CONCLUSIÓN TARDÍA II

Luego de analizar y releer varios artículos (en blogs, diarios, revistas) sobre el tema de las retenciones me quedó una pregunta personal que tal vez alguno de ustedes se pueda hacer: ¿por qué a mí, a diferencia del resto, no me escandalizó demasiado el itinerario violento que en estos días llevó a cabo D’Elía? 1) Porque soy kirchnerista. Error: por cuestiones harto tratadas en este mismo espacio, mi relación con Pingüino y Christine es más que tirante.2) Porque nada me importa y soy indiferente al mundo. Error: todo me importa y la postura de indiferencia hacia el mundo me crispa. Finalmente, luego de repensarlo varias veces, caí en la verdad: Porque no espero nada del Gobierno. Sencillamente es así. Leer a Martín Caparrós, Beatriz Sarlo o Fernando Peña indignados por la actitud del piquetero oficialista me hace preguntar: ¿y qué esperaban de un gobierno? Y más: ¿hay gente que todavía cree en entelequias tales? ¡Si la historia es una cadena interminable de Instituciones que defraudan! Que la gente se haya enojado más con el tonito de Christine y la violencia de D’Elía que con las retenciones a pequeños gorriones del campo (y no grandes buitres) me hace pensar que lo único que puede reflexionar el ser humano es lo que sale en televisión. Homero es astronauta, su nave está cayendo a toda velocidad y sin rumbo aparente hacia el Planeta Tierra. ¿Logrará aterrizar? Por supuesto, dice el abuelo, es televisión. En 1947 no había tantas cámaras, pero de seguro había patotas peronistas. Lo mismo en el menemato o en la etapa Duhalde. Escandalizarse porque un gobierno peronista tiene patotas es como sorprenderse por que la Coca Cola vino con gas. Ya sé que está muy mal, pero ya querríamos nosotros habitar un país mejor. No soy punk, no creo en la anarquía, pero tampoco puedo ser tan ciego de seguir creyendo en aquello que elocuentemente es una farsa: C5N, el canal de Hadad, está con el gobierno de Kirchner, amigos. ¿No era que Hadad era fascista y Kirchner montonero? Por otro lado, los medios han patinado en forma contundente: muy pocos, al pasar el audio de la mentada conversación entre Peña y D’Elía, recalaron en esa frase lamentable: “Una nota de color…de color negro”. Decirle eso a un macro intolerante (como lo es también Fernando “Rasgador de vestiduras” Peña), émulo piquetero de Newman, el cartero dramático/exaltado de Seinfeld, es muy parecido a meter el dedo en la llaga. Por otro lado, el beneplácito de los medios ante los discursos afectados de Christine de diciembre y el rechazo al que encendió la mecha (que, por una vez, más allá de haber sido acertado u horroroso, fue sincero) explicita a las claras la superficialidad latente con la que se juzgan los parlamentos políticos (muchos opositores se creyeron ésa de que Christine es Cicerón). Otro factor de mi ira “anti-oligarquía”: que la gente rebolucionaria compare esto con la dictadura o algo así. Escuché a varios. Mejor cambio de tema rápido porque se viene otro arranque de furia. Mi fugaz cuasi-acuerdo con el pensamiento K está más relacionado con el repiqueteo de cacerolas y la tristeza de que en un país, literalmente, se derramen litros de leche que con la medida en sí (de igual forma, en el post lo aclaraba). Por otro lado, como acotó Marplatense Ajeno en los comentarios del Post de la Revolución Boluda es indudable la facilidad con la que hablamos de temas de los que no sabemos absolutamente nada: retenciones, movimientos agropecuarios, dólar flotante. Este blog, que cada tanto moja su nariz en la política, pero donde habitualmente se escribe sobre Roberto Bolaño, Lost y Luis Alberto Spinetta, en un parpadeo, pasó a desentrañar el modo en que la preponderancia de soja en el mercado agrícola afecta la economía cotidiana… De todos modos, ya lo sabemos: en esta historia no hay buenos ni malos. La realidad es como la película de los Coen. Personalmente, entre los fascistas de la Plaza, la farsa gubernamental y el piquetero verborrágico, mi opción sigue siendo el suicidio colectivo. Y pensar que yo creía que ya no era un adolescente nihilista. Sayonara.

PD: ¿Alguien se dio cuenta de que Elisa Carrió y Luis “Newman” D’Elía tienen exactamente el mismo tono para hablar?