ESTAR CON EL CAMPO

Estar con el campo es decir “¡Viva la Patria!” suponiendo que esa frase aún tiene algún significado positivo o justifica cualquier protesta o exabrupto. Estar con el campo es, a veces, ser un niño rico de Recoleta y escribir “Reteneme ésta” en un cartel blanco. Estar con el campo es cortar rutas y ofenderse de ser llamado piquetero. Estar con el campo es no advertir el apropiamiento que políticos opositores variopintos y ruines hacen de la protesta. Estar con el campo es enorgullecerse de desabastecer el país. Estar con el campo es arroparse con la bandera argentina con calculado gesto sufrido. Estar con el campo, a veces, es negarle la posibilidad de pasar a una ambulancia que lleva a un tipo a punto de morir y luego, efectivamente, se muere. Estar con el campo, a veces, es ir multitudinariamente a Rosario y quedarse absolutamente mudo ante la mención de Madres y Abuelas de Plaza de Mayo. Estar con el campo es pensar como Mariano Grondona. Estar con el campo es reflexionar como Mirtha Legrand. Estar con el campo es creer que Margarita Stolbizer es una “perseguida política”. Estar con el campo es solidarizarse con Fernando Peña porque D’Elía lo trató mal. Estar con el campo es no observar el alarmante gesto demagógico de Alfredo De Angeli, ofreciendo picaresca criolla (a través de un diente roto) o drama existencial (situación emocional precaria de su madre) según corresponda. Estar con el campo es, a veces, haber estado de acuerdo con una dictadura militar y hoy tener el tupé de decirle “autoritario” a un gobierno elegido democráticamente. Estar con el campo es creer que todo hecho u objeto relacionado con lo regional (una mateada, un tractorazo, un poncho, un rastrillo) es simpático. Estar con el campo es creer que las personas que se levantan a las 6 de la mañana trabajan más que las que lo hacen a las 12 del mediodía. Estar con el campo es decir que “El campo es Argentina”. Estar con el campo es suponer, no se sabe muy bien por qué carajo, que “el hombre de campo” es intrínsecamente bueno y no le hace mal a nadie incluso cuando tiene, por ejemplo, mano de obra en negro. Estar con el campo es mentir diciendo que el país está totalmente paralizado. Estar con el campo, a veces, es detestar a la presidente, menos por formar parte de una gestión con inobjetables errores que por haber sido montonera. Estar con el campo, a veces, es decir que estás “fundido” aún pudiendo sobrellevar 80 días de paro, “sin trabajar”. Estar con el campo es aplaudir al Presidente de la Sociedad Rural. Estar con el campo es vanagloriarse de mantener una postura rígida y autoritaria. Estar con el campo es no tener memoria y decir “que nunca se estuvo peor en la Argentina”. Estar con el campo es burlarse de que hay cierta gente que acepta (debido a su ignorancia, debido a su pobreza, debido a su desesperación, debido a su insignificante capacidad para decidir) asistir a actos políticos por dinero aún sin saber de qué se habla. Estar con el campo, a veces, es alarmarse porque se detiene a 8 productores cuando durante 10 años de piquetes estuviste pidiendo que “por favor hagan algo con esos negros de mierda que cortan la calle”. Estar con el campo es denostar a cualquiera que vea siquiera una sola cosa buena en la era K (la apertura de juicios a represores de la última dictadura militar, por ejemplo). Estar con el campo es decir que el campo “nos da alimento”, cuando todos sabemos que “el campo” (legítimamente, claro) “nos vende alimento”. Estar con el campo es silenciar el hecho de que la soja fue considerada transgénica. Estar con el campo es confundir una protesta económica con “el rumbo de la Patria”. Estar con el campo es manifestar una estupidez tan grande como la siguiente: “Si estábamos tan bien ¿para qué vamos a cambiar las retenciones?” suponiendo (nuevamente en forma estúpida) que si a un sector determinado de la sociedad le va bien (a través de la inverosímil teoría del derrame), a todos los sectores les sucederá lo mismo y, por consecuencia de ello, no es necesario cambiar. Estar con el campo es no tener problemas en que tu líder mediático haya aceptado cuidarle el campo a un empresario mafioso pseudo-suicidado. Estar con el campo es escribir mensajes en foros en letra mayúscula entendiendo que la letra mayúscula oculta la falta de argumentación y el irritante grado de soberbia de quienes acusan de “soberbia” al gobierno. Estar con el campo es criticar a los que opinan sobre el campo y no son del campo, como si todos los que hablan de Riquelme hubiesen jugado en la primera de Boca. Estar con el campo es decir, ilógicamente, que “todos vivimos del campo” (incluso los porteros, los jugadores de fútbol, los kiosqueros, los vendedores de electrodomésticos, los carpinteros, los plomeros, los tintoreros, los que reparten folletos, los libreros, las prostitutas, los taxi boys, etc.) Estar con el campo es lograr que un blogger que hasta hace poco odiaba al gobierno se pase, por poco, a la vereda de enfrente (es decir, al país de los Fernández). Pero no lo lograron: todavía la actriz melodramática que asumió la presidencia hace unos meses me cae como el culo. Sin embargo, Señor Juez, yo no estoy y nunca estaré con el campo. Sayonara.