Zeitgeist es el título del “documental” que desde el 2007 viene inquietando a millones de internautas. Inteligentemente, su autor, el norteamericano Peter Joseph, lo ha difundido a través de la red, creando así una discusión mundial inacabable. En términos genéricos, se trata de un documental didáctico-político dividido en tres partes que intenta explicar, con una premeditada sobrecarga de información simultánea y shockeante, la construcción de diversos mitos para beneplácito de los poderosos. La primera parte, “La historia más grande jamás contada”, revisa el itinerario de diferentes deidades antiguas con el objetivo de afirmar que el cristianismo no es más que un pastiche de otros dioses paganos, especialmente de Horus, un dios egipcio relacionado con la astrología. La enfática conclusión (Jesús no existió, el cristianismo se basa en un mito,
La lista de mitos urbanos contemporáneos en los que se basa Zeitgeist es inabarcable y algo inadmisible: en poco tiempo habrá un gobierno mundial, en el futuro se insertarán chips para saber el paradero de todos los individuos, un amigo de un Rockefeller cuenta cómo este último le explicó exactamente todo lo que iba a pasar en Estados Unidos a partir del 11 de septiembre. Todo esto puede ser cierto, claro está (lo más probable es que dentro de unos años lo sea o se pruebe), pero de ahí a ponerlo como piedra fundamental de un documental y creerlo linealmente en ese marco hay un largo y sinuoso camino. El derribamiento de los mitos que mueven a la sociedad Occidental, parece decir Zeitgeist, sólo puede llevarse a cabo con la puesta en escena de otro mito más grande y fabuloso (y más viejo), el de
La mezcla de información constatada y material descartable también es el zeitgeist de nuestros días. Ese espacio en el cual se describe cómo los medios (asociados con agentes poderosos) operan en las mentes bifurcando el pensamiento (a través de programas de entretenimiento y noticias falsas) quizás sea el mejor componente de Zeitgeist que, verdad absoluta o disparate total, aún es recomendable. Su tendencia a la paranoia me recordó dos joyas literarias que además tienen la virtud de inquietar: “El hombre en el castillo”, la novela de Philip Dick donde los alemanes y los japoneses han ganado la Segunda Guerra Mundial y “Deutsches Réquiem”, el extraordinario relato de Jorge Luis Borges en el cual un jerarca nazi, a punto de ser ejecutado, afirma que su doctrina política ha triunfado ya que para la instauración de la violencia era necesaria la destrucción de Alemania. Mi teoría: hay planes y conspiraciones y manejos turbios de poderosos, “todo es una gran farsa”; sin embargo, me niego a creer en la pre-digitación total de los males de este mundo: la idea de “conspiración” anula la responsabilidad de los individuos y transfiera ésta a los “poderosos”. Es verdad, sin dudas, que aunque nos creamos enteramente autónomos y dueños de nuestras vidas, todos somos inducidos por “la conciencia que regula el mundo” (la religión, los medios, nuestra educación, los prejuicios, nuestros coetáneos), pero ¿cómo se diferencia estrictamente la persuasión ajena de una decisión conciente y personal? Más bien el mundo se me hace como El castillo de Kafka, caótico, siniestro, diseñado azarosamente para la multiplicidad eterna de maravillosos malentendidos. El “documental” Zeitgeist es sólo uno más de ellos. Sayonara.