jueves, 22 de enero de 2009

Cosas sobre la quinta temporada de Lost


En nuestra infancia, a quienes les salía sangre de la nariz en plena clase los tildaban de ñoños o freaks o los condenaban al ostracismo. Recién ahora, gracias a Lost, comprendemos que los tipos tenían mucha onda: ¡estaban viajando en el tiempo!

Consecuencia de la complejidad argumental y estructural de la serie (que le ha hecho perder mucha audiencia desde la primera temporada; por ejemplo, House, el itinerario de ese doctor que mezcla a Sherlock Holmes y el Capitán Ahab, la duplica en rating), los dos primeros capítulos contaron con explicaciones didácticas redundantes para el espectador olvidadizo: por ejemplo, cuando Locke observa la avioneta estrellarse toma innecesariamente una de las vírgenes que ésta contenía en su interior. Le faltó mirar a cámara y decir: “Ah, ésta es una de las vírgenes llenas de heroína (a la que era adicto Charlie) que venían en la avioneta (por la cual murió Boone) del hermano de Eko (que venía en la otra parte del avión) y sus narcotraficantes nigerianos”. Me recordó una película mala sobre García Lorca que nos hacen ver en Letras, en la cual cada personaje realiza un pequeño resumen de la bibliografía del autor del Romancero Gitano para “comprensión del espectador”.

Convertida en una serie de culto, los creadores de Lost ya se asemejan a esos músicos que encuentran una fórmula y la utilizan hasta cansarse. Si me permiten la comparación alocada, la quinta temporada vendría a ser lo que Cómo conseguir chicas fue a Yendo de la cama al living/ Clics Modernos/ Piano Bar/ Parte de la religión. Igual me gusta. Un estribillo detrás de otro: Sawyer destilando ironía (y sin remera, para felicidad de la platea femenina), Jack con sus clásicas indecisiones, Locke saliendo entre los matorrales de la selva en medio de la noche ante la sorpresa de los demás (¿cuántas veces lo hizo?), los primeros planos al ominoso rostro de Ben, los insufribles Rose y Bernard desencontrados (esta vez, por suerte, no les dedicaron un capítulo sino medio minuto). También hubo guiños erráticos: no era necesario que el espectro de Ana Lucía le dijera al esquizofrénico Hurley: “Te manda saludos Libby” (ya entendimos que está chiflado) ni que Faraday diera tantas vueltas para informarle a Sawyer que estaban dando saltos temporales.

Por lo visto, el unánime fervor de los seguidores por el quinto capítulo de la cuarta temporada (La constante), en el que Desmond iba y venía del pasado al futuro imbuido en un tópico ancestral de la ciencia ficción, tuvo sus frutos: volvió a aparecer la vieja canosa que controlaba el tiempo (ahora como una especie de consejera o jefa de Ben) y todo indica que esa será la abrupta dinámica que seguirá la serie.

No entiendo por qué los Otros o los Hostiles o quien carajo sean añadieron fuego a las flechas que les tiraron a Sawyer y compañía desde el otro lado de la Isla, es como la sirena de la policía: al final le terminás avisando al enemigo que se tiene que escapar.

John Locke era un filosofó inglés. Hume (apellido de Desmond) otro escocés. Penny se llama así por la novia de Ulises. Faraday era un químico que inventó algo así como una pantalla eléctrica para no sé qué cosa. Sawyer lee a Bioy. Ben a Philip Dick. Locke a Hemingway. Juliet a Stephen King. Es admirable de qué forma el recuento de tales referencias, fuera de su contexto, se asemeja a una suma incansable de esnobidades de erudito ostentador y, en el transcurso de la serie, funcionan perfectamente. Sin ir más lejos, lo mismo puede suceder con un cuento de Borges. Bueno, creo que fui muy lejos. Sayonara. Larga vida a Lost.

5 comentarios:

Hernán Galli dijo...

En el ¿relato? "Sentirse en Muerte", de Borges (Historia de la eternidad), el Maestro nos describe una sensación terrible: viajar al pasado para ser un inútil espectador, sufriendo por sbaer los que va a suceder y no poder hacer nada para cambiarlo.

Ok, no agregó nada nuevo a lo que ya habían soñado Wells o Verne o cientos de autores fantásticos (el viaje al pasado es a la ciencia ficción, lo que el crimen perfecto es a los policiales).

Más bien, Borges le impone su estilo, algo así como un Midas de la literatura. ¿Ejemplo? Bueno, nos liquida con esta línea:
"me sentí poseedor del sentido reticiente o ausente de la inconcebible palabra eternidad"

Ahora llegó Lost, agregándole misterio, física cuántica y estructura de serie, al clásico tema de los viajes en el tiempo. Acierta porque estas ideas siemrpe lo hacen. EL talento, entonces, estará en la impronta especial que le den a la idea. ¿Será el inalcansable Desmond?

Corvino, pensé lo mismo en cuanto a lo de Locke. Y lo de Libby.

¿Cuando le da la brújula y le dice yo no te conoceré, no te recuerda "muuuuucho" al Doc de Volver al futuro?

Kate y Sun están cada vez más linda...o yo cada vez más viejo.

Saludos!

Hernán Galli dijo...

"inalcanzable"

Mariana dijo...

A falta de café en el roca... entré para leer tu opinión. Espero que levante en los próximos capítulos. Igual fui muy feliz... pero me sentí ñoña porque tuve que repetir varias partes para entender.
Salute!

Martín Zariello dijo...

Marian: yo también espero que levante pero igual que vos sigo disfrutando a pesar de que no colme mis enormes expectativas. Creo que esperamos demasiado de Lost, quizás ya dio todo lo que tenía para dar. Snif. Saludos-

Anónimo dijo...

Es TV. Como dice Casciari..
http://blogs.elpais.com/espoiler/


Corvino, grande e intenso placer leerte.