“Entonces le explico que mis dos honradísimos tíos son unos argentinos perfectos como se entendía en 1915, época cenital de sus vidas entre agropecuarios y oficinescas. Cuando se habla de esos “criollos de otros tiempos”, se habla de antisemitas, de xenófobos, de burgueses arraigados a una nostalgia de estanzuela con chinitas, cebando mate por diez pesos mensuales, con sentimientos patrios del más puro azul y blanco, gran respeto por todo lo militar y expedición al desierto, con camisas de plancha por docenas aunque no alcance el sueldo para pagarle a fin de mes a ese ser abyecto que toda la familia llama “el ruso” y a quien se trata a gritos, amenazas, y en el mejor de los casos con frases de perdonavidas” Capítulo 138 de Rayuela, Julio Cortázar.
Sobre el Himno en cualquier lado. Uno de los ejemplos más cabales de que el conflicto campo/gobierno está llevado a cabo por seres humanos dementes es la cantidad de veces en que éstos cantan el Himno nacional inflando el pecho y a propósito de nada. Hace rato, en este país, entonar el Himno se convirtió en la señal perfecta para que los demás adviertan que estás loco (pregúntenle a Say No More, sino). La parodia de la Juventud Peronista (por el anacronismo de sus consignas podemos afirmar que se trataba de un desfasaje en el tiempo digno de Lost) corrió a ese singular híbrido (por lo homogéneo) de neonazis o fascistas o hipócritas o reaccionarios que pedían la renuncia de Christine en Olivos (una nena portaba una pancarta que decía: “Montoneros Nunca +… El Pueblo”) y, acto seguido, luego de cantar la Marcha Peronista en forma fragmentada (procedimiento literario que podríamos asimilar al montaje), entonó, cuando no, el Himno Nacional. Pero, sin dudas, los representantes más paradigmáticos de la confusión nacionalista, son los productores agropecuarios, a esta altura, íconos inclaudicables del patriotismo más berreta (y tan desfasados en el espacio temporal como la nueva JP, aunque infinitamente más peligrosos a pesar de no llevar palos: son más y están convencidos). Los ruralistas de Gualeguaychú, poco antes de la “represión”, entonaron el Himno y, como no tenían otra cosa mejor que hacer, también lo entonaron después. El cinismo de quienes confunden la suba de retenciones a la exportación de soja con el destino de la Patria es tan grande que no entra en el ciberespacio. Es el típico cinismo de derecha que defiende la democracia tirando bombas. Es el típico cinismo de derecha que se queja de la “tiranía K” y se manifiesta sin problemas al lado de Cecilia Pando. Es el típico cinismo de derecha que obliga al más profundo de los vómitos (“Acá estamos los blancos”, dijo un señor mayor en Canal 26). ¿Quién mierda dijo que SÍ es violento taparse la cara y llevar un palo y NO es violento estar sacado, arroparse con la bandera argentina y golpear una cacerola con un martillo? No hay lugar para los débiles. Y creo que yo soy un débil porque ya no puedo pensar más en este maravilloso país de mierda donde la gente pelotuda sigue haciendo diferencias entre “negros” y “blancos”, donde la gente pide “memoria completa” y seguridad, donde la gente sigue las declaraciones del tipo que cuida los campos de Yabrán como si fuera Martin Luther King. Pero en términos reales, De Angeli (con su vergonzosa defensa de la rentabilidad, así lo dijo él) es más parecido al otro King, a Don, un capitalista hijo de puta al que le importa tres pitos todo si su bolsillo está lleno. Julio Cortázar se rió de las costumbres de las familias argentinas en Historias de cronopios y de famas, donde, influido por el surrealismo, prefiguró una familia de chiflados que buscaba pelos perdidos en cañerías, hacía un culto de los velorios y, finalmente, luego de desestabilizar una oficina de Correos, cantaba el himno nacional y se retiraba en buen orden. Las manifestaciones de los ruralistas y los neonazis del Centro porteño, demuestran la vigencia del sarcasmo cortazariano circa 1962. La diferencia radica en que los personajes de Cortázar eran simpáticos y los de la vida real son potenciales golpistas. Y si no son potenciales golpistas son fascistas. Y ninguna de las dos opciones me agrada.
Sobre la “represión” en Gualeguaychú. Los dirigentes rurales y la oposición dicen que lo de Gualeguaychú fue represión. Claro, represión del mismo modo en que se puede decir que Airbag es una banda de rock, prestando atención a la superficie y no al contenido. ¿Es represión, en un país donde históricamente las Fuerzas Armadas y la Policía cometieron asesinatos impunemente, que un gendarme (amparado por la ley) proponga didácticamente una y otra vez correrse de un espacio público para así dejar pasar el tránsito? Estamos viviendo en una farsa enorme. El hecho de que el gobierno sea pésimo, no hace que los que están en contra de este último tengan razón. Incluso puede pasar, como está sucediendo ahora mismo, que la oposición y los sectores contrarios sean mil veces peores que la secta de Fernández. La gente que “está con el campo” aplaude a de De Angeli porque corta Rutas durante 95 días y cuando lo van a sacar, con ese aire soberbio tan patente en los machistas argentinos no-pensantes, responde: “¿Y si no me voy qué me van a hacer?”. Respuesta:
-Bueno, hasta hace unos años venía un policía corrupto y te pegaba un tiro en la cabeza, así que no te hagas el mártir porque al final (como era obvio para todos, a excepción de tus fans, que creían que te iban a desaparecer) saliste en 5 horas y sin un rasguño. O sea que te metieron preso bien (estabas infringiendo la ley) y te sacaron de la cárcel bien (se hicieron valer los derechos que todo ciudadano debe tener).
Estoy mal, loco, le estoy hablando a De Angeli a través de un puto blog (¿?). Volvamos. Me gustaría oír a los que se asustaron con la represión payasesca de Gualeguaychú (porque en una represión no te llevan entre 10 canas para que no te golpees sino que te cagan a palazos hasta que te desmayas), lamentándose por la muerte de Kosteki y Santillán. Me gustaría oír a los que hablan de “gobierno autoritario”, ofreciéndome una buena razón por la cual las rutas, en un país democrático, deben estar cortadas durante 95 días a manos de un sector que se cree representante de todo el país y no es más que eso: un sector del país defendiendo, legítimamente, los dólares que gana por mes. Eso no es patriotismo, es capitalismo salvaje (permítanme el lugar común) acá y en la China (comunista). Es muy gracioso ver a los fachos ancestrales (que existen, basta de esa pelotudez relativista posmoderna de que la derecha no existe) quejándose de la “represión” después de desearla durante tanto tiempo. “¿Esto no es obediencia de vida?”, preguntaba a los gritos un ruralista señalando a los gendarmes de Gualeguaychú… Pero no se confundan, esta gente no es mala, ni golpista ni fascista, no, no, ¡son la buena gente de campo!, los que hacen simpáticos tractorazos, campechanas asambleas donde deciden si te dejan pasar o no con tu camión, toman mate, luchan por el futuro (el nuestro, eh, el de todos) y, cada tanto, como quien no quiere la cosa, comparan el despeje de una ruta en el 2008 con la tortura de una persona en 1978. Nada más, a cualquiera se le puede escapar… ¿o no?
Sobre la edición de Perfil del domingo 15 de junio de 2008. Locura. Ésa es la palabra que refleja de modo exacto el accionar del diario Perfil. En la tapa, bajo el título “Estado de anarquía”, se puede ver una foto de De Angeli tomado por los gendarmes y otra de Kirchner en la Plaza rodeado de simpatizantes K, abajo dice: “Gobierno fuera de control. Kirchner no pudo soportar la peronización de De Angeli, generada por el propio Gobierno, y “recupero” en persona la Plaza de Perón”. Al dar vuelta la página, el nivel de demencia del diario de Fontevecchia llega a límites insospechados, comparando ya explícitamente a De Angeli con Juan Domingo Perón: “La represión construyó un 17 de octubre por la libertad de De Angeli”, escribe en su nota la periodista Estela Gigena (que ya mismo debería explicar por qué no avisa que es discípula de Hunter Thompson, el creador del “periodismo gonzo”, quien escribía bajo los efectos del LSD). El contenido de la nota victimaza constantemente a los productores rurales detenidos, ellos son los mártires. Luego de leer las notas que tratan el conflicto (denominado, sin atenuantes, ¡“GUERRA GOBIERNO-CAMPO”!) queda la sensación de que es perfectamente entendible (y no inconstitucional y soberbio y autoritario) que gente súper pudiente se pare en el medio de las Rutas y decida quién puede pasar y quién no. En su columna de opinión, el ex kirchnerista Alfredo Leuco elabora una carta al presidente del PJ, “Carta abierta al presidente de facto”, que, en nivel de vergüenza ajena, supera incluso la de Fernando Peña a la Presidente: “¿Qué lo llevo a alimentar a un sencillo dirigente rural como Alfredo De Angeli hasta convertilo en una suerte de Perón de las clases medias rurales que, como si se tratara de un 17 de octubre, ayer salieron a las rutas para pedir la liberación de su líder?”, se pregunta Leuco. La idea (¿de mierda?) de que De Angeli es el Perón de los 2000’, también vuelve a ser retomada en la columna de Edi Zunino: “Alfredo De Angeli, a estas horas convertido en una especie de Perón de las clases medias urbanas y rurales”. Pero el descalabro mayor se produce en la extensa nota que Fontevecchia le hace a De Angeli. En ella, el dueño de Perfil, compara la actual situación del dirigente rural con la que él vivió durante la dictadura (estuvo 10 días desaparecido en 1979), ¡le ofrece consejos de El arte de la guerra, de Sun Tzu! y De Angeli, con esa facilidad para crear espanto que tienen los desquiciados mentales, juega a ser Nostradamus (“Estamos al borde de la anarquía si el Gobierno no empieza a solucionar los problemas. Ya hay dos sectores: el campo y el transporte; viene el desabastecimiento, la desocupación a los pueblos del interior”), dice que le cree a Miguens, afirma sin vergüenza, sobre Duhalde: “Si dice que se presenta para presidente, se lleva los votos del campo”. Evidentemente, la idea de que esta miserable puja económica no es política quedó en el pasado. De Angeli también aclara que comparte la causa de Blumberg y que su madre (que en una edición pasada de Perfil dijo que este gobierno terminaba como el de De la Rúa o Alfonsín o Illia) “Las pocas palabras que habla, son sabias”. “Y tenemos el problema que la mayoría de los medios son dependientes del Gobierno nacional” declara, cuando es sabido que más allá de Página 12 y Canal 7, no hay un solo medio que tenga una versión objetiva sobre lo que sucede (la cobertura de TN, una vez más, fue risible y C5N habrá firmado algún pacto corrupto con K, pero ni Grondona ni Longobardi ni Feinmann dejaron de ser Grondona, Longobardi y Feinmann). La nota es acompañada por imágenes en las que De Angeli llora y termina con este hermoso diálogo (en negrita las palabras de Fontevecchia) sobre el día del Padre (el del dirigente agrario murió hace 12 años):
“-El domingo es el Día del Padre. Vaya al cementerio.
-Y, tengo ganas.
-Vaya, porque realmente lo necesita”.
Say no more.
Sobre el comportamiento vergonzoso de Elisa Carrió. Hace unos días vi una película mala titulada “La Niebla” basada en una novelita de Sthepen King. En ella, una niebla de dudosa procedencia (igual a la que provocan los incendios forestales alrededor de las rutas) invade un pueblito provocando el horror general ya que, adentro, se esconden todo tipo de monstruos. La película se centra en las vicisitudes que debe atravesar un grupo de personas que queda atrapada en un supermercado mientras afuera se desarrolla la enigmática carnicería. Como ocurre en toda película yanqui luego del 11/9, todo se trata de una metáfora sobre la reacción de la administración Bush ante el ataque terrorista. Están los sensatos, entre ellos el insufrible protagonista principal, y los chiflados, que son (por supuesto) muchos más, entre ellos una mujer archi-religiosa, quien piensa la realidad en términos bíblicos y decodifica el fenómeno paranormal como una de las plagas que antecede al Apocalipsis. Al principio nadie la sigue (si fuese una política, por ejemplo, podríamos decir que nadie la vota) pero luego, poco a poco, con un poco de demagogia y actuación para la gilada comienza a crearse un grupo de fanáticos interpretando en cada hecho una manifestación de tintes religiosos. Y es oportunista y mala persona y falsa e hipócrita. Adivinen a quién me hizo acordar esa chiflada de mierda. Sayonara.
Sobre el Himno en cualquier lado. Uno de los ejemplos más cabales de que el conflicto campo/gobierno está llevado a cabo por seres humanos dementes es la cantidad de veces en que éstos cantan el Himno nacional inflando el pecho y a propósito de nada. Hace rato, en este país, entonar el Himno se convirtió en la señal perfecta para que los demás adviertan que estás loco (pregúntenle a Say No More, sino). La parodia de la Juventud Peronista (por el anacronismo de sus consignas podemos afirmar que se trataba de un desfasaje en el tiempo digno de Lost) corrió a ese singular híbrido (por lo homogéneo) de neonazis o fascistas o hipócritas o reaccionarios que pedían la renuncia de Christine en Olivos (una nena portaba una pancarta que decía: “Montoneros Nunca +… El Pueblo”) y, acto seguido, luego de cantar la Marcha Peronista en forma fragmentada (procedimiento literario que podríamos asimilar al montaje), entonó, cuando no, el Himno Nacional. Pero, sin dudas, los representantes más paradigmáticos de la confusión nacionalista, son los productores agropecuarios, a esta altura, íconos inclaudicables del patriotismo más berreta (y tan desfasados en el espacio temporal como la nueva JP, aunque infinitamente más peligrosos a pesar de no llevar palos: son más y están convencidos). Los ruralistas de Gualeguaychú, poco antes de la “represión”, entonaron el Himno y, como no tenían otra cosa mejor que hacer, también lo entonaron después. El cinismo de quienes confunden la suba de retenciones a la exportación de soja con el destino de la Patria es tan grande que no entra en el ciberespacio. Es el típico cinismo de derecha que defiende la democracia tirando bombas. Es el típico cinismo de derecha que se queja de la “tiranía K” y se manifiesta sin problemas al lado de Cecilia Pando. Es el típico cinismo de derecha que obliga al más profundo de los vómitos (“Acá estamos los blancos”, dijo un señor mayor en Canal 26). ¿Quién mierda dijo que SÍ es violento taparse la cara y llevar un palo y NO es violento estar sacado, arroparse con la bandera argentina y golpear una cacerola con un martillo? No hay lugar para los débiles. Y creo que yo soy un débil porque ya no puedo pensar más en este maravilloso país de mierda donde la gente pelotuda sigue haciendo diferencias entre “negros” y “blancos”, donde la gente pide “memoria completa” y seguridad, donde la gente sigue las declaraciones del tipo que cuida los campos de Yabrán como si fuera Martin Luther King. Pero en términos reales, De Angeli (con su vergonzosa defensa de la rentabilidad, así lo dijo él) es más parecido al otro King, a Don, un capitalista hijo de puta al que le importa tres pitos todo si su bolsillo está lleno. Julio Cortázar se rió de las costumbres de las familias argentinas en Historias de cronopios y de famas, donde, influido por el surrealismo, prefiguró una familia de chiflados que buscaba pelos perdidos en cañerías, hacía un culto de los velorios y, finalmente, luego de desestabilizar una oficina de Correos, cantaba el himno nacional y se retiraba en buen orden. Las manifestaciones de los ruralistas y los neonazis del Centro porteño, demuestran la vigencia del sarcasmo cortazariano circa 1962. La diferencia radica en que los personajes de Cortázar eran simpáticos y los de la vida real son potenciales golpistas. Y si no son potenciales golpistas son fascistas. Y ninguna de las dos opciones me agrada.
Sobre la “represión” en Gualeguaychú. Los dirigentes rurales y la oposición dicen que lo de Gualeguaychú fue represión. Claro, represión del mismo modo en que se puede decir que Airbag es una banda de rock, prestando atención a la superficie y no al contenido. ¿Es represión, en un país donde históricamente las Fuerzas Armadas y la Policía cometieron asesinatos impunemente, que un gendarme (amparado por la ley) proponga didácticamente una y otra vez correrse de un espacio público para así dejar pasar el tránsito? Estamos viviendo en una farsa enorme. El hecho de que el gobierno sea pésimo, no hace que los que están en contra de este último tengan razón. Incluso puede pasar, como está sucediendo ahora mismo, que la oposición y los sectores contrarios sean mil veces peores que la secta de Fernández. La gente que “está con el campo” aplaude a de De Angeli porque corta Rutas durante 95 días y cuando lo van a sacar, con ese aire soberbio tan patente en los machistas argentinos no-pensantes, responde: “¿Y si no me voy qué me van a hacer?”. Respuesta:
-Bueno, hasta hace unos años venía un policía corrupto y te pegaba un tiro en la cabeza, así que no te hagas el mártir porque al final (como era obvio para todos, a excepción de tus fans, que creían que te iban a desaparecer) saliste en 5 horas y sin un rasguño. O sea que te metieron preso bien (estabas infringiendo la ley) y te sacaron de la cárcel bien (se hicieron valer los derechos que todo ciudadano debe tener).
Estoy mal, loco, le estoy hablando a De Angeli a través de un puto blog (¿?). Volvamos. Me gustaría oír a los que se asustaron con la represión payasesca de Gualeguaychú (porque en una represión no te llevan entre 10 canas para que no te golpees sino que te cagan a palazos hasta que te desmayas), lamentándose por la muerte de Kosteki y Santillán. Me gustaría oír a los que hablan de “gobierno autoritario”, ofreciéndome una buena razón por la cual las rutas, en un país democrático, deben estar cortadas durante 95 días a manos de un sector que se cree representante de todo el país y no es más que eso: un sector del país defendiendo, legítimamente, los dólares que gana por mes. Eso no es patriotismo, es capitalismo salvaje (permítanme el lugar común) acá y en la China (comunista). Es muy gracioso ver a los fachos ancestrales (que existen, basta de esa pelotudez relativista posmoderna de que la derecha no existe) quejándose de la “represión” después de desearla durante tanto tiempo. “¿Esto no es obediencia de vida?”, preguntaba a los gritos un ruralista señalando a los gendarmes de Gualeguaychú… Pero no se confundan, esta gente no es mala, ni golpista ni fascista, no, no, ¡son la buena gente de campo!, los que hacen simpáticos tractorazos, campechanas asambleas donde deciden si te dejan pasar o no con tu camión, toman mate, luchan por el futuro (el nuestro, eh, el de todos) y, cada tanto, como quien no quiere la cosa, comparan el despeje de una ruta en el 2008 con la tortura de una persona en 1978. Nada más, a cualquiera se le puede escapar… ¿o no?
Sobre la edición de Perfil del domingo 15 de junio de 2008. Locura. Ésa es la palabra que refleja de modo exacto el accionar del diario Perfil. En la tapa, bajo el título “Estado de anarquía”, se puede ver una foto de De Angeli tomado por los gendarmes y otra de Kirchner en la Plaza rodeado de simpatizantes K, abajo dice: “Gobierno fuera de control. Kirchner no pudo soportar la peronización de De Angeli, generada por el propio Gobierno, y “recupero” en persona la Plaza de Perón”. Al dar vuelta la página, el nivel de demencia del diario de Fontevecchia llega a límites insospechados, comparando ya explícitamente a De Angeli con Juan Domingo Perón: “La represión construyó un 17 de octubre por la libertad de De Angeli”, escribe en su nota la periodista Estela Gigena (que ya mismo debería explicar por qué no avisa que es discípula de Hunter Thompson, el creador del “periodismo gonzo”, quien escribía bajo los efectos del LSD). El contenido de la nota victimaza constantemente a los productores rurales detenidos, ellos son los mártires. Luego de leer las notas que tratan el conflicto (denominado, sin atenuantes, ¡“GUERRA GOBIERNO-CAMPO”!) queda la sensación de que es perfectamente entendible (y no inconstitucional y soberbio y autoritario) que gente súper pudiente se pare en el medio de las Rutas y decida quién puede pasar y quién no. En su columna de opinión, el ex kirchnerista Alfredo Leuco elabora una carta al presidente del PJ, “Carta abierta al presidente de facto”, que, en nivel de vergüenza ajena, supera incluso la de Fernando Peña a la Presidente: “¿Qué lo llevo a alimentar a un sencillo dirigente rural como Alfredo De Angeli hasta convertilo en una suerte de Perón de las clases medias rurales que, como si se tratara de un 17 de octubre, ayer salieron a las rutas para pedir la liberación de su líder?”, se pregunta Leuco. La idea (¿de mierda?) de que De Angeli es el Perón de los 2000’, también vuelve a ser retomada en la columna de Edi Zunino: “Alfredo De Angeli, a estas horas convertido en una especie de Perón de las clases medias urbanas y rurales”. Pero el descalabro mayor se produce en la extensa nota que Fontevecchia le hace a De Angeli. En ella, el dueño de Perfil, compara la actual situación del dirigente rural con la que él vivió durante la dictadura (estuvo 10 días desaparecido en 1979), ¡le ofrece consejos de El arte de la guerra, de Sun Tzu! y De Angeli, con esa facilidad para crear espanto que tienen los desquiciados mentales, juega a ser Nostradamus (“Estamos al borde de la anarquía si el Gobierno no empieza a solucionar los problemas. Ya hay dos sectores: el campo y el transporte; viene el desabastecimiento, la desocupación a los pueblos del interior”), dice que le cree a Miguens, afirma sin vergüenza, sobre Duhalde: “Si dice que se presenta para presidente, se lleva los votos del campo”. Evidentemente, la idea de que esta miserable puja económica no es política quedó en el pasado. De Angeli también aclara que comparte la causa de Blumberg y que su madre (que en una edición pasada de Perfil dijo que este gobierno terminaba como el de De la Rúa o Alfonsín o Illia) “Las pocas palabras que habla, son sabias”. “Y tenemos el problema que la mayoría de los medios son dependientes del Gobierno nacional” declara, cuando es sabido que más allá de Página 12 y Canal 7, no hay un solo medio que tenga una versión objetiva sobre lo que sucede (la cobertura de TN, una vez más, fue risible y C5N habrá firmado algún pacto corrupto con K, pero ni Grondona ni Longobardi ni Feinmann dejaron de ser Grondona, Longobardi y Feinmann). La nota es acompañada por imágenes en las que De Angeli llora y termina con este hermoso diálogo (en negrita las palabras de Fontevecchia) sobre el día del Padre (el del dirigente agrario murió hace 12 años):
“-El domingo es el Día del Padre. Vaya al cementerio.
-Y, tengo ganas.
-Vaya, porque realmente lo necesita”.
Say no more.
Sobre el comportamiento vergonzoso de Elisa Carrió. Hace unos días vi una película mala titulada “La Niebla” basada en una novelita de Sthepen King. En ella, una niebla de dudosa procedencia (igual a la que provocan los incendios forestales alrededor de las rutas) invade un pueblito provocando el horror general ya que, adentro, se esconden todo tipo de monstruos. La película se centra en las vicisitudes que debe atravesar un grupo de personas que queda atrapada en un supermercado mientras afuera se desarrolla la enigmática carnicería. Como ocurre en toda película yanqui luego del 11/9, todo se trata de una metáfora sobre la reacción de la administración Bush ante el ataque terrorista. Están los sensatos, entre ellos el insufrible protagonista principal, y los chiflados, que son (por supuesto) muchos más, entre ellos una mujer archi-religiosa, quien piensa la realidad en términos bíblicos y decodifica el fenómeno paranormal como una de las plagas que antecede al Apocalipsis. Al principio nadie la sigue (si fuese una política, por ejemplo, podríamos decir que nadie la vota) pero luego, poco a poco, con un poco de demagogia y actuación para la gilada comienza a crearse un grupo de fanáticos interpretando en cada hecho una manifestación de tintes religiosos. Y es oportunista y mala persona y falsa e hipócrita. Adivinen a quién me hizo acordar esa chiflada de mierda. Sayonara.