejores semblanzas de escritores son las que los muestran escribiendo –recuerdo una conocidísima de Hemingway- o en el medio de un estudio repleto de papeles, textos y manuscritos. Antes se usaba más, ahora se los suele retratar en estudios o escritorios evidentemente armados o ajenos al escritor fotografiado. Es en su cocina literaria, allí donde se sienten cómodos. Allí donde, paradójicamente, pocas veces los fotografían.

11 comentarios:

Anónimo dijo...

Lo que se est�n enterando al leer esto, es que mi madre,ganadora a los 67 a�os, del 2do. puesto del Premio Clar�n de Novela (detr�s de Claudia Pi�eiro)se hizo la cirug�a a los 42, pero el jud�a creyente en DIO$ Ricardo Kirschbaum rkirschbaum@redaccion.clarin.com.ar prefiri� no incluir su foto en las p�ginas del diario.

caca dijo...

ja ja qué es esto, yo también odio a Kirschbaum pero no por su elección religiosa.

En contra de charly garcía a full, sin matices.

Anónimo dijo...

tengo a García ligado a mi vida emocional en su fase "la máquina" hasta pre-tango 4. el resto es niebla, un terreno que no quiero más que sobrevolar con ocasionales paradas.
ahora, charly no es mi tío, ni mi viejo, ni un amigo. y creo que su brillante pasado no le da poderes, incumbencias, permisos por encima de nadie.
garcía, tocando veinte trajes verdes en el piano con siete ginebras, un pie en 220 y tirandose pedos en la cara del plomo que le cambia las cuerdas... es un tipo que no entiende nada, o que no quiere entenderlo. un ex-genio bestia creativo que, agotado el repertorio de melodías, se queda solo en compañía de un escenario vacío. dentro suyo.

después, habría que elegir a quién se le pega la patada en el orto, al asistente que te engancha mal la correa de la gibson o al forro que filma a charly, a björk y que fue al recital porque se ganó la entrada en la 97.1, Tu Música!

Anónimo dijo...

Corvino: Insoportables las poses de escritores en las fotos, tanto las solemnes (de intelectual comprometido y/o con misterioso mundo interior), como las de los que se quieren hacer-los-locos (El cronopio joven con la lupa en el ojo).

Aun asi, me vienen a la mente muy buenas fotos de Onetti -- en particular una en la que esta tirado en la cama en cuero leyendo un libro mientras se fuma un pucho (parece sacada por alguien que se asomo a la puerta de su pieza sin que el supiese) y otra en la que seniala con dedo inquisidor (acaso debido a la impertinencia del fotografo). Calculo que la seguramente mala predisposicion del uruguayo hacia las fotos haya tenido algo que ver en estos buenos resultados. Otra posibilidad es que mi opinion sobre estas fotos este influenciada por mi gran admiracion hacia el susodicho.

Un abrazo,

Anónimo dijo...

En esta pagina aparecen justamente las dos fotos de Onetti a las que hago referencia:

www.lainsignia.org/2003febrero/cul_031.htm

Martín Zariello dijo...

Marplatense: No sé si viste -imagino que sí- una nota que le hacen a Onetti en la cama cuando ya estaba en las últimas, no se entiende un choto lo que habla, es muy buena. Cuando la vi, comparé su estética con la de Alan Pauls. Da para hacer algún tipo de análisis.
Natanael: ese mensaje es muy extraño. Mejor no le respondo porque no entendí nada.
Agustín: ¡Qué buen tema 20 trajes verdes! (diría un fan de Charly)

Saludos. Lamentablemente este post ha sido aplazado por la depresión riverplatense de más arriba.

Anónimo dijo...

CORVINO: DEJÁ DE HACERTE EL LOCO CON LOS CAMBIOS DE PLANTILLA!!!

Matías dijo...

No cualquiera es citado por Ilcorvino eh... que me contursi...

Por lo demás Charly puede ser un viejo de mierda, lo sé, pero es innegable que es algo de lo más alto a lo que llegó nuestro querido rock nacional. ¿Será por eso que me importa un cacso que le pegue a Bjork? ¿Quién es Bjork?

Bueno. Por último me queda reconocer que Nolugareña es brillante y que debido a la fiebre del post en Ilcorvino luego me pasaré de vuelta y leeré el post fotográfico y el riverplatense.


Saludos! Gracias Corvino!!!

nolugareña dijo...

Gracias por citarme ahí abajo. Me gustó ser sintésis.

Vos sos lindo Corvi, no te hagas el feo.

Igual cuando edites un libro poné aquella foto con el payaso dibujado arriba que era buenísima!

Gracias Matías Desarmado por tanto halago, aunque no me hago cargo.

santiago gerchunoff dijo...

En el último libro de Coetzee, "Diario de un mal año" (creo que todavía no se editó en Argentina), un capítulo está dedicado al tema de las fotografías de escritores. El libro es impresionante; no tanto ese capítulo. Pero ahí cita Coetzee también un ensayo de Javier Marías sobre el mismo tema. Marías debe estar masturbándose para festejar haber sido citado por Coetzee. En cualquier caso, parece que hay un tema ahí. Vagamente recuerdo haber leído que Don Delillo en una firma de libros en Barcelona cagó a trompadas a un fan que insistía en fotografiarlo y declaró posteriormente que no podía existir nada más estúpido que querer fotografiar a un escritor.

Saludos

Pablo Rumel Espinoza dijo...

Una de las fotos que más pena me ha dado ha sido la de Cristián Neumann, que sale con una mezcla de niño tierno y retardado mental. El otro que me da mucha risa es César Aira, que aparece con una sonrisita media malévola, como si hubiese salido recién de un motel de Coronel Rosado, luego de que otro tipo lo haya sodomizado. Piglia, por lo general, sale con cara de funcionario público después de una larga jornada.

El peor de todos, claramente, es Borges, que sale con los ojos hacia arriba, con una auténtica cara de retrasado mental.