El mundo atribuye sus infortunios (…) a las conspiraciones y maquinaciones de grandes malvados. Entiendo que subestima la estupidez- Adolfo Bioy Casares
Desvelarse en plena madrugada. No poder conciliar el sueño. Dar vueltas por la cocina. Preparar un té. Intentar leer sin lograr la mínima concentración. Perderse en reflexiones metafísicas que se autodestruyen al segundo de ser enunciadas. Quien haya sufrido un riguroso dolor de muelas entenderá que a determinada hora, la única opción posible es encender el televisor, ese aparato gris que siempre esta ahí y no pide nada a cambio. O sí: pide tu alma. Y sí, te ofrece justo lo que querés en un momento de desesperación: la posibilidad de no pensar en nada y navegar en el profundo mar de la futilidad.
El motivo de este breve apunte es poco original, pero en la reciente madrugada me pareció (por su grotesco) una especie de revelación que debía ser expresada de alguna manera a pesar de su redundancia. Con total simultaneidad, enumeré: un programa sobre una escuela de modelos donde se les enseña tal profesión a un grupo de adolescentes a través de la exposición burlona de sus defectos; un programa de dos mujeres ingleses que cazan hombres mal vestidos o desaliñados para ingresarlos dentro de una carpa y rehabilitarlos; un programa donde un hombre de rulos se encuentra con una mujer exageradamente desaliñada con el pretexto de enseñarle a vestirse y retrotraerla 10 años atrás en el espacio temporal; un programa de un cirujano de Beverly Hills que opera seres que quieren eliminar grasa (de su abdomen, de su culo, de su cuello) y tornear la forma de sus tetas, de sus culos, de sus panzas, de sus cuellos, de sus abdómenes; un programa donde una rubia le explica a una embarazada cómo estar “sexy”. Les puedo asegurar que había más, pero la capacidad para soportar tormentos de un ser humano llega hasta cierto punto.
De este modo, advertí algo que sabía pero nunca había captado con tal precisión. Al menos el 20 por ciento de los programas que se estaban proyectando (a pesar de pertenecer a distintas señales) tenían un mensaje único: informarle al televidente que la vida, enteramente, se rige por patrones estéticos y que si uno es feo o estúpido o ignorante en la materia o pobre para comprarse ropa, no tiene sentido permanecer en el mundo. Imaginen el efecto que esto tuvo en mí que, justamente, soy feo, estúpido, pobre e ignorante en la materia. La TV está allí, entonces, para decirnos qué hacer. También hay programas para aprender a cocinar, para mejorar la vida sexual a través de trucos inteligentes, para comunicarle a tu pareja que le fuiste infiel, para abandonar el camino de Satanás y conocer a Dios, para denunciar hechos corruptos ante la indiferencia del Estado, para regocijarse con la vida privada de los demás, para que un grupo de tipos tiren tu casa abajo y edifiquen una nueva, para reírse de que uno no es enano y otros sí lo son, para que padres de bebés puedan dormir por las noches. Probablemente ya exista todo tipo de programas. El descalabro ocurre, por supuesto, con el visto bueno de las víctimas y el beneplácito de los espectadores. Como en una típica novela de ciencia ficción.
Evidentemente, la TV se ha convertido (salvo honrosas excepciones) en una peligrosa máquina de manipular voluntades. Parece decir que sin la posibilidad de reflejar nuestra imagen masivamente no existimos. Me pregunto si hay razones para inquietarse con la posibilidad seria de que haya muchos individuos que sigan al pie de la letra tales proyecciones descabelladas y se me vienen a la mente, en forma instantánea, los floggers. Internet también es un dispositivo que constantemente demanda algo nuevo y, si estás desprevenido, te transforma en un esclavo. El mail, el programa para bajar música, el facebook, el chat, el blog, es toda una dinámica en marcha para aleccionar y enclaustrarte en un lugar. Un día vamos a pulsar un botón y vamos a chupar una poronga virtual. Y cuando alguien, alarmado, nos pregunte qué estamos haciendo, con la boca llena, responderemos: “¡Tranquilo!, ¡estoy a la moda!”. Pero todo esto dejó de interesarme a las 4 de la madrugada, al comenzar uno de mis capítulos favoritos de Seinfeld por Sony. ¡Dicen que si entendés el humor de esa serie, te podés considerar inteligente! Sayonara.
Desvelarse en plena madrugada. No poder conciliar el sueño. Dar vueltas por la cocina. Preparar un té. Intentar leer sin lograr la mínima concentración. Perderse en reflexiones metafísicas que se autodestruyen al segundo de ser enunciadas. Quien haya sufrido un riguroso dolor de muelas entenderá que a determinada hora, la única opción posible es encender el televisor, ese aparato gris que siempre esta ahí y no pide nada a cambio. O sí: pide tu alma. Y sí, te ofrece justo lo que querés en un momento de desesperación: la posibilidad de no pensar en nada y navegar en el profundo mar de la futilidad.
El motivo de este breve apunte es poco original, pero en la reciente madrugada me pareció (por su grotesco) una especie de revelación que debía ser expresada de alguna manera a pesar de su redundancia. Con total simultaneidad, enumeré: un programa sobre una escuela de modelos donde se les enseña tal profesión a un grupo de adolescentes a través de la exposición burlona de sus defectos; un programa de dos mujeres ingleses que cazan hombres mal vestidos o desaliñados para ingresarlos dentro de una carpa y rehabilitarlos; un programa donde un hombre de rulos se encuentra con una mujer exageradamente desaliñada con el pretexto de enseñarle a vestirse y retrotraerla 10 años atrás en el espacio temporal; un programa de un cirujano de Beverly Hills que opera seres que quieren eliminar grasa (de su abdomen, de su culo, de su cuello) y tornear la forma de sus tetas, de sus culos, de sus panzas, de sus cuellos, de sus abdómenes; un programa donde una rubia le explica a una embarazada cómo estar “sexy”. Les puedo asegurar que había más, pero la capacidad para soportar tormentos de un ser humano llega hasta cierto punto.
De este modo, advertí algo que sabía pero nunca había captado con tal precisión. Al menos el 20 por ciento de los programas que se estaban proyectando (a pesar de pertenecer a distintas señales) tenían un mensaje único: informarle al televidente que la vida, enteramente, se rige por patrones estéticos y que si uno es feo o estúpido o ignorante en la materia o pobre para comprarse ropa, no tiene sentido permanecer en el mundo. Imaginen el efecto que esto tuvo en mí que, justamente, soy feo, estúpido, pobre e ignorante en la materia. La TV está allí, entonces, para decirnos qué hacer. También hay programas para aprender a cocinar, para mejorar la vida sexual a través de trucos inteligentes, para comunicarle a tu pareja que le fuiste infiel, para abandonar el camino de Satanás y conocer a Dios, para denunciar hechos corruptos ante la indiferencia del Estado, para regocijarse con la vida privada de los demás, para que un grupo de tipos tiren tu casa abajo y edifiquen una nueva, para reírse de que uno no es enano y otros sí lo son, para que padres de bebés puedan dormir por las noches. Probablemente ya exista todo tipo de programas. El descalabro ocurre, por supuesto, con el visto bueno de las víctimas y el beneplácito de los espectadores. Como en una típica novela de ciencia ficción.
Evidentemente, la TV se ha convertido (salvo honrosas excepciones) en una peligrosa máquina de manipular voluntades. Parece decir que sin la posibilidad de reflejar nuestra imagen masivamente no existimos. Me pregunto si hay razones para inquietarse con la posibilidad seria de que haya muchos individuos que sigan al pie de la letra tales proyecciones descabelladas y se me vienen a la mente, en forma instantánea, los floggers. Internet también es un dispositivo que constantemente demanda algo nuevo y, si estás desprevenido, te transforma en un esclavo. El mail, el programa para bajar música, el facebook, el chat, el blog, es toda una dinámica en marcha para aleccionar y enclaustrarte en un lugar. Un día vamos a pulsar un botón y vamos a chupar una poronga virtual. Y cuando alguien, alarmado, nos pregunte qué estamos haciendo, con la boca llena, responderemos: “¡Tranquilo!, ¡estoy a la moda!”. Pero todo esto dejó de interesarme a las 4 de la madrugada, al comenzar uno de mis capítulos favoritos de Seinfeld por Sony. ¡Dicen que si entendés el humor de esa serie, te podés considerar inteligente! Sayonara.
9 comentarios:
Te paso este poema de Oscar Hahn, que creo viene al caso - Televidente
Aquí estoy otra vez de vuelta
en mi cuarto de Iowa City
tomo a sorbos mi plato de sopa Campbell
frente al televisor apagado
la pantalla refleja la imagen
de la cuchara entrando en mi boca.
Y soy el aviso comercial de mí mismo
que anuncia nada a nadie.
Conseguì el libro de Sara Gallardo; gracias por el dato. Conseguiste el libro de Ballard? No sé si viste que ahì tambièn tienen un libro de Cuentos de Ethan Cohen, El Jardìn del Edén, o algo asì, que es muy bueno, y otro de Catherine Ann Porter, Pálido ginete, pàlido caballo, muy elogiado por Saer.
Por ponerlo de algùn modo: por un lado la televisión, que es una mierda, salvo algunas excepciones; y por el otro Levrero, que como bien decìs es Dios. (Fogwill colgó: Apuentes Bonaerenses, està bueno; y el Discurso vacío,una novela de aquellas)
Tu cuento me gusto, de los que más me gustò, lo voy a volver a leer. Saludos.
Vos sabés que en España había un programa que se llamaba "Epílogo" o algo así, no lo recuerdo bien. El programa era así: Un tipo famoso, público, ya sea artista, político o lo que fuera, grababa una hora en la que hablaba de su propia muerte. Empezaba: Bueno, comos saben, hace unas horas he muerto, aprovecho para decir que...
La discusión era si la idea era demasaiado morbosa o demasiado...BUENA!
Feinmann está en la tele dando clases de filosofíam haciéndose el banana. Pero después dice uq ela tele es una mierda. Por lo que concluyo: "La tele es una mierda a menos que la haga yo." Sin comentarios.
La tele es una mierda del mismo modo que un libro, un blog o una peli son una mierda. En verdad, si vamos a una librería, el 80% de los libros son una porquería. Lo que pasa es que sólo vamos a ciertos anaqueles y miramos loq ue queremos. Supongo que con la tele se puede hacer algo parecido, ¿no?
Lo último y lo agrego yo: El tema "Tinelli" como paradigma de la televisión basura. Yo creo que si tres tipos se juntan, ponen dos minas en bolas y regalan mp3players, es muy probable que los vea la gente y aguanten un buen tiempo. De hecho, hay muuuuchos programas donde una mina te hace jugar por trescientos mangos por una boludez. El problema "Tinelli", creo yo, es la representación de la codicia y el desapego por la superación, todo lo que te lleve lejos de la mediocridad. Digo, el tipo ya tiene a dos millones de tipos pegados a la tele, podría aprovecha para mechar media idea, no sé, cualquier cosa, auqnue sea un show de cómicos, cualqueir cosa creativa. La gente no lo dejaría de ver. Ahí sí yo creo que Tinelli es un pobre mediocre que pudiendo superarse y aportar algo "artístico" o creativo al mundo, termina vendiendo choripán en la costanera.
Anís y dulzor, que se vino el calor.
Claro está que el programa del que hablo al ppio se emitía no bien moría el "entrevistado", de ahí el morbo.
Y más claro es que esperando que alguien muera para cobrar unos mangos, es, al menos, de poquísimo gusto. Auqneu en el caso de seres olvidados, podría ayudar al pago del cementerio...
Galli: "La tele es una mierda del mismo modo que un libro, un blog o una peli son una mierda. En verdad, si vamos a una librería, el 80% de los libros son una porquería". Estoy totalmente de acuerdo. Incluso la conclusión a la que llego te la afané a vos de un comentario viejo. Ja, ja. Yo miro bastante tele y hay programas que me parecen muy buenos. Lo que quería marcar acá era la impresión que me había dado que haya tantos programas en los que la imagen nivela la vida o algo así.
Chiesa: Qué bueno que conseguiste el libro de Sara Gallardo! No conseguí el libro de Ballard! Lo fui a buscar y no lo encontré. Estaba en la vidriera, adentro? Y lo de Fogwill: dónde colgó El discurso vacío? Y, ya que estamos, no me prestás cien pesos? Era un chiste! Saludos----
Bueno, dicen que la tele tiene tanto una función informativa como de entretenimiento, a la que se le agrega una tercera: pedagógica. De qué cosas nos informa, a qué recurre para entretenernos y qué conocimientos nos inculca es un tema que da para muchísimo debate. Vamos a pensar al revés mejor, porque si no parece que cualquier cajita misteriosa puede enchufarnos ideas sin un mínimo de resistencia por parte del espectador (o de voluntad o de elección) Está bien, la TV es una mierda, sí. Pero se hace sola o quién la hace una mierda? Y qué pasa afuera de la tele para que adentro sea lo que es? O nace de un repollo? Me parece que hay que dar vuelta el guante y leer la problemática desde lo social hacia lo mediático, y no al revés. Que los medios -y la TV muy especialmente, por ser el media más masivo que se haya inventado jamás- tienen el poder de predisponer opiniones y voluntades no se puede negar, pero que se encuentra con cero resistencia del otro lado (o con mucha, pero desarticulada o desoída por propia conveniencia empresarial) ya no es pura y exclusiva responsabilidad de la TV. Me atrevo a decir que la madre de todos los problemas es la precarización salarial, la falta de trabajo y el cada vez más exclusivo acceso a un nivel de educación que garantice la superación personal.
He dicho.
Estos temas me embalan, mal.
Estoy de acuerdo, decir la TV o el sistema o lo que sea es un eufemismo para no decir que quienes están detrás somos nosotros.
Corvino, lo que esta en la red son Apuntes bonaerenses (goglea Apuntes bonaerences fogwill); el discuso vacio no está. lo vas a tener que comprar, lo edito interzona y el libro creeme que lo vale. Por lo que me decís, el de ballard entonces de debe haber vendido. Hay una crítica de levrero interesante de Gandolfo en Bazar Americano (Punto de vista), la revista de Ana Porrua. Gallina, sigo tus comentarios, me parecen, como en este caso, muy acertados; Retomando eso de "..la televisión es una mierda, excepto algunas excepciones", agregaría que las excepción de las excepciones es Tinelli, que es una recontramierda. Saludos.
no te hagas el feo que vos sos un bombonazo corvi!!!! hoy estuve con noluga que te manda saludos y es otra bombona que no lo sabe!!
te quiero gracias x cuidar de mi hijo en mi experiencia modeluna.
desentona con el post que haya un frase de Bioy Casares.
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